Antes de nada quiero dejar un agradecimiento a la persona que me inspiro con sus dibujos: Koumi sempai. Es una gran artista, adoro sus dibujos de Ayano y los rivales masculinos.

Esto es para ti sempai!

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Sempai… sempai… sempai...¨ Era en los único que pensaba, lo único que veía, lo único que soñaba, era a lo único que ponía su atención, era su mundo entero.
Su habitación entera estaba decorada con todas las hermosas fotos de sempai, todas eran perfectas a su manera, aun cuando el no mirara a la cámara ni una sola vez.

Y su altar… su hermoso y perfecto altar. No podía dejar de admirar aquel cepillo de su sempai, su manzana mordida, esa pequeña bandita que se había puesto sobre una cortadura sobre su rodilla derecha.

La vida era dulce y hermosa desde que había conocido a Taro sempai. El sol brillaba con más fuerza, el aire se sentía más suave, las flores olían mejor y la comida tenía mucho más sabor.

Ese día podría aquel predilecto en el cual ella podría dirigirle la palabra? Acaso por fin su deseo de hablar con Taro se cumpliría? Quizás estaba siendo demasiado positiva, pues cada vez que se acercaba a él, ni siquiera una pequeña palabra salía de su garganta. Aun así, tendría que esforzarse, por su futuro juntos.

Se colocó su panti que tenía la cara del oso en la parte trasera. Era cómodo y le dejaba moverse con mayor facilidad.

Después de eso solo se colocó su uniforme y se acercó a la foto enmarcada de su senpai. Era la mejor de todas, porque en esa se podía ver a la perfección su sonrisa. –Tendremos un muy buen día, sempai…- Susurro mientras le daba un suave beso a la foto, para luego volver a ponerla en su lugar.

Bajo a desayunar junto con sus padres, su madre le había preparado unas tostadas, arroz y pescado. Cada vez que la miraba veía con que cariño veía a su padre. ¨Tendré lo mismo que ellos… sempai… sé que seremos felices como mis padres¨ Pensaba con una pequeña sonrisa en sus labios, mientras que daba pequeñas mordidas a su desayuno.

Al acabar se despidió de su familia y tomo su bolso para poder irse caminando a la escuela, tenía 26 minutos para poder llegar y poder ver a Taro en la entrada, luego en los lockers para luego tener que separarse de él hasta el receso.

Saco su bicicleta y con rapidez se montó. Comenzó a pedalear por la calle, muchos otros con su mismo uniforme en el camino se cruzó, pero a muy pocos saludo. Debía mantener las apariencias, sobre todo con las muchachas de su edad, mas con los hombres no tenía el más mínimo de interés en llevarse bien, por lo que a todos ignoro, aunque algunos no le dejaban la tarea sencilla.

Como cada mañana ese insistente rubio empezaba a perseguirla. Era Aso Rito, energético, amigable, sumamente sociable y un miembro del club de natación.

-Ayano chan! Que coincidencia!- Él también estaba en su bicicleta, pedaleando a la misma par que ella.

-Sabes que tomo este camino… nos vemos cada mañana…- Susurro sin prestarle atención.

-Hehehe, es verdad, pero aun así es genial! Y dime… hoy aceptaras unirte al club, no es verd…?- Siempre insistía con lo mismo todo los días, y como siempre Ayano solo empezó a pedalear con mayor rapidez, dejándolo atrás.

-No- Respondió secamente para poder dejarlo atrás.

Por fin llego al edificio y aparco su bicicleta junto con las otras. Hizo todo lo más rápido posible para poder ir a la fuente del jardín, donde allí estaba el.
Se veía hermoso, allí sentado con un libro en su mano, mientras que la brisa movía con suavidad su cabello y pequeñas hojas, de los árboles, bailaban a su alrededor.

Sempai…¨ Deseaba que se girara hacia ella y la mirara. Fue entonces donde el mundo se ilumino, Taro levanto su rostro de su libro y su mirada recorrió el lugar, parecía que llegaría a ella, casi, casi la notaba, pero entonces…

Un grupo de chicas se acercaron para saludarlo, y él les sonreía, y correspondía los saludos. Lo hacía porque era amable, verdad? Él era solo eso con ellas, era solo amable, solo amable, no era por nada más, ¨no?... no!?... NO!?¨

No podía concentrarse después de eso. Incluso termino con un llamado de atención de su tan pegajoso y extraño profesor Mido Rana.

-Creo que necesitas clases particulares… si no vas a prestar atención a las demás…- Sonrió con ese rostro tan prepotente mientras se agachaba frente a ella.

-No se preocupe… prestare atención…- Tomo su pluma y solo se inclinó para poder rodear su cabeza y poder ver la pizarra, ignorándolo por completo. Por supuesto que ante esa negativa el profesor solo rio divertido y continuo con su clase.

Tenía que empezar a planear algo, no podía perder contra ellas… contra nadie. Pero no se le ocurría nada, ningún movimiento, ninguna forma de moverse para lograr acercarse a su tan amado sempai.

Por suerte el receso había llegado, pues no iba a poder prestar atención ni a un solo minuto más de la clase. Camino con tranquilidad fuera de su salón, cuando observo por la ventana de su pasillo a otra molesta criatura que no dejaba de moverse de forma animada a través de las personas: Hanako Yamada. El hermano de su sempai no le hacía justicia, le resultaba molesto y nunca dejaba de hablar, no era para nada como Taro.

Comenzó a alejarse de la ventana para poder seguir por su camino, aunque en realidad no estaba segura de que haría, hacia donde iría. Quizás lo mejor sería ir a un lugar tranquilo para poder sentarse un momento a meditar todo.

Opto por ir al patio trasero, donde casi nunca había nadie. Lamentablemente fue ese 5% de los días donde podía cruzarse con alguien, y no se trataba de un estudiante cualquiera, se trataba de Osoro Shidesu, un peligroso y conocido vándalo de esa escuela.

Sería una locura quedarse allí con él, no es que sintiera temor, de hecho el no provocaba nada en ella al igual que todos los demás que no fuesen el sempai. Pero no podía dejar que malos rumores de ella llegaran a Taro, seria horrible, tiraría todo su mundo abajo. Por eso solo se dio media vuelta y se decidió a irse con la misma tranquilidad con la que había llegado.

Aunque sintió su mirada clavarse en su espalda no se dio vuelta en ningún momento, ni siquiera se asomo para mirarlo por el rabillo de su ojo. Solo continúo caminado para poder ir a otra parte, quizás ahora la mejor opción era la azotea.

En su camino hacia las escaleras alguien se interpuso, un muchacho que no dejaba de mirarla con molestia y esa extraña expresión: Osano Najimi. Un indescifrable muchacho que por alguna extraña razón era un amigo de la infancia del sempai, nunca entendería por qué.

-Tu! Cara de Poker! A donde es que vas? Acaso tienes algún lugar a donde ir? Alguien querría estar con una tonta como tu?- Siempre era lo mismo con el, se ponía a insultarla y se interponía en su camino.

Pero como todas las personas de esa clase siempre terminan exagerando hasta el punto que causa algún accidente. En este caso fue por que la joven intento rodearlo para poder subir las escaleras, sin embargo Osano no midió con fuerza choco su brazo con el de ella para frenarlo que hizo que se cayera los pocos escalones que había subido.

Cuando levanto la cabeza noto al instante el arrepentimiento del otro. –O…oye… cara de poker… estas golpeada? Levántate…. déjame revisar…- Cuando intento tomar su brazo ella solo se movió a un costado, parándose y sacudiendo su falda, sintiendo un ligero dolor en su tobillo.

-Estoy bien… puedo ir sola a la enfermería a revisarme…- Simplemente camino hacia otro lado, ignorando como el otro gritaba tras ellas tratando de captar su atención. ¨ Como si valiera la pena ¨

Camino con lentitud hasta la enfermería y golpeo la puerta suavemente. –Si, pase!- Cuando abrió la puerta observo que allí estaba sentado el enfermero Mujo Kina. –Ah! Ayano chan! Que pasa? Te sientes mal?-

-Me caí de las escaleras y me duele un poco el tobillo…- Se subió a la camilla para poder retirarse su zapato de a poco, pero al momento de sacarse la media el enfermero se acerco para hacerlo el.

-Se te esta hinchando… te duele mucho? Te pondré compresas frías y te puedes quedar aquí recostada- El coloco una mano en su pie y empezó a moverlo lentamente, quizás buscando alguna fisura, pero no le dolía tanto como para que fuese eso.

-Con una venda estaré bien, no se preocupe- Retiro de a poco su pie de entre sus manos, sintiéndose incomoda por sentir sus manos. Entonces observo la duda en los ojos del enfermero.

-Pero… estas segura? Eso… en serio? No preferirías…?-

-No, sensei….- Fría y directa como siempre, Ayano consiguió que el mayor se apurara en vendar su tobillo para poder ponerse de nuevo su media y su zapato. El receso estaba apunto de terminar y aun no había visto al sempai, ni había podido pensar en nada para poder avanzar en esa semana.

Mientras caminaba mas rápido por el pasillo, mas fácil se le hacia ignorar todo a su alrededor, y eso incluía el dolor de su tobillo, aunque parecía que rengueaba mucho, pues un caballeroso miembro del club de drama tomo su mano al pasar junto a el y la freno, tomando su cintura alrededor de su brazo. Era Kizano Sonobu, un principesco actor que siempre dramatizaba la situación. –Oh, preciosa Cinderella…que te ha pasado que vas por allí con ese paso tan poco delicado?- Ella simplemente quería golpearlo por escucharlo hablar así, era prácticamente lo más insoportable que hubiese conocido.

-Estoy bien, por favor, suéltame…- Intento zafarse, pero parecía se inútil, hasta que una voz seria y penetrante resonó en el pasillo.

Megamo Saikou, el impaciente presidente del consejo estudiantil los miraba con el ceño fruncido, y se acercó a ellos a un paso veloz para poder apartarlos. –Kizano, sabes que está prohibido actos indecentes dentro de la escuela… y tú debes comportarte también…- Ayano arqueo una ceja al escucharlo recriminarle a ella cuando no estaba haciendo nada, pero tampoco iba a responderle, sabía que ese chico era como un volcán y no quería estar allí cuando hiciera erupción.

Se deslizo lejos de esa discusión sin sentido para poder ir a un lugar tranquilo. Pero como si el mundo estuviese complotado para no dejarla en paz durante ese receso, una mano salió de un salón y la jalo dentro, no se trataba de alguien malo, solo era Amao Odayaka, uno de los mejores cocineros de estaban en la escuela.

-Ayano, que bien que pasaste por aquí, quiero que pruebes el soufflé que hice! Una sola opinión no me alcanza, me gustaría que me dijeras tu opinión también- Al escuchar que hablaba de otra persona no evito notar que a un lado estaba sentado frente a una mesa, Oko Ruto, el sombrío miembro del club de ocultismo.

Aunque no quería quedarse para ayudar, el hecho era que Amao podría darle buenos consejos en el futuro para poder cocinarle algo a Taro sempai.

Se acercó a la mesa e intercambio una mirada con Oko, aunque este rápidamente alejo la suya hacia un lado de la habitación. Sin dudas le resultaba una persona bastante extraña, pero pensaba eso de la mayoría.

Amao le dio un plato con un soufflé de chocolate a la joven Ayano y una cuchara, entonces empezó a comer lentamente, sintiendo el suave sabor recorrer sus papilas gustativas, haciéndole unas pequeñas cosquillas.

Después de acabar ese postre pudo ver que ese cocinero la miraba fijamente con una sonrisa. –Sabe bien…-

-En serio? Me alegra mucho escuchar eso! A ti también te gusto Oko?- El misterioso joven solo asintió ligeramente con la cabeza. Ya que ya había acabado su labor la joven solo se puso de pie y se despidió con una leve reverencia, escuchando el timbre marcando el regreso a clases.

Ya había acabado el receso y no había avanzado ni un solo paso en su plan para conquistar a su sempai. Había muchas opciones en su cabeza, podría quedarse e intentar averiguar algo, o en algún club podría sacar información, aunque también podría ir a fuentes directas….pero cuál era la mejor para elegir?...

Quedarse en la escuela

Investigar en los clubes

Hablar con alguien (Capitulo 2)

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Quizás se pregunten en que se consiste la última parte y es sencillo: El primer comentario decidirá cual camino seguir, solo debe poner si quiere opción A, B o C. Poco a poco iremos desarrollando las distintas rutas, podremos volver sobre nuestros pasos e iniciar una nueva cuando se acabe una.

Si nadie llegara a contestar yo iré escogiendo.