Review? Por una linda húngara ;)
Lo último que Elizabetha pensaba cuando el día terminaba era en sus mejores amigos: Gilbert y Rod.
Podía asegurar que en esos momentos el bastardo de Gilbert se encontraba aun en la taberna, ayudando a su viejo padre, que simplemente se negaba a aceptar que ya no podía seguir el ritmo de antes, era un viejo muy obstinado, como su hijo, como para dejar el bar, que había sido su vida.
También sabía que Roderich probablemente aun estuviera en la universidad, tratando de perfeccionarse, y que no saldría hasta bien entrada la noche, cuando la pieza fuese exquisita.
Solía esperar por el todo el tiempo que fuera necesario cuando aún eran pareja, pero ahora que ya no lo eran tal vez estaba con él unos momentos antes de marcharse, porque tenía muy en claro que la persona que él deseaba que se apareciera no llegaría hasta tarde y Elizabetha no hacía más que estorbar.
La húngara había estado profundamente enamorada del músico y al parecer este correspondió sus sentimientos. La trataba como un caballero debe hacer con una dama, la llamaba con frecuencia, salían todos los días y tenían gustos similares. Hasta que a la chica se le ocurrió la brillante idea de presentarle a su mejor amigo de la infancia: Gilbert.
Gilbert era un gran tipo, alemán, de carácter fuerte y amable. Capturo el corazón de su novio desde el primer instante y eso Eli podía verlo.
No hubo mucho drama en su ruptura, ella sabía que algo había cambiado y que no había nada que hacer, porque los sentimientos de Roderich no cambiarían. No importa cuánto se esforzara el alemán le había robado el alma.
Comenzaron a salir casi un año después y en todo ese tiempo se pudo ver a una chica castaña arrancarse los cabellos de desesperación, ¡pero es que estaba tan claro!, ¿por qué no se declaraban de una vez? Era algo que no comprendía.
Cuando decidieron comunicárselo la reunieron en el pub, se sentaron todos en una mesa, y la clientela repentinamente ceso sus conversaciones para escuchar la ajena. Tras un largo silencio fue Gilbert quien en sus toscas palabras se lo dijo. Estaban temblando. Ambos chicos esperaban su reacción, todos lo hacían. Casi caen de sus asientos cuando vieron su gran sonrisa.
-Ya era hora hombre, ¡pensé que nunca se lo pedirías!- y le dio un puñetazo.
Por supuesto que esa noche al llegar a su departamento las lágrimas que se obligó a guardar no se hicieron esperar, cayendo como dagas en todas direcciones, escuchando como se resquebrajaba su corazón.
Además, podía asegurar que Roderich esperaría a que un apresurado Gilbert saliera de la taberna como alma que lleva el diablo para recogerlo y llevarlo a casa antes de que el clima enfriase demasiado. Y sabía que Roderich se haría el indignado por haber sido interrumpido en su práctica, pero sonreiría cuando el prusiano le tomara de la mano.
Era entonces que Elizabetha podía asegurar que estaban hechos el uno para el otro.
