Los personajes de Ranma ½ pertenecen a la mangaka Rumiko Takahashi y solo escribo para los fans por diversión que aman esta genial serie de Anime y manga sin obtener algún ingreso económico.
26.
Eran las 6 de la mañana del viernes, último día e inicio del fin de semana. Akane se levantaba con mucha pereza y camina con lentitud hasta llegar al baño. Se miró al espejo y se miraba fatal desde su punto de vista. Llego tarde y eso no evitó que Ranma se durmiera enojado con ella y todo porque tenía las hormonas alborotadas y ella estaba muy cansada para eso y como si no fuera especial su amado esposo, se molestó tanto que hasta fue al baño para quitarse su evidente estado y durmió como chica como una manera de huelga en caso de que ella se arrepintiera. De igual manera no quería y no pelearía más con él. Ya que de por sí, las cosas no iban tan bien, pero así era su relación, si no había pelea no eran ellos. No es que le importara dormir con su forma femenina, al fin y al cabo, para ella seguía siendo Ranma, así lo conoció y se enamoró. Se lavó la cara y después fue por una toalla para secarse y fue cuando se dio cuenta de un pequeño detalle. Se acercó más al espejo, se quitó una hebra de su cabello y lo miró detenidamente, tenía un color completamente diferente al de su pelo, agrandó los ojos y… gritó con mucha fuerza causando que Raiko cayera de su cama por el susto. Corrió hasta el baño y vio a su mamá que salía del baño con los ojos en blanco y con algo en la mano que no alcanzaba a ver.
—¿Por qué ese grito? —preguntó Raiko tallándose los ojos y calmándose un poco porque pensaba que algo le había pasado a su mamá. Tanto tiempo viviendo ellos solos que él se había dicho y que además para ella era el hombre de la casa, por lo tanto, era su deber protegerla. Eso era lo único bueno que le había heredado de su padre, ya que en aquel entonces tenía un fuerte resentimiento por él, pero eso ya era cosa del pasado. Aprendió a convivir con él y podía decirse que ahora eran muy unidos.
Akane no podía hablar por lo que solo acercó la hebra para que lo mirara. Raiko solo entrecerró los ojos para forzar su vista y ver con detalle lo que le quería mostrarle.
—Es una cana, es normal a tu edad. —comentó Raiko.
Akane sacó su pequeño mazo y lo golpeó en la cabeza.
—Siempre me he preguntado de donde sacas eso. —dijo Raiko con dolor.
—¿Por qué tanto ruido?
Izanami salía de la habitación de Raiko con lentitud y bostezando.
—A mamá le salió una cana. —respondió Raiko señalando la hebra y con una bola roja en el centro de su cabeza por el golpe recibido segundos antes.
—¿y? es normal a su edad. —contestó Izanami estirándose.
Akane le dio un mazazo en la cabeza.
—Es que digo la verdad. —dijo Izanami con dolor.
Akane se dio cuenta de algo y los miró fijamente.
—Un momento, ¿por qué saliste de la habitación de Raiko? —le preguntó Akane a Izanami.
Los dos se pusieron tensos y evitaron ver a su madre.
—Ustedes dos…—gruñó Akane. —¡se quedaron jugando videojuegos toda la noche! ¿no? —gritó Akane y los chicos se hicieron para atrás. —¡Por eso tienen ojeras!
—No es para tanto. —dijo Izanami encogiéndose de hombros. —El juego que esta vez compro era divertido… no como los que normalmente compra. —gruñó Izanami viendo de reojo a su hermano.
—Ya te dije, no es en donde los protagonistas son hermanos y hacen cosas indebidas. —se defendió.
—Escucha, Raiko…—habló Akane teniendo la atención de su hijo. —si tu padre se entera que te desvelaste jugando otra vez, no te lo va a perdonar y no quiero que te quejes de que estás cansado mientras entrenas. Esta vez no te defenderé.
—Ni yo. —dejó en claro también Izanami.
—¡Oye si tú fuiste quien se alborotó! —se defendió ante la negatividad de su hermana. —Haré lo posible para que no se entere papá. —dijo viendo a su madre.
—¿Enterarme de qué? —preguntó con su voz femenina. Ranma salía de su habitación bostezando y rascándose la cabeza. —¿Qué son estas horas? ¡es muy temprano para que estén discutiendo! ¿Qué es lo que no me debo de enterar?
—Que…—Izanami pensaba en algo para salvar a su hermano, aunque no sabía porque debía hacerlo. —que a ella le salió una cana. —sonrió Izanami señalando a su madre.
—¡Izanami! —se quejó Akane.
—¿Y eso que? —respondió Ranma. — es normal a su edad.
Ranma recibió un golpe de parte de Akane en su cabeza.
—Akane, te recuerdo que tú y yo tenemos más de 40, aunque parezcamos de 20 años. —dijo con el ceño fruncido.
—Claro, para ti es fácil decirlo. —gruñó Akane.
—No es para tanto, Akane. Cada vez menos cosas podemos hacer. Por ejemplo, diles a nuestros hijos cuando fue la última vez que…—de repente sonrió con maldad. —tuvimos intimidad siendo mujeres.
Izanami y Raiko agrandaron los ojos. Akane se sonrojó en extremo. Lo hacía de adrede, solo porque ayer no quiso, ya que jamás le había pedido eso.
—Creo que… no era necesario saber eso. —dijeron Izanami y Raiko.
—¡Eso no es cierto! —lo negó Akane dándoles una mirada fulminante. —Te estas vengando ¿No?
—¿Por qué debería Akane? —pestañó Ranma con una sonrisa encantadora.
—¡Oye! estas agarrando mañas de Izanami, o más bien… ¡Izanami aprendió eso de ti! —dijo viendo a su hija con el ceño fruncido.
—¡A mí no me metan en sus problemas! —exclamó Izanami.
—Además, la prueba es evidente ¿por qué papá durmió siendo una chica? —preguntó Raiko sonriendo con burla.
Akane le dio una mirada dura, causando susto en los chicos.
—Raiko, usa el baño primero y me avisas cuando terminas. —sonrió Izanami caminando hacia atrás.
—Está bien. —acepto haciendo lo mismo que Izanami, solo que en dirección al baño.
Raiko entró al baño e Izanami fue a su habitación.
Akane volvió a mirarlo con el ceño fruncido al igual que Ranma a ella.
—¡No es justo Ranma! —exclamó Akane con molestia. —No era necesario decirle eso a nuestros hijos solo porque estás enojado por lo de anoche.
—Es cierto, ¿cuándo fue la última vez que lo hicimos? —reclamó Ranma.
Akane no respondió y entró a su habitación, no tenía tiempo para discutir con él, pero tenía razón, ya llevaba más de dos semanas que no había intimidad entre ellos. Llegaba cansada y no quería que pensara que ya no la excitaba, era mejor no hacerlo, aunque durante el día que ya había descansado lo suficiente se frustraba y quería correr a su casa para que la consintiera de todas las maneras.
Por otro lado, Ranma cada vez se sentía más frustrado. Parecía que ella lo evitaba para no estar con él y eso de que estaba cansada era solo una excusa. ¿Acaso ya no quería estar con él? La amaba, a ella y a sus hijos y no quería perderlos, eran su vida y sin ellos no tenía motivo para vivir. Solo esperaba que solo fuera su imaginación retorcida. Fue a la cocina para hacer el desayuno y además de que había comprado algo especial para cierta persona y esperaba que le gustara.
Por otro lado, en el cuarto de Izanami, la chica abría su closet para tomar su ropa, sin embargo, olvidó algo en su escritorio. Tenía que guardarlo porque si no lo hacía su madre se enteraría de ello y no quería tener problemas. Lanzó la pintura para cabello color blanco hasta el fondo de la parte superior. Izanami solo sonrió con maldad y cerró las puertas.
—Se tardó una semana para que se diera cuenta. —rio Izanami.
Raiko e Izanami se sentaron juntos y Ranma y Akane enfrente de ellos. Se podía sentir la tensión entre ellos y además de que se preguntaban del porque él seguía siendo una chica.
—Papá, pregunta… —habló Raiko. —¿Por qué sigues convertido en chica? Acaso fue petición de mamá porque eso la excita.
Akane se le saltó una vena en su frente e Izanami suspiro, de por si la tensión se sentía terrible y parecía que él no se daba cuenta ¿Por qué nunca podía mantener la boca cerrada cuando se trataba de su mamá? Después de unos momentos todos comían, pero a Raiko se le dificultaba comer por la bola hinchada que tenía en la mejilla derecha por el golpe que recibió de su madre.
Izanami y Raiko tenían su uniforme puesto para ir a la escuela. Normalmente en la universidad no se usa uniforme, sin embargo, estaban en una escuela de alto nivel por lo que tenían que usarlo hasta que se gradúen. Izanami tardó en acostumbraste a lo que es ir a la escuela, ya que estudiaba en casa o bueno en la oficina y era Usui quien se encargaba de eso. No evitó entristecerse, ya había pasado un año desde la última vez que los vio. Tal vez pensaba que estaba muerta o como paso en esta época, nadie a excepción de los que se involucraron en todo el relajo de su padre que quería vengarse de Akane se acordaban de ella y por supuesto, la pelea con los descendientes, aunque Raiko, su mamá, Emi y Maru no se acordaban de esa última a excepción de ella y los descendientes. Pero a quien extrañaba más era a Akane, aunque eso no se lo decía a su madre porque no quería hacerla sentir mal. Tenían el mismo rostro, pero para ella eran dos personas diferentes. Se preguntaba ¿Cómo estarán? Por otra parte, también estaba Ranma, al final no pudieron hablar y arreglar sus diferencias ¿Estará bien? Tal vez paso lo mismo que con este Ranma, él no debía acordarse de ella.
Ranma se dio cuenta del cambio en el rostro de Izanami. ¿Por qué estaba triste? Fue cuando pensó en darle lo que le había comprado. Se puso de pie y corrió a la cocina. Después de unos segundos llegó con un postre que le había comprado, era una rebanada de pastel de frambuesa. Cuando Izanami lo vio sus ojos brillaron y su tristeza se fue. Ranma se puso feliz, le encantaba verla feliz.
—Me acorde de ti y decidí comprártelo. —dijo Ranma con una sonrisa.
—Se ve delicioso…—Raiko acercaba su dedo al pastel y Ranma le dio un manotazo.
—¡No lo toques! ¡Es para tu hermana! —gruñó Ranma dejando en claro que solamente se lo comería ella y esperaba que ahora sí, diga la palabra.
—¡Me lo comeré ahora! —dijo Izanami agarrando el tenedor.
—¡Oye Izanami! —habló Raiko viendo su celular. —¡Ya es tarde!
—¡Ehh! pero…—vio el pastel. — bueno me lo llevare a la escuela. —suspiró Izanami. Lo empacó nuevamente en su caja, se levantó con el pastel y miró a su padre. —Gracias ehh…—se mordió los labios. —gracias. —repitió la palabra con una sonrisa y se fue.
Ranma seguía sonriendo con su codo en la mesa y su mano en su barbilla y mejilla. Akane solo lo miraba de reojo tomando su té, luego miró a otro lado y nuevamente vio a su esposo.
—Al menos esta vez quiso intentarlo y…—habló Akane.
—Cállate… —gruñó Ranma sin moverse y dejar de sonreír. —cierra la maldita boca porque si no…
Akane solo se levantó y recogió los platos, era mejor no molestarlo.
Ranma entró a su habitación pataleando y tirando todo lo que miraba alrededor y gritaba con desesperación. Akane entró y cerró la puerta, después él llegó a su cama y golpeaba las almohadas con mucha energía y fuerza, necesitaba desquitarse con algo.
—Ranma. —habló Akane.
—¡No me molestes Akane! —gritó Ranma. —¡Es tu culpa! ¡Tú maldita culpa! —dijo viéndola enfurecido.
—¿Por qué es mi culpa? —preguntó Akane con el ceño fruncido.
—Desde que ella comenzó ir a la primaria y la lleváramos con un psicólogo por lo inquieta que era, te la llevas a tu trabajo. —explicó molesto. — Así como es ahora. —dijo con una voz encantadora. —¡y no convivía conmigo! —volvió a gritar. —¿y qué pasó? —preguntó acercándose a ella y bajando la voz. —Se alejó de mí… ¡Y DEJO DE DECIRME PAPÁ! —le gritó en la cara de Akane.
Akane solo cerró los ojos cuando él gritó en su cara.
—Necesito pensar en algo, un nuevo plan. —susurró Ranma con la sangre hirviéndole por todo su cuerpo. —Le encanta los dulces por eso pensé que el pastel sería buena idea, eso le gusta ¿no? o le gusta más otra cosa y yo no sabía… ¡¿cuáles son sus gustos?! —se preguntó entrando en pánico.
—Ranma no es para tanto…
—¡Claro! a ti te debe de decir mamá porque pasas todo el día con ella y mientras yo soy un completo extraño para ella. —seguía molesto y golpeó la almohada nuevamente.
Sin tan solo Ranma supiera que a ella tampoco le decía mamá, pero ella sabía la razón, solo que no entendía porque a Ranma no lo nombraba por lo que es.
—Sabes al menos no te dice Ranma. —sonrió Akane.
La cara de Ranma se endureció más y en sus ojos se veía fuego.
—He hecho lo posible por consentirla en todo. —comenzó a hablar nuevamente, pero con más calma. —Si ella no quiere practicar en el dojo, no lo hace, aunque se enoje Raiko. Si ella quiere o se le antoja algún platillo se lo hago. Si quiere algún vestido u otra cosa se lo compro y aun así…—se jalaba el cabello por la desesperación.
Ranma se sorprendió cuando Akane lo abrazó por atrás. Ella puso su cabeza en el hueco de su hombro y cuello. Como estaba transformada en chica le era más fácil, ya que ella era un centímetro o dos más pequeña que ella. Pensaba que Ranma la alejaría, pero sintió como él se relajó y recargó su cabeza en el hombro de su esposa. Cerró sus ojos para disfrutar su cercanía.
—Hace tiempo que no estábamos así. —susurró Ranma poniendo su mano en el brazo de Akane que la tenía rodeado. —Perdón es que…
—Lo sé. —suspiró Akane. —Hablare con ella. —dijo tocando su cabeza con la de ella. —Sabes…descansé muy bien anoche y más cuando sentí tus brazos. —sonrió Akane.
Ranma se sonrojó.
—No importa si estás enojado conmigo, sé que sin importar todo, me amas al igual que yo, que eso jamás se te olvide. —dejo en claro. —Ya sufrí y viví sin ti por mucho tiempo. —pensó Akane. —Te amo. —dijo dándole un beso en el cuello.
Ranma se separó rápidamente de ella con una mano en su cuello y con las mejillas ardiendo. Akane solo sonrió por la actitud de Ranma.
—¡Akane! ¡Recuerda que sigo siendo una chica! —dijo Ranma.
—Hace unas horas le dijiste a nuestros hijos que teníamos que ver cuando eres mujer ¿No? —sonrió Akane con un toque pícaro.
—Sabes que era mentira. —dijo evitando la mirada de su esposa.
—Entonces… ¿qué esperas? —preguntó Akane.
Ranma no entendió lo que dijo su esposa.
—Ve al baño y regresa como un hombre. —explicó Akane. —Han pasado dos semanas ¿no? —sonrió Akane dando entender lo que quería.
Ranma con una sonrisa corrió al baño con todo el entusiasmo del mundo y en menos de diez segundos regresó y se lanzó en Akane para besarla con pasión y tirándola en la cama.
El viento soplaba el cabello de Izanami mientras miraba el patio de la escuela desde la azotea. Su mirada era seria y pensativa.
Que quede en su conciencia lo que me hicieron. Esta será la última vez que me verán.
Recordó esas palabras como cada día desde entonces. ¿Qué debía hacer? Seguir así o… Izanami entrecerró los ojos al sentir una presencia al lado de ella. Vio de reojo y estaba Emi que le sonreía mostrando sus dientes.
—Oye, con esa sonrisa que me estás dando parece como si fueras una psicópata que viene a matarme. —dijo Izanami.
—Vi que subiste a la azotea y vine para hacerte compañía y además de preguntarte algo.
—¿Qué quieres?
—¿Tu sabes lo que le sucede a Maru?
Izanami agrandó los ojos.
—Lo he visto un poco extraño, no lo aparenta mucho, pero lo conozco.
—¿Por qué debería saberlo? Ni que fuéramos a tomar un café para platicar. —respondió Izanami.
—Aunque a ti también te veo más seria o más bien, pensativa y triste como lo estas ahora, ¿tiene algo que ver con ellos? —preguntó Emi.
—Más bien en la manera en el que me fui. —dijo seguido de un suspiro. —He tenido muchas dudas porque… mi papá no recordó lo que sucedió o bueno al parecer.
—¿Por qué al parecer?
—Esto me lo contó Raiko… como no tenemos recuerdos del pasado hemos visto fotografías nuestras cuando éramos niños y como solo él sabe, al preguntarle se pone nervioso y a veces no tiene sentido lo que nos cuenta.
—Entonces tus dudas son que tal vez él lo recuerde.
—No solo él, si es así eso quiere decir que los del pasado también. —miró a Emi. —Esto también se lo comenté a Maru para que se calmara un poco.
—¿Cómo que para calmarlo un poco? —preguntó Emi.
Izanami no cambio su expresión en su rostro que era seria y pensativa, pero comenzó a sudar de los nervios.
—No es necesario que lo comentes, y la verdad me sorprende de él. —dijo Emi con una voz amarga.
—¿Te lo dijo? —preguntó con una voz grave y los ojos en blanco.
—No, me di cuenta ayer en la clase de metodología. Vi tu cara y por eso le pedí un sacapuntas a Maru y le saqué platica para que estuvieras tranquila. —respondió.
—Por eso vine a pensar a la azotea sin preocuparme de que viniera y no es por desearle desgracias a las personas, pero espero que este enfermo toda la semana.
—Pero regresando a lo otro… ¿cuál es el plan?
—¿El plan? —Izanami alzó una ceja.
—Te conozco y lo que quieres es regresar al pasado para averiguarlo. —contestó Emi con una sonrisa.
—Primero tengo que averiguar mis sospechas con respecto a mi… a mi…—Izanami se mordía los labios y lengua intentando decir la palabra.
—Papá. —terminó por ella.
—Si.
Escucharon gritos desde el patio y las chicas se asomaron.
Raiko estaba en medio de una multitud de chicas que gritaban su nombre. El chico estaba con los ojos en blanco y lo único que pensaba era salir de ahí.
Emi e Izanami se les escurrió una gota de sudor en su frente.
—Como no vino Maru él es el centro de atención. —gruñó Izanami.
—¿Y por qué gruñes? —preguntó Emi.
—No pienses mal, simplemente detesto a los hombres que piensan que todas mueren por ellos. —respondió Izanami.
—Oye, pero te pasa lo mismo a ti.
—Por eso estoy aquí, no quiero que me estén siguiendo, me gusta que me den halagos, pero después de un rato me cansó y necesito mi espacio. —explicó Izanami.
—¡Suficiente! —gritó Raiko.
Izanami y Emi prestaron atención.
Raiko se separó de todas y respiraba agitadamente.
—Ya les dije que no me interesan. —dejó en claro. —Mis ojos solo son para mi hermana. —comenzó a llorar.
Izanami gruñó.
—¡Eso es incesto! —gritó un chico.
Todos voltearon e Izanami brincó del susto.
—Acaban de llegar tu club de admiradores, Izanami. —dijo Emi.
—Ni porque eres su hermano permitiremos que te acerques a nuestra amada. —señaló el chico. —Incluso nos quitas el derecho de acompañarla a casa.
—Si me acompañan es porque vive conmigo. —dijo Izanami.
—Ella es ahora nuestra rival de amor y ustedes serán considerados como nuestros enemigos. —gritó una de las admiradoras y todas gritaron estando de acuerdo.
Comenzó una pelea y Raiko aprovechó para escapar de ellos.
Izanami abrió la puerta de su casa y entró seguido por Raiko.
—No entiendo porque me dio el día libre. —comentó Izanami quitándose los zapatos. —Además de que tuviste suerte y no te involucraste más en la pelea de nuestros admiradores.
—Es que es inevitables no ser lindos. —contestó Raiko dejando sus zapatos al lado de los de su hermana.
Un cerdito de color negro corrió pasando como un rayo en medio de ellos y saliendo a la calle para después perderse de la vista de ellos.
—Ese era el tío Ryoga ¿No? —preguntó Izanami.
—Parece ser que nuestro padre perdió y quiso darle su merecido.
Raiko recibió un golpe de Ranma en la cabeza.
—Parece que así fue. —dijo Izanami.
Ranma no le quiso dar importancia porque era cierto, había perdido con él, pero no lo diría abiertamente.
—¿Hoy no fuiste con tu mamá? —le preguntó Ranma a Izanami.
—Me dijo que me daba el día libre. —respondió ahora viendo a su papá.
Por dentro, Ranma brincaba de felicidad, Akane había dicho que hablaría con Izanami, pero le dijo que no le dijera nada porque quería que esa palabra saliera de su voz, que naciera de ella decirle "papá".
—De cualquier manera, quiero descansar un poco. —caminó a las escaleras.
Cuando vio que su hija subía por las escaleras quiso detenerla. Sin embargo, fue muy rápido que no pudo hacer nada. Raiko se levantó sobándose la cabeza y miró a su padre, él sabía bien porque le dio el día libre a su hermana.
—Yo también iré a descansar. —anunció Raiko.
Ranma puso una mano en el hombro de su hijo y lo apretó con mucha fuerza.
—¡Tengo sueño no quiero ir a entrenar! —gritó Raiko.
—Que mal. —sonrió Ranma.
Raiko comenzó a llorar a mares.
A las doce de la noche, una persona entraba silenciosamente a la oficina de los decadentes evitando que la alarma de seguridad sonara. Iba directo a su objetivo y era entrar a la oficina de Akane y tomar un objeto que era valioso para ellos.
Akane inhalaba y exhalaba mientras miraba el vídeo. Solo se observaba a la persona que entraba. Vestía todo de negro, más la oscuridad era imposible visualizar a la persona. Estaba en un cuarto donde había varias pantallas donde se observaba cada rincón del edificio y al lado estaba el encargado de cuidar el lugar durante la noche. Era joven, tenía el cabello castaño, piel blanca, vestía camisa de botón azul y pantalones negros. El chico estaba temblando de miedo porque él era el encargado y se quedó dormido a esa hora. Akane lo miraba de reojo y el brincaba del susto.
—¿Sabes cuál es la situación en la que estas ahora? —preguntó Akane.
—¿Modo de tortura Omega 404? —dijo con una voz ahogada.
—No. —negó Akane. —Modo de tortura Alfa 990.
—Es la primera vez que la escucho.
—Lo se…—miró al chico. —es que es la primera vez que la usare. —sonrió con maldad.
Gritó el chico. Akane lo agarró del cuello de su camisa para acercarlo a ella.
—Solo tú y yo lo sabemos y así quiero que sea, ni una sola palabra a los demás, ¿entendiste?
—Sí, porque puede que sea sustituida y quien se quede a cargo seria su hija y ella aun no esta preparada.
—¿En serio? —preguntó Akane.
—Sí, recuerde que eso quedo estipulado cuando murió la antigua jefa e incluso estuvo de acuerdo—explicó.
—¿Qué pensaba la Akane que vivió primero esta vida? —pensó Akane.
—Además no le conviene a su hija.
—¿Por qué?
—¡¿En serio no se acuerda?! —le gritó.
Akane puso una mirada dura y él grito, pero de susto.
—Como ella y usted no confiaban una en la otra y como Izanami era su consentida, decidió que usted se encargaría mientras ella crecía, pero si tenía un buen comportamiento podía quedarse para siempre, pero si pasaba algo así, Izanami estaría a cargo de la organización, claro, bajo vigilancia de alguien…
—¿De quién?
—Mejor busca en su escritorio esos papeles porque posiblemente no le agrade mucho la idea.
Akane se relajó un poco, pero eso no era lo que importaba ahora, debía buscar quien era la persona del vídeo.
Akane tardó en buscar esos documentos y al abrir un cajón de su escritorio que rara vez abría, encontró un sobre manila y lo abrió. Eran varios papeles y no tenía tiempo para leerlo todo, hasta que encontró lo que buscaba. Decía exactamente lo que él le había dicho, pero cuando llegó a la condición agrandó los ojos.
—¡¿Pero en que rayos estaba pensando esa mujer?! ¡Ni en broma lo aceptare! —se puso de pie dejando los papeles sueltos en su escritorio. —Debo de encontrar esa espada sin que nadie se dé cuenta de su desaparición.
Tocaron la puerta y ella se calmó y respiró hondamente para no verse preocupada o alterada.
—Pasa.
Izanami abrió la puerta y Akane solo pestañó.
—Hoy también…
—¿Qué es lo que estas tramando? —preguntó Izanami con seriedad.
—¿Eh?
—Sí. Me quieres tener alejada de aquí y sabes bien que no puedo hacer otra cosa que no sea estar aquí.
—También puedes salir con amigos o convivir más con tu papá que yo doy más por la segunda, últimamente se ha sentido un poco solo. —sonrió Akane.
—Esta Raiko.
—Pero tal vez tú también puedas estar con él algunos días… creo que a él…
—No es necesario. —interrumpió Izanami.
—¿Cuál es el problema? —preguntó Akane. —Te veo un poco calmada, pero seria y hasta a veces triste. Cambiaste mucho.
—¿Y cómo sabes que cambie mucho? Solo tenemos un año conociéndonos.
Sintió una punzada en el estómago, era más que obvio que aún no la miraba como su madre.
—Es cierto, para ti no soy nadie, ni siquiera tengo algo de la otra Akane que es evidente que es a la que quieres más.
Izanami sintió esas palabras como si fuera un reproche, aunque no sabía si esa había sido su intensión.
—¿Qué quieres que haga? Tú y yo sabemos que es cierto. —contestó Izanami. —No lo digo para ofenderte, también es lo mismo para Ranma, mis tíos… sobre todo tú.
Akane sintió un nudo en la garganta. Lo que le decía era lo que pensaba, para ella solo era una persona desconocida con el rostro de una persona que amaba y no era ella.
—Creo que ya se lo que sientes… tú no sabes lo que es tener una familia. —llegó a un punto.
—Shun y Usui…
—No me refiero de esa manera. —interrumpió rápidamente. —Una familia con una mamá, un papá y un hermano. Solo que… no tienes que sentir eso con Ranma porque él no recuerda nada y sé que te extraña y nosotros no sabemos lo que vivimos anteriormente.
Le dio la hoja que había leído.
—Créeme que… no sé lo que pensaba y si podría cambiar eso… lo haría.
Izanami agarró la hoja y lo leyó. Sintió un escalofrío al leer eso último.
—¿Quiere decir que nunca me lo podre quitar de encima? —se preguntó en voz baja.
—Al menos no se trata de…
—Si lo sé, por eso te pido que cuides la espada, porque yo no quiero esto. —sentenció dejando la hoja en el escritorio.
Akane atragantó porque no la cuido y desapareció de su vista.
—Ella no lo hubiera permitido. —dijo sin pensarlo.
Eso fue lo que derramó el vaso para Akane.
—¡Ella no está aquí! ¡Ella no te recuerda y jamás la volverás a verla por lo que tendrás que aguantarme! —gritó Akane.
A pesar de que si sentía eso, se arrepintió de decírselo por la mirada de su hija.
—Tienes razón, creo que pasar un tiempo con él no me vendría mal.
Izanami salió de la oficina, cerró la puerta, pero se quedó cerca de la puerta pensando en lo que le dijo. ¿Qué le ocurría? ¿Por qué no podía ser la de antes? Algo faltaba para que mostrara su verdadera forma de ser. Ella no tenía la culpa y por más que quería no podía verla como Akane o más bien como su madre. Al dar un paso sintió un mareó y cayó al suelo de rodillas porque sintió que algo se movió. Se puso de pie y escuchó sollozos. La hizo llorar por lo que le dijo. Ella no tenía la culpa de lo que sentía, sabía que era su madre y sentía esa calidez de ella, ¿no se supone que esa era la sensación de estar a su lado?
Se dio la vuelta para abrir la puerta, pero se extrañó verla entreabierta cuando la había cerrado. La abrió lentamente y estaba su mamá en el piso llorando con la espada en la mano. Tenía una vestimenta diferente a la que tenía. Alcanzo a ver el calendario del escritorio y agrandó los ojos. 1994.
—Me gustaría volverte a ver y escuchar tu voz, Izanami. —dijo Akane con una voz débil.
Comenzó a temblar, no había duda, este era el tiempo en donde vivió muchos años. Pero lo que significaba es que ella se acordaba ¡se acordaba de ella! Los relieves brillaban y dejaron de brillar poco después. Así que se decidió entrar con cuidado hasta llegar lo más cerca de ella.
—Entonces voltea y me miraras. —sonrió Izanami y feliz de regresar nuevamente al pasado o más bien, su presente.
