Interno enemigo.
"¿Algo malo con el Bebé de Paragas? Que no nació solo"
Al nacer, me dieron varias opciones, eran una ayuda por haber tenido una buena vida anterior, aunque no me conocía o la recordaba, había visto ligeros momentos del pasado: Yo era una persona buena y gentil.
Elegí dos corazones, para jamás depender del amor de otros. Escogí por dos manos, para defenderme de los agresores y proteger a lo que amaba. Desgraciadamente olvide explicar que solo quería una boca, así jamás pelearía conmigo mismo.
Antes de poder hacer algo, nací.
Desde mi nacimiento había algo dentro de mí, esa misma boca era observadora y sobre cada movimiento ajeno dedicaba una charla. Un análisis a fondo. A los segundos de nacer me había ensordecido, ni los gritos externos podían acallarla. Apenas lograba articular mi segunda boca, con pequeño movimientos espasmódicos.
Un hombre, según mi boca, se acercaba con un algo. Cerré los ojos para que esta se callara, no fusiono. El hombre me elevo en el aire, asustándome, abrí los ojos.
Nuevamente, mi pronta muerte era relata por un mi otra voz, cada gota de sangre que se deslizaba por el filo de la cuchilla era descrita. Redonda u ovalada, incluso si esta eran dos tonos más oscuros que las que acaban de escurrir anteriormente.
Me arrojaron junto a otro cuerpo, grande y pesado. Me abandonaron a mi suerte.
Mi voz comenzó a hablar sobre ello, sin aguantarlo más, grite. Junte toda mi energía y por un momento mi poder revezo aquella boca, entonces, no la escuche más.
Solo escuche una fuerte explosión, pero realmente, desconozco que habrá sido. Solo salve a un hombre con mis dos manos, a mi padre.
No necesite el amor de ese hombre, porque yo ya tenía dos corazones; matarlo no fue ninguna molestia.
