Siete días para enamorar a Levi
Sinopsis: ¿Como Eren Jaeger se las arregló para derretir el corazón de hielo del gran capitán Levi Ackerman?
Pairing: Ereri.
Advertencia: Ligero OOC, uso de palabras obscenas, lime y posible lemmon.
Disclaimer: Shingeki no Kyojin no pertenece, sus personajes tampoco, todo es propiedad de Hajime Isayama. La trama en sí, es mía. Sin fines de lucro, solo por diversión.
Agradecimientos
A todos aquellos que apoyan este short fic.
Quizás no sea la gran cosa, pero gracias por leerlo.
Prólogo
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A Eren Jaeger le gustaba un hombre.
Técnicamente hablando, le gustaba un hombre, una persona muchísimo mayor que él, y era probable que, cuando se enterara de sus sentimientos, le rompiera más de un diente.
Específicamente hablando, el capitán de la legión de reconocimiento le daría la paliza de su vida.
Haciendo detalles mucho más explícitos, Levi Ackerman lo mataría.
Y no sería de manera romántica.
Literalmente sería capaz de hacerlo.
Pero eso a Eren Jaeger no le importaba ahora. O al menos, trataba de ignorarlo lo suficiente.
La historia comenzó de la forma más idiota posible.
—El capitán siempre está solo-había dicho uno de los reclutas.
Rumores.
—Bueno, eso no me sorprende—dijo otro—. Siempre tiene esa cara de perro que asusta a todo el mundo.
—SÍ, posiblemente le haga falta una buena follada de putas.
— ¿De putas? —Interrumpió otro—. Siempre creí que... Ya sabes, batea para el otro lado.
— ¿El capitán? —Pregunto, incrédulo— ¿El hombre más fuerte de la humanidad? No lo creo.
Uno de los tipos se rió.
—Quien sabe.
Eren escucho eso mientras caminaba y recorría las afueras con su mejor amigo, Armin.
— ¿Tú crees eso? —Le murmuró Eren.
— ¿Qué cosa?
—Ya sabes... El capitán y la posibilidad de que batee en dirección contraria.
Armin lo meditó un momento.
—Creo que sería más del tipo asexual.
— ¿Y eso porque?
—Bueno, si lo piensas bien, creo que lo más sentimental que lo he visto hacer hasta ahora es la matanza de titanes.
El chico suspiró.
—Sí, quizás tengas razón.
El rubio lo observo detenidamente.
—Te gusta el sargento.
— ¡¿Qué?! —Gritó, su rostro y sus ojeras tornándose color escarlata. Quiso negarlo con todas sus fuerzas pero no pudo. No con la mirada tan perturbadora de Armin escudriñándole—. Maldita sea.
Su amigo sonrió victorioso.
—Te llevare flores a tu funeral cada sábado, no te preocupes.
—Vete al demonio.
A Eren le gustaba el capitán básicamente desde la primera vez que lo vio en la cárcel. Aquel lugar parecía frio y era bastante oscuro a decir verdad. Pero la pequeña figura del hombre sin duda lo paralizo un par de momentos.
Debía ser el hombre más hermoso que había conocido en su vida.
Entonces se entero de que también era el hombre más fuerte de la humanidad.
Que quería usarlo para fines homicidas —a los que estaba de acuerdo— y políticos.
Que era un malhumorado.
Y un obsesivo de la limpieza.
Extrañamente pensó que eso lo hacía aun más peculiar.
Pese a sus pocos años—quince para ser exactos—, Eren nunca había tenido ni siquiera un gustito por alguna hembra más que su madre y quizás el cabello tan lacio que llevaba Historia. O la envidia de la súper fuerza de Mikasa.
Nunca nadie lo había cautivado tanto como el señor Levi—o Rivaille— Ackerman.
Y la cosa se puso más jugosa cuando se le pidió específicamente que él quedara bajo la custodia de este. El principio del enamoramiento masoquista empezó con los golpes, las patadas—porque no, no recibía el lujo de recibir puñetazos—en la cara quitándole los dientes—que gracias a dios se regeneraban—, luego la sobre explotación que recibía para limpiar cada rincón de las habitaciones. Levi era más que exigente, si veía alguna mancha, lo hacía cien veces más con un bonus track de dos golpizas más.
Era un enamoramiento… sumamente especial.
Pero aparte de eso, Eren podía ver algo más especial, profundo, que nadie podía ver.
Y eso casi siempre lo recordaba como aquellas tardes en donde era básicamente "el mocoso sirviente" que le llevaba el té luego de una larga jornada con los papeles.
Fue en una de esas charlas, semanas siguientes, en donde supo que quizás no era solo una simple curiosidad o atracción.
Tocó la puerta y el siguiente "entra" le permitió ver su rostro.
—Le traigo su té, se… Wow, eso es una gran cantidad de papeles.
Rivaille se revolvió el pelo, frustrado.
—Espera un minuto, voy a hacer algo de espacio en la mesa.
El castaño había visto como con gran habilidad Levi tomó un manojo de papeles y los acomodó prolijamente en una silla, dejando el espacio suficientemente para poner la bandeja de plata con la tetera y la taza.
—Siempre me he preguntado…—el hombre lo miró fijamente, haciendo que se ruborizara un poco—… que es lo que son tantos papeles para que esté siempre tan ocupado.
Lo impresionante fue que lo miró como si le faltara una cabeza.
—Además de estar a cargo de la Legión de Reconocimiento también tengo cargo políticos, y tomo alguna que otra decisión sobre los mercados.
—V-vaya…—murmuró—. Entonces, ¿eso significa que tiene mucho dinero? ¿Es un hombre rico?
— ¿Ahora estás interesado en mi dinero, mocoso?
Eren se rió, un poco incómodo por la situación.
—Por supuesto que no—respondió pronto—. Es solo que parece un poco joven para… ya sabe. Propiedades y esas cosas…
— ¿Joven? —Sonrió con ironía—. Créeme, soy mucho mayor de lo que crees, idiota.
Él tragó saliva.
Si era mucho mayor, eso significaba que si ambos tuvieran una relación amorosa su capitán sería categorizado como un pedófilo.
Pedófilo.
El sólo escuchar la palabra en su mente hizo que su corazón se rompiera, sorprendentemente.
Un pedófilo era mal visto en Shingashina, en María, y en Trost.
Quería morirse.
— De todas formas, usted no parece descansar adecuada…
— ¿Estas preocupándote por mí, mocoso?
No tanto como con la diferencia de edad, pero era obvio que eso no iba a decirle.
—Por supuesto—dijo—. Puede que sea sólo un mocoso, pero eso no significa que no carezca de razón para saber que no descansa lo suficiente.
El moreno sonrió internamente, divertido.
—Continúa.
—B-bueno… Mírelo de esta manera. Es posible que usted esté lo suficientemente en modo zombie…
— ¿Modozombie?
—Ya sabe. Cuando no duerme y siempre está muy despierto—explicó—. Pero no tiene muchas fuerzas—y golpeó fuertemente su escritorio—. ¡Imagínese, capitán! No podrá tener fuerzas para pelear con muchos titanes, y… ¡Y tampoco para protegerme a mi… o incluso asesinarme!
Levi tomó un sorbo de té.
— ¿Qué sugieres?
— ¡Duerma, descanse y no coma porquerías como el té o galletitas de avena integral!
Si quizás pudo haber tenido una vida mucho menos trágica, seguramente habría reído lo suficientemente fuerte para burlarse de su estupidez de mocoso.
Pero no lo hizo. A cambio, puso una mueca lo más parecido a eso.
—No voy a cambiar mi dieta, mocoso.
—Entonces duerma—sugirió.
—De acuerdo.
Eren parpadeó.
—Señor, si no lo conociera lo suficiente, diría que me está tomando el pelo.
La taza de té se derramó en la cabeza del chico.
—Quizás es porque no me conoces—sonrió con sorna. Eren lo miró asombrado, Rivaille tomó sus mejillas y las acercó a su rostro lo suficiente como para destilarle un aire amenazante—. No necesito estúpidas preocupaciones, y mucho menos que un mocoso estúpido y con la mitad del cerebro venga a sugerir cambios en mi vida. No sé si te quedó claro que el título "más fuerte de la humanidad" no lo obtuve por hacer transacciones de dinero. No tengo el menor interés que es tú te preocupes por mí.
Los ojos grises de Levi brillaban con deseo asesino. Deseo que para cualquiera sería intimidante.
No para Eren.
Esta era la frustrante y que más odiaba del tipo. Era dominante, atrevido y por nada del mundo se le permitía contradecirle. Eran malas costumbres que tenía el sargento, malas en las situaciones de la vida cotidiana, costumbres definitivamente podridas. Hacer positivo su comportamiento de toda la vida sería satisfactorio mirándolo con otros ojos.
Sin embargo, eso requería de mucho esfuerzo para poder cambiarlo.
Esfuerzo que sólo le costaría siete días.
Podría hacerlo, y sería bastante divertido si se lo proponía.
Le tomó de la muñeca en donde le agarraba fuertemente las mejillas y con un poco de dificultad comenzó a hablar.
—Voy a preocuparme lo que se me dé la gana, heichou.
Acto seguido, Eren se alejó para tenerlo a una distancia casi no peligrosa.
—Si haces algo…
—Oh, por supuesto que no—sonrió el chico—. No estaría dispuesto a correr el riesgo de ser tan tonto. Quizás me pueda regenerar pero no soy inmortal.
Levi cruzó las piernas, mirándolo con cuidado.
—Lárgate—ladró.
—En seguida. Ah, pero antes me dejaría decirle que en tres días me dejará preocuparme por lo que yo quiera—dijo—. En dos, se enamorará de mí.
—Tú…
—No, espere, aún no he terminado—le interrumpió, abriendo la puerta, dispuesto para salir—. Esta es mejor parte, capitán—se relamió los labios—. Los últimos dos días usted estará abierto de piernas para mí.
La puerta chirrió y antes de que se cerrara, se escuchó, casi como un eco, decir:
—Y seré yo el que ordene.
Los ojos de Ackerman quedaron abiertos, estupefacto.
