Eternidad

Sólo el que ama es eterno, sólo al que aman se vuelve eternidad.

Elle Vient elviiuxx

-¡Jack!

Su hermano desaparecía cada vez más en la oscura profundidad del lago.

-¡No, no, no!-

Ahora no podía romper el hielo bajo sus pies. Lo golpeaba con el filo de los patines, pero nada. Ironías de la vida, hace unos momentos buscaba no quebrarlo.

-Esto no puede estar pasando…- sollozó.

Parecía un castigo. Un castigo por haber desobedecido a su madre, por no poner atención, por no tratar de convencer a su hermano de no ir al lago. El lago congelado no era tan peligroso en invierno, pero casi entrada la primavera, empezaba a descongelarse. El hielo disminuyó su grosor y por obra del destino, se detuvo justo en el lugar más frágil. Su hermano le ayudó a quitarse de ahí, pero él no tuvo tanta suerte y el hielo terminó de romperse.

Se había arrodillado en el lugar donde su hermano cayó. El frío hacía que le calaran las rodillas desnudas, pero ¿qué importaba? El viento soplaba y cortaba ¿y qué, si su hermano ya muy probablemente había muerto?

-¿Piensas que su sacrificio fue en vano?-

Mary volteó a su alrededor y vio un animalito (¿un gato?) con ojos rojizos y dos coletas colgando de su cabeza.

-¿Qué?-

El gato caminó hacia ella y señaló con una pata el hielo.

-Tu hermano acaba de salvarte, ¿crees que no sirvió para nada?

-Yo… no lo sé…- las lágrimas le impedían pensar con claridad. Pero escuchaba la voz de eso que le hablaba, y aunque veía que su boca no se movía, lo escuchaba claramente - ¿qué eres?

La niña seguía en el hielo, con las manos pegadas a sus muslos y la vista nublada por las lágrimas. Las piernas comenzaban a dormírsele, pero no podía alejarse de ese lugar. No podía abandonar a Jack.

El animal se acercó un poco más a ella y se sentó meneando la cola.

-Me llamo Kyubey, pero eso no importa mucho ahora. La verdadera pregunta es: ¿Quisieras recuperar a tu hermano?-

Mary intió que su corazón se detuvo. Sintió esperanza. Sintió fuerza que le permitió levantarse.

-¿Puedes hacerlo? ¿De verdad?- De pie, encaró a Kyubey, esperando con todo el corazón que le dijera que sí.

-Claro, puedo cumplirte cualquier deseo. Si piensas que dar tu vida por salvar la de tu hermano es un precio justo, puedo ayudarte a reunirte de nuevo con él.- le dijo lamiéndose una pata.

Mary sintió latir su corazón de nuevo.

-¡Por favor, ayúdame!-

-Por supuesto, pero si hago esto por ti, tienes que hacer algo por mí.-

¿Algo por él?

-Pero ¿qué puedo darte…?-

Ella no tenía dinero; de hecho, muy a duras penas tenía para comer. ¿Qué quería entonces? De cualquier manera, lo que le importaba era su hermano, aún bajo el hielo. Conseguiría lo que Kyubey quería a como diera lugar, pero tenía que salvarlo.

-No, no. No me lo darás a mí. Se lo darás a la humanidad.-

En ese momento, la niña empezó a confundirse más. ¿A la humanidad? ¿La humanidad estaba ayudándola? ¿O estaba en peligro? ¿Qué tenía que ver la humanidad con todo esto?

-A tu hermano no le queda mucho tiempo, y no puedo revivir a los muertos- presionó Kyubey tallándose la carita con la pata lamida.

Lo que le urgía era ver a Jack vivo. Verlo fuera del agua congelada. Verlo VIVO fuera del agua.

-Lo haré.-

Kyubey dio un brinco, se posó en el pecho de Mary y una joya de color aqua del tamaño y forma de un huevo apareció frente a la niña.

-Está hecho- dijo sonriendo y la joya se desvaneció.

En ese momento, el cuerpo de Jack salía del lago, rompiendo el hielo como si no fuera más que una fina capa, todo empapado y temblando exageradamente, casi convulsionando.

-¡Jack!- Jack tosía el agua fuera de su cuerpo y entre las reacciones involuntarias de su cuerpo, logró decirle a su hermanita que estaba bien, pero que tendría que ayudarle a llegar a casa.

Kyubey se quedó en el lago congelado, viendo cómo los hermanos se alejaban con una sonrisa de felicidad.

:::

Cuando llegaron a casa, su madre tenía planeado recibirlos como siempre, pero al ver el estado de Jack se alarmó y comenzó a atenderlos. Cuando se dio cuenta que solo uno de sus hijos había salido afectado y que el otro estaba bien, empezó a preguntar sobre lo ocurrido.

-¿Qué pasó allá? Seguro se rompió el hielo ¿verdad hijos?- dijo mientras pasaba una manta sobre los hombros de Jack

-Sí, mami- respondió Mary algo apenada. Sabía que a su mamá nunca le gustó que jugaran en el lago, y menos casi siendo primavera – Pero mami, Jack me salvó y…- fue ahí cuando recordó a Kyubey y su ayuda.

-¿Y?- preguntó su madre, que no dejaba de poner mantas sobre los hombros de Jack.

-Y luego, cuando cayó… yo… casi no pude alcanzarlo… pero en otro lado pude romper el hielo y alcancé a ayudarlo-

Mintió. Ella sabía que a su mamá tampoco le gustaba aquellas cosas que no parecían de dios. Y cuando le contara que un gato blanco con ojos rojos que hablaba había salvado con magia a su hermano, pensaría que estaba loca o que había visto al diablo. Era mejor que Kyubey fuera un secreto, así no le pasaría nada a él ni a ella.

-Oh… hijos, por favor, el resto del invierno y durante la primavera los quiero lejos de ese lago. No quiero que de verdad pase algo irremediable.- dijo su madre frotando el cabello de Jack con otra manta para que se secara.

-Está bien mamá, no te preocupes.- dijo Jack tiritando.

Mary se preguntó si acaso Jack vio a Kyubey, pero no se lo preguntó, ni él lo mencionó después. Así que supuso que no.

:::

Un par de días después Mary había dejado en el pasado el susto de perder a su hermano en el agua congelada, pero no lo olvidó, pues Jack no salía de la cama. Se dedicó a darle las buenas noches y los buenos días, a abrazarlo y atenderlo. Principalmente trataba de mostrarle una sonrisa sincera, pero era más para tratar de convencerse a sí misma que él estaría bien. Era inútil no preocuparse: Jack tenía fiebre, se constipaba, tenía migrañas, y un resfriado eterno. Y no parecía mejorar.

A los cuatro días del accidente, su madre le pidió que saliera y se despejara y que tratara de relajarse un poco. Jack estuvo de acuerdo. Su tos y sus estornudos no eran motivo suficiente para que abandonara su papel de buen hermano mayor. –Ve y diviértete un rato Mary-

Al final aceptó, de mala gana, y salió. Estaba nevado y frío, pero el aire no corría, así que no estaba tan mal. Caminó y caminó hasta llegar al lago. No quería caer ella también, no olvidaba que el hielo se estaba derritiendo y que su madre le pidió alejarse. Pero se quedó, rodeándolo. Solo siguió caminando. Sus pisadas en la nieve se oían quedamente y sentía que pisaba conejitos. Comenzó realmente a relajarse por primera vez desde que Jack casi muere.

Puf… Puf…

Puf… Puf…

Tac, tac.

-¿Eh?

La nieve ya no estaba, el suelo ya no era blanco ni suave; ni siquiera era tierra. Era algo sólido, negro, pero se movía o eso parecía, como ver agua pintada de negro debajo del hielo. Su alrededor también cambió. Los árboles se volvieron más altos, más retorcidos. La noche había caído.

Vio que bolas de algodón de acercaban volando hacia ella. Tenían escarabajos por ojos y sus alas eran parecidas a las de una mariposa. No podría esperarse más que la niña fuera a buscar refugio en donde pudiera. En uno de los árboles encontró un hueco lo suficientemente grande para meterse y ahí se quedó hasta que la nube de algodón pasó.

Y se quedó un poco más, en posición fetal, tratando de ser fuerte y tratando de idear un plan para salir de ahí. Pero… ¿Cómo salir de algo en lo que no supo cómo se metió? ¿Cómo salir de un mundo sin salida? No resistió más y lloró. Las pequeñas lágrimas se quedaban en las mangas de su ropa, empapándolas y haciéndolas sentir frías. Se quedó con la cara pegada a sus rodillas, sollozando, pensando en que ahora estaba perdida, en que no debió ir al lago, en que debió hacer caso a su madre y portarse bien. O en hacer lo contrario y haberse quedado en casa, cuidando a Jack un poco más. Ahora no podría volver a la casa, o ver a su mamá o ver a Jack. Se ocupó tanto en sus pensamientos, escuchando su llanto, que ya no vio más hacia afuera. La oscuridad parecía el único lugar posible estar en paz y no sentirse tan mal por entregarse a las lágrimas.

Y no sabía que afuera, listones rojos comenzaban a recorrer los árboles; se enredaban en ellos, los sentían, los apretaban, los soltaban. Poco a poco se acercaba. Tenía las alas de mariposa de las bolas de algodón, pero más grandes, rosas; tenía también una corona, y plumas por todo el cuerpo. Pero no tenía rostro. De apariencia colorida y tierna -si es que puede aplicarse en este caso el concepto de ternura- la bruja se acercaba lentamente a Mary.

-Mary…- escuchó la voz de Jack en su cabeza. Algún día su hermano encontraría su cuerpo inmóvil, frío, en algún lado.

-Mary…- oyó a su madre, sufriendo por su hija pequeña, desaparecida. Su hermano muy enfermo y esto, dos desgracias tan cercanas la destrozarían.

-¡Mary!-

Esa voz ya la había escuchado. Levantó la cabeza rápidamente y lo vio.

-¿Kyubey? ¿Qué haces aquí?- preguntó limpiándose un poco la nariz y la cara.

-¿Tú qué haces aquí?-

-Me perdí y estoy asustada…-

-No. Me refiero a qué haces aquí, en este árbol. La bruja viene hacia acá-

-¡¿Bruja?!-

-No hay tiempo ahora, tenemos que huir-

Saliendo del agujero, los listones se detuvieron. Los ojos de Mary enfocaron la colorida forma de la bruja. Al parecer lo que sabía de las brujas estaba mal. No se veía tan mala, ni era fea. Justamente cuando decía esto, los listones se impulsaron con velocidad hacia ella. Se enredaron uno en su pierna derecha, el otro en su brazo izquierdo. Y empezaron a volver a la bruja.

-¡Kyubey!-

-¡Mary usa tus poderes!- oyó gritar a Kyubey

-¿Qué?- ¿Cuáles poderes? Ella apenas era una niña, no tenía mucha fuerza, pero tenía muy mala suerte. Estuvo a punto de morir dos veces en menos de una semana. Bueno, la segunda estaba por verse, aún estaba atrapada en los listones de la bruja.

Kyubey corría tras ella, tratando de explicarle qué hacer.

-¡Piensa en tu madre y en Jack! ¡Piensa en ellos y que no quieres que nada les pase!- le decía

Los listones por fin se detuvieron frente a la bruja. Mary estaba casi boca abajo, teniendo la bruja en alto el listón de su pierna más que el de su brazo. Viéndola de cerca, no parecía enojada o temible, parecía más bien triste. Lo que debía ser su cara era un espacio en blanco sin expresión, sin nada humano. Sin nada en realidad; pero ella sentía su tristeza. Tratar de adivinar los movimientos era casi imposible, no parecía respirar, o dudar, o moverse si quiera. Se mantuvo quieta por unos minutos, unos eternos minutos para Mary. Después la bajó lentamente, soltando los listones.

Mary pensó en agradecerle cuando los listones se precipitaron de nuevo hacia ella, aunque ahora envolvieron su torso.

-¡Mary!- escuchó a Jack, a su madre, a sus amigos, a Kyubey… a todos a la vez.

En ese momento recordó la joya azul del lago. ¿Qué tenía que ver eso en este momento? Estaba sujeta y los listones parecían haberse fusionado en las vueltas uno con otro, pues por más que lo intentaba no podía zafarlos. La bruja comenzó a elevarse, levantando las plumas que formaban una especie de falda. Pero no era una falda. Debajo de esas plumas se encontraba una boca, con muchos dientes filosos.

-¡No, no, no!- gritó Mary.

Pensó en Jack, en que seguía en cama probablemente tosiendo aún. Y pensó en los momentos que pasaron juntos, las bromas, el lago congelado… pensó en lo azul de sus ojos y en cuánto le hubiera gustado parecerse más a él.

Los listones comenzaron a acercarse a la boca de la bruja. Ahora sí que estaba perdida, se la iba a comer.

:::

En un último momento, volteó a ver a Kyubey, sentado un tanto lejos, viéndola confundido. Se suponía que ya había creado la Soul Gem, entonces ¿por qué no la usaba?

Y viéndolo, fue cuando Mary cayó en cuenta de que algo tenía en la mano. Una joya azul, la misma que había visto en el lago aquel día. Volvió a pensar en el lago, en lo azul de los ojos de Jack. Y sintió otra cosa en la mano, sintió frio. Y el frio se extendió por los listones hacia la bruja. Y fue tanto el frío, que se rompieron los listones. Mary cayó pero a toda prisa se levantó para correr hacia Kyubey, mientras la bruja emitió un sonido agudo, probablemente un grito.

-Oh, qué interesante- dijo Kyubey mientras Mary se escondía atrás del árbol más cercano él.

-¿Qué pasó? ¿Tú hiciste eso?-

-No, Mary, fuiste tú- le respondió con simpleza Kyubey.- Creo que no te expliqué del todo el trato que cerraste conmigo –le dijo mientras se levantaba y daba la vuelta para mirarla de frente- Yo salvé a tu hermano y a cambio, tendrás que librar a la humanidad de las brujas como ella-

Mary se asomó con todo el cuidado posible a ver a la bruja, que estaba con las plumas encrespadas y un aura negra oscurecía su figura.

-¿Qué hago Kyubey?- le preguntó alarmada Mary. Pero la manada de bolitas de algodón regresaba para complicar más las cosas a Mary, y agregar estrés y miedo a todo esto.

-Tienes que enfrentárteles. A lo que veo, puedes usar el hielo. Úsalo para hacer algo que pueda detener a los familiares y a la bruja-

Mary volteo a ver a los familiares, a las bolas de algodón que se dirigían directamente hacia ellos. Y recordó a su padre, cazando aves para llevarlas a casa y tener una cena en familia. Recordó las flechas y su precisión. Estalagmitas de hielo comenzaron a formarse a su alrededor, tenía armas ahora. Cuando sintió que estaban listas, las lanzó.

-¡Mary!- gritó Kyubey. La bruja había recuperado parte de la longitud normal de sus listones pero otros dos más salían de donde mismo y se acercaban a ellos. De los familiares quedaban unos cuantos, no había derribado a todos como había planeado.

Pero ahora sabía que podía pelear.


Hola chicos y chicas!

Espero que estén muy bien y que les haya gustado este primer capítulo. Pronto tendré el siguiente listo y probablemente sea el último, no lo sé todavía.

En fin, luego subiré portada y hay una imágen de la escena del árbol con la bruja en mi profile, por si quieren ir a verla

Ja~ne