Nota aburrida (pero necesaria y muy aclaratoria) de la autora:

¡Hola a todos! Bienvenidos a este fic. Aquí os encontraréis un universo alternativo, donde gran parte de los elementos originales han sido alterados en pro de la buena marcha de la historia. Veréis diálogos muy parecidos y escenas muy similares (nada es de mi propiedad, es todo de sus autores y yo solamente le he dado forma distinta) Quería hacer un pequeño homenaje, haciendo la historia lo más parecida al original, teniendo en cuenta los grandes cambios que he introducido. De hecho, veréis que los primeros capítulos siguen en cierto modo la trama de TFA (The Force awakens / El despertar de la Fuerza). Enlazaremos con TLJ (The last jedi / Los últimos jedi), para, a partir de ahí, jugar con las posibilidades que se nos brindaron con el estreno de la peli y el nacimiento de nuevas relaciones… ¡No digo nada más!

Quiero que esto sea lo más creíble posible, así que si os estáis imaginando a un adolescente de 17 años viviendo solo y sin tutores legales… (ejem, Kylo, ejem) Ya veréis lo que he pensado para él.

Me gustaría dejar clara una cosa una vez más: estamos en un instituto, así que el tono grave, solemne y asesino de los "malotes" va a quedar rebajado un poco. Eso no quita que vayan a hacer jugarretas de las gordas. Sin embargo, voy a hacer lo posible por mantenerles dentro de su personalidad. Sencillamente, no es creíble que a un adolescente con tendencias homicidas lo dejen a sus anchas en un centro escolar en lugar de estar metido en un centro donde reciba ayuda.

Por cierto, aunque esté hablando de realismo y credibilidad, no penséis que no van a pasar cosas raras, ¿eh?

¿Qué os vais a encontrar? Pues aventuras, encontronazos, mucha tontería adolescente, coincidencias de las que dan risa, drama-queens, más risas (se intentará) y en general, un tono más ligero y alegre que el de la saga original. Por supuesto, habrá peligros, misterios y sorpresas.

Últimas indicaciones: he gradado este fic con una "T" por el lenguaje y expresiones utilizadas por ciertos personajes. Si estáis buscando alguna escena subida de tono, lamento deciros que éste no es vuestro fic. Soy bastante fiel al canon y por tanto, lo que no ha aparecido en las películas, no va a aparecer aquí. La historia original es ya de por sí emocionante como para añadirle más cosas.

Espero que disfrutéis. Y espero vuestras sugerencias y opiniones

Este capítulo es más corto que los demás. Solamente os presento lo que hay. Para aquellos que se pregunten por qué no aparece tal o cual personaje, yo respondo: "Todo a su tiempo, y cada cual llegará cuando tenga que llegar". Las sorpresas gustan más en pequeñas dosis. Paciencia, pronto tendremos toda una ensalada de personajes listos para vuestro disfrute.


1

Enemigo, traidor, aliado

El olor a patatas fritas con kétchup inundaba aquella zona del parque. Se mezclaba con el de los refrescos, gominolas y demás guarrerías comestibles que se habían tendido sobre el césped y las mesas de plástico. Alguien había traído unos altavoces conectados a un móvil, en el que sonaban los últimos éxitos del verano que ya moría. Las latas de refrescos y zumo circulaban en derredor del nutrido grupo que había allí concentrado. Había gente cuyas edades oscilaban entre los catorce y diecisiete años, que charlaban entre sí a voces, haciendo bromas, compartiendo las bolsas de patatas y bailoteando al ritmo de la música. Algunos discutían en torno a unos papeles que habían traído, pues preparaban algunos juegos para pasar la tarde. Un adorable corgi galés trotaba por entre los adolescentes y se dejaba acariciar por todos, mientras le daban alguna patata o trozo de pan y movía la cola rápidamente. Otro joven, que sería su dueño, le quitó el collar un momento para sacarle las chapas. Se lo volvió a colocar, dejando que el perro siguiese jugando y se puso a limpiar las placas.

A pesar de que el curso estaba a punto de empezar, aquel grupo de alumnos del instituto Republicano no estaba demasiado triste. Sabían que comenzaba un nuevo año lleno de deberes, trabajo, agobios y estrés, pero también era divertido volverse a encontrar después del verano. Habían organizado aquel grupo especial para ir de excursiones, bailar, ir al cine, jugar a videojuegos, hacer deporte… Todos estaban mezclados, daba igual la clase o el curso al que pertenecieran, porque en aquel grupo, no se hacían distinciones. Todos eran bienvenidos, siempre y cuando se comportasen adecuadamente y tuvieran algún hobby que compartir.

La tarde era soleada, justo aquel momento en que el sol deja de molestar y proporciona una suave luz rosada que acompaña a una siesta vespertina… La paz y la armonía compartían el protagonismo…

De repente, las estridentes notas de una música de rock machacón a todo volumen casi les rompen los tímpanos al primer rugido.

- ¡Vayaaaaa, pero si son los pringados pobretones! – gritó alguien con un altavoz en la boca.

De la nada apareció un coche con las ventanas abiertas, de donde salía la música, que aparcó de un frenazo brusco en la calzada al borde del parque, donde estaban instalados los alumnos. De él saltaron cinco chavales que vestían cazadoras de cuero negras, bombers del mismo color y botas de punta de acero. Otros chicos y chicas venían en bicicletas, aproximándose por la acera. Varios de ellos venían corriendo, con bocinas de mano y gritando como posesos.

- ¡Hola, pardillos!

- ¿Qué hacéis, nenazas? ¿Compartiendo las galletas de la guardería?

- ¡Dadnos un poco de merienda!

Y mientras gritaban, pasaron por medio del mantel que habían preparado, derribando bebidas, casi atropellando a algunos de ellos y haciendo correr a varios de los más pequeños, que empezaban décimo grado, que salieron huyendo.

Algunos de los más mayores se enfrentaron a los invasores, increpándoles y plantándoles cara. Pero era complicado y muy peligroso, pues los recién llegados no dudaban en pasar con sus bicicletas por donde les venía en gana y los que iban a pie derribaban móviles y botellas.

En cuestión de segundos se armó una batalla campal, donde los alumnos del instituto Republicano se dividieron, unos para ayudar a refugiarse a los pequeños y otros para liarse a golpes con los perturbadores. El pequeño corgi ladraba enfurecido, mordiendo todo lo que se encontraba a su paso y correteando sin que ninguno de los invasores pudiera cogerlo…

Entre los del Republicano, destacaba uno de los más mayores, que combinaba sus patadas con gritos de guerra. Había tumbado ya a tres de los más folloneros y era rápido como una bala. Llevaba una cazadora de fútbol en tonos naranja y unos vaqueros con deportivas gastadas. Su cabello oscuro estaba revuelto por la pelea y sus ojos castaños brillaban desafiantes. Su atractivo rostro estaba truncado por la rabia y el desdén.

- ¿Dónde tienes a tu líder, eh, paleto? – cogió a uno de las solapas de la bomber y le asestó tal puñetazo que acabó haciendo la croqueta hasta el árbol más cercano - ¿Mamá pato se ha quedado en casita, a gusto?

- ¡A por Dameron! – rugió una chica con rastas de color verde y media cabeza rapada – Hoy no te escapas, niñato!

El aludido asomó la cabeza de detrás de los arbustos y se plantó ante ellos, sin demostrar el menor miedo ante los cuatro gorilas que se le venían encima.

- Chicos, voy a llamar a la poli en 0,2… No llevemos esto más allá… ¡Ya la habéis liado bastante!

- ¡Cobarde!

- ¡A por él!

Los cuatro se tiraron en plancha hacia él, pero llegaron tarde gracias a las rápidas piernas de Dameron. No en vano era el mejor quarterback del equipo de fútbol y había llevado a la victoria a su instituto en varias ocasiones frente a los cuervos de la Academia de la Primera Orden…

Algunos de los cuales yacían ahora sobre el césped, convertidos en una ensalada de botas, piernas y brazos en negros y grises… Dameron salió de allí por patas, riendo a carcajadas mientras sacaba su móvil y llamaba a toda prisa a Emergencias. Después, se dio cuenta de algo…

- ¡BB! BB, ¿dónde estás? ¡BB!

Pero el perrito estaba perdido entre la confusión y Dameron empezó a desesperarse. Echó a correr hacia la salida del parque, llamándolo.

No lejos de allí, observándole, estaba uno de los alumnos de la Academia, que vestía una bomber negra como la de los demás y una camiseta blanca en la que lucía una calavera también blanca. Gotas de sudor resbalaban por su oscura piel y completaban la expresión de desconcierto y pavor en sus ojos castaños. Le habían dado aquella especie de "atuendo uniforme" unos días antes, para darle la bienvenida al nuevo centro y asegurarle que se lo iba a pasar muy bien saliendo "de marcha" con sus nuevos compañeros veteranos.

Había salido bastante nervioso de su casa aquella tarde. Había llegado nuevo a la ciudad hacía poco, y la Primera Orden parecía una buena Academia, donde podría lograr una beca en baloncesto, que era lo que mejor se le daba. Había oído algunas historias cuando fue a echar los papeles de ingreso, pero supuso que eran exageraciones.

Ahora, contemplando aquel vandalismo, se horrorizó de ver en lo que le habían metido. Ésta era la fama de la Primera Orden… Folloneros, maleducados, violentos…

Él no era así.

Se ocultó tras un árbol e intentó procesar lo que estaba viendo, mientras se daba cuenta de que estaba hiperventilando. A su lado, dos niñas de no más de catorce años llegaron corriendo mientras lloraban, quejándose de que les habían roto los altavoces del móvil. Una de ellas llevaba la camiseta manchada de batido de fresa. En cuanto le vieron, salieron corriendo aún más asustadas y se alejaron de él. En ese momento, él se arrancó la chaqueta, dejándola tirada entre los matorrales y salió de allí. De pronto, una voz le increpó a sus espaldas:

- Eres un mierdas. ¡Las has dejado huir!

El chico se giró y quiso que se lo tragara la tierra.

Ante él se alzaba la imponente figura de una joven de último año, de un metro noventa y pálida como el mármol. Llevaba la cabeza rapada al uno por la parte derecha y, desde la coronilla hacia el costado izquierdo, le caía una corta melena rubia platino hasta la oreja, arreglada con gomina de modo desaliñado. Tras sus gafas de sol negras, sus ojos azul acerado despedían chispas y no se podía decir que no fuera atractiva, pero el problema radicaba en su mirada de odio y repulsión. Por atuendo llevaba otra camiseta blanca con otra calavera, burdamente recortada por encima del ombligo, una cazadora negra y unos vaqueros grises de talle alto, rasgados por las rodillas, más unas botas y mitones negros.

Phasma. La jefa de las patrullas de pasillo de la Academia.

El día en que fue a por los papeles de ingreso, se la encontró en la puerta de secretaría. ¿Qué hacía una alumna ya veterana con el curso sin empezar ya allí?

Por lo que entreoyó de su conversación con la mujer de ventanilla, venía a recoger el impreso de actualización de normas de comportamiento en pasillos y lugares comunes, a revisar la lista de integrantes de las patrullas para el nuevo curso y a comprobar la lista de nuevos alumnos.

Sí que se tomaba en serio su trabajo…

Aquella tarde, había liderado el asalto al picnic de los del Republicano. Con su imponente altura y su fuerza, había sido de las primeras en arrasar con todo lo que había encontrado. Era implacable y de hecho, aún no la había visto gritar una sola palabra. Todos los demás alumnos la habían seguido, como hormigas que supieran exactamente qué hacer.

- Eh, novato, ¿me estás oyendo?

Finn, que así se llamaba nuestro amigo, salió de su ensoñación y se enfrentó a la mirada acerada de ella.

- ¿Qué haces sin la cazadora? ¿Te estabas rajando, pringado?

Finn pensó a toda velocidad, que con los nervios, no era su fuerte.

Al fondo, los últimos resquicios de la batalla seguían visibles. Platos y comida desperdigados por la zona, alumnos refugiados en los árboles cercanos… Afortunadamente, se oía una sirena de policía aproximándose y los últimos cuervos se largaban por patas, haciendo que el coche derrapara violentamente.

- Me he torcido el tobillo.

- Embustero. Te he visto correr como una lagartija.

- ¡Eh! ¡Alto los dos! ¡Los de los árboles!

Con un taco, Phasma echó a correr, pasando a su lado y dándole tal codazo que lo derribó de una dolorosa costalada. Antes de huir, siseó:

- ¡Te vas a enterar, novato! ¡Vamos a hacer de tu vida un infierno! – y salió disparada junto con los últimos miembros de la Academia que no estaban inconscientes. A los heridos los recogieron en el coche y habían salido zumbando antes de que llegara la policía.

Aprovechando la tranquilidad relativa, Finn evaluó la situación intentando calmarse. Lo primero que hizo fue desear no llevar puesta aquella camiseta, así que, allí mismo, entre los arbustos, se la quitó, le dio la vuelta y se la puso del revés, con la etiqueta por fuera y por delante, para que la calavera quedase a las espaldas y fuese menos obvia. Ahora sentía repulsión por aquel icono.

- ¿En qué manicomio me he ido a matricular? – refunfuñó, secándose el sudor de la frente – En cuanto llegue a casa se lo digo a mis padres…

Decidió salir del escondite y, lleno de remordimientos, se dirigió hacia la zona catastrófica. Aún quedaban allí algunos alumnos del Republicano recogiendo, declarando ante los policías y asistiendo a algunos heridos. No había habido incidentes de importancia, pues principalmente los de la Orden habían ido a hacer estropicio y meter jaleo.

Cerca de él, aún lejos del desastre, vio al muchacho que había estado llamando a su perro, el tal Dameron. Estaba muy concentrado en levantar una mesa de plástico. Tenía una brecha en la comisura del labio. A su espalda, había un cuervo tendido en el suelo, pero advirtió que se levantaba y, sigilosamente, se acercaba a sus espaldas…

Finn echó a correr lo más rápido que pudo y agarró al chico de la sudadera negra por la espalda, haciéndole una llave. Con el ruido de la refriega, el otro muchacho se giró y se percató enseguida de la situación. Juntos, lo atraparon y lo echaron de allí, mientras le hacían señas a dos policías para que lo persiguieran por los árboles.

Más tranquilos, el chico del Republicano lo miró con una resplandeciente sonrisa.

- Tío, muchas gracias – le tendió la mano – Me has librado de una buena.

- No hay de qué… - musitó Finn, estrechándosela - Es de cobardes atacar por la espalda. Espera, que te echo un cable… - dijo cogiendo la mesa por el otro extremo.

- Gracias… Menuda se ha armado, ¿eh?

Al acabar, fueron a por las sillas cercanas que había volcadas.

- Ya, ha sido tremendo. Esos tíos de negro están mal de la olla.

- Ya te digo. Siempre intentamos no seguirles el juego, aparte de que hoy había alumnos muy pequeñajos con nosotros y no queremos follones, pero a veces no podemos evitar un poco de fuego cruzado, ¿sabes? – dijo Dameron, señalándose la boca.

- Háztelo mirar. Tiene mala pinta.

- Bah, un poco de desinfectante y mañana como nuevo – comentó el atractivo alumno republicano, mientras terminaban de arreglar las sillas - Las he tenido peores. Llevo cuatro años viéndomelas con esos cabrones. Gracias.

- De nada – respondió Finn con un hilo de voz.

- Ahora lo que me falta es encontrar a BB – dijo su compañero llevándose las manos a la cabeza y dejando que la ansiedad se apoderara de sus facciones – Con el jaleo, ha salido corriendo y no sé dónde estará. Me preocupa que se haya asustado…

- ¿Era tuyo el perro naranja?

- Sí, es mi corgi, BB. ¿Lo has visto?

- Sí, salió corriendo de aquí.

- ¿Quieres decir que lo viste salir del parque?

- Sí, creo que sí…

Dameron se acercó más a él, algo ansioso.

- Oye tío, es importante… Quiero a BB más que a mi vida… ¿Seguro que lo viste salir?

- Sí, seguro, en dirección norte.

- Joder, espero que no le haya pasado nada…

- Son listos, seguro que sabe cuidarse.

- Ya, si yo me fío de BB, pero… – el jugador de fútbol se puso en jarras – Me inquieta lo que pueda pasarle. ¿Y si lo ha atropellado un coche o lo han cogido los cuervos…? Joder… Ni siquiera lleva las chapas – se metió la mano en el bolsillo y sacó dos placas metálicas con señas y números – Se le habían machado de mermelada y grasa y se las estaba limpiando. ¡Qué mala pata!

- Bueno, calma, tío, relájate. No te pongas en lo peor aún.

- Aún, dice…

- Venga, que te ayudo a buscarlo.

- Lo mismo regresa… A veces lo ha hecho. El tío va, se esconde y cuando pasa el ruido, vuelve como si nada. Se orienta de miedo.

- ¿De verdad?

- Síp, sabe llegar él solito a casa desde cualquier parte. Es un fenómeno de animal. Yo siempre he dicho que es superdotado…

- Tiene pinta de listo. Ha esquivado a mucha gente y no se ha metido en pelea cuando estaba aquí.

- Sí que te has fijado.

- Sí, te he visto con él antes.

Dameron entrecerró los ojos.

- Oye, un momento… ¿No has dicho que acababas de llegar? Eso pasó hace un rato.

"Mierda", y Finn quiso morderse la lengua. No levantó la mirada, pero notó perfectamente cómo el otro le clavaba los ojos mientras se alejaba y le miraba la espalda.

- Eres un cuervo – espetó con acritud, tensándose – ¿No deberías estar huyendo como tus colegas?

- No sé de qué hablas, sólo pasaba por aquí y he visto todo el jaleo. Quería ayudar…

- Ya. Por eso llevas la camiseta del revés – replicó su interlocutor, señalando con el brazo a su espalda – Se nota a la legua…

- ¡Espera! ¡Yo no he hecho nada! – Finn alzó las manos, desesperado, mientras retrocedía y Dameron avanzaba con furia contenida – ¡Te juro que no he hecho nada! ¡Soy novato! ¡Acababa de matricularme en el insti! ¡Ni siquiera soy de aquí! ¡No sabía a lo que venía! Me dijeron que íbamos a irnos de fiesta. ¡No sabía que se referían a esto!

El otro paró en seco.

- Y vas y te escondes tras un árbol, en vez de ayudar. ¿Quién es el cobarde ahora?

Hubo un silencio, que a Finn le pesó como una losa en el alma, y que lo movió a decir las siguientes palabras.

- Perdóname, sé que soy un cobarde.

El dueño del perro lo estudió con la mirada y leyó algo parecido a las emociones que él sintió hace tiempo. Cuando no era tan famoso, ni tan apreciado, y estaba lleno de sueños.

El chico que tenía delante aún no había andado aquel camino. Y seguía hablando.

- Ahora me la tienen jurada. Pienso darme de baja antes de que empiece el curso.

- ¿Por qué? ¿Por miedo?

- No. Porque yo no soy como ellos.

Dameron lo traspasó con la mirada, evaluándolo.

- Perdón, sé que he sido un cobarde - añadió Finn - Pero estaba nervioso.

Al otro chico le cambió un poco el gesto a uno dubitativo.

- Bueno, supongo que no debes de ser tan cobarde, cuando te has lanzado en plancha a por ese desgraciado de antes… Te debo una.

- No hay de qué. Es lo menos que podía hacer… En cuanto pueda, me voy a dar de baja en el instituto.

- Pero si las clases empiezan el lunes…

- Pues algo tengo que hacer. Hablaré con mis padres. Paso de compartir clase con esa gente.

- ¿Y si te vienes al nuestro?

- ¿Al vuestro?

- Claro, al Republicano. Allí no te va a pasar nada.

- Pero la gente me ha visto aquí…

- Bah, eso lo arreglo yo en un periquete. Les diré a todos lo que has hecho por mí. Todos metemos la pata. Suficiente – argumentó Dameron, cruzándose de brazos con gesto pagado de sí mismo.

- ¿Y ya está? ¿Qué pasa con la matrícula?

- De eso me encargo yo. Tengo enchufe con la mandamás del insti.

A Finn se le fue el peso del pecho y una sonrisa cruzó su cara.

- Guay… A ver si sale bien… Ya no quiero seguir en la Academia.

- En ese caso… - y su compañero le dio la mano de nuevo – Me llamo Poe Dameron, de penúltimo curso, presidente del consejo estudiantil – alzó los índices y pulgares haciendo una "L" y guiñando un ojo – De ahí el enchufe.

- Finn Newby – y su compañero le estrechó la mano con entusiasmo – Voy a ir a penúltimo curso también.

- ¿Newby? ¿Estás de coña?

- ¿Sí, qué pasa?

- Nada, que el apellido te pega – argumentó Poe entre risas. Viendo que Finn fruncía el ceño, dejó de reírse y se quitó la chaqueta, poniéndosela a él sobre los hombros – Anda, toma esto y tápate esa calavera.

- Gracias. Te la devuelvo el próximo día.

- Nada de eso. Considérala un regalo de bienvenida.

- ¿Pero cómo voy a quedármela? ¡Es tuya y encima, es de fútbol! – exclamó Finn, admirándola.

- Bah, en junio nos dieron equipación nueva y ésta la llevo por pura nostalgia. Quédatela – replicó Poe sonriente.

- Bueno, vale, gracias – respondió Finn, metiendo los brazos en las mangas y mirándose.

- Te queda bien, colega – y Poe lo palmeó en la espalda – Bienvenido al Republicano.

Una hora más tarde, ambos muchachos, tras haberse pasado por el hospital para que le hicieran una cura a Poe, volvían al parque mientras Poe llamaba por teléfono.

- Por mi casa no ha aparecido… Es muy raro.

- Bueno, aún es pronto, seguro que se ha quedado escondido en algún sitio, esperando.

- Estará muy asustado. Menos mal que he avisado a la poli – mencionó Poe, guardando su móvil en el bolsillo - Entonces no sabes hacia dónde fue…

- Ya te dije que al norte…

- Ah, vale, lo siento, se me olvidó. Es que me pone muy nervioso… Si por culpa de esos cabrones pierdo a mi perro, mato a alguien, lo juro…

- Le tienes cariño, ¿eh?

- Claro que sí. Adopté a BB cuando era un cachorro. En la protectora decían que estaba enfermo, que no duraría mucho, pero soy muy cabezota y convencí a mis padres. Estuve cuidándolo durante varios días y de puro milagro, se recuperó. Lleva conmigo desde hace ya seis años. Lo quiero como a un hermano. ¿Nunca has tenido animales?

- No, no se me da bien cuidar bichos…

- Jajaja… ¿Ni siquiera un pez? No tiene mucha ciencia cuidar a un pez.

- Pues ni eso. Seguro que se me olvidaría echarle las migajas ésas que les dan de comer en los acuarios…

- Anda ya, qué exagerado…

Llegaron al parque. Ya no había restos de nada y parecía mentira que una hora antes hubiese habido una batalla campal allí. Ya atardecía y los últimos rayos de luz anaranjada arrancaban destellos al césped y las copas de los árboles. Poe escribía rápidamente en su móvil y, por lo que puso detectar Finn, llevaba varias conversaciones a la vez.

- Estoy preguntando a mis compañeros, los que estaban esta tarde conmigo. Están todos bien - explicó mientras cerraba el Whatsapp - Han podido esconderse y recogieron las cosas a toda prisa en cuanto llegó la poli. He dado indicaciones de que no publiquen nada sobre esto en redes sociales, hasta que hablemos con Dirección. No quiero que tengamos más problemas.

- Me imagino...

- Íbamos a pasar una tarde de lo más tranquilo – declaró Poe, contemplando con semblante triste la explanada y los columpios – jugando, escuchando música, de charla… Y siempre aparecen esos enfermos para estorbar – el joven suspiró - Iba a enseñarles a jugar al fútbol a los nuevos. Para ir haciendo cantera, ¿sabes?

- ¿Ah, juegas? – preguntó Finn, muy interesado – ¿En qué posición?

- Quarterback.

- Uau. Debes de ser bueno. Te he visto correr. Muy veloz.

- Ya me verás. ¿Y tú? ¿Haces deporte?

- Baloncesto.

- Guay, tenemos equipo de eso también. ¿Eres bueno? ¿Pívot, alero…?

- Escolta. Tengo buena puntería.

- Bien, pues lo primero que vas a hacer en cuanto llegues es presentarte a las pruebas. A ver si tienes suerte.

Echaron una nueva mirada en derredor, mientras Poe hacía bocina con las manos y empezaba a llamar a BB a gritos. No hubo fortuna y Poe se quedó cabizbajo. El sol se marchaba ya y Finn comprendió el apesadumbrado gesto de su compañero.

- Oye, si quieres te acompaño a la comisaría a poner la denuncia…

- Gracias.

Un sonoro claxon los interrumpió y vieron unos faros lanzándose hacia ellos a toda mecha.

- ¡Otra vez no! - exclamaron a la vez, parando en seco.

Sin tiempo a reaccionar, se separaron en direcciones opuestas, mientras del coche, que había aparcado de un frenazo, salían Phasma y tres chicos más en su persecución.

Poe, mientras se alejaba, le gritó a Finn:

- ¡Llama al insti y pregunta por la directora Organa! ¡Dile que vas de mi parte!

- ¿Y qué pasa con BB?

- Pringados, ¿no tenéis suficiente?

- ¡Quieren más! ¡Masoquistas!

- ¡A por ellos! ¡Vamos a darles pesadillas!

Poe y Finn corrían sin aliento, mientras los demás se dividían para ir a por ellos: Phasma y otro más a por Finn y los otros dos a por Poe.

Rezando todo lo que sabía, Finn metió el turbo y enfiló la esquina que lo alejaba definitivamente del parque, deseando que a Poe no lo pescaran…


Corría, y corría, y corría… Y el miedo no lo dejaba pensar. Coches y personas pasaban como un rayo a su lado, hasta que los olores dejaron de serle familiares y se paró en seco tras un contenedor.

Le sonaba la calle, pero no mucho. Lo que sí era seguro es que no había nadie conocido en las inmediaciones.

Emitió un ligero ladrido que se convirtió en un gemido. De pronto notaba dolor en la oreja derecha…

Tenía que regresar. Poe estaría muy preocupado, eso seguro…

- Hola, pequeñajo…

Se dio la vuelta como un rayo, pero se quedó clavado en el sitio, incapaz de moverse.


Cuánto lío, ¿eh? ¡Éstos han dado más vueltas que una noria hoy! Y por cierto, ¿quién empieza una historia hablando de olores a kétchup? ¡Yo! XD Y pobre BB… ¿con quién se topará? Parece muy asustado el animalico… Oye, ¿y por qué un corgi? ¿Habéis visto alguna vez a uno? Yo sí, y son lo más adorable que te puedes echar al careto. Ya los chicos de Cowboy Bebop (fantástico anime) tenían a su corgi Strud y desde entonces me encanta esa raza de perros. Menudos, graciosos, juguetones… ¡BB tenía que ser un corgi!

¡Hey, pero si es Phasma! ¿Qué tal, Phasma? En este fic, ella va a tener un poquito más de metraje. Me parece un personaje que, con toda su seriedad y estoicidad, va muy bien con el rollo de sargento que le he plantado para este fic y tengo ganas de explorarlo. Ya veréis cómo se las gasta…


Avances para el próximo capítulo: seguiremos la aventura de BB, al que le intentarán hacer pasar la noche en un lugar bastante peculiar. Pero este perro tiene sus propias ideas sobre el confort…

Finn volverá a ponerse a dar vueltas por ahí para arreglar asuntos, pero está visto que, como no salgas de casa con el móvil cargado, no se puede hacer nada de nada. ¡Menudo despiste tiene este chico!