Reunión desencadenante
¿Qué es necesario para cambiar el mundo? Y más aún ¿Qué es necesario para cambiar el mundo de forma radical? Unos dirán una guerra, otros dirán que la cura contra todas las enfermedades y otros dirán otras, todos validos pero vayamos a algo más particular ¿Qué hay que hacer o que tiene que ocurrir para que una persona cambia radicalmente? Pues te invito a que lo descubras en esta pequeña historia de cómo un pequeño cambio puede convertir un mundo 1P en un mundo 2P.
Como una rutina, las reuniones mundiales eran un completo caos sin excepción. América centrado en ser el que presidiera la reunión aunque estuvieran en la otra punta del mundo y cuando por fin conseguían iniciar la reunión y que todas los presentes prestaran atención, alguien soltaba un comentario fuera del tema a tratar y comenzaban las peleas entre naciones (Inglaterra y Francia, principalmente).
-Hermano mayor Francia, ¿podrías devolvernos las pinturas que nos robaste?- preguntaba Italia al rubio.
-Claro que si Italita- sonreía Francia- pero antes deberás ganarme en esgrima- mientras sacó se arma de a saber donde aterrorizando a los dos italianos.
-JAJAJA- reía Inglaterra- frog idiota, devuélveles lo robado a esos dos, son suyas ¿no te da vergüenza?- le reprochaba burlón.
-En ese caso- intervino un cansado Grecia- Inglaterra devuélveme todas las piezas que me quitaste del Partenón de Atenas y que tienes expuestas en tu casa.
-Yo-yo no te he quitado nada- contestó nervioso el inglés mientras el francés se reía.
-Empieza la reunión- golpeó Alemania contundentemente la mesa poniendo a todos en su sitio y atendiendo al rubio-Bueno…el primer punto del día es…
-Hey guys - apareció por la puerta la primera potencia mundial, Estados Unidos- listen to me, tengo la solución para esta fea crisis- emocionado se sentó en la una de las sillas, la central claro, es Estados Unidos…- veréis...- se giró hacia el alemán al que había cortado- ¿Puedo hablar? Bueno pues que se me ha ocurrido una idea para solucionar la crisis.
-¿Oh? ¿Nos vas a dar la alegría de que piensas acabar con tu vida de una vez, da?
-Voy a acuñar una moneda de platino con el valor de los suficientes dólares como para pagar mi deuda- soltó de una- ¿Qué opináis Unión Europea?- se giró hacia los miembros de dicha unión.
-Que idea más absurda…
-Estoy con el fortachón- contestó Inglaterra quien se giró a mirar a sus "compañeros" y vio a todos con el pulgar arriba- Idiotas, no le deis la razón al tonto de Alfred- les riñó.
-Yo estoy en contra tanto de Alfred como de Anglaterra- contestó el francés- todo lo que empieza por A es algo nefasto.
-¿Dices algo, amigo?- le preguntó sonriendo "amablemente" el español a su derecha- Lola te puede hacer cambiar de opinión ¿no?- le susurró.
-Siempre hay excepciones en las reglas, mi querido amigo Antonio.
Como de costumbre la reunión mundial se convirtió en una reunión donde unos discuten, otros sueltan tonterías, otros simplemente aprovechan para dormir o para charlar ignorando que estaban en una conferencia, y Alemania intenta poner orden, cosa que era una causa perdida.
-Veee- susurró el italiano menor mientras dejaba caer su cabeza en la mesa, claramente cansado.
-Aguanta ahí, Italia, atiende- le ordenaba su amigo alemán.
-Pues tu cocina da pena- gritaba el cejudo.
-No me hagas hablar…-le contestaba el francés.
-Si tienes algo que decirme dímelo, venga frog- le retó el inglés.
-Honhonhon, nadie le dice al hermano mayor que hacer.
-Te voy a…- y por extraño que parezca ambas naciones, la inglesa y la francesa, se concentraron en pelearse, llegando incluso a olvidarse donde estaban.
-Ojala hubiera una forma de que esos dos no pelearan, aru.
-Todo se arreglaría si se hicieran todos uno con Rusia, ¿da?
-Nadie se unirá con el cerdo comunista mientras el hero este aquí para impedirlo.
-Yo ya no soy comunista- le sonrió Ivan.
-Nadie va a hacerse uno con nadie, aru.
-¿Eh?- Rusia le miró sin perder su perturbadora sonrisa- ¿Ni siquiera tú, China?
-Ve… ¿y tú qué opinas, Lu?
-¿Dices algo, Italia?- preguntó el rubio extrañado, pues el tono del italiano parecía más de estar hablando consigo mismo o un susurro casi imperceptible con tanto jaleo.
-¿Eh?- el pequeño giró asustado hacia su amigo ¿le había escuchado?- Ve…PASTAAA- le sonrió son su carita boba haciendo que Ludwig volviera a la reunión con un pequeño suspiro.
-Yo creo que el señor América tiene razón y…- Japón intentaba aportar algo a la discusión siendo interrumpido por un golpe en la mesa que hizo revolverse en su asiento al asiático.
-A ver Japón, da tus propias opiniones- le cortó el bien armado Suiza.
-Aléjate del señor Austria, pelo legía- gritaba la mujer que representaba a la nación húngara y país pionero en el ámbito de fabricar sartenes de gran calidad y con la última tecnología de materiales antiadherentes (así la sangre no se pega y se quita más fácilmente, solía decir ella a quienes la preguntaban o a los que molestaban al austriaco ejemejemPrusiaejemejem).
-Pero si solo quiero pedirle amablemente al señoritingo podrido que componga una asombrosa melodía sobre y para la maravillosa e increíble persona que soy yo- se señalaba el prusiano más egocéntrico.
-Un réquiem para tu funeral es lo que va a componer para ti como no te alejes ahora mismo- amenazaba Hungría mientras el austriaco hacia como si esos dos no existieran.
-Ve…essi non sono così male, Lu- suspiraba el italiano menor.
-¿Qué susurras, Italia?- le preguntaba algo más molesto el alemán que harto estaba de sus susurros y esta vez había escuchado algo de Lu ¿sería que le llamaba o algo así?- si tienes algo que decirme dímelo de forma que yo te entienda o déjalo para cuando haya un descanso.
-Ve…lo siento- se disculpó el italiano- Dannazione e sensuale tedesco… al termine non sará in grado di venire a un incontro per il mal di schiena.
-ITALIA- le gritó, puede que demasiado alto (si te mira la sala entera hasta el punto de dejar sus asuntos para prestarte atención, significa que SÍ has gritado demasiado).
-¿Qué ocurre, West?
-Dejémoslo por hoy- propuso el americano- parece que algunos no están muy centrados en la reunión- lanzó una mirada acusatoria al comedor de patatas.
-Porque tu lo digas, capitalista obeso ¿da?- fue el último comentario que se escuchó entre las naciones antes de que todos salieran de la sala, no sin antes que el francés le guiñara un ojo a Alemania y soltara una risita para vergüenza del de pelo más corto.
Se encontraban en Italia, por lo que tiraron de tópicos, por lo que comieron pizza pero no todos juntos en lo que denominaríamos una "paz mundial" sino cada uno con los suyos, China huyendo de Rusia, Rusia huyendo de Bielorrusia…España despidiéndose de sus amigos para irse a la casa del anfitrión mayor que lo gritaba…Francis y Gilbert, junto con el pequeño y amarillo Gilbird, se quedaron por el lugar discutiendo a donde ir a continuación…
Canadá vagaba por los pasillos como alma en pena, pues le habían obligado a él y a Arthur ir a comer con su egocéntrico hermano. A lo lejos divisó en punto de encuentro que habían establecido y como no, los de habla inglesa estaban discutiendo, cuando se hubo lo suficiente pudo ver de qué se trataba.
-Vamos a comer hamburguesas.
-Que no.
-Que sí.
-Que no.
-Que SI.
-NO.
-SI.
-Alfred, que no, come algo más sano para variar.
-¿Tus ensaladas venenosas? Prefiero morir por sobrepeso- se cruzó de brazos el americano.
-Otra vez no- pensó el canadiense.
-¿Y ese?- preguntó Arthur a su ex colonia.
-¿Y tu quien eres?- preguntó Alfred.
-Soy yo, TU HERMANO.
-Oh…Oh, es cierto- rió- perdona, el sol me ha deslumbrado hace tanto sol…
-No te molestes, Al- contestó molesto, estaba muy cansado que no lo tomaran en cuenta, él era una nación más, ÉL era incluso más grande (en sentido territorial) que su hermano, el segundo país más grande del mundo detrás del mismísimo Rusia, ÉL era el hermano mayor, era paciente, amable y mucho mejor que su hermano, no merecía ser olvidado solo porque Estados Unidos era más ruidoso, incluso le llamaban América, Él también era parte de América al igual que los países del Sur de América.
-Bro, ¿estás bien?
-¿Uh?- se dio cuenta que llevaba mucho tiempo callado- vayamos a comer a cualquier sitio.
-Yo paso, no voy a comer con vosotros. No es como si me estuviera haciendo el duro o como si tuviera a otros con los que ir a comer sino que…no tengo hambre…vuelvo a mi casa.
-Hey espera Iggy- no logró detenerlo, tampoco es que tuviera energías para ello, efectos secundarios de comer mucha comida basura, supuso.
Mientras, en la casa del anfitrión a la reunión
-Escúchame Roma, por favor póntelo- le rogaba el español- solo un momentito, el Jefe lo hizo por ti especialmente, trabajé un montón para acabarlo.
-Aún así- le contestó sonrojado- no voy a ponerme este…esta…cosa- tiró con desprecio el objeto de la discusión por los aires, por suerte España lo cogió antes de que cayera al suelo.
-No seas malo, Roma- le puso ojos de cachorrito consiguiendo avergonzar más al menor.
-Rayos, compórtate como la nación adulta que eres- Romano parecía tener una pequeña pelea interna intentando decidir qué hacer- ESTA BIEN, ME LO PONDRÉ.
-Fusosososo- entre saltitos de alegría y gritos de unos y del otro subieron al cuarto del dueño de la casa.
-Hagámoslo pronto antes de que Veneziano aparezca- cerró la puerta del cuarto y le arrebató la dichosa prenda al español que estaba sentado en la cama ansioso- pero gírate, idiota. No me voy a desnudar contigo mirándome.
-Oh, lo siento- se giró sin perder la ilusión en la cara.
El italiano gruñón al que tanto quería el español miró con atención la prenda que tanto le había afectado, se trataba de un tomate, si, un tomate, el español había pensado que hacer un disfraz de tomate era jodidamente patético…una especie de mono rojo, pero no un rojo discreto, no no no, un rojo pasión que serviría como nuevo color antiniebla, además una pequeña capa verde a picos, lo peor de todo para Romano era que su ex tutor tenía otro a juego para que fueran iguales en la próxima fiesta de disfraces que se celebrara.
-¿Estas ya listo?- preguntó en dado la vuelta.
-Si joder…acabemos ya con esta tontería…- en cuanto el otro se giró no pudo reprimir el impulso de abrazar al tomate italiano- suéltame, bastardo.
-Estas tan mono- se separó al aturdido chico y empezó a inspeccionar el disfraz- dime ¿te aprieta por un lado? ¿Esta suelto de más? ¿Te esta cómodo?
-¿Cómo coño voy a estar cómodo con un traje como este?- le gritó en toda la cara pero el otro solo se preocupo deponerle sobra la cabeza una boina verde.
-Como un tomate- rió feliz- y encima te has puesto colorado, que tierno eres Roma.
-No-no estoy sonroja bastardo. Quiero quitarme esto ya.
-Clar- antes de que la nación ibérica pudiera acabar de hablar un sonido le alertó- ¿Has oído eso?
-Será Feliciano tropezándose con cualquier cosa, estará bien el muy inútil.
-No he oído la puerta abrirse, ni la voz de Italia- la voz de España sonaba seria habiendo perdido su tono alegre y despreocupado habitual- quédate aquí, Romano, mientras yo voy a ver qué ha pasado.
-¿Vas a dejarme aquí solo con…esto puesto? No será nada…
-Lovino- ser llamado Lovino por el español era algo que nunca utilizaba, siempre eran o apodos cariñosos que provocaban sonrojos irritantes en el italiano, pero ser llamado por su nombre humano sin diminutivos significaba algo muy malo- te digo que te quedes aquí mientras voy a ver qué pasa abajo ¿de acuerdo?- le metió en uno de los armarios, en el más grande que había en el cuarto y le dio también la ropa para que se cambiara- vuelvo en un minuto.
-España, bastardo, estás exagerando- pero antes de que pudiera acabas de hablar había cerrado la puerta del armario y después escucho la del cuarto.
-¿Por qué se pone así? Nadie habría entrado en casa…debe ser un malentendido, si, solo eso- se intentó reconfortar mientras se cambiaba- viejo bastardo, empiezas a chochear.
El tiempo pasaba y estaba seguro que más de un minuto había pasado, estaba asustado puesto que el español si tenía razón a la hora de que en la casa había entrado alguien pues se escuchaban gritos y sonidos de lucha que intentaba silenciarlos con sus manos en los oídos ¿Qué debería hacer? El bastardo estaba en peligro y él tendría que bajar a ayudarlo, es SU casa joder, él ya es mayor no necesita a España para defenderse ¡YA NO ES UN NIÑO!, pero…pero él…él es un maldito…
-¡Espera!- se escuchó en algún lugar de la casa seguido de unos pasos que se iban acercando a donde estaba Lovino escondido. El italiano tembló asustado cuando escuchó que llamaban a la puerta del cuarto- ¡No te acerques ahí!- y otro golpe. Parecía como si el asaltante hubiera sido alcanzado por el español y ahora estuvieran peleando de nuevo.
-Se acabó, voy a salir- Lovino no era un cobarde, para nada, en su país había nacido la mafia no iba a él ser menos.
Tan pronto como encontró el arma que siempre guardaba en su mesita de noche, por precaución, salió fuera del cuarto para encontrarse que no había nadie. Inspecciono el pasillo para ver que no había nadie y pasó a revisar de habitación en habitación por si el muy cobarde del bastardo intruso se escondía en alguna de ellas o por si el bastardo español estaba malherido…no es como si estuviera preocupado, que idea más tonta se le pasa a la gente por la cabeza, Lovino Vargas preocupado por el bastardo de España…bueno puede que un poco si…y más con este silencio sepulcral, y había visto muchas películas del bastardo de las hamburguesas como para saber que al silencio venia un susto. En la segunda planta no había nadie, lo que dejaba la planta baja como única posibilidad de encontrar a alguien, Lovino bajó los peldaños de la escalera uno a uno, despacio, intentando hacer el menor ruido posible, incluso procuró que su propio corazón y respiración se relajaran para permitirle escuchar con mayor claridad. Lástima que no hubo centrado también su sentido de la vista, si lo hubiera hecho habría visto el cuerpo tendido al pie de la escalera y no se hubiera tropezado y por consiguiente caído de bruces contra el suelo provocando a su vez que su nariz, a causa del golpe, empezara a sangrar.
-Mierda- masculló llevándose una mano a la nariz en un intento de que parara de sangrar- con que jodida cosa me he tropezado- comenzó a incorporarse y cargando en sus ojos de la peor de sus miradas cargada totalmente de odio y rencor para descargarla en la dichosa cosa que le hizo caerse- ¿España?- esa fue su sorpresa. El español estaba ahí, al pie de la escalera, caído, y cuyas piernas y brazos tenían una postura de lo menos natural que existía, también presentaba heridas sangrantes a modo de cortes en las manos, antebrazos, rostro, y una que casi era un rasguño en el cuello- ¡ESPAÑA! ¡DESPIERTA DESGRACIADO!- con manos temblorosas toco el rostro de la nación herida con cuidado de no moverlo mucho- ¿Puedes oírme? ¿Quién…quien te ha hecho esto…?
Cegado por la ira y el dolor se incorporó mirando hacia todos lados buscando al agresor, iba a matarlo, eso lo tenía claro, le daba igual quien fuese.
-Entras en mi casa…intentado robarme o que se yo…hieres a Antonio… ¿y piensas que te voy a dejar ir sin más?- gritaba hacia todos lados previniendo que no lo atacara por la espalda. Fue entonces cuando escuchó un ruido proveniente de la cocina y seguramente sería el sonido de la puerta trasera que se encontraba allí al abrirse- Fligio di puttana…
-No…
-¿Qué?- el italiano se paró en seco.
-No vayas…
-¿Estás vivo?- se arrodilló enfrente suya.
-Si…jajá…- claramente le costaba hablar al español pero aún así le dedico su mejor sonrisa al niño que cuido tiempo atrás- no vayas…por favor.
-¿Pero es que no ves que te ha hecho el muy desgraciado? ¿Quién es? ¿Quién ha sido?
-Eso no importa, ahora escu-
-¿Qué no importa?- cada vez comprendía menos al ibero. Decidido a vengar al de ojos esmeraldas se levantó del sitio, pero fue obligado a caer al suelo de nuevo por culpa de una patada que el español le había propinado en la pierna, perdiendo así el equilibrio- ¿Qué haces tú ahora?- ambos que quejaron del dolor, uno por el nuevo batacazo contra el suelo y el otro por el dolor de su pierna probablemente rota.
-Escúchame bien, Romano- habló serio y muy cabreado- cuando te digo que no vayas es que NO VAYAS, hazme caso por una vez- el italiano estaba paralizado- Hay alguien más herido en la casa- continuó habiendo captado por completo la atención del chico, debía hablar rápido y claro, estaba empezando a perder el conocimiento- búscalo y llama a urgencias lo más rápido que puedas, no te quedes solo ¿entiendes? llama a quien sea, Bélgica, Holanda, Francis o Gil ellos se quedarán contigo sin ningún problema, están todos aquí por la conferencia y no tendrás…no tendrás problemas.
-Pero…- ya había comenzado a llorar parecía que el español se le iba a morir allí mismo- Tú vas a estar bien, ¿verdad?
-Ah, es cierto- esquivo la pregunta del de ojos miel- no te he dicho quien está en casa, perdóname…- cada vez veía más borroso al chico- Alemania está en el salón, ni se te ocurra pintarle un- escupió sangre mientras giraba la cabeza para evitar manchar al chico- ni se te ocurra pintarle un bigote con rotulador cuando yo no mire, eh- rió.
-Idiota, bromear hasta en momentos como estos.
-Soy el peor jefe del mundo mundial- intentó limpiar con la mano los ojos llorosos del más joven pero sintió un terrible dolor en su extremidad- Agh.
-No te muevas, no te muevas- le ordenó, le dolía hasta a él.
-Que mono eres Lovincito, siempre preocupándote por mí, no cambies nunca y recuerda… que el Jefe te quiere mucho y que has como un hijo para él- cerró los ojos consumido por el dolor físico que sentía y provocando que el corazón de Romano se encogiera y rompiera en mil pedazos quedándose inmóvil.
La nariz italiana dejó de sangrar al rato pero sus ojos no dejaron de expulsar lágrimas, pero cuando empezó a sentirse idiota decidió hacer lo que le había dicho el español y se dirigió al salón, entonces reparó en la batalla campal que se había sucedido allí. Cojines, sillas, libros, estanterías enteras, mesas y todo lo que alguna vez estuvo sobre algo estaba desparramado por el suelo de la sala, cuadros rasgados y perforados, y lo más perturbador de todo. La sangre. Sangre por toda la sala, fresca aún la que hacia una especie de río hacia otro cuerpo inerte en el suelo, un cuerpo alemán que tantas veces le había querido ver así (o eso había jurado, pues ahora no quería ver más sangre), pero debía hacer lo que España le había mandado por lo que se acercó al rubio para examinarlo. En su mejilla izquierda una muy fea herida expulsaba sangre y teñía la blanca piel del rubio, además de varios cortes en el brazo izquierdo bastante graves y-y…Romano no lo soportó más y vomitó allí mismo.
-Llamar- fue lo primero que dijo tras limpiarse- necesita llamar a…- por fin cayó en la cuenta ¿Dónde estaba Veneziano? Aterrado por la idea de que el intruso hubiera dejado al idiota de su fratello igual o peor que a las otras dos naciones zarandeó al alemán. Aplicando la lógica de "Donde está Ludwig, está su fratello y donde está su fratello, está el macho patatas" ¿no es tan descabellada la idea de que Feliciano este en la casa, no?- Despierta, pedazo de idiota hecho de patatas musculosas o te juro por todos dioses habidos y por haber que te mato aquí mismo- consiguió su objetivo, pero no fue como esperaba- ¿Y mi hermano?
-¿Italien?- Alemania parecía desorientado y sus ojos no parecían enfocar bien.
-La mitad sur- le contestó.
-Apártate de mí- sin esperar respuesta del otro le propinó una certera patada en el pecho a Romano que por inercia su cuerpo se desplazó un par de metros.
-¿pero qué haces?- Lovino no pudo pronunciar esas palabras pues había sido privado del habla y del oxigeno por culpa de ese golpe por unos segundos.
El alemán intentó incorporarse y caminar, pero al dar el primer paso se resbaló con la sangre que allí había y se cayó de nuevo al suelo, inconsciente- esta me la pagas- tosió Romano y buscó su teléfono entre los bolsillos suyos propios y los del alemán, dado que no tenía el suyo al parecer. Tecleó en el patatófono (palabra que Romano había inventado para llamar al teléfono móvil alemán) y buscó en su agenda de contactos. Por lógica latina, Austria debería ser el primero, exacto, pero estaba en alemán (obviamente) por lo que estaría en la O. Siguió bajando por la lista hasta encontrar la B de Bruder y marco llamada.
-Gilbert no te puede atender ahora mismo, el hermano mayor le está a punto de dar amour- Francis era sin duda, con quien hablaba.
-Soy Romano.
-¿Oh? ¿Por qué me llamas desde el teléfono del alemán engominado, Romano?
-Que el Gil-teléfono es mio, so idiota- quien gritó al otro lado de la línea era Prusia y parecía en apuros.
-En fin, ¿Dónde está Toño?- prosiguió el francés.
-Llamar a una ambulancia y rápido.
-¿Qué pasa West? ¿Problemas con Italia?- Prusia parecía haber recuperado su teléfono.
-Llama a una ambulancia, mejor dos, RÁPIDO, estamos en mi casa- cada vez más histérico el sureño.
-¿Qué ha pasado?- preguntó alarmado.
-España está…- se contuvo de no derrumbarse allí mismo- creo que se muere si no se ha muerto ya.
-¿Cómo? Gil pon el manos libre que no me entero.
-España está se muere.
-Vamos para allá, Lovino- le contestó el francés- no cuelgues, por favor.
-¿Y West?
-En un estado parecido al de España…
-Mon Dieu…
-Démonos prisa, Fran, ve llamando a urgencias. Lovino, sigues ahí ¿no?
-¿Adonde me voy a ir si no?
-Estamos ya en la calle, no cuelgues.
-No lo haré- ¿Qué demonios les está pasando a los pervertidos nivel maestro? Aunque es normal dada la situación, pero no deja de ser raro su forma de actuar y hablar.
-Escúchame ahora- le habló Prusia- quiero que compruebes si están mein bruder y Antonio con pulso o no ¿de acuerdo?
-De acuerdo- primero comprobó al alemán que estaba al lado suyo- tu hermano está vivo pero con el pulso muy débil- a continuación fue a ver a España intentando no llorar- España está…casi no le noto el pulso.
-Tranquilo, ábrenos la puerta que ya estamos aquí- fue decirlo y hacerlo por el más joven. Enseguida la casa fue inundada por los dos locos amigos del español que abrieron los ojos desmesuradamente al ver a Lovino manchado de sangre y posteriormente a su inseparable amigo- llévame dónde está mi hermano, Romano- le pidió el prusiano, pero el ave amarilla fue más rápida y llamó a su amo, por lo que no hizo falta que fuera el italiano quedándose con el francés.
Primer capítulo completado. Espero que os haya gustado, si queréis continuación o hay alguna cosa que necesite ser cambiada o consejo, decirme sin problemas.
