Hola, pastelitos :)
He aquí un extraño AU cuya trama estaba pensada para ser un Sheldon x Amy, pero en algún momento comencé a pensar en Sigyn y Loki y la historia se torció bastante hasta quedar como el fic que ofrezco ahora. Quería hacerlo un LokixOC, también pensé en Darcy, e incluso casi me atrevo a escribir un Lokane, pero las palabras no surgieron hasta que determiné que sería un Logyn. Aunque siendo sincera esto ya más bien es sólo una excusa para divertirme un rato escribiendo mi fantasía más grande (XD): estos personajes de Marvel en la escuela, conviviendo como gente normal (o algo así).
La trama en general tiene algo que ver con aquella simpática canción de Paramore: (One of Those) Crazy Girls. De hecho todo el fic está inspirado en una serie de canciones similares y en mi gusto culpable por las Teen Movies (en especial de los 80s).
El titulo lo tomé de la serie Doctor Who. Es la frase que dijo El Doctor un par de veces (quizá más) en el episodio "La Hija del Doctor".
Esto será más que nada Logyn y Thor/Jane, aunque también habrá algunas otras parejas en menor medida (Pepper/Tony; Clint/Natasha). Un fic muy ligero, casi nada de drama (al menos no del serio).
Argumento: Sigyn siempre ha sido un tanto excéntrica pero eso nunca fue un obstáculo para que Loki encontrara en ella a una buena amiga, un maratón de Tim Burton no parecía una mala idea para un viernes por la noche.
Jane, por su parte, siempre ha sido muy nerd, Thor nunca terminó de entender cómo tuvo valor para invitarla al baile. Ya empieza a acobardarse.
Lorelei siempre ha sido un poco 'enamoradiza' (no digamos zorra) y no consiguió pareja, sufrir un paro cardiaco es una realidad muy próxima para ella.
Darcy no conoce la frase "disfrutar del silencio" y la prudencia no está entre sus cualidades.
Natasha es genial y a Clint no le importó que fuera parte del círculo social de las raras.
Algunas desesperadas, otras celosas y unas cuantas despistadas, el baile se acerca y Barton se está dando cuenta de que en realidad TODAS las chicas están locas… Un par de meses más, el automóvil de los Odinson destrozado, Lorelei con fracturas múltiples, Amora desnuda en las redes sociales, Sigyn sentada en el asiento trasero de una patrulla y Jane forcejeando, ahogada en alcohol, con un oficial de policía mientras una usualmente sensata Pepper no deja de gritonearle a Tony. Entonces Natasha gira la cabeza para ver a Clint y lo dice: "Como en Budapest" justo antes de darle un puñetazo en la cara.
Lo que sucede cuando el Ragnarök se disfraza del baile de fin de curso.
Capítulo 1. El autobús.
El verano había acabado para el bichejo pelirrojo todavía envuelto en sabanas, o algo así señaló una de sus hermanas mayores. Luego del quinto toque a su puerta y una burla más, Sigyn apartó las sabanas y se incorporó sobre la cama frotándose los ojos.
Aun sensible a la luz que entraba por las ventanas de su habitación, su mirada paseó veloz por el lugar. La imagen del caos de cajas apiladas y otras ya abiertas con su contenido desordenado alrededor, le produjo una sonrisa. A Sigyn le gustaba la curiosa magia del desastre en los primeros días luego de una mudanza, era como renovarse, era emocionante y le causaba unas cosquillitas muy agradables en el estómago. Mudarse era una de las cosas que más disfrutaba: lugares nuevos, personas nuevas, un montón de eventos inesperados. Era como un ritual para entonces: empacar, desempacar, ordenar, y repetirlo todo de nuevo dentro de poco. Luego de la ducha recordó que esta vez sería diferente. Ahora, con su padre a cargo, era definitivo. Idunn y Nanna había saltado por toda la casa, tomadas de las manos y cantando contentas, por otro lado ella no dejaba de sentirse un tanto decepcionada, y además la culpa por haber dejado sola a su madre no le permitía compartir la entera felicidad de sus hermanas.
—Renacuajo, el autobús te dejará —le apremió Iwaldi atándose el nudo de la corbata, viéndola por el espejo mientras ella pasaba frente a su habitación—. Es una pésima idea llegar tarde el primer día.
Sigyn asintió con una leve sonrisa. Era extraño volver a tener a su padre en casa y lo cierto era que le hacía sentir bien y le recordaba por qué valía la pena sacrificar la emoción de las constantes mudanzas. Se acercó a él e hizo que se inclinara un poco para ayudarlo con su corbata. Al acabar Iwaldi depositó un beso en su frente e insistió en que se apresurara.
Con un vaso de leche en la mano y medio recargada en el refrigerador escuchó las últimas indicaciones de su padre a Nanna, y fue entonces que por casualidad vio la hora en el reloj de la pared. Abrió sus ojos tanto como pudo, terminó rápidamente con su vaso de leche, se colgó la mochila y salió corriendo rumbo a la puerta principal.
—Recuerda que no puedes decirle a nadie de nuestro parentesco, renacuajo —El sobrenombre que sonaba cariñoso en voz de Iwaldi, viniendo de Idunn no era otra cosa que un insulto.
Idunn, la hermana de en medio —técnicamente hablando ya que ella y Nanna eran gemelas pero Idunn había nacido segunda—, era rubia (como Freya y Nanna, y no pelirroja como Sigyn, quien, según palabras de la propia Freya, había tenido la desgracia de salir a su padre) y tenía una extraña pero indudablemente útil habilidad para convertirse en la chica popular antes del tercer periodo del almuerzo. Aquello era un asunto preocupante para Nanna, ella estaba segura de que eso le estaba echando a perder el cerebro a su hermana; sin embargo Sigyn consideraba la fama de Idunn algo estupendo, con tantas fiestas y demás eventos sociales a los que acudía Idunn, podía no verla durante días, y no es que no amara a su hermana con toda el alma, pero es que Idunn era sencillamente insoportable.
—Algo sospecharán, las tres somos nuevas —respondió serena la menor mientras cruzaban la puerta principal. No parecía intentar arruinarle el plan a Idunn, más bien le estaba haciendo notar la falla en él, como ayudándola a encontrar una mejor forma.
Idunn lo sopesó.
—Siempre podemos decir que eres adoptada —dijo por fin, encogiéndose de hombros.
—Y yo desmentiría eso —le advirtió Nanna, alcanzándolas. Sigyn le dedicó una sonrisa y una mirada de agradecimiento. La mayor de las tres hermanas le devolvió el gesto justo antes de torcer un poco la boca. Contempló por largos segundos a Sigyn de pies a cabeza, con una mueca de algo parecido a la compasión. Al final se tornó un tanto más seria—. Pero Sigyn, en serio, procura no atraer demasiado la atención de las perras brabuconas, ¿quieres?
Sigyn frunció los labios. —Veré qué puedo hacer —respondió antes de subir al autobús.
Idunn rodó los ojos y Nanna resopló cuando el vestido con estampado de flores de Sigyn se atoró en algún lugar y la menor cayó de rodillas sobre uno de los escalones. Nanna se apresuró a ayudarla. Idunn comenzó a enrojecer cuando escuchó a los demás estudiantes reírse. Permanecer en una misma ciudad por mucho tiempo dejó de sonar como una muy buena idea.
Detuvo su pierna por tercera vez desde que había subido al transporte escolar, pero la ansiedad y el enfado todavía eran muy fuertes como para dejar de mover la pierna de forma frenética. Miró por la ventana y justo entonces comenzó a tener dificultades para respirar. ¿Por qué hacían esos malditos autobuses tan pequeños?
Loki comenzó a quejarse. ¿Por qué iban tan rápido? ¿Por qué iban tan lento? ¿Por qué se detenían en todos lados? ¿En serio había tantos estudiantes que no tenían auto o bicicleta o pies? De acuerdo, estaba exagerando. Empezó a tamborilear los dedos contra la ventana. Y pensar que acababa de subirse dos cuadras atrás.
—Odinson, si no te quedas quieto un maldito segundo voy a pararme y te daré una golpiza que tu hermano tendrá problemas reconociendo tu cara.
Loki apretó los dientes pero detuvo sus dedos. Conocía demasiado bien a Tyr como para localizar su gruesa voz desde uno de los asientos atrás de él, y lo conocía todavía más como para saber que aquella no era una amenaza sino una advertencia. Procedió entonces a morderse los labios en un intento por darle salida a su ansiedad y enojo, ahora empeorados por el patán musculoso que se daba el lujo de ordenarle cuando dentro de algunos años estaría trabajando para él.
Pero todo era culpa de Thor. El estúpido, torpe, descuidado y desobligado que tenía por hermano mayor. Aquel enorme cumulo de idiotez le había obligado a tomar el bus escolar por su incapacidad para conducir decentemente. Loki tenía que convivir con todas aquellas personas de las cuales odiaba al 99%, y Thor qué hizo: se encogió de hombros, se fue a meter a su cama para no salir el resto del día no sin antes decirle, "si tantas ganas tienes de ir puedes tomar el transporte escolar, hermano".
Y claro tenía que ir pero por supuesto no por ganas. La única forma de hacer que Loki asistiera al colegio por auténticos deseos de estar allí sería si el resto de la población escolar era incinerada por un rayo láser. Las posibilidades, desgraciadamente, de que tal evento ocurriera eran mínimas. Por lo tanto debía conformarse con ir a la escuela porque de otra forma Odín iba a tragárselo vivo, no como a Thor, que esa bestia bien podía quedarse días en casa y la reprimenda tibia de su padre le iba a entrar por un oído y le iba a salir por el otro.
Y allí estaba él, sentado, sufriendo de claustrofobia, o lo que fuera, esperando a que un trio de mocosas subiera. Bueno, la primera lucía como una mocosa, las otras dos eran algo mayores. Dos rubias y la otra pelirroja. Las mayores eran muy parecidas pero se podían distinguir perfectamente; una era sencilla, usaba lentes y el cabello lacio mientras que la otra a las claras se paraba tres horas antes para sumergirse en ácido o cualquier otra sustancia que la hiciera lucir como las vulgares Abejas Reinas lucen.
Loki casi sonreía, la próxima en la larga lista de Thor estaba despreocupadamente parada en la acerca y Sif no estaba allí para disfrutarlo juntos. El ataque de histeria de Sif tendría que suceder otro día.
Estupendo, nuevas, pensó Loki con una cierta virulencia. Su hermano y su estúpido círculo social pasarían un par de días parloteando acerca de las nuevas. La escuela entera con lo chismosos que eran, y él iba a querer taparse los oídos con cera de abejas con tal de no saber nada acerca de nadie. Aunque tal vez su madre se lo impediría… de nuevo. Peor todavía, con la tendencia de Frigga a ser amable con todo mundo y considerando que no estaba realmente lejos (pese a que Loki sentía que llevaba dos vidas ahí sentado) iban a obligarle a visitar la casa de esas que… se caían sin razón al subir al autobús.
La maligna sonrisa de Loki apareció mientras varios de los chicos reían a carcajadas.
Nuevas y torpes, perfecto. Entonces las cosas no estaban tan mal si podían proveerle algo de diversión.
Esperaba disfrutando con perversa satisfacción que la muchachilla se pusiera de pie y comenzara su incómodo recorrido hasta encontrar asiento con la cara roja como un tomate, pero lo único que tenía rojo era el cabello. Caminó sacudiéndose la ropa y luego alzó la vista buscando un lugar disponible.
Loki sabía mucho de mentiras, y por lo tanto, sabía demasiado acerca de fingir, y definitivamente aquella chica no estaba fingiendo demencia mientras el resto de los presentes la observaba con burla, y él con estupefacción, su nariz ligeramente arrugada. Aquella muchachita de cabello hasta la cintura que parecía no haber conocido nunca los beneficios de un cepillo, y el cual le caía en ondas desordenadas, no procuraba ignorar su accidente para aminorar su vergüenza. Lo ignoraba genuinamente, y al parecer no conocía la grandeza en la palabra 'vergüenza'. Nadie con una decena de collares y amuletos al cuello podría saber nada acerca de la maravilla de la vergüenza.
El pelinegro la contemplaba ahora casi horrorizado. Era como estar frente a un espectro dentro de una de esas baratas películas de terror. ¡Qué espanto! ¿Y ahora de quién iba a burlarse, con quién iba a divertirse? No tiene sentido jugarle bromas a las nuevas torpes si éstas son incapaces de sentirse avergonzadas. Además a la próxima Abeja Reina no podría acercársele demasiado sin tener feos y desgastantes problemas, mientras que la otra se veía tan seria, tan madura, ¿qué sentido tiene jugarle bromas a una chica que tiene la mirada de tu madre?
Loki se giró a la ventana, chispeando de rabia.
Mierda. Una satisfacción en esta vida, por todos los dioses, ¡UNA!
Un dedo picando su hombro lo trajo de vuelta al mundo y Loki volteó a ver la interrupción a su magnífico monólogo acerca de cómo y porqué el universo lo odiaba. Sus ojos asesinos chocaron con la cara espantosamente cerca del alien-espectro.
—Sigyn —profirió, estirando la mano para saludarle.
Loki lo procesó por unos segundos, con su mejor cara de estupor total. Después, cuando logró ser consciente de que el alienígena (aparentemente de nombre Sigyn) había tomado la no muy sabia decisión de sentarse junto a él, —y como si eso fuera poco le estaba tendiendo la mano— tragó saliva procurando no ser tan obvio y deshizo su sorpresa para gesticular algo así como asco.
Es nueva, recuérdalo Loki, es nueva, hay que amaestrarla.
— ¿Qué clase de espantoso nombre es ese? —Sus ojos viajaron rápidamente a la mano extendida de ella y luego a su cara, decidido a no estrecharla.
El alien levantó las cejas, desvió la mirada, se relamió los labios y apartó su mano.
—Yo qué sé —contestó mirándolo de nuevo, ligeramente enfadada al parecer—. No elegí mi nombre, ¿tú sí?
Fue el turno de Loki para alzar las cejas, un poco sorprendido, hacía tiempo que una chica no respondía (ninguna aparte de Sif y Darcy) a sus insultos.
—No, pero al menos elegí mi ropa y no dejé que mi abuela lo hiciera por mí —espetó con algo de desinterés, quizá cansancio. Le asombraba la muchacha pero no tanto como para mantener una conversación prolongada y cordial.
Ella frunció el ceño. —Me sorprende que tengas el valor de admitirlo, con lo afeminado que te ves yo habría preferido echarle la culpa a mi abuela —dijo y giró la cabeza hacia el otro lado.
Loki entrecerró los ojos para después torcer uno de los extremos de su boca en una especie nueva de sonrisa.
—Soy gay.
El enfado de Sigyn se escurrió dejando solamente un rictus de culpa. Diablos, diablos, diablos. Nunca lo pensó, es que se veía tan… No lo decía en serio, su ropa estaba muy bien, con todo y gabardina, sólo buscaba algo para molestarlo, a los hombres suele herirles que les considere afeminados, pero…
Diablos.
—Yo… —comenzó—. No quería decir afeminado en un mal sentido… Es decir, respeto mucho tu orientación sexual y tu forma de vestir, no hay nada de malo en ser gay… No es que considere las cosas afeminadas como algo malo… Yo nunca… Lo siento mucho… De verdad…
Loki, que tenía el rostro petrificado en una fingida ofensa, volvió a sonreír malévolamente. Así que la loca sí tenía su punto débil. Empezó a reír.
Sigyn detuvo sus disculpas y se puso seria antes de golpearle en el brazo.
—Eres un… ¡No es cierto, mentiroso!
—Acostúmbrate —replicó pasando por alto la agresión física (porque era la primera vez) y se encogió de hombros.
El silencio permaneció y el pelinegro estaba contento con él. Volvió a mirar por la ventana, apoyando la cabeza en la palma de su mano y contando cada segundo que pasaba encerrado en aquella jaula de metal con ese grupo de monos fastidiosos.
— ¿Y cuál es el nombre que no elegiste?
Loki hizo una mueca y casi gruñó sin despegar su vista de la ventana, —Loki.
—Creo que es interesante —comentó distraídamente ella, buscando quién sabe qué cosa en su mochila.
Loki se enderezó y enfocó su atención en ella. O definitivamente era un alien o acababa de escaparse de un manicomio o habían practicado en ella una lobotomía, o las tres porque nadie en este mundo pensaba que Loki era un nombre interesante. Les parecía extraño, ridículo, un acto muy cruel por parte de sus padres, pero nunca, jamás, les parecía interesante.
Loki estaba por escuchar lo mejor.
—Es muy bonito —agregó, sosteniendo entre sus manos una diminuta piedra azul. La llevó a la altura de sus ojos y luego sonrió, complacida—. Ten. —El alien lobotomizado le tendió el objeto, sonriente—. No es una bomba nuclear, Loki, es una piedra.
—Exacto —dijo él, aturdido—. ¿Para qué diablos quiero yo una roca? ¿Para qué quiero yo una piedra que me da una loca que acabo de conocer?
—Podría servirte —insistió.
Él negó con la cabeza. —No lo creo.
—Tómala y ya —Sigyn sujetó la mano de Loki y le obligó a sostener la piedrecilla azul—. Algo me dice que vas a necesitarla… Te traerá suerte.
—No creo en esas cosas —murmuró él, viendo la piedra en su mano.
—Pero yo sí.
Al volver sus ojos a la cara de ella se convenció, por completo, de que se trataba de alguna especie de alienígena recién escapado de un manicomio en el cual le habían practicado una lobotomía, nada más explicaba su estúpida sonrisa.
¿Qué tal? :)
Capítulos cortitos, de eso se trata esto. ¡De eso y canciones pop!
En un principio (hace cinco o seis meses) Sigyn iba a ser rubia… como Luna Lovegood! (mi Sigyn está MUY inspirada en ese personaje de Harry Potter) pero entonces comencé a obsesionarme con Amy Pond —Karen Gillan— (Doctor Who). Y me pareció apropiada.
Por ahora no hay más que agregar.
¡Hasta pronto!
