Hola, hola tengo sueño ~ Y he venido aquí con un regalito por que hoy es viernes ¡yes! Los viernes molan, los sábados también e incluso los domingos.

Bueno todos los personajes de Fairy Tail pertenecen a Hiro Mashima. La trama es mía. Emm… No se que mas decir…

¡A leer se ha dicho!


Con cuidado termino de leer la carta que le había sido enviada hace varios días. Cuando por fin llego de su viaje a Crocus la había visto tan pulcra y blanca posada encima del escritorio de su habitación que inmediatamente la descarto como una simple invitación a una fiesta social de bastante importancia pero a las cuales ella evitaba en toda la medida posible asistir, echo la cabeza hacia atrás y soltó un suspiro dejando que este se llevase un poco de su alma al exterior.

Frunció levemente el ceño al ver las grietas en el techo de su habitación, había pasado demasiado tiempo fuera y se olvido que no vivía en un edificio, por no decir mansión, precisamente estable y moderno. Aun así se resistía un poco a llamar a alguien para que las arreglase, esas pequeñas grietas llevaban ahí demasiado tiempo y habrían visto tantas cosas que sentía hasta pena por hacer que alguien se deshiciera de tales historias. Después de todo, pensó, todas las cosas guardan secretos en su interior.

Desvió la vista de nuevo a la carta que seguía tan blanca encima del escritorio, casi parecía irreal pero ella debía admitir que era completamente y dolorosamente real. La tomo entre sus manos y la releyó varias veces, pensando infantilmente que de esa forma cambiaría lo escrito pero también buscando con sus ojos llenos de ingenio y curiosidad una pista, algo con lo que consiguiese descubrir que era lo que él deseaba de ella. Lamentablemente aun no era capaz de averiguar todo eso con una simple carta y aunque lo sabia no pudo evitar sentirse inferior. Lo único que había podido saber era que su abogado se había visto obligado a resumir bastante los hechos, lo cual no la había preocupado bastante ya que podía hacerse una idea de quien le había obligado a hacer aquello. Fried Justine era alguien de fiar por lo que se sintió un poco más segura al ver que no estaría completamente sola en aquella situación.

Inspiro hondo y con un suave tintineo de la campanilla de servicio llamo a la sirvienta, Spetto, la cual llego en pocos minutos y dejo una pequeña bandeja en la cual había una taza de té y unos panecillos dulces. Dejando a un lado los panecillos tomo un sorbo del té, dándole un impulso a su cerebro para comenzar a ordenar todos los hechos ocurridos. Eso si, antes echo un pequeño terrón de azúcar al té el cual en cualquier otro instante su sabor amargo le habría encantado pero justo en ese momento le producía arcadas.

Él había desaparecido.

El hombre que le enseño todo lo que sabia y la había apoyado en tantos momentos, aquel que la cuido como si fuese su propia hija. Sintió su estomago revolverse y echo otro terrón de azúcar al té, bebiendo un sorbo y paladeando el dulce sabor. No le gustó pero a pesar de ello volvió a beber.

Recordaba como hace unas semanas estaba junto a él, estudiando de cerca un atentado ocurrido en Hargeon. Dos puentes, cada uno en una punta de la ciudad, habían explotado al mismo tiempo pero al parecer no hubo ningún muerto ya que el atentado se produjo a medianoche durante el toque de queda. Él había insistido en ir por lo que no pudo evitar negarse, el caso no era demasiado complicado, ella misma fue la que lo resolvió. Unos cuantos rebeldes intentando hacerse escuchar pero no lo suficientemente capaces para llevar una muerte en sus hombros, lo único que costo fue encontrarlos ya que estaba bien escondidos en una habitación secreta, en la cual hace mas de dos siglos el rey torturaba a los traidores, y que no aparecía en ningún mapa.

Nunca se espero lo que ocurrió después. Su maestro, aquel que era conocido por la frialdad de su semblante así como sus sentimientos, le acaricio la cabeza. Quizá para la mayoría no sonara extraño pero para ella que sabia cuanto odiaba mostrar sus sentimientos en publico, por que estos podían ser usados en su contra, fue como si de repente a las ranas les saliese pelo y a los cerdos alas. Incluso le sonrió, con la mirada más tierna que había visto nunca, y enfrente del alcalde de la ciudad así como su secretaria y sus guardaespaldas. Sabia que nunca terminaría de entender sus acciones y lo que pasaba por su cabeza pero con eso termino de confirmarlo.

Y ahora en su habitación lo confirmo de nuevo.

Nunca lo entendería pero, pensó repentinamente levantándose de la silla, nunca dejaría de intentarlo.

Abrió el gran armario de color marfil y sacó varios vestidos de los tantos que había. Todos los puso encima de la cama de agua que había comprado pero que aun no había tenido tiempo de probar. Después del incidente en Hargeon su maestro acepto un nuevo caso de un duque del sur, nada realmente importante según recordaba ella pero él se había dado mucha prisa en prepararse y en irse. Solo. No permitió que le acompañase si no que la envió a Crocus para ayudar a un amigo en su nombre. Mientras acariciaba la fina tela del vestido que había comprado durante su estancia allí recordó las ultimas palabras que le había dicho antes de irse.

"Estoy seguro de que volveremos a vernos, pequeña. Confió en ti."

Se enderezo rápidamente y llamo de nuevo a Spetto.

—Prepara la ducha, por favor, no dispongo de mucho tiempo.

La sirvienta se apresuro a hacer lo que le habían pedido con una expresión un tanto alarmada, normalmente la joven prefería hacer ese tipo de cosas por ella misma pero si se lo había pedido debía ser porque realmente no tardaría demasiado tiempo en marcharse, pensó que quizá iría a buscar a su señor. Era una noticia que se había mantenido en secreto mas la mayoría en la mansión ya se habían enterado. Rezo por su bienestar y rio levemente al recordar como aborrecía el señor las cosas relacionadas con la religión. Era el único rasgo de su persona que se permitía mostrar abiertamente. En cuanto termino de arreglar el baño para la joven esta apareció detrás de ella ya sin ninguna ropa más que una toalla cubriendo su delgado cuerpo. Spetto hizo una leve inclinación y se marcho para dejarle intimidad, por el ceño fruncido que tenía debía estar muy concentrada.

Después de una ducha caliente en la cual pudo terminar de ordenar sus pensamientos y eligió un vestido de tonos oscuros para ponerse. Este tenia unos pequeños tirantes y le llegaba seis dedos por encima de las rodillas mientras que por detrás era levemente mas largo y con un suave lazo alrededor de su pequeña cintura, lo deshizo y lo dejo como una simple cinta con un pequeño nudo en la espalda. Mirándose al espejo arreglo con sus manos el pequeño vuelo de la falda y se aseguro de que todos los cordones de la especie de corsé estuviesen bien hechos. A pesar de que le gustaba ese tipo de ropa no se veía soportando un corsé de verdad. Solo de pensarlo se sentía asfixiada. Arreglo su cabello en un moño un poco descuidado y en sus pies unos botines sencillos de color negro. Tampoco quería dar la imagen de haberse esmerado demasiado aunque por dentro sus sentimientos estaban al máximo. Al caminar hacia el salón se observo una última vez en un espejo, poniendo una cara seria aunque levemente despreocupada. Fría como la de su maestro.

Se sintió satisfecha con el resultado y se sentó en uno de los sillones que había en el gran salón, el sillón mas alejado de la chimenea justo a su izquierda era el de su maestro. Lo observo un momento con anhelo para después volver la mirada a las llamas que bailaban consumiendo la madera. Ahora estaba segura, su maestro había puesto su confianza en ella. Solamente se verían si ella lo deseaba, no podía simplemente esperar a que apareciese por la puerta su alta y robusta figura, tendría que buscarlo ella misma.

"A veces las pistas aparecen ante ti sin que tengas que ir a buscarlas. Y un verdadero detective sabe cuando debe esperar por ellas y cuando no. Intuición, pequeña, confía en tu intuición."

Se pregunto por milésima vez si realmente confiaba en su intuición y la respuesta fue la misma que todas las veces. Si él confiaba en ella, ella también lo haría. Miro el reloj en la pared de enfrente que silenciosamente marcaba con el movimiento de sus manecillas las siete con once minutos de la tarde. Sus labios se elevaron en una pequeña y ladeada sonrisa al escuchar unos pasos acelerados y fuertes. Se levanto de su asiento al mismo momento que las puertas del salón se abrían de un solo empujón.

— ¿Lucy Heartfilia?

El joven no se molesto en disimular su sorpresa al ver a una adolescente de pie en el gran salón que lo observaba con unos ojos llenos de ingenio y con una sonrisa que lo puso tenso, como si aquella jovencita pudiese ver a través de él. Carraspeo levemente intentado relajarse y volvió a hablar.

—Debe preguntarse porque estoy aquí…

Su sonrisa se ensancho al escucharlo.

—No, para nada. De hecho, le estaba esperando Sir Leo.


Continuara…

No estoy muy segura de cuantos capítulos tendrá esta historia pero puedo asegurar que mas de diez capítulos tendrá, estoy entrando en un terreno que no entiendo muy bien pero que me fascina bastante (crímenes, crímenes everywhere) bueno por mi parte me esforzare, así que por la vuestra lectores apoyadme con vuestros reviews ;)

Si tenéis alguna pregunta sobre esta especie de prologo/capitulo 0 (?) la dejáis en un lindo review y os contestaré :3

No se cada cuanto tiempo subiré un capitulo, supongo que me llevara bastante ya que a parte de que soy una vaga (kyaha) repito que esto de los crímenes es nuevo para mi por lo que me cuesta mas, aja, ahora mismo tengo un dolor de cabeza horrible y solo por intentar darle sentido a esta historia.

Jojojo

Se acabó.

Dejad un review mis bestias guerreras (?)