¿Podría ser que te amara?
Notas de la autora: ningún personaje me pertenece, son propiedad intelectual de su creadora (Bisco Hatori).
Escrito sin fines lucrativos (No creo que nadie me pague por escribir tonterías).
Espero que les guste la historia, de lo contrario, lamento las molestias.
Simplemente le odiaba.
No había nada que él pudiera hacer para evitarlo. Aquel sentimiento era demasiado fuerte.
Le odiaba con todo su corazón.
Y, acorde con su carácter frío y analítico, antes de llegar a semejante conclusión, había estudiado los posibles motivos que le llevaban a sentir ese sentimiento, observado al sujeto de su odio, y, finalmente, realizando una lista con todos los aspectos que detestaba, aquellos que hacían aflorar aquella extraña e irracional animadversión.
No soporto su forma de ser.
Eso fue lo primero que anotó en su historial.
No puedo con su personalidad despreocupada, liberal, superflua.
No aguanto su inocencia (que roza límites insospechados) y su idiotez. Tampoco su encanto que hace que todos caigan a sus pies.
Ni su sensualidad que aflora a cada instante, con lo cual consigue que todas las féminas se desmayen y se enamoren de él (y eso conlleva muchos problemas).
No soporto su facilidad en caer bien a la gente, ni su irresponsabilidad, ni su bondad (se aprovechan de él sin que se dé cuenta).
No puedo soportar su mirada de color violáceo. Ni la forma en que le caen los cabellos rubios sobre la frente.
Ni la manera extravagante que tiene de gesticular.
Ni su voz, ni sus palabras carentes de sentido, ni sus frases.
Sencillamente, no le puedo ni ver.
Kyoya Otori había escrito todo eso en un cuaderno, pero a pesar de haber estudiado y analizado todos esos datos, no conseguía llegar a ninguna conclusión sobre aquello.
Y, lo peor de todo era que el sujeto en cuestión no hacía otra cosa que estar a su lado.
¿Por qué le odiaba tanto?
Estaba convencido que nadie en el mundo era capaz de odiar a ese chico. No había ser capaz de resistir los encantos de Tamaki.
¿Ni siquiera yo?
Solía hacerse esa pregunta una y otra vez antes de dormirse enfrente de su portátil.
¿Por qué le odio? No tengo un motivo sólido para ello.
Pero, si no había ningún motivo para odiarle ¿Por qué seguía sintiendo aquella opresión en el pecho, esas ganas infrenables de abrazarle fuertemente y no dejarle ir, esas ganas locas de sentir el contacto de su piel contra la palma de su mano?
Durante días pensó y meditó profundamente sobre aquello.
Llegó hasta tal punto que se convirtió en una obsesión. Pensaba en Tamaki a todas horas, en todos sitios, no podía sacárselo de la cabeza. Y cuanto más tiempo pasaba, más le odiaba y más profundo se hacía el sentimiento.
Pero aún sabiendo que no podía soportarle, siempre se le veía junto a él, disfrutando de su compañía sin rechistar.
Y Kyoya no lo entendía…
Hasta que volvió a estudiar el cuaderno donde, tiempo atrás, había escrito lo que más detestaba del rubio. Y esta vez hizo un examen exhaustivo.
Al concluir con el análisis de los síntomas, dedujo que se había equivocado con los resultados.
Pero…Si no le odiaba ¿Qué era aquello que sentía?
¿Podría ser…?
Negó con la cabeza aquella pregunta que se formuló mentalmente.
Tamaki le observó. Estaba extraño, perdido en sus pensamientos.
Y entonces le vio negar algo que ninguno de los dos había dicho, y le preguntó a qué venía aquel gesto.
A lo que Kyoya respondió sin pensar "Me preguntaba si podría ser que te amara".
Fin.
¡Muchas gracias por leer!
Espero que les haya gustado la historia, de lo contrario, lamento las molestias ocasionadas.
