Holaaaa.
He vuelto con una nueva historia de esta pareja, mi primer longfic de ellas.
Estoy muy emocionada, tengo que admitirlo, esta idea me gusta mucho y espero que ustedes también la disfruten.
Trataré de actualizar rápido aprovechando mis vacaciones.
Nos leemos pronto. No olviden decirme qué les pareció este inicio. Besitos.
Iba saliendo de la universidad junto a Nao pero no podía concentrarse en lo que le decía, tenía días dándole vueltas a una idea en su cabeza que no la dejaba tranquila. Se mordió el labio sin dejar de fruncir el rostro en confusión, necesitaba poner las cosas en orden, averiguar aquello que la estaba molestando.
Después de un rato de hablarle al aire su amiga se calló al verse ignorada, aunque tampoco eso lo notó.
— ¿Vas a decirme que te tiene así? —preguntó sin poder contenerse.
Natsuki soltó un suspiro dándose cuenta de la situación y del evidente enojo en la chica.
—Lo siento, estaba pensando en Shizuru.
— ¿Qué con ella?
Acomodó la mochila en su hombro sin dejar de mirar al frente.
—Desde principios de mes se ha estado comportando de forma muy extraña.
— ¿Quieres decir desde el último rechazo que le diste? No es que me importe, pero no esperes que te trate igual después de las cosas que dijiste.
Quiso defenderse y decirle que no había sido cruel en ningún sentido con ella, pero prefirió no decir nada, a fin de cuentas, no podía asegurar que estuviera mintiendo, tal vez lo que consideró como una obvia verdad podría haber sido algo doloroso para Shizuru.
Recordó su expresión de tristeza y apretó los labios, tal vez sí se había pasado esta vez.
—No estoy segura de que sea eso —dijo al fin.
—Como sea. De todos modos, ¿por qué estás contándome esto a mí? Ella ni siquiera me agrada.
Se encogió de hombros.
—Tú preguntaste, además, eres la segunda persona en la que más confío.
Nao levantó la ceja sin voltear a verla.
— ¿Y quién es la primera? —preguntó aunque no la dejó responder—. Olvídalo, imagino que es Shizuru, pero claro, no puedes tratar esto con ella porque es sobre ella, de lo contrario ya hubieras corrido a contarle.
—Intuyes bien, Shizuru es mi mejor amiga, no quiero perderla y me preocupa su actitud.
—Tal vez deberías hablar con Mai de esto.
— ¿Por qué con ella?
Se habían detenido en una esquina, desde ahí cada quien tomaba rumbo a su casa. La única razón de que Natsuki no estuviera usando su motocicleta en lugar de caminar era por el simple hecho de que no la tenía en esos momentos. Se dañaron los frenos y tuvo que llevarla con el mecánico, todavía no se la devolvía.
—Porque a ella seguro que sí le importaría.
Chasqueó la lengua. Odiaba cuando Nao se comportaba más perra de lo usual, pero lo tenía bien merecido por haberla ignorado todo el camino.
—Da igual. Creo que hablaré con Shizuru.
—Como quieras. Hasta mañana, Nat —se despidió con un gesto de la mano.
—Hasta mañana.
Andar en metro era horrible. No entendía porque la gente lo hacía, ella por ejemplo, no podía esperar a que estuviera lista ya su motocicleta para poder volver a los caminos con libertad y dejar de viajar apretada entre tanta gente.
Juraría que sólo pudo respirar correctamente hasta que salió del vagón. Subió las escaleras de dos en dos llegando a la calle donde el sol brillaba con intensidad en esos momentos. Levantó la mano para cubrirse y poder ver por dónde iba.
En casa la recibió el silencio. Hacía días que Shizuru ya no iba a pasar el rato ahí como antes. Solía encontrarla cocinando algo o bebiendo té en el sillón mientras alguna película del cine francés se desarrollaba en la televisión.
Dejó sus cosas en el suelo y sacó su celular. Lo mejor que podía hacer era tratar el tema directamente con la chica y así salir de dudas. Sonó tres veces antes de que alguien contestara al otro lado de la línea.
—Hola, soy Shizuru…
— ¡Hola! Llamaba por…
—En estos momentos no estoy disponible, pero deja tu mensaje después del tono.
Colgó arrojando el teléfono a la cama.
—Genial. ¿Dónde diablos estará ahora?
Apoyó los brazos en el alféizar de la ventana mirando a la calle. Tendría que ir a buscarla mañana en la universidad donde daba clases. No le gustaba mucho ir porque se sentía fuera de lugar, si ella hubiera empezado sus estudios al mismo tiempo que Shizuru también habría terminado hace un par de años, pero en su lugar había tenido que trabajar para poder cubrir sus gastos. De no ser por Sergay seguramente en estos momentos seguiría en la misma situación, o quién sabe, tal vez al final habría optado por tomar la ayuda que Shizuru le había ofrecido también.
Pensó en estudiar para su examen, pero en cuanto recostó el cuerpo en la cama se quedó dormida.
La mañana siguiente volvió a intentar contactarla por teléfono obteniendo el mismo resultado que antes. La situación comenzaba a ser frustrante y entre más tiempo pasaba más olvidaba la verdadera razón por la que estaba buscándola, en su lugar tomaba fuerza el sermón que planeaba soltarle en cuanto la viera por no tener el celular a la mano.
Se quedó fuera de la universidad esperando en la puerta, buscando entre tantas cabezas la que a ella le interesaba. Creyó verla en varias ocasiones, pero cuando las tenía cerca se daba cuenta que era un error.
Estaba por irse a casa, cansada de esperar, especialmente en un lugar como ese, pero se detuvo, al final la vio salir del edificio, llevaba algunos portafolios cargando, seguramente trabajos de sus alumnos.
— ¿Necesitas ayuda? —preguntó llegando hasta ella.
Shizuru la miró confundida, como si no pudiera entender su presencia en ese lugar. Dejó que tomara los portafolios y le dedicó una sonrisa.
—Ara, mira quién decidió venir a visitarme. ¿Qué te trae por aquí?
—Te llamé, pero tu teléfono me mandaba a buzón —se quejó con una nota de fastidio.
—Eso no puede ser —comentó extrañada—. Lo he traído conmigo todo el tiempo.
Sacó su teléfono del bolsillo de su pantalón y lo observó. No había una sola llamada pérdida, pero no fue eso lo que atrajo la atención de Natsuki.
— ¿Ese es tu teléfono? ¿Qué pasó con el otro?
—Oh, tuvo un pequeño accidente, así que ahora tengo éste. ¿No te lo había dicho ya?
—No, supongo que olvidaste mencionarlo —respondió enfadada.
Cada vez se enojaba más. No entendía porque estaba actuando de esa forma, es decir, se comportaba como ella misma, pero a la vez no. Había algo diferente… O quizá sólo fuera su autoengaño haciéndola pensar que Shizuru tendría que estar enferma o algo para olvidarla de esa manera.
—Ara, parece que alguien está molesta —dijo con una sonrisa mientras presionaba su mejilla con un dedo.
Siempre le gustó hacerla enojar porque decía que inflaba los cachetes como niña pequeña haciendo berrinche. Lo cual para Natsuki resultaba frustrante. No le gustaba que no se tomara en serio su enojo.
Apartó la mano de su rostro.
—Déjame tranquila.
Habían llegado al auto y dejó los portafolios en el asiento trasero antes de cerrar la puerta y encarar a la chica. Ya no se veía tan feliz.
—Eso hago, Nat.
— ¿Eh? ¿Qué haces? —preguntó confundida.
—Te estoy dejando tranquila. Mira, tengo muchas cosas qué hacer en casa, guarda mi nuevo número si quieres ¿de acuerdo? Prometo que esta vez responderé.
Le marcó y colgó para que el número quedara registrado en su historial.
—Nos vemos luego.
Por un momento no supo bien qué decirle. En un principio había querido hablar de lo extraño que se estaba comportando y ahora ya no podía decirlo porque se lo había dejado muy claro. Se quedó ahí de pie viendo el automóvil alejarse, ni siquiera se había ofrecido a llevarla.
Nao tenía razón, era su culpa que Shizuru estuviera actuando tan fría. No es que se notara mucho el cambio con otras personas, pero con ella siempre fue más cariñosa de lo que debería y no podría negar que extrañaba eso.
Decidió salir de ahí, no podía seguir perdiendo el tiempo, después de todo, había trabajo que hacer y se tomaba eso muy en serio.
—Hora de viajar en metro de nuevo.
Rodó los ojos y suspiró.
Al llegar a la empresa se encontró con alguien que no se esperaba, pero que se encargó de mejorar un poco su desastroso día.
—Buenos tardes, señorita Kuga.
—Siempre tan formal, Nina, te he dicho que me digas sólo Natsuki.
Se le pintaron las mejillas de rosa y desvió la vista. Se tomaba la esquina de la blusa con nerviosismo jugando con el último botón. Llevaba su ropa de oficina, como si realmente trabajara ahí y eso siempre le causaba risa a Natsuki. La chica apenas cumpliría los diecisiete años dentro de un mes, llevaba el cabello negro azulado y sabía bien que se lo había pintado así sólo por ella, porque desde pequeña le había dicho que era su ejemplo a seguir. Eso sin duda era algo que hasta la fecha no podía entender, ¿qué le veía Nina de increíble como para querer ser como ella?
—No puedo hacer eso —respondió al fin.
—Eres demasiado correcta, relájate un poco. —Observó a ambos lados del pasillo—. Por cierto, ¿dónde está Sergay?
—Mi papá está en una junta, me dejó aquí para esperarte porque dijo que tenía que hablar contigo —respondió volviendo a su profesionalismo.
—Ya veo. ¿Quieres ir por un té? No es el mejor té que conozco, pero es lo que tiene la compañía.
Nina le sonrió y la siguió a la cafetería. Era un lugar grande, aunque sólo unas cuantas mesas estaban ocupadas, posiblemente por todo el trabajo acumulado que había últimamente. Siendo una de las mejores empresas automotriz del país tenía que estarse actualizando constantemente.
— ¿Quieres algo de comer?
—Estoy bien, gracias.
Pidió un sándwich de pollo con mayonesa y dos vasos de té. Se sentaron cerca de la puerta para no tardar en salir cuando Sergay terminara su junta.
— ¿Estás bien? —le preguntó de pronto—. Te ves… Triste, creo.
— ¿Triste? No, para nada. No te preocupes por mí, estoy bien. Mejor cuéntame cómo te va en la escuela, ¿sigues sacando tan buenas notas como siempre?
Nina asintió.
—No me va mal, sólo hago lo que tengo que hacer.
Eso la hizo sonreír.
—Nina siempre es tan responsable.
La cara de la chica enrojeció. Natsuki aprovechó para morder su sándwich.
—Deja de burlarte de mí —le reprochó.
Pasar el tiempo con ella era divertido, a pesar de que fuera una niña si la comparaba con su edad. Ocho años de diferencia no eran cualquier cosa, pero quizá se llevaban tan bien porque Nina tenía un pensamiento muy maduro para su edad, en cambio Natsuki a veces seguía actuando como una niña. Compaginaban bien.
No pasó mucho para que llegara Sergay. Lo conocía desde hace años y, aparte de ser su amigo, era su jefe. Heredó la compañía de su padre desde muy joven y, según los titulares de economía en el periódico, no lo estaba haciendo nada mal para ser un novato.
Le gustaba su trabajo. Estar en una oficina gran parte del día no era lo más divertido del mundo, pero lo que hacía sí. Además, le daba la oportunidad de aplicar los conocimientos adquiridos en su carrera.
Cuatro días a la semana tenía que estar ahí, era poco tiempo y el sueldo era más que generoso, no tenía queja alguna de su empleo. Al menos logró dejar de pensar en la actitud de Shizuru por un rato enfocándose en la computadora frente a ella.
Para el final del día estaba agotada, llegó a casa dejando la ropa por el camino y fue directo a la cama donde se dejó caer boca abajo. Cerró los ojos, aferrando la sábana con fuerza al recordar la última confrontación que tuvo con Shizuru. Aquella que la estaba alejando de su lado.
Flashback
Era otro de tantos días. Había llegado del trabajo y la encontró en su apartamento con la cena lista, gesto que la hizo sonreír pues se estaba muriendo de hambre.
Se sentaron a la mesa mientras le contaba el ajetreo de su día, Shizuru la escuchaba con atención bebiendo de su taza de té sin interrumpirla. Era ya costumbre que se quedara callada, siempre fue más de escuchar que de hablar sobre sus propios asuntos y respetaba eso, aunque en ocasiones lograba que le contara cosas de su vida más allá de lo hecho durante el día. El pasado de Shizuru era todo un misterio para ella y le gustaba tratar de sacarlo a la luz.
—Pero Nina estaba ahí así que me quedé un rato más.
—Nina es una gran chica, me agrada.
—Y tú le agradas a ella. Tal vez podríamos invitarla a comer alguna vez, seguro que sería divertido.
Asintió dándole la razón. Seguramente pasar el tiempo las tres juntas sería interesante. No la conocía del todo bien, pero al ser tan amiga de Natsuki habían coincidido en un par de ocasiones.
Encendieron la televisión y pusieron una película de Studio Ghibli, no les importó ya haberla visto antes varias veces, podían verla de nuevo sin ningún problema.
Dejó que Shizuru se acomodara en su hombro. Ese fue quizá su primer error de la noche. El segundo fue apretar su mano cuando entrelazó los dedos con los suyos. Después de eso todo fue de mal en peor. Especialmente cuando la besó y le correspondió, fue breve, apenas y se tocaron. Natsuki se levantó del sillón alterada sólo para alejarse de ella y la vio ponerse en pie también.
Nunca pensó que llegaría a golpearla, para cuando se dio cuenta había dejado una marca roja en la mejilla de Shizuru con la palma de su mano. La vio frotar el área afectada, evidentemente sorprendida con su reacción.
Si tuviera que escoger los errores más críticos que marcaron esa noche, sin duda esa bofetada sería uno de ellos.
Cuando habló lo hizo con enojo, tratando de hacerla entender una realidad de la que todavía no parecía haberse dado cuenta.
—No vuelvas a hacer eso, Shizuru, es desagradable.
No respondió, estaba herida. Más allá del golpe sus ojos perdieron de pronto parte de ese brillo que solían tener cuando estaban juntas. Quiso cerrar la boca y no seguir hablando de más, pero le fue imposible, era como si su lengua se hubiera desconectado de su cerebro.
—Al parecer no puedes quedarte quieta un segundo, a pesar de que ya te había explicado antes que nunca podría corresponder tus sentimientos —dijo de forma tajante—. No me gustan las mujeres. No me gustas tú y me gustaría que te quedara claro de una vez si quieres seguir siendo mi amiga. Me estás forzando a darte más de lo que puedo.
Sin duda ella merecía la bofetada ahora, un puñetazo o lo que fuera, pero no recibió nada de eso.
—Lo siento. Será mejor que me vaya.
No la detuvo. Dejó que se fuera así de rota como estaba y por alguna razón, la peor reacción de Shizuru fue justamente esa, probablemente hubiera aceptado con gusto un golpe de su parte sabiendo que lo tenía bien merecido, que era lo menos que podía esperar después de lastimarla de ese modo, sin embargo, no fue así y su resignación le dolió más de lo que se hubiera imaginado.
Fin del flashback.
Aquella noche había terminado yendo a casa de Nao e incluso ahora no tenía idea de a dónde había ido Shizuru al marcharse, pero sin duda no fue para tanto porque ya no parecía triste ni dolida. Tal vez no era tan grave lo que había dicho, o ese mes separadas se había encargado de borrar cualquier dolor que pudiera haberle causado.
Le gustaría pensar eso, pero después de la conversación de esa tarde le quedó claro que la chica sí estaba tratando de alejarse. Sería egoísta de su parte seguirla buscando, aunque era justo lo que planeaba hacer, por más que quisiera no podía dejarla marchar, no quería que se fuera de su vida.
Dio vueltas varias veces en la cama. La última vez que revisó el reloj antes de caer dormida eran las tres de la mañana.
Después de tres días inundada en trabajo se sintió feliz cuando llegó al restaurante de Mai y vio que Mikoto, Nao, Haruka y Yukino ya se encontraban ahí, por supuesto, al ser Mai la dueña tenía que estar al pendiente de cualquier cosa que sucediera con los clientes o su personal, pero más allá de eso se la estaban pasando bien. No le extrañó que Shizuru no hubiera ido, aunque según Haruka llegaría más tarde, sólo se había retrasado por un asunto que debía atender personalmente. Por más que quiso no pudo sacarle más información al respecto, Haruka era una tumba cuando se trataba de guardar secretos, especialmente si tenían algo que ver con Shizuru, por más que lo negara sabía de sobra que la estimaba bastante.
—Sergay quiere expandir el área de creación, pero los inversionistas no aprueban la idea.
—Creo que es una tontería no hacerlo, después de todo en estos tiempos es renovarse o morir —dijo Mai.
— ¿Por eso las mejoras al restaurante? —Preguntó Nao—. No creas que no nos dimos cuenta del nuevo piso y la calurosa bienvenida al entrar.
La chica sonrió llevándose un mechón de cabello naranjo detrás de la oreja.
—Bueno, en parte sí. Por eso tomamos mucho en cuenta la opinión de nuestros clientes.
—Siempre tan servicial —observó Natsuki.
— ¿No creen que Shizuru está tardando? Se va a perder la comida —comentó Yukino en cuanto vio que la mesera se acercaba y comenzaba a dejar los platos.
Había traído sólo la mitad, retirándose enseguida para ir por los faltantes.
—Esa bubuzuke, seguro que estará demasiado ocupada ahora.
Mai compartió una sonrisa divertida con Yukino. Mikoto había querido hacer lo mismo, pero estaba demasiado ocupada comiendo lo que le habían llevado.
—Supongo que estará en una cita con su novio —comentó.
— ¿Qué? ¿Cuál novio?
Mai se llevó la mano al labio, pensativa.
— ¿Cómo era que se llamaba?
—Reito —la ayudó Yukino.
Natsuki se preguntó cómo es que ellas tenían esa información y por qué Shizuru no había sido capaz de decirle sobre él en todo ese tiempo. Notó que Haruka no parecía sorprendida y supuso que también estaba enterada, y Nao, seguro que a ella ni siquiera le importaba. ¿Acaso era la única persona ahí que no merecía saberlo? ¿No se supone que eran mejores amigas?
—Hace unos días fuimos a comprar algunas cosas para el restaurante, con lo buena que es Yukino en su trabajo, tenía que pedirle ayuda —explicó.
Por lo que sabía, Yukino era decoradora de interiores y era muy buena en ello, aunque la chica seguía siendo tan humilde como siempre.
—No es para tanto, Mai.
—No lo niegues, eres muy buena y no se hable más —espetó Haruka haciéndolas reír.
Esas dos estaban saliendo y, aunque Natsuki trataba muy mal a Shizuru cuando salía el tema de su orientación, con ellas era distinto, se sentía feliz de verlas tan felices juntas. Eso la llevaba a pensar que no era homofóbica, la razón de que rechazara a Shizuru seguramente tenía todo que ver con que su amor iba dirigido hacia ella. Pero si la chica era lesbiana, ¿por qué estaba saliendo con un hombre?
— ¿Entonces? —preguntó animándola a continuar con su historia.
La mesera llegó con el resto de los platos y se marchó, pero no tocó el suyo, muy a su pesar quería saber sobre ese supuesto novio de su amiga del que no estaba enterada.
—El caso es que durante el paseo la vimos con él y nos lo presentó. Es un lindo chico, tiene el cabello negro y daba la impresión de que era muy sedoso.
—Y era guapo, ese día estaba sin rasurar y su barba ya se notaba, pero incluso así se veía muy elegante.
— ¿Estás tratando de ponerme celosa, Yukino?
Las demás se rieron de la pregunta. Si algo tenía Haruka es que la sutileza no era su fuerte.
—Suena a alguien con quien yo me metería —comentó Nao con expresión soñadora.
Las chicas aprovechaban las pausas de la conversación para comer, la única que seguía sin tocar su plato era Natsuki, pero después de la noticia su hambre había desaparecido.
—Ni se te ocurra —le advirtió Mai—. Ella se veía muy feliz. Honestamente, con todo este tiempo sin fijarse en nadie comenzaba a creer que estaría soltera toda la vida, o que de plano se haría lesbiana.
Haruka le dedicó una mirada que no le gustó, como si supiera todo lo que Shizuru sentía por ella y el enojo la invadió al pensar que tal vez fuera así, que se lo había contado sin su consentimiento.
—Para nada. Estoy segura de que Shizuru es tan heterosexual como se puede, ¿no es verdad, Natsuki? Tú eres su mejor amiga, la conoces bien.
—Eh, sí. Tienes razón, Haruka —dijo picando la comida con el tenedor—. Ella es totalmente heterosexual.
—Deberían dejar de hablar de ella mientras no está, es de mala educación —las regañó Yukino.
—Pero ya no importa porque miren —dijo Mikoto señalando la puerta—. Ya llegó.
Shizuru las saludó con la mano y ocupó su lugar en la mesa junto a Mai quien pidió a una mesera que trajeran comida para la recién llegada.
El tema del supuesto novio había muerto y se dedicaron a otras cosas más triviales, como el clima y las vacaciones en las que querían hacer un viaje juntas. Habían pasado ya mucho tiempo sin verse todas, a decir verdad, era la primera vez en meses que sus tiempos coincidían.
Natsuki casi no participó en la conversación, seguía enojada y si la chica lo notó, lo dejó pasar pues no hizo ningún comentario al respecto. Ni siquiera le dirigió la mirada en toda la tarde.
—Si me disculpan un segundo, tengo que ir al tocador —comentó Shizuru un rato después.
Esperó hasta que la vio entrar antes de levantarse y seguirla.
—Vuelvo enseguida —avisó.
La única que le prestó verdadera atención fue Haruka. Se sintió incómoda con esa mirada sobre ella, era como si la estuviera acusando de algo y hasta donde recordaba, toda la situación fue culpa de Shizuru, ella no hizo más que responder.
La vio retocarse el labial. Seguro que la había escuchado entrar y aun así seguía ignorándola. No soportaría ni un sólo desplante más de su parte, hablarían en ese mismo momento quisiera o no.
—Tengo que hablar contigo.
—No creo que tengamos nada de qué hablar, Nat —dijo guardando sus cosas.
Soltó un suspiro de frustración y se acercó a ella para obligarla a voltear y darle la cara.
— ¡Qué te pasa! Me lastimas —se quejó.
No hizo caso, siguió sosteniéndola de los brazos.
— ¿Por qué no me habías dicho lo de tu novio?
— ¿Qué? ¿De qué novio estás hablando?
—Reito, ¿es así su nombre? ¿Lo dije bien?
Shizuru se sorprendió más de que supiera de él que de la amargura que destilaba su voz en cada una de sus palabras.
—Reito… Sí, lo dijiste bien —dijo poniendo una expresión soñadora—. Hemos salido un par de veces.
Natsuki levantó la ceja sin entender y terminó soltándola. La vio echar un vistazo al espejo y acomodarse un mechón de cabello rebelde tras la oreja.
—No somos novios. ¿De dónde sacaste eso?
—Mai comentó algo sobre él, dijo que lo presentaste como tal —explicó recargándose en los lavabos con los brazos cruzados.
Por suerte no había nadie en los baños y podían hablar con total libertad.
—Tal vez lo entendiste mal. Yo lo presenté, sí, pero como un compañero de trabajo, no como algo más.
—De modo que trabaja contigo.
—Ara, ara, ¿a qué vienen tantas preguntas, Natsuki? —preguntó encarándola.
—Nunca me lo mencionaste —comentó desviando el tema.
—Tengo poco de conocerlo y no hemos hablado mucho últimamente.
— ¿Y de quién crees que es la culpa?
Shizuru apretó los labios y supo que había entendido mal su punto. Quizá pensó que se refería a que le desagradaba ahora su presencia, quién sabe, pero se sintió con la obligación de explicarlo.
—No has estado muy cerca, ni siquiera has ido a verme. Parece que me estás evitando.
—No lo hago.
Que mentira más grande.
—Da igual, no quiero que salgas con él. No me gusta para ti.
— ¿Disculpa? ¿Y quién te dio el derecho a ti para tomar decisiones sobre mi vida privada?
— ¡Soy tu mejor amiga! —reprochó como si esa fuera una excusa suficiente.
—Pero no eres mi dueña —respondió. Recogió su bolsa dispuesta a irse—. Sinceramente, no te entiendo, Nat.
Cuando llegó a la mesa Shizuru no estaba ahí y ahora no sólo era Haruka la que la observaba con curiosidad, aunque trataran de disimularlo se volvía muy notorio. Había arruinado el día para todas.
— ¿Pasó algo? —preguntó por fin Nao.
Natsuki les sonrió negando con la cabeza.
—En lo absoluto. Todo está perfecto.
