Descargo de responsabilidad: Skip Beat no me pertenece… ¿Te lo puedes creer?
Traducción autorizada
Autora original: EmilyF.6 [… /u/2497238/EmilyF-6]
Título original: Hiding
Enlace al fic original: … /s/7933331/1/Hiding
Fecha de publicación: marzo de 2012
Nota: he modificado solo un poco el sistema de puntuación y algunos gerundios para adaptarlos al ritmo castellano.
ESCONDERME
—No. ¡Para! —ella se congeló en el sitio, sorprendida por el tono irritado del hombre. Dándose la vuelta, dejó el vaso de agua sobre la mesa y colocó las manos frente a ella, inclinando la cabeza, intentando ocultar su dolor y humillación—. ¿Qué estás haciendo? —preguntó él en voz baja, la ira justo bajo la superficie. Ella respondió vacilante.
—Hum… Actuar como Liza… Una chica japonesa que creció en América y…
—¿Por lo menos te molestaste en leer la descripción del personaje?—le espetó.
—¡Por supuesto que sí! Yo…
—¡No quiero oírlo —ella se encogió—. Lárgate de mi plató —ella palideció un poco.
—Yo… ¿Qué…
—¡He dicho que te largues de mi plató! —gritó, apuntando a la salida. Podía sentir la lástima irradiando de los otros actores y actrices en oleadas, y eso solo hacía que las lágrimas se formaran más rápido.
—Por supuesto —susurró, haciendo una breve reverencia, y apresurándose luego a salir del escenario y meterse en su camerino. Tragando duro y mordiéndose el labio, trataba de no pensar en la cantidad de NG's que había recibido ese día, ni en el quisquilloso director imposible de agradar. Había sido difícil desde el principio trabajar con él, y casi nunca daba ninguna otra instrucción a los actores más que regresaran cuando supieran actuar. El hecho de que ella fuera la tercera actriz despedida no le brindaba ningún consuelo mientras tiraba sus cosas dentro del bolso. Una nueva humillación le cayó encima cuando se dio cuenta de que tendría que salir por la puerta principal pasando por delante de todos los demás actores.
¿Mio? No. Suspiró al pensarlo. No puedo actuar arrogante y grosera… Natsu tampoco valdría. Casi gimió. Me queda Kuon, se dio cuenta con cierta irritación. ¡Apuesto a que Kuon no ha sido despedido en su vida! Tragó duro e imaginó los ojos amables y los brazos abiertos de Padre, y tan solo pensarlo hizo que sus ojos escocieran más. Supongo que solo voy a tener que ser yo.
Armándose de valor, salió de su camerino, cerrando la puerta con suavidad tras de sí. Sintió los ojos de los otros actores y actrices atravesándola, pero el director la ignoró deliberadamente. Mordiéndose el labio tan pronto como llegó a la puerta, la abrió y salió a las calles de Tokyo.
Cuando miró su reloj, casi gimió otra vez en voz alta. Ren se había ofrecido a recogerla hoy después del trabajo, pero eso era a las cinco, y solo eran las tres. La idea de decirle a su senpai, que nunca había sido despedido (bueno…, aparte de cuando era más joven, pero él era tan maravilloso ahora que posiblemente ni lo recordara) hizo que empeorara el dolor. Pero si no le cuento…, vendrá a recogerme…, y sería grosero hacerle venir aquí y hacerle esperar… ¿¡Y si intentaba hablar con el director!? Obligó a su mano a meterse en el bolsillo y marcar su número… Luego colgó rápidamente. ¡No puedo! ¡Me preguntará qué sucedió! Y ahora mismo no puedo hablar de ello sin llorar… Ya estoy lo suficientemente avergonzada así. Se le ocurrió una idea mientras caminaba por la acera hacia el Darumaya, sacó su teléfono otra vez, marcando a Yashiro-san.
Yashiro-san respondió al tercer timbre—. ¿Hola?
—¡Yashiro-san! Hola. Soy Kyoko —le oyó empezar a responderle, pero hablar y llorar era difícil de hacer al mismo tiempo, así que ella no le dio ninguna oportunidad de que se diera cuenta, y se dio prisa en decirle lo que quería—. Hum, por favor, dígale a Tsuruga-san que no necesito que me lleve hoy a casa. Gracias.
—¡Kyoko-chan! —ella hizo una pausa para que él hablara, tragando duro y manteniendo oculta su cara de las masas que pasaban a su lado por la calle—. Él está aquí mismo si tú… —debe haberla oído contener el aliento porque se detuvo—. ¿Kyoko-chan? ¿Qué ocurre? ¿Estás bien?
—¡Estoy bien! —gritó, haciendo una mueca por el tan poco natural tono agudo de su voz—. Todo está bien. Tengo que irme. Que tenga un buen día, Yashiro-san —colgó rápido, y sus protestas murieron tan pronto como pulsó el botón rojo, y apagó con rapidez el teléfono.
Había terminado de trabajar para el resto del día, y la idea de enfrentarse a cualquiera que la conociera en ese momento era demasiado. Guardando el teléfono apagado en su bolsillo, se encaminó hacia el parque, el lugar más parecido al bosque en que pudo pensar, el único lugar donde podría llorar tranquila a solas.
Era un día soleado, hermoso a pesar de su dolor particular, y sentía la carga aligerarse un poco cuando se internó en el bosque, los árboles dispersos escudándola del mundo cuanto más se adentraba en él. Obligando a su cerebro a pensar solo en el sendero por el que caminaba, se concentraba en caminar tan silenciosamente como le fuera posible hacia el suave sonido de agua borboteante. Sus nuevas zapatillas deportivas se estaban ensuciando con rapidez, así como los bonitos vaqueros que se había comprado hace una semana, pero no pensaba en eso, centrada en los sonidos del agua. Todavía no, se dijo con firmeza. Tengo que asegurarme primero de que estoy sola.
No había ningún claro cuando llegó por fin al agua. Rodeada por grandes árboles a ambos lados, un oasis en medio de la ciudad donde no podía escuchar más que naturaleza y la ocasional bocina lejana de un coche. Apoyándose contra un gran árbol, se dejó caer, la áspera corteza arañándola en el proceso y ensuciando su blusa con pedacitos desprendidos, soltó su bolso junto a ella, y por fin se permitió sentir todo el dolor por las palabras del director. Finalmente, bien escondida, lloró, sabiendo que no estaba molestando a nadie allí fuera. Obligándose a revivir todo el asunto, lo reprodujo sin parar en su cabeza mientras la humillación y la angustia le caían encima una y otra vez. Desesperada por averiguar qué había hecho mal, no se dio cuenta de que el sol lentamente empezaba a ponerse en el cielo.
Kyoko se despertó de golpe al comprender que lentamente estaba oscureciendo. Debo de haberme quedado dormida. Desafortunadamente, no hubo ningún momento de "¿Dónde estoy?". La humillación, a pesar de irse desvaneciendo poco a poco, aún estaba ahí. Espero que nadie haya tratado de ponerse en contacto conmigo… La pareja del Darumaya asumiría que pasaría la noche fuera si no llamaba…, pero alguien más podría preocuparse. Sacando el teléfono del bolsillo con curiosidad casi morbosa, lo encendió y se sorprendió solo un poco cuando le informó que tenía varias llamadas perdidas y mensajes de voz. Suspirando un poco, llamó a su buzón de voz.
—3:05, ¿Mogami-san? Soy Tsuruga Ren. ¿Puedes llamarme?
—3:30, Mogami-san, soy Tsuruga Ren. Por favor, llámame pronto. Necesito hablar contigo.
—4:23, ¿Mogami-san? Necesito hablarte. Llámame.
—5:45, ¡Mo! ¡Kyoko! ¿Por qué no respondes al teléfono? ¿Dónde estás? ¡Llámame!
—5:49, Kyoko-chan, soy Takarada. Supe lo que pasó. Llámame.
—6:30, ¡Mogami-san! Soy Ren. El Presidente me dijo lo que ocurrió. Por favor, ¡enciende tu teléfono!
—6:31, Kyoko-chan, aquí Okami. Un joven acaba de venir buscándote. ¿Estás bien? Por favor, llámanos.
—7:00, ¡Por el amor de Dios, Kyoko! ¡Enciende tu teléfono! —se encogió ante la voz preocupada de su senpai.
—8:35, Kyoko Mogami, si no me llamas ahora mismo, ¡ya no seremos mejores amigas!
—9:00, ¡Kyoko, por favor! Estoy realmente preocupado. ¡Enciende el teléfono! —suspiró cuando sonó el último de los mensajes de su senpai y comprobó su teléfono. Eran las 9:02, la oscuridad rodeándola como una manta, y apenas podía ver el arroyo frente a ella. A punto de marcar, escuchó un crujido mientras algo se abría paso entre los arbustos, y luego sintió una mano cerrándose en torno a su brazo. Chillando alto, trató de zafarse.
—¡Kyoko! —el corazón le saltó a la garganta al escuchar esa voz familiar, mientras suspiraba de alivio.
—¿Tsuruga-san? ¿Qué estás… —fue interrumpida por sus fuertes brazos abrazándola contra él, su cara contra su pecho. El corazón de él le latía con tal fuerza que estaba segura de que podría escucharlo cuando se apartara.
—¡No vuelvas nunca jamás a hacer algo así! —le reprendió, sujetándola por los hombros. Ella dejó caer la cabeza, esperando que estuviera lo suficiente oscuro para ocultar las lágrimas que caían de sus ojos una vez más. Desafortunadamente, no había nada que disimulara sus suaves sollozos y sintió su mano amable en la mejilla, y luego secándole las lágrimas. Sin una palabra, la abrazó de nuevo, suspirando profundamente—. Lo siento —murmuró, meciéndola hacia adelante y atrás como a un niño pequeño.
—¡No! No seas amable. No puedo parar de llorar cuando eres amable… —ella empezó a separarse, las manos en su pecho, pero él continuaba abrazándola, frotando su espalda.
—Está bien —susurró—. Adelante, llora. Yo no me voy —aquellas suaves palabras murmuradas en su pelo fueron todo lo que hizo falta, y ella lloró contra él, las manos hallando su camino tras su espalda donde se entrelazaron.
—Yo n.. hip… no su… sup… supe lo q… lo que h… hip… h… hice —sollozó cuando él la alzó en brazos, sentándose contra el árbol, y acunándola, el reconfortante movimiento calmándola un poco.
—Shh. No tienes que averiguarlo ahora —le dijo suavemente.
—Yo… hip… Yo estaba so… solo actuando y… y… hip…
—Shhh. Lo sé —ella finalmente renunció a intentar explicar y lloró durante un rato, su cara contra su cuello, hasta que fue capaz de respirar de nuevo con normalidad, con únicamente el involuntario sniff de vez en cuando—. ¿Mejor? —preguntó por último, su pulgar dibujando círculos en su espalda. Incapaz de recomponerse para avergonzarse por estar sentada en el regazo de su senpai en mitad del bosque, ella solo asintió. Incapaz del esfuerzo de mantener los cerrojos en su sitio, los sintió caer de su corazón rechinando exhaustos mientras se abrían y caían cuando él se puso en pie, manteniéndola en sus brazos y echando a andar de vuelta al camino.
Mierda, pensó ella sin demasiado entusiasmo, escuchándole mientras le explicaba el dispositivo de rastreo de su teléfono y cómo de preocupados estaban todos. Estoy enamorada de él.
