Su vista se mantenía fija en el cuerpo inerte de aquel muchacho descuartizado. Una mirada sin sentimientos y penetrante. Sus párpados cosidos eran capaces de traumar a cualquier persona con una pizca de humanidad. Lo que antes eran unos labios normales, ahora estaban cortados enseñando una sonrisa ensangrentada de dientes afilados con platos rotos. Su ropa estaba manchada de sangre por los bordes. Su mano sostenía el cuchillo. Su larga coleta negra hasta la cadera estaba ligeramente manchada, lo que de alguna manera resaltaba el lazo rojo que la sujetaba.
Se acabó por hoy… - susurró la joven.
Arrastró el cadáver hasta final del callejón. Guardó el cuchillo en el bolsillo de su sudadera violeta, dio media vuelta y se fue. Pero algo la detuvo. De repente, no podía moverse a penas. Estaba petrificada. Miró al suelo y pudo ver una sombra envolviéndola. Da igual lo que se resistiera, no podía salir. No se le ocurrió pedir ayuda. Cuando la envolvió completamente, se desmayó.
