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¡Hola! Diciembre es un mes que trae con él parte de mis vacaciones y suelo escribir muchos One Shots, :D aunque este año dudo que sea así. xDD Este fic es un regalo para una persona ezpezial. Este fic cuenta con algunas referencias a tradiciones japonesas, así que, aunque siempre están las aclaraciones al final del fic, si tienen alguna duda no duden en dejarla. NwN Por cierto, dejo la advertencia de posible OOC, siempre trato de mantener los pjs lo más apegados al manga, pero eso solo lo puede hacer Mashima (o se supone, aunque a veces tengo dudas de eso (¿) xD).
En fin, ¡Que lo disfruten, y gracias por leer!
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Para:
Nymeria Di Puce The Third.
~Yo no sé, así salió~
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Disclaimer: Los personajes pertenecen a Hiro Mashima. La historia extraña y hecha con amor es mía.
Referencias De Lectura:
Diálogos.
«Pensamientos»
Narración.
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Things I See
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1
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] ENTREVERAR [
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El piso de madera del templo era antiguo y el sonido que hacia revelador.
Algo de lo que él siempre estaba pendiente a esas horas.
Rogue Cheney colocó una camisa en el suelo frente a la puerta y luego se reclinó en la pared a un lado de su habitación, se cruzó de brazos y empezó una cuenta mental hasta diez, esa mañana el cinco fue el número que trajo consigo el escándalo.
―¡DESPIERTA QUE EL SOL LLEGÓAAGHGHH! ―el chico que abrió la puerta se resbaló inevitablemente con la camisa que estaba en el suelo y terminó de trasero en el suelo.
―Sting ―Rogue negó con la cabeza mientras el rubio se sobaba el trasero―, se nos hace tarde ―ocultó la sonrisa al salir de la habitación.
―Para alguien que no le gusta la luz del sol te levantas muy temprano ―reclamó Sting levantándose del suelo sacudiéndose el uniforme, desde pequeño tenía la costumbre de despertar a su amigo para ir juntos a la escuela.
En esa época Rogue era muy difícil de despertar.
El azabache odiaba con toda su alma las mañanas a diferencia de él, Sting era como un gallo que ante el primer rayo de luz abría sus ojos lleno de energía y se lo anunciaba a todos con su escándalo hiperactivo, por eso el abuelo de Rogue ―el monje principal del templo― le había encomendado la misión de despertarlo cada mañana para que no llegasen tarde a clases.
Una tradición que Sting mantenía a pesar que desde hacía más de dos años el abuelo Skia ya no estaba con ellos.
El mismo periodo de tiempo en que Rogue ya no necesitó de él para despertarse.
―Te toca abrillantar el piso del ala oeste ―la voz de una de las sacerdotisas sacó a Sting de sus pensamientos.
―Sí, señorita… ―respondió con un puchero, para que lo dejaran entrar a despertar a Rogue, Minerva lo hacía hacer tareas del templo, un trato que la mayoría creía injusto pero que Minerva hacia cumplir a cabalidad, a ella no le importaba que Sting y su abuelo, el señor Weiss Eucliffe, fuesen amigos y vecinos de años de la familia Cheney quienes llevaban regentando ese templo desde hacía siglos.
―Ahora ve a comer, la comida ya está lista y odio que se enfríe ―a pesar de que Sting comía en su casa con su abuelo siempre tenía espacio para más y por eso en la mesa siempre había comida para él. Señalándole con un dedo la mesa, la joven salió de la habitación para encargarse de cosas más importantes.
Nada funcionaba bien si ella no supervisaba.
A pesar de que apenas había terminado su entrenamiento como sacerdotisa, Minerva ―prima de Rogue― poseía casi que toda la autoridad del lugar, muchos decían que debido a la negativa de Rogue de suceder a su abuelo, el monje principal anteriormente, ni a su tío; quien ahora se encargaba de ese puesto, por primera vez en siglos sería una sacerdotisa ajena a la primera familia quien llevaría las riendas del lugar.
La mayoría no tenía dudas sobre eso.
―Sabes, lo de la camisa fue innecesario ―se quejó Sting cuando sintió dolor al sentarse en el suelo para desayunar, las viejas tradiciones se mantenían en ese lugar.
―Y yo llevo diciéndote por años que no necesito que me despiertes ―el chico de cabello negro tomó natto con los palillos y lo colocó sobre su arroz, Sting hizo una mueca de asco y los palillos del rubio se dirigieron a la torta de huevo.
―Te levantas temprano porque sabes que si no lo haces lo lamentarás ―le sonrió brillantemente mientras se tragaba la torta completa, Rogue soltó un bufido pero la sonrisa apenas visible fue más que obvia para Sting, para muchos Rogue era un chico demasiado misterioso y reservado que no mostraba ninguna emoción humana.
Algo que para el rubio estaba muy alejado de la realidad.
En realidad Rogue era muy empático ante las emociones ajenas, una cualidad que compartían la mayoría de los miembros de la familia Cheney, se decía que esa capacidad fue la que les otorgó la regencia de ese templo, ese don les permitía percibir las presencias sobrenaturales con las que debían lidiar en su profesión.
Como la que una vez casi destruye a Minerva.
Como la que una vez salvó a Sting.
―Oye ―Sting terminó de tragarse su octava bola de arroz antes de continuar―, ¿ayudarás en el festival de Año Nuevo?
―¡Ayudáremos! ―le corrigió sirviéndole té al ver que casi se atraganta―. Ni creas que te vas a librar este año.
Sting bebió el té de un tirón para luego sonreír satisfecho.
―¡Eso es lo que quería escuchar! Nadie es mejor que yo en el puesto de omamoris, lo digo en serio, cuando yo lo atiendo los donativos por los amuletos de amor son más jugosos―le cerró un ojo y un Rogue no pudo evitar reír.
Algo que Sting siempre lograba.
―Dicen que quién no tiene suerte en el amor reparte buena suerte a los demás, tal vez por eso logras que se los lleven.
―Lo sé, soy… ―se quedó mirando el nuevo té que le sirvió Rogue― ¡HEY! ―reclamó al entender pero ya Rogue se había levantado para lavarse los dientes e irse al colegio.
Igual el azabache no se libró del reclamo.
…Todo el camino lo escuchó, y todo el camino sonrió…
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[ R & S ]
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La pareja se sonrojó al mismo tiempo, pero igual aceptaron el amuleto.
Sting no mentía cuando decía que era el mejor en ese puesto.
Rogue esperó a que la pelirroja y el azulado se retiraran con su amuleto de amor para acercarse a Sting, su puesto de la suerte estaba siendo atendido por otra sacerdotisa ahora para que él pudiese ir a almorzar y debía avisarle a Sting que su reemplazo se iba a tardar media hora más para desgracia del rubio.
―¿Lo viste? ―le dijo Sting con una sonrisa orgullosa―. Logré que soltaran un buen donativo para el templo cuando les dije que estaban destinados en cada una de sus vidas.
―Nos van a acusar de estafa si sigues mintiendo sobre que puedes ver el hilo del destino ―le regañó con un poco de diversión.
―¿¡Estafa!? ―le miró indignado―. ¡Yo no me equivoco en estas cosas, lo digo en serio! ―chasqueó la lengua―. ¡Mira! ―señaló con el dedo a lo lejos, los dos jóvenes que acababan de comprar el amuleto ahora iban sonrojados y agarrados de la mano―. ¡Que te dije! Soy bueno en esto. ¡Les doy un año para que se casen! ―la sonrisa orgullosa volvió a su rostro.
―Como digas.
―¿¡Cómo diga!? ―indignado de nuevo lo señaló―. ¿Acaso quieres otra prueba? ¡Ven aquí y compra un amuleto del amor y conocerás a tu pareja destinada antes de que se acabe este año! ―Rogue soltó una carcajada falsa.
―¡Ja! Buen intento en tratar de sacarme dinero, pero no estoy para nada interesado.
―¡Ves! Te lo dije Yukino, los amuletos de este templo son falsos ―una voz fastidiada los puso en alerta―. ¡Les debería dar vergüenza!
―He-hermana… ―la segunda voz femenina era dulce y tímida, por eso Sting pudo cambiar su cara crispada por la acusación por una sonriente.
―No se dejen llevar por las palabras falsas de ese hereje ―señaló a Rogue―, lo que yo ofrezco es mercancia de la más alta calidad, solo díganme que buscan y se los daré.
―Y ahora parece que nos quiere vender droga ―la más alta de las mujeres de blanca cabellera se colocó frente a la otra―, mejor vámonos, Yuki.
―¡Oigan! ―Sting salió del puesto y las jaló del brazo a las dos, ganándose una mirada venenosa de la mayor―. ¡Vengan conmigo y verán que aquí no hacemos nada raro!
―¡Acaso nos vas a secuestrar! ¡Suelta a mi hermana pervertido! ―la chica comenzó a golpearlo con su bolso y Rogue apenas pudo salvar a Sting de quedar inconciente cuando elevó su rodilla para golpearlo en la entrepierna.
―¡He-hermana!―la más joven se abrazó a la cintura de la otra para detenerla―. Espera, no hagas eso… ―sin embargo su hermana se soltó de su abrazo, se quitó el zapato de alta plataforma y se lo tiró a los dos chicos que apenas pudieron capeárselo.
―¡Rápido Rogue, ve a por tu arco y exorcízala! ¡Está poseída por un demonio! ―en un rápido movimiento Sting se escondió detrás de Rogue y este terminó recibiendo el segundo zapato de la joven en el abdomen.
―¡SORANO, BASTA! ―Una tercera voz se unió a la trifulca que ya estaba siendo grabada por un par de celulares y presenciada por decenas de visitantes al templo, la mayoría reía ya que estaban acostumbrados a que cosas así pasasen en ese templo, en especial en el puesto de amuletos.
Y obviamente, involucrando a Sting.
―¡Rogue busca el arco ahora! ¡Yo trataré de contenerla!―insistió Sting a pesar de ver al azabache sujetándose el abdomen en el suelo― ¡Te reprendo demonio! ―puso los dedos en cruz.
―¡ESO NI SIQUIERA ES PARTE DE SU RELIGIÓN! ―le gritó la chica a la que llamaron Sorano.
―¡LO QUE QUEME MÁS RÁPIDO AL DEMONIO QUE TIENES ME SIRVE! ―La joven se iba a lanzar a golpearlo pero Sting respiró aliviado cuando fue detenida.
―¡AYYY! ¡AYY! ¡Pero ma-mamá! ―reclamó la joven a la señora que llegó y la detuvo sosteniéndola de una oreja―. ¡Querían secuestrar a Yukino!
―¡Tú siempre exagerando! ―la señora bufó y soltó la oreja de su hija, la verdad no podía culparla, todos en su casa sobreprotegían a Yukino por ser la menor, a pesar de que era tan solo dos años menor que Sorano y ese mismo año iniciaba la secundaria―. ¡Ahora discúlpate!
―¿¡Qué!?
―¡Discúlpate Sorano Auguria o te juro que te despides de tu Otoshidama!
―¡NO! ―la chica soltó en un grito, no recibir su dinero de año nuevo era impensable, en especial con las ofertas de ropa que traía enero en sus tiendas favoritas, por eso no perdió tiempo y se volvió a los dos chicos, el azabache era sostenido por el rubio y parecía bastante adolorido―. ¡LO SIENTO, ¿OKAY!? ―un coscorrón en su cabeza la hizo darse cuenta que eso no era como una disculpa debía darse, así que con los puños apretados bajó la cabeza y lo intentó de nuevo―. ¡La-lamento mi comportamiento! ¡Les pido disculpas!
Sting le iba a decir lo que podía hacer con sus disculpas pero Rogue lo detuvo.
―No es nada ―el rubio lo miró como si estuviese loco, pero luego lo dejó pasar. Al fin y al cabo lo había visto actuar así durante años, no solía guardar rencor a nadie y era más usual que se enojase porque dañaran a otros que a él mismo―. Fue solo un malentendido.
La madre agradeció con una sonrisa y Sorano solo volteó su cara hacia otro lado.
―Yo… Y-yo también lo lamento ―la chica llamada Yukino hizo una reverencia, a diferencia de su hermana ella sí parecía apenada y realmente arrepentida, con ella Sting no pudo evitar sonreír amigablemente, le parecía una chica linda y amable.
―¿Todo está bien aquí? ―Minerva llegó luego de ver el espectáculo.
―Sí, solo fue un malentendido ―dijo Rogue y los demás asintieron.
―No sé qué hicieron estos dos, pero de seguro fue su culpa ―la azabache los miró con severidad y ellos sintieron una corriente eléctrica recorrerles la espalda al punto de que a pesar del dolor que sentía en el abdomen, Rogue se colocó en posición totalmente firme―. En compensación ―la sacerdotisa se adentró al puesto de Sting y sacó varios amuletos―. Para ti ―le dijo a Sorano luego de tocarle el hombro―, puedo ver que sin duda ocupas del amuleto para salir bien en los estudios ―la chica se puso roja y la madre asintió pesarosa con la cabeza―. Este es para usted, señora ―le entregó el omamori de paz interior y la madre de las chicas lo agradeció con mucha efusividad―, y para ti… ―Minerva se quedó observando a la llamada Yukino; y, aunque le iba a dar el amuleto del carácter, a último momento le dio el verde de la salud―. Se valiente ―le dijo antes de retirarse dejando a todos extrañados.
―¿Qué fue eso? ―Sting le susurró a Rogue en el oído y el azabache le dio un codazo sacándole el aire y tirándolo al suelo.
―Odio esto ―musitó antes de dejarlo solo.
Sting le miró preocupado, hacía tiempo no escuchaba a Rogue diciendo algo así.
―Disculpa ―la señora llamó su atención―, ¿podrías darle las gracias a la sacerdotisa de nuevo?
―Por supuesto ―le sonrió y aceptó la ayuda de la menor de las hermanas para levantarse del suelo, la otra ya estaba poniéndose de nuevo sus zapatos agresores.
―De verdad que lamento lo ocurrido.
―Tú no tienes de que disculparte ―Sting le despeinó el corto cabello blanco y la chica se sonrojó―, el demonio que habita en tu hermana no es tu responsabilidad ―un zapato voló de nuevo cerca de su cabeza y lo último que vio de la agresora fue como su madre se la llevaba de la oreja.
―Yo… ―la chica soltó un suspiro―, de nuevo perdón ―Sting rió y subió los hombros.
―Sting Eucliffe ―le extendió la mano―. No hay zapato que le gane a mis reflejos.
―Yukino Auguria ―le sonrió divertida―, gracias por no guardarle rencor a mi hermana, Sting Sama.
―¿Sama?
―Bu-bueno, es usted un monje del templo ―le señaló la vestimenta tradicional que usaba.
―Oh, eso ―el chico se rascó el cuello―, soy solo un ayudante, mi familia es amiga de la familia que regenta este lugar.
―¡YUKINO! ―el llamado interrumpió su plática―. ¡VAMOS A LLEGAR TARDE A DÓNDE EL ABUELO! ―el grito de la madre de las chicas la hizo correr a buscar el zapato perdido de su hermana e irse corriendo.
Sting se despidió con la mano en alto y volvió a su puesto.
Ese día Rogue no salió más de su habitación.
…Algo que a Sting no le sorprendió…
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[ R & S ]
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Los fuegos artificiales estaban siendo revisados a esa hora.
Sting abrió la puerta y le tiró un paquete de galletas de arroz hechas por Minerva.
La mejor cocinera que existía, si le peguntaban a ellos.
―Vamos, ya no hay sol no hay peligro, chico de las sombras. No te quedarás ahí a recibir el Año Nuevo.
―¿Y por qué no? ―el chico continuó mirando hacia el techo de su habitación como lo había hecho desde que entró en la tarde, ni siquiera se había quitado el kariginu, el traje ceremonial tradicional que su abuelo le obsequió unas semanas antes de morir. Los festivales en el templo siempre lo abrumaban, lo llenaban de recuerdos y parecían drenarle energía, especialmente cuando veía o sentía cosas que no deseaba―. Ya me trajiste alimento, ya no tengo que salir.
―¿Acaso me harás sacarte por las malas? ―Rogue no respondió ya que se metió una galleta a la boca―. ¿Me dejarás hablando solo? ―el rubio frunció el ceño y antes de que el otro se diese cuenta se tiró junto a él en la cama―. Si no vas no voy.
―¿Es chantaje?
―Como si eso funcionara contigo.
―¿Entonces?
―Nada ―Sting le arrebató una galleta a la fuerza, la mitad de la misma quedó desperdigada en migas sobre la cama para fastidio de Rogue―, pero ver los juegos artificiales del Año Nuevo y en la parte más alta del templo es algo que hemos hecho desde hace años, no quiero dejar a la mitad de esa tradición tirado y amargado aquí.
―Solo porque sean tradiciones no significa que deban mantenerse.
―No porque sean tradiciones debes deshacerte de todas ―rebatió Sting―. Lo del abuelo Skia también fue doloroso para mí y para mi abuelo, Rogue ―el azabache cerró los ojos y deseó poder simplemente dejar de escuchar en ese momento―. Alejarte de todo lo que te recuerda a él no hará más fácil el que ya no esté con nosotros.
―No me estoy alejando de nada.
―¿No? ―Sting se colocó de lado en la cama y lo miró con seriedad, algo muy extraño en él―. Rechazaste tu lugar en el templo.
―Nunca estuve interesado en esto, lo sabes.
―Es verdad ―chasqueó la lengua―. ¿Y qué me dices de la arquería? Te gustaba mucho y eras bueno.
―Eso solo lo hacía porque… ―se calló porque Sting había dado en un buen punto, la arquería había sido algo que él y el abuelo habían hecho juntos desde que tenía memoria―, porque era algo necesario para el heredero de la familia ―dijo en lugar de la verdad―, ahora que rechacé por completo ese puesto no lo necesito.
―Ofendes mi inteligencia, Rogue ―Sting se levantó de la cama―. Pero a pesar del insulto te perdono, prometí al abuelo Skia que sin importar lo difícil que fuese, haría lo necesario para ayudarte ¡Aunque no estuvieses de acuerdo! ―le tiró algo al pecho y salió de la habitación.
La puerta pareció resonar más de lo debido.
―Abuelo… ―susurró a la nada, cuando abrió los ojos la habitación le pareció más oscura que antes―. ¿Aunque no esté de acuerdo, eh? ―casi sonríe.
Cuando se levantó de la cama, el amuleto en su pecho cayó al suelo.
Cuando llegó a ver los juegos artificiales, Sting le sonreía con una brocheta de carnes en la mano.
…Cuando encontró el amuleto en la mañana, simplemente lo guardó…
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Sus comentarios siempre son muy agradecidos.
QwQ
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Aclaraciones:
Natto: Una especie de jalea/pasta hecha de frijoles fermentados muy usual en la comida japonesa, en lo personal, sabe a rayos. xD
Omamori: En los templos se suelen vender los llamados Omamori, son amuletos colgantes hecho de telas de colores y diseños que sirven para diferentes propósitos (Salud, estudios, amor, para prevenir accidentes, etc). Su valor generalmente es solo un donativo que el templo usa para su mantención.
Otoshidama: Es una tradición en Japón el dar un sobre generalmente decorado con algo dinero a los niños conocidos cercanos, también es normal que la reciban los no tan niños que todavía residan en la casa familiar, inclusive niños amigos o vecinos. En el Otoshidama solo se pueden dar billetes por eso lo mínimo que se recibe son mil yenes.
Kariginu: Es una prenda ceremonial usada en Japón para ceremonias y actividades religiosas.
Rincón De La Escritora En Proceso:
Como ven, hay algo de historia que queda, porque aunque esto iba a ser un One Shot de nuevo se poseída y todo se alargó… QwQ Pero no es tan largo como creen, de tres caps no pasa (¿). Espero les haya gustado. NwN
¿Qué amuleto le tiró Sting?
¿Volverán a ver a las hermanas Auguria?
¿Aparecerán Fro y Lector?
¿La pareja que compró el amuleto del amor era el Jerza?
7w7)r Obviamente sí lo era… ¿Qué esperaban de mí?
XD
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Gracias por los favs y follows.
Gracias por comentar.
Gracias mil por leer.
¡Adieu!
NwN/
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