Titulo: Semillas de Grandeza
Palabras: Bien, este capítulo tiene 907... así que me imagino que una vez las cuente todas, tendré unas 5000 o 6000 palabras a lo minimo ;p
Disclaimer: Ni la saga de Harry Potter ni sus personajes me pertenecen u.u todo es propiedad de Jk
Este fic ha sido creado para el "Amigo Invisible 2014" del foro "La Noble y Ancestral Casa de los Black"
Peticion: Bien, mi AI me pidió que hiciera una historia donde los fundadores de Hogwarts (de preferencia niños) fuesen todo lo contrario a lo que representan (Helga perezosa y desleal, Rowena tonta y cerrada de mente, Godric miedoso y llorón, Salazar ingenuo y amante de muggles :p) y que se explicara como cambiaron… XD dire que me divertí un montón con esto… aunque siento que no lo logré del todo u.u solo espero que a mi AI no le parezca una basura porque todavía me faltan algunos capítulos
Por cierto, como dato curioso, yo antes de investigar me había planteado que quería a Helga aprovechándose de un pobre Sal XD y en la información me encuentró con que ellos eran amigos y que Helga lo derrotó en un duelo.. simplemente demasiado para mi jajaja descubrí cosas de los fundadores que no me había imaginado y otras tantas que encajaban muuuuy bien con mi cannon mental :3
En fin, mejor dejó lugar a la historia:
-Vamos Salazar, no tengo todo el día- haciendo una mueca ante el tono impaciente de la chica, el joven de ojos grises continuó con su pesado trabajo. Aunque su pelirroja amiga no pareciera comprenderlo, él estaba haciendo su mejor esfuerzo.
-Hago lo que puedo, pero esto es demasiado pesado- se lamentó mientras observaba a la chica que continuaba caminando con ahínco a una distancia bastante grande. Helga por su parte solo rodó sus ojos azules, no entendía del todo las lamentaciones del chico, no es como si fuese demasiado difícil cargar una cesta.
-Si no quieres ayudarme solo dilo, Amicus parecía bastante interesado en ocupar tu lugar- espetó, luego, reflexionando un poco, agregó en tono algo abatido – Yo sé que no te importo lo suficiente… después de todo no soy nada especial- terminó con un pequeño puchero que mostró en toda su gloria al pálido chico que ya empezaba a jadear por el esfuerzo.
-No, no, no- se apresuró a negar el chico- yo no quería lastimarte, Helga- colocó la canasta en el suelo y se acercó a la chica intentando abrazarla. Helga se alejó del contacto, con los años había aprendido a manejar a Salazar de la mejor manera.
-No, no me quieres. Desde ahora Amicus será mi mejor amigo y a ti no te tocará nada de la fortuna que haré cuando me case con un rico heredero, que ni de loca me caso con un campesino, tampoco podrás visitarme ni a mí ni a mis hijos. Todo por ser un desconsiderado conmigo y no ayudarme en momentos de necesidad- aseguró ofendida y negándose a mirarlo a la cara.
-No, si te quiero. Mira, ya estoy cargándola- contestó Salazar entre jadeos, la canasta pesaba horrores pero no quería que su amiga pensara que no le importaba o que lo alejara de su vida. Colocó la pesada y ancha canasta en su espalda con algo de esfuerzo pero bastante dispuesto a aumentar su ritmo, escuchó como sus pasajeras se inquietaban e inmediatamente las calmó con unos suaves siseos.
Había estado trabajando en este pequeño truco por algunos años y parecía que por fin estaba haciendo progresos.
-Bien, entonces continuemos- el chico soltó un suspiro aliviado cuando Helga le regaló una brillante sonrisa, su amistad era una de las cosas que más valoraba, después de todo ella siempre había sido muy buena con él.
Continuaron su camino por el terregoso camino de la colina, siempre vigilando por si alguien más los atrapaba. Bueno, Salazar vigilaba mientras la chica se encargaba de 'actuar con normalidad'. Cuando al fin llegaron al lugar, Helga soltó un suspiro cansado.
-¡Al fin! Creí que jamás llegaríamos- admitió antes de irse a descansar debajo de la amplia sombra de un árbol- continua con el plan- le recordó al chico que la observó con duda.
- No estoy seguro de que sea lo correcto… después de todo son solo muggles, no sabían lo que estaban haciendo- trató de razonar.
-Eso solo significa que son idiotas y por tanto no deberían, siquiera, permitirles la entrada a la villa. ¿Acaso vas a ponerte de su parte? ¿Aun después de que arruinaran el plantío de mandrágoras de mi familia?- cuestionó mientras se enderezaba haciendo rebotar sus pesados chinos.
-No creo que supieran lo importantes que eran- argumentó encogiendo visiblemente su cuerpo y tratando de apaciguarla- podríamos intentar hablar con ellos ¡E incluso pedir algunos consejos de cultivo!- en este punto empezó a rebotar en la punta de los dedos de sus pies- ¡Hacen unas cosas increíbles para asegurar un mayor provecho del suelo, y eso sin mencionar sus intentos por llevar a cabo los rituales de magia menor…!- Helga decidió interrumpirlo antes de que empezara a relatarle como bendecían sus tierras con métodos, en su opinión, absurdos y poco efectivos.
-Sí, sí, sí. Muy interesante, Sal, ahora haz lo que te pedí- Los ojos grises parpadearon confundidos por unos segundos antes de que su dueño hiciera una mueca.
-Pero alguien podría verme- protestó.
-No lo harán, por eso estoy aquí- aseguró la chica, ¿era su imaginación o el calor a su alrededor había aumentado?- ve, tienes que terminar antes de que alguien regrese. Si haces bien tu trabajo, te horneare unas deliciosas galletas- terminó.
Salazar simplemente asintió un poco más relajado, si Helga le daba galletas entonces no tenia que preocuparse demasiado, además, su amiga lucia increíblemente confiada. Era obvio que nada iba a pasar
-Bien, vuelvo en un momento- y sin decir más empezó a arrastrar la cesta hasta el interior del enorme jardín, siseando suavemente a modo de repartir instrucciones entre sus aliadas. Helga tenía razón, esos muggles necesitaban aprender una lección, y nada mejor que un susto para lograrlo.
Y eso sin mencionar que le daría a probar algunas de sus galletas, y si algo sabía era que en sus doce años de vida, jamás había probado algo tan bueno como sus galletas.
Helga se recostó despreocupadamente bajo la fresca sombra del lugar, el largo camino hasta aquí la había agotado. La próxima vez simplemente le diría a Salazar que era lo que debía hacer y ella lo esperaría en el interior de su casa, no es como si el chico la pudiese necesitar para algo, era más que capaz de cargar una cesta y liberar su contenido.
Poco a poco dejó que sus ojos se cerraran, ciertamente podría tomar una siesta, no había nada de malo en ello. No, absolutamente nada de malo.
No es como si fuera a pasar algo en cinco minutos.
N/A: Bien, solo para que estemos en el mismo canal, Salazar tiene doce años y Helga tiene 13, casi 14…. Auqnue admito que estuve tentada a dejar a Sal de unos diez o nueve años ;3
