La reciente nombrada agente de SHIELD, Natasha Romanoff, intentaba acostumbrarse a su nueva vida. Durante casi toda su vida había sido una asesina profesional, pero ahora se dedicaba a hacer el bien, deteniendo a gente como ella. Se llevaba bien con la mayoría de agentes con los que había trabajado, sin embargo, había otros tantos que pensaban que debería estar encerrada. No les faltaba razón, pero Natasha creía que esta era una buena forma de redimirse.

Natasha estaba tranquilamente relajada en su dormitorio cuando recibió una llamada del director Furia diciéndole que fuera que fuera a su despacho. Llego unos minutos más tarde y al entrar vio a Nick Furia sentado acompañado de otra agente. Se llamaba Maria Hill, había oído hablar de ella, aunque todavía no habían trabajado juntas. Decían que era la mejor agente, hasta que llegó la pelirroja.

- Siéntese agente Romanoff. – le dijo Furia – Le presento a la agente Hill. Será su compañera en su próxima misión.

- Director, con el debido respeto, ya le he dicho que no necesito a nadie. – interrumpió Hill – Puedo encargarme yo sola.

- Y yo le he dicho que Romanoff irá con usted. – le dijo Furia con rotundidad.

Hill se cruzó de brazos y se echó hacia atrás. Furia le explicó la misión a Natasha. Era sencilla, recuperar un 084, objeto de origen desconocido, que actualmente estaba en posesión de un mercenario en Symkaria. Le dio a Maria una carpeta con más información y les dijo a las dos agentes que se preparasen, ya que despegaban en una hora.

- No te caigo muy bien, ¿verdad, Hill? – le preguntó Natasha al salir del despacho del director.

- Sinceramente, no me fio de ti. – le respondió Hill – Creo que deberías estar encerrada. Mucha gente que llevamos aquí un tiempo nos esforzamos para llegar a lo más alto y, de repente, vienes tú, una asesina, con aires de superioridad, a la que le asignan misiones de alto riesgo.

- ¿Esta rabia no será porque superé todos tus récords en el entrenamiento?

- No solo es eso. ¿Sabes lo que me costó ganarme el respeto de todos estos agentes? ¿Labrarme un nombre para que luego te comparen con alguien que era, hasta hace dos meses, la número uno de los objetivos de SHIELD? Eres una criminal y siempre lo serás. Ahora coge tus cosas, tenemos que irnos.

Mientras Maria se iba, Natasha se quedó helada tras la respuesta que le había dado Hill. Puede que ahora trabajase para el otro bando, pero su pasado seguía ahí para atormentarla. Volvió a su dormitorio para quitarse el uniforme de SHIELD y ponerse algo más apropiado para la misión. También cogió algo de ropa ya que no sabia lo que iba a durar la misión. Unos minutos después salió a la plataforma de despegue, donde ya la estaba esperando la agente más veterana, también sin el traje táctico, con una bolsa de viaje colgada al hombro.

- Llegas tarde. – le dijo Hill mientras subían a un quinjet.

Maria se sentó en el asiento del piloto y Natasha en el asiento que estaba justo detrás. Durante el viaje casi no se dirigieron la palabra, solo hablaron para comentar detalles de la misión. Tampoco es que tuvieran mucha información, sin embargo, sabían que la venta se efectuaría en la capital, Aniana, y que el comprador era latveriano. Tenía sentido, ambos países tenían una frontera común y Latveria quería aumentar su nivel armamentístico y que mejor que con un objeto que no tenía un origen un origen claro. Tres horas más tarde, entraron en el espacio aéreo de Symkaria. Maria aterrizo el quinjet en una zona apartada de un bosque a diez kilómetros de la ciudad. Mejor caminar que descubrir su tapadera. Cogieron sus cosas y Hill activó el modo oculto del quinjet para que quedara invisible.

- Que no fie de ti, no significa que no pueda ser profesional. – le dijo Hill – Soy la agente de más rango por lo que deberás obedecerme en todo momento. Así que ni se te ocurra ir por libre.

- Entendido jefa. – le respondió Natasha.

- Y no vuelvas a llamarme jefa.

Les esperaba un largo paseo, así que Natasha intentó romper el hielo preguntando a Maria si tenía algún hobby que no fuese trabajar. Esta le respondió que limpiaba su arma con frecuencia, con intención de acabar con la conversación.

- Veo que eres muy habladora. – le dijo la pelirroja sin respuesta de su compañera.

Dos horas más tarde llegaron a la ciudad. Aunque Aniana fuese la capital de Symkaria era una cuidad pequeña, no llegaba al millón de habitantes. Tampoco había una gran cantidad de turistas, por no decir que no había ninguno. Natasha se asombró al ver un castillo en lo alto de una colina en la otra punta de la ciudad. El hecho de estar poco iluminado hacía que pareciese que vigilaba todos sus movimientos.

- ¿Primera vez en Symkaria? – le preguntó Hill.

- Primera vez en la capital. – respondió Natasha extrañada de que su compañera le dirigiera la palabra.

-Vamos. Según el mapa, el hotel está en esta dirección.

Media hora más tarde, las dos agentes se encontraban enfrente del hotel. No era un hotel glamuroso, más bien parecía que fuese a derrumbarse. Un edificio de tres plantas con un par de escalones en la entrada, sin balcones, que había vivido tiempos mejores.

- Veo que la agencia no tenía presupuesto para nada mejor. – dijo Natasha al observar la fachada.

- Había oído que hubo recortes en varios departamentos, pero esto me parece demasiado. – le respondió Maria con el mismo entusiasmo – Habrá que entrar, ¿no?

- Supongo que sí.

Las dos espías entraron en el hotel sin mucho entusiasmo. Al cruzar la puerta, se fijaron que el papel pintado de las paredes estaba despegado parcialmente en varias partes, pero hicieron caso omiso y se dirigieron al mostrador de recepción. Detrás del mostrador había una mujer de cierta edad. Estaba viendo lo que parecía una telenovela en algún idioma eslavo. Debía ser interesante porque no miró a ninguna de las dos agentes cuando entraron.

-Hola. – saludó Maria – Queríamos una habitación, somos periodistas así que no sabemos cuando nos vamos a ir.

- Firme aquí. – le dijo la mujer con un marcado acento mientras le daba el libro de registro, pero sin apartar la vista del televisor.

Maria firmó con un nombre falso y le devolvió el libro. La mujer le dio una llave con el número 24. Les dijo que estaba en la segunda planta, a la derecha. Y también que no preparaba desayunos. Todo sin perderse nada de la telenovela.

Subieron hasta la habitación y, cuando abrieron la puerta vieron que el interior era muy similar al vestíbulo del hotel. El papel raído, un par de sillas cojas y cuadros descoloridos.

- Al menos la cama aguanta. – dijo Natasha mientras se echaba en ella – Lo malo que tendremos que compartirla.

- No hemos venido a dormir Romanoff. – le reprochó Hill – Y, ahora levanta, hay que investigar donde y cuando se va a efectuar la venta.

- Tranquila Hill. Está anocheciendo y no creo que encontremos nada. Principalmente, porque resultaría sospechoso que dos extranjeras anduvieran por la calle de noche, en una ciudad que solo tiene un club nocturno. – le explicó Natasha que todavía seguía tumbada – Lo busqué mientras veníamos hacia aquí. Además, la gente de por aquí suele ser muy cerrada y no nos dirán nada util, por lo que yo recomendaría esperar a mañana. Pero, tú mandas. ¿Qué decides?

- Buena observación, esperaremos a mañana para visitar a mi contacto. Voy a refrescarme un poco. Pilotar y caminar durante varias horas cansa.

El baño era de similar estilo al de la habitación y del hotel en general. Faltaba algún azulejo y el grifo del lavabo tardó en echar agua, sin embargo, el agua era clara. Se mojó la cara y se quedó mirando su reflejo en el espejo durante unos segundos pensando que no hacía falta que nadie la hubiese acompañado, que era perfectamente capaz de realizar esta misión ella sola. Se secó con una de las toallas que había a su derecha. Aunque en el momento que acercó la toalla a su cara, se arrepintió de haberla cogido. Tenía un olor raro que desagradó a la espía. Justo después Maria salió del baño. Observó que Natasha se había cambiado de ropa. Llevaba puesto una camiseta amplia verde que la pelirroja utilizaba para dormir. También había cogido la carpeta con los archivos y la había puesto encima de una mesa con todos los documentos cubriendo el mueble. Había fotos de posibles compradores y posibles localizaciones para la venta.

- Tus cosas están ahí. – dijo Natasha señalando a una silla mientras ojeaba los documentos.

- Gracias. ¿Has encontrado algo útil? – le preguntó Hill mientras se volvía al baño para cambiarse.

- Nada. – le respondió la pelirroja – Tendríamos más suerte si los elegimos al azar. Aunque creo que algunos lugares podríamos eliminarlos. Principalmente, porque son lugares apartados y casi siempre esta gente prefiere lugares públicos para camuflarse o escabullirse por si la cosa sale mal. Así lo haría yo.

Al salir, Maria vestía otra camiseta amplia, pero de color azul. Volvió a dejar la bolsa de viaje encima de la silla y acompañó a la pelirroja. Estuvieron comparando información, pero sin avanzar más en la investigación. Aproximadamente durante media hora hasta que ambas espías, ya cansadas se echaron en la cama para dormir. Cogieron la sabana y se acomodaron. Hill se colocó de tal forma que no miraba a Natasha.

- Intenta no matarme mientras duermes. – le dijo Natasha.

- Cállate ya. – le respondió Maria.