— ¿Cariñoso?" —Pregunto escupiendo la palabra como si de una anomalía se tratase, frunció el ceño al solo imaginarse a sí mismo abrazando o siquiera siendo afectivo con una persona, y mucho menos con ''ÉL''
La idea ya era una locura y de por si un claro suicidio, por un momento, no podía llegar a ninguna buena razón para ser "amoroso" con el tonto de su compañero de apartamento, pero eso solo era el orgullo evitándole pensar. Había una muy buena razón para siquiera intentarlo, y esa era la razón por la que estaba ahí. En ese lugar tan…
Gay. Afeminado. Y en su opinión, enfermizo.
Jamás. Nunca en su vida, Souichi Tatsumi se había visto ante tal situación como en la que estaba ahora, sentado en la barra de un bar totalmente lleno de hombres que no eran más y nada menos que la cosa que más odiaba en el mundo. Homosexuales.
Y para el colmo estaba hablando con uno de su especie, un chico increíblemente afeminado con una forma de hablar extraña, cabello castaño rojizo y ropa totalmente llamativa, un total "marica" en sus mejores días, un tal amigo de Morinaga, Hiroto-kun.
—Claro que sí! Angel-kun amaría tener un Senpai-san amoroso y cariñoso! — Exclamo el peli rojizo con cierto gozo en su voz, era muy intrigante tener al ya conocido hombre que le declaro la guerra a los homosexuales en un bar gay, exigiéndole conocimiento de su amigo y ahora, lo que parecía, pidiéndole consejos. —Angel-kun se emociona demasiado por simples cosas como un «Bienvenido» o un «Buen trabajo», así que ser cariñoso con el definitivamente lo hará feliz de inmediato!
Souchi le dirigió una mueca dudosa y algo irritada "Angel-kun? Se refiere a Morinaga? Por qué ángel? El idiota de ángel no tiene nada!" dio un resoplido y desvió la mirada, mala elección de su parte. El ambiente le volvió a golpear los nervios, gays por aquí, más homosexuales por acá, hombres sin vergüenza besando a sus acompañantes, era demasiado que digerir a primera vista o por lo menos para él, lo era. Para distraerse y aguantarse las ganas de empezar con una rabieta en la que terminaría diciéndole a cada uno de los hombres hasta de que se iba a morir, prefirió seguir hablando con el irritante hombre en frente de él.
—Y…de qué manera uno es…cariñoso? —formuló con molestia mirando al hombre que ahora le empezaban a brillar los ojos, se arrepintió de su pregunta de inmediato, ya que el hombre había empezado un sermón de "cariño y amor" que empezaba a enfermar a Souichi. —Sabes, Senpai-san? Este es un tema que ya hemos conversado Angel-kun y yo antes, la solución fue decirle directamente que no importaba que hiciera o dijera, debía rendirse con cualquier deseo de reciprocación de tu parte…— La frase lo hizo tragar en seco pero no solo por lo directo de ésta, sino por la razón que le permitió tener. —Claro, se puso a llorarme por la manera en la que lo dije, pero, rayos, Angel-kun no entiende que quiero lo mejor para él y la única manera que de eso pase, es haciéndole ver la realidad y aun así…—Siguió hablando el hombre, cuando su supuesto oyente ya lo dejo quejándose solo hace unos momentos, ya naufragando en un mar de pensamientos que no lo guiarían a algo bueno.
Rendirse con cualquier deseo! Era esa la realidad? A sus ojos, no lo parecía. Y cuando no lo golpeaba después de que hiciera algo que lo tomaba por sorpresa? No, no, eso solo era piedad. Cuando se dejaba…besar? No, eso era solo la comodidad del momento. P-pero cuando…? No, eso fue solo por demostrar. Bueno, pues cuándo…?
No, no había caso. Era verdad, ¿Cuando había abrazado a Morinaga por iniciativa propia? ¿Cuándo le respondió de buena manera a alguna de sus cursilerías? ¿Su comportamiento siempre había sido tan frio?
Espera un momento…
No, no, pero que culpa podría tener? Se trató de convencer. Siempre había sido de esta manera, y aun así el idiota estaba con él, soportando sus rabietas, animándolo con su trabajo y amándolo con todo su corazón, sin esperar algo a cambio, pero queriendo y añorando que ese algo alguna vez le llegara, por iniciativa propia y sin obligación.
Y él nunca había siquiera pensado en ello, en hacer lo mismo. En darle ese "algo" que lo haría feliz, quizás solo momentáneamente, pero feliz. Era mucho pedir para él? Darle…cariño?
Ser cariñoso? Ser reciproco?
Ser así mejoraría su relación, verdad? Pero más importante, eso haría que dejara de…?
Hiroto se sintió observado a cierto punto en su charla, quedándose quieto y volteando la mirada, se horrorizo en observar el aura oscura y la mirada punzante que tenía el pelilargo. —S-S-Senpai-san! Pa-pasa algo? — preguntó temiendo por su vida unos instantes, pero se sorprendió al notar un suspiro pesado y una expresión aproblemada posándose en la mirada del hombre, fue entonces cuando se dio cuenta. La entrada del rumoreado Tatsumi Souichi, Alias "Senpai" lo había dejado aturdido lo suficiente para no darse cuenta de lo obvio. Ese hombre no estaba aquí por gusto, parecía que su presencia en si ya fuera una puñalada a su orgullo, estaba aquí porque necesitaba algo. Y el dedicado y paciente barman estaba dispuesto a descubrirlo aunque le costara un moretón en su bella cara.
—Hey, Senpai-san…— dijo con cierta malicia en su voz, llamando la atención del mayor —Ahora que lo pienso, no me haz mencionado por qué has venido aquí… —Mencionó como si fuera algo casual y sin importancia, apoyando los codos en la mesa y mirando a otro lado. Pero Souichi no era cualquier tonto.
—No es nada de tu incumbencia— Dijo con firmeza mientras miraba con el ceño fruncido al curioso hombre. —Hey, Senpai-san, Juro no decir nada!— Dijo con un tono de diversión forzado, claramente insistiendo —Además, puedo ver que el problema o la razón por la que estás aquí…— pauso un momento, acercándose peligrosamente al pelilargo y susurrando— Es por Morinaga-kun, o no?
El pelilargo retrocedió de un impulso, y le brindo una mirada enojada, pero no reclamó. Sólo desvió la mirada, y con cierto sonrojo, volvió a dar un suspiro algo molesto, dándole la respuesta que necesitaba sin esfuerzo alguno.
Ahora, el barman podía recurrir a sus grandes habilidades de persuasión y su inmensa paciencia para descubrir cuál era el inconveniente que aproblemaba al antipático tirano, a tal punto de hacerlo venir a lugar en el que se encontraba.
No sería fácil…
Pero cuando él no obtenía lo que quería?
Dio una sonrisa maliciosa y comenzó con su plan.
"AGH, Esto es estúpido!" refunfuñaba el hombre de ojos miel, caminando de vuelta a casa, indignado por lo que hizo "Como fue que le termine contando cosas a ese homo?! No era nada de su incumbencia, solo era recolectar información y buscarle una solución al asunto, pero en vez de eso, termine diciéndole lo que no tenía que decir!" Resoplaba y fruncía el ceño, caminando con paso firme en dirección al apartamento, asustando a vecinos que lo veían despendiendo el aura del mal humor que traía. Trató de calmarse, dando un último resoplido y tratando de reflexionar lo que habló con el irritante hombre del bar.
"De todas maneras…Cariñoso?" pausó un momento, recordando todas las veces que Morinaga se le abalanzaba a abrazarlo, besarlo , susurrarle dulces cosas a su oído…Era eso ser cariñoso? "Agh, enserio? B-besarlo y abrazarlo…es demasiado, además seguramente se le subiría a la cabeza y querrá que hiciera eso todos los días!" Pensó mientras subía las escaleras al apartamento, Morinaga llegaría esa tarde después de 3 días en Hamamatsu, y si iba a tomar una decisión, más le valía tomarla ahora.
El chico había tenido que ir muy seguido a trabajar, 5 días con solo 2 de descanso, después 4 días con 3 libres y ahora 3 días, y según le pareció escuchar, 2 semanas de descanso, para recompensarle el trabajo al que lo sometieron. Pero algo había pasado cada día que Morinaga regresaba, un patrón, algo que hacia el día que llegaba y el siguiente, y a veces duraba todos los días que estaba en casa…
Mal humor.
El recordarlo le hizo fruncir el ceño mientras dejaba sus zapatos en la entrada y colgaba su chaqueta. Se pasó la mano por el pelo, dio un suspiro y entró a la sala de estar.
"Es increíble como ese idiota puede tener tan mal humor cuando regresa…Se ha vuelto un problema" Reflexionó mientras buscaba la cafetera y una taza. No mentía, Tetsuhiro podía ser un ángel cuando estaba feliz, pero en el otro extremo, era problemático. No se parecía al mal humor de Souichi, que insultaba a hombre, animal o cosa que se cruzara en su camino, era muy diferente, el cansancio y el mal humor parecían mezclarse, resultando en un Morinaga que fruncía el ceño por todo y hacia las cosas de mala gana. Era extraño de ver, y le hacía sentir una ligera—pero oculta— nostalgia al hombre animado y cursi que veía siempre rondado por el apartamento.
"Aunque, no creo que yo sea la razón de su mal humor…Creo que el trabajo es el que tiene la culpa, seguramente es más de la presión y estrés que el idiota puede soportar…" Se dijo mientras esperaba su café, de repente escuchó un pitido, su celular avisándole que recibió un mensaje. Removió la taza de la cafetera y bebió del amargo y negro líquido de su interior mientras caminó hasta el sofá y agarró su celular.
"Estaré llegando a casa en unos minutos. Ya estoy en el tren." Era lo que decía el mensaje, seco y corto, nadie que conociera al hombre diría que fue el quien lo escribió. Souichi buscó por otro mensaje, o por lo menos, el resto de este. Pero no había nada.
—Y el corazón? — Se preguntó a sí mismo, dando una mirada confundida y algo melancólica al celular. —Qué? NO, NO, NO, espera…—dijo con arrepentimiento y buscó frenéticamente por los otros mensajes que el menor le había mandado, y reviso algunos viejos, observándolos uno por uno.
"Senpai! Ya estoy tomando el tren a Nagoya, No puedo esperar a verte! 3"
"Senpai 3 Quieres cenar algo especial hoy? Compraré algunas cosas de camino a casa! Ya llegaste del laboratorio?"
"Senpai, no se te olvide la reunión con Fukushima-sensei mañana! Volveré en 2 días. Te extraño 3"
Era más que obvio el patrón que había en ellos.
Todos. Llevaban. Corazones.
Claro, ese detalle no era algo en lo que Souichi se fijaría, pero NO SE EXPLICABA cómo demonios fue la primera cosa que notó faltante al ver lo que le había mandado. "Rayos…Maldición! Hasta en los mensajes se nota que vendrá malhumorado…" Se alborotó el pelo con frustración, no le gustaba, en lo absoluto. Ya estaba algo harto de ver al mismo Morinaga de ceño fruncido entrar y al mismo Morinaga de ceño fruncido salir.
Se iba a deshacer de ese mal humor de una vez por todas.
Era cansado, pues el chico podía llegar con sequedad y fastidio a todo, pero se notaba el esfuerzo que hacía para hablar con él. No respondía de manera tan irritable, pero lo seco en sus palabras era más que notorio, ignoraba comentarios y a veces parecía poder caerse dormido en cualquier parte.
Le molestaba decirle que se fuera a dormir cuando antes el que trasnochaba era él.
Le fastidiaba ver a Morinaga con ojeras y que aún se esforzara en tenerle el desayuno a tiempo.
Le enfadaba que el chico diera gruñidos o suspiros molestos cada cinco minutos.
Pero mayormente, le angustiaba siquiera pensar en no volver a ver al idiota animado y entusiasta, que lo recibía en casa tal perro con su dueño y lo colmaba de besos a tal punto que sus protestas eran distorsionados deseos de que continuara.
Pero la cosa de la que más le aterrorizó ser consciente, es que Morinaga no lo tocaba. No en el ámbito sexual, eso no era de sus prioridades, simplemente no lo tocaba en general. Solían rozarse cuando ambos estaban en la cocina, pero no había nada más de eso. Ni besos, ni abrazos, ni las miradas enamoradas que el chico "disimuladamente" le dirigía cuando "no estaba viéndolo".
Era suficiente. Traería a su tonto e histérico compañero de cuarto de vuelta, a tal punto, que cuando llegará, ni siquiera sabrá quién lo golpeó.
Tanta auto-motivación hizo que el malévolo hombre se sentara orgulloso en su sala, con café a medio terminar en la mano y una imagen en su cabeza. Una mueca de satisfacción se posaba en su cara, pero poco a poco cambio a una mueca de disgusto y realización.
—Ya estoy decidido, pero que haré exactamente…?— preguntó a la nada, cambiando a una expresión neutral. "Maldición, Souichi, piensa! ¿Cómo le quitas el mal genio a alguien, específicamente a ese idiota?!" Dejo el café en la mesa, y se alborotó el cabello, con expresión frustrada, hasta que después de unos minutos y unas cuantas despeinadas, recordó de donde había llegado hace un tiempo y por qué. "El infernal amigo de Morinaga…! Él me dijo que ser cariñoso…funcionaría" Expresó dando una pausa, y frunciendo el ceño, recordando lo que admitió a ese hombre "Arg, después de terminar contándole eso, estaba muy sorprendido de que él estuviera de mal humor, y pensó que yo había hecho algo…Luego de explicarle mejor, me dijo que definitivamente ser cariñoso con él y hacerle "detalles" debía mejorar su genio…"
Decidió saltarse la otra opción que el sin vergüenza le había sugerido, ya que esta iba más allá de lo que ESTABA dispuesto a hacer, ofrecerle una noche de…
"Ugh! No, no y no!" interrumpió el final de esa afirmación en su cabeza, poniéndose de un adorable carmín, pareciendo molesto y avergonzado de a donde se dirigían sus pensamientos. "Nada de eso! Si hacer ESO es la única de que su humor mejore, entonces se quedara así para siempre!" Expuso de manera exagerada y obstinadamente, aún con el sonrojo en sus mejillas.
—Bien, enfócate. Qué es lo que puedo hacer? — Se preguntó firmemente, y comenzó a enumerar.
"Abrazos" No eran tanto problema, el chico siempre lo sorprendía con sus inesperados abrazos y aunque trataba de empujarlo algunas veces, podía soportar darlos, hasta cierto punto.
"B-Besos…" Pensó, sintiendo sus mejillas calentarse con un leve rubor. Era difícil siquiera pensar en sí mismo besando a ese tonto, casi nunca encontraba una razón para ello y aunque la tuviera, normalmente la ignoraría. Su orgullo era una prioridad y demostrarle cariño al hombre iba en contra de sus principios, a pesar de todas las cosas que el menor le dijera, en el fondo, ahí seguía el obstinado tirano, con creencias muy tradicionalistas y la homofobia en su máximo nivel.
Sin embargo, también oculto dentro de él, habían sentimientos imprecisos que le eran difíciles de digerir, una imperceptible sonrisa que se le formaba al hablar con el pelinegro, el sentimiento confuso que se posaba en su pecho de vez en cuando al verlo, y el peor y más embarazoso de todos, las ocasionales y fuertes ganas de besarlo cuando el idiota se comportaba de una manera melancólica y cursi. Aunque pocas fueron las veces que esas ganas vencían su orgullo y fuerza de voluntad, aun así besar al hombre seguía siendo un desafío para él, un desafío al que tendría que enfrentarse por su actual objetivo.
"Resumido, besos, abrazos y… palabras dulces" Concluyó, pensando cómo se las ingeniaría para pensar cosas que le gustaran a Morinaga, que podría decir? Esas…cosas vergonzosas que Morinaga susurraba en su oído de vez en cuando? No, no, por supuesto que no! Esos eran puros "Te amo" y...Claras perversiones! Trató de ignorar el recuerdo, ya sintiendo su cara calentarse. "Ugh, que tipo de cosas le gustará que le digan? Debería ser fácil, con la mínima cosa que le decía él ya estaba feliz!"
Con un suspiro, decidió que pensaría en ello más adelante, y que, desde ahora tenía que ser más "Cariñoso" con Tetsuhiro y aunque le costara su orgullo, estaba decidido a hacerlo. Era por un bien común, su paciencia y el estado de ánimo del menor.
Se levantó del sofá, estiró su cuerpo y llevó la taza a la cocina, después se dispuso a ir a su cuarto por su laptop, para adelantar algunos registros mientras esperaba por la llegada del pelinegro, si no fuera por unos sonidos que captaron su atención, un tintineo algo familiar sonaba lejanamente, en dirección a la entrada. Se asomó por la puerta de la sala y escuchó mejor.
Eran el sonido de las llaves de Morinaga.
—Oh, no— Souichi soltó en voz alta. Suspiro muy profundamente, se acomodó las gafas y jamás se había visto a un hombre apanicarse y arrepentirse de algo de manera tan rápida.
"No, no, ya no hay vuelta atrás, Souichi, cálmate…" Se dijo mentalmente cerrando la puerta a su cuarto, donde había corrido instintivamente y se disponía a hacerse el que no estaba o el que no lo vio llegar. "Ya pensaste muy bien acerca de esto, no seas cobarde, es solo animarlo. Abrazos y b-besos no te mataran, entiendes?" Se trató de convencer, una parte de él aún negándose rotundamente al asunto, su orgullo, naturaleza fría y desinteresada no se vendían tan fácil. Le hacían sentirse nervioso, avergonzado a pesar de lo decidido que estaba hace unos minutos. Decidió arriesgarse, prohibirle a su mente pensar demasiado, al menos para las cosas vergonzosas que se había concluido a hacer. Regresó a la puerta de la sala, apoyó su cuerpo en el marco de esta y miró la puerta principal abrirse.
"Bien, llegó la hora…" Resopló algo nervioso, mientras una figura alta y atlética entraba por la puerta.
Y ahí estaba él, el hombre que se había encargado de ocupar sus pensamientos por un buen tiempo. Su rostro enrojeció, un sentimiento de ansiedad y nerviosismo se derramaba por su ser, haciendo que sus latidos se aceleraran y su mente planeara.
"Ya verás, idiota… Te quitaré ese maldito malhumor de una buena vez por todas, cueste lo que cueste…" Arqueó una ceja y empuño media sonrisa, ignorando los sentimientos que le ordenaban echarse para atrás con su operación.
El plan comenzaba…
—Estoy en casa…— Lo escuchó decir con voz llena de cansancio, seguido de un suspiro pesado mientras dejaba su chaqueta en el perchero. Su cara era todo un poema…De los deprimentes, claro estaba, sus ojos poseían grandes ojeras y su rostro había perdido cualquier rasgo de brillo, ese que se podía apreciar cuando el chico sonreía, alegrando a cualquiera que lo mirara. Souichi hizo una mirada lastimera, extrañaba esa sonrisa. Indudablemente lo hacía…
El mayor trago saliva, su rostro apenas ruborizado cambio a un fuerte carmín e inhalo profundamente.
—Morinaga! — Llamó, obteniendo que el menor levantara la mirada hacia él con disimulada molestia, entonces caminó hacia el pelinegro.
Su mano izquierda buscó la de él, y la agarró levemente, apretando con gentileza. Morinaga no tuvo oportunidad de sorprenderse, cuando la otra mano del mayor haló de su corbata con brusquedad, obligándolo a inclinarse y le brindó un suave e inesperado beso en la mejilla, para la sorpresa del menor, después prosiguió acercar su boca a la oreja del sorprendido chico.
—Bienvenido…— Susurró con voz varonil muy cerca del oído del menor, después soltó la corbata del hombre como si nada, se dio media vuelta y caminó hacia la sala.
—Te tardaste un rato en llegar, ya comiste? — Alzó la voz ya desde la sala.
Morinaga apenas pudo soltar un balbuceo inaudible en intento de respuesta, aún sobrecogido por la acción del mayor. Mientras tanto, Souichi se apoyaba en el mesón de la cocina, se cubría el rostro con la mano y moría de vergüenza, un sonrojo súbito subiéndole desde el cuello a las orejas.
"Eso fue… demasiado" Se despegó de la mesa y acomodó sus gafas, aún la vergüenza carcomiéndolo "Absolutamente demasiado"
—Senpai? — Sintió el llamado de una voz familiar.
—Hmm? — le dio la espalda y fingió preparar más café, el nerviosismo apoderándose de su cuerpo.
—T-te sientes bien?
—Sí, por qué? — Respondió fingiendo indiferencia con porte firme.
—Bueno, tu acabas de…N-no, por nada…—el menor pareció retractarse de preguntar, un notable sonrojo posándose en su cara. Se quitó el saco y empezó a deshacer su corbata roja, ya cómodo se—literalmente— tiro al sofá.
—Oye, oye, si te vas a dormir, vete a hacerlo a tu cuarto! — Impulsivamente exclamo el de cabello largo, acercándose con expresión reprochadora al hombre.
Morinaga ni se movió. Siguió acostado boca abajo sin inmutarse.
—Te estoy hablando, idiota.
Nada.
—Me estás escuchando?
No hubo respuesta. A este grado, Souichi no podía decir si se había quedado dormido o simplemente lo estaba ignorando, al final, las dos posibilidades le irritaban.
—Mo-ri-na-ga…—el hombre pronuncio lentamente frunciendo el ceño, estaba perdiendo la paciencia.
A esto es lo que se estuvo enfrentando los últimos días, al Morinaga que estaba demasiado cansado para hacer cualquier cosa, el idiota que no respondía a sus llamados, el que le respondía con demasiada sequedad y molestia a cualquier cosa.
—Morinaga! —Finalmente grito el pelilargo.
—Qué?!— Respondió finalmente el chico, molestia y cansancio retumbando en su voz. Había alzado la voz, y le dirigió la mirada, una combinación exacta de agotamiento, disgusto y amargura se notó en esta. Souichi trato con todo su ser de mantener la paciencia, pero ese tipo de respuesta normalmente causaría una rabieta y una inminente pelea con el después. Tenía que resistir, ya había renunciado a lidiar con el de la manera violenta, sintió una vena palpitarle de rabia al costado de la frente, pero se resignó a masajearse el arco de a nariz y dar un suspiro.
—Solo…—Se quitó la mano de la cara, hablando con esfuerzo— Solo…deja tu malgenio y vete a descansar, quieres?
El chico suavizó su expresión, pareciendo algo arrepentido, se acomodó de manera que dejó un espacio en el sofá y cambio su posición quedando boca arriba, con las piernas montadas en él apoya brazos.
—Yo…lo siento, Senpai—Suspiro con pesadez, llevando su mirada a los ojos del pelilargo— Es solo que….tuve un día duro, estoy… muy cansado.
Habló pausadamente, desvió la mirada y llevó sus manos a sus ojos, frotándoselos para intentar no quedarse dormido. Souichi vio que su cambio de comportamiento tuvo resultado, una disculpa, tal como una declaración de paz, le fue entregada de manera penitente. El pelilargo se tuvo que tragar un "Y cuando no?" sarcástico en respuesta a su explicación, su amargura y frialdad tratando de salir a flote, pero se restringió y tratando de ser comprensivo, se sentó en el espacio que Morinaga había dejado en el sofá.
—Si estas tan cansando…— Empezó a hablar en tono reprochador y posó su mano con delicadeza en los ojos del pelinegro, impidiéndole ver momentáneamente— Deberías irte a dormir a tu cuarto, en vez de caer rendido en el sofá, idiota.
Suspiro algo molesto al terminar su oración, aún no retirando su mano de los ojos de Tetsuhiro.
—Senpai? — Se extrañó el ya antes mencionado, acercó su mano a la del mayor cubriendo su vista— Que haces?
El hombre se quedó callado, sintiendo como su cara se enrojecía y su voluntad buscaba el valor suficiente para hacer semejante acción. Sintió la mano de su asistente tratando de separar la suya de sus ojos, mientras le formulaba otra pregunta que no alcanzó a procesar.
"Lo hago o no lo hago? No, hacer eso sería absolutamente vergonzoso! Incluso más de lo que hice en la entrada! Además, desde este ángulo no podría, o sí? Ugh, no, definitivamente no lo haré!" Se arrepintió del beso que iba a propinarle al tonto de su asistente, decidiendo que era demasiado por hoy y fue por una opción técnicamente menos vergonzosa.
Quito su mano de sus ojos y la deslizo suavemente por sus orejas, llegando a su cabello y empezando a acariciarlo, apreciando la suavidad de cada mechón, bajando con delicadeza, subiendo y repitiendo el proceso, sin ni siquiera mirarlo a los ojos.
—Senpai? —Escuchó el tono de sorpresa en su voz, tratando de ignorarlo, el de ojos miel miró a todas partes con vergüenza. El menor lo observó y se sonrojo al sentir el contacto de la mano de su amado tan cerca, tan suave y tan tierno. Dio un suspiro leve y cerró sus ojos.
Morinaga se relajó en la caricia, en vez de abarrotarlo de preguntas o abalanzarse encima de él, como Souichi creyó que haría. Continuó haciéndolo por un rato, comodidad y despreocupación situándose en el pecho de los dos. Souichi posó su mirada en él, sus ojos cerrados y relajados ya no mostraban ningún signo de estrés y su disgusto parecía haberse ido a alguna otra parte, sus gestos se suavizaron, así como el alma de Souichi también lo hizo, aunque solo hubiera sido por un poquito. Por accidente, en medio de sus caricias, el mayor rozo levemente la oreja del chico, este dando una sonrisa involuntaria ante el sentimiento de cosquilleo.
Souichi sintió que había logrado su objetivo del día.
Retiró su mano y detuvo la sesión de mimos, que no se veía repitiendo en el futuro solo por la vergüenza y valentía, sin contar con el orgullo, que le había costado realizar tan simple acción. Aunque en el fondo, debajo de su obstinada personalidad, crueldad y orgullo, le gustaría consentir más al precioso hombre que se hacía llamar su amigo, asistente y amante.
Miró al hombre otra vez, este no se había movido de su anterior posición, con sus ojos cerrados y su respiración tranquila. Arqueó una ceja y chasqueó su pulgar con su dedo medio cerca de su oído.
—Oi, Morinaga.
—Mmmm— Recibió un quejido como respuesta.
—Levántate y vete a dormir.
Esta vez no hubo ninguna replica, los leves ronquidos del menor lo decían todo. Souichi le dirigió una mirada molesta, al encontrarse prácticamente hablando solo. Indispuesto a llevarlo a su cama, se debatía en su cabeza si lo despertaba o simplemente lo dejaba dormir en el sofá. Inclinándose más por la segunda, se levantó perezosamente y salió de la sala, regresando brevemente con una sábana y una almohada. "Para que si mañana se despierta con dolor de espalda, que no se queje conmigo…" Pensó obstinadamente mientras colocó el almohadón en el sofá y desdobló la sabana, mientras hacía esto el pelinegro se movió en su sueño, posando su cabeza en el cojín y bajando sus piernas, antes montadas en el apoyabrazos del sofá, quedando totalmente acostado a lo largo del sofá.
Souichi espero a que cesara su movimiento y en el silencio de la noche, posó la sabana sobre el durmiente Tetsuhiro, que se mostró ajeno a la acción tan dulce y protectora de su amado, el cual, obviamente no calificaría la gestión como tal, pero que no podría negarla de todas maneras.
Observó al chico por última vez, su desordenado cabello descansando en su cuello y frente, sus ojos cerrados en total calma, su respiración tan calmada pareciendo inmutable y sus ropas a medio quitar señalando todo el cansancio y estrés que ahora se desvanecían en el estado de sueño en el que se encontraba. Souichi bostezó con solo esa visión, y sin decir ni pensar nada, caminó hacia su cuarto y procedió a cambiarse en sus pijamas, fijando su objetivó en darle fin al día y obtener su bien merecido descanso. Ya listo para dormir, regresó a la sala y tomó un vaso de agua del refrigerador.
—Senpai…
Una voz distante se hizo paso entre el silencio de la noche, Souichi volteo con una leve sorpresa, ya pensando que Morinaga estaba profundamente dormido. Se acercó a él y se extrañó al verlo con sus ojos cerrados, claramente rendido. El mayor se sonrojó, llamándolo mientras duerme… Quien sabría qué tipo de cosas, pervertidas o totalmente inocentes, podría estar soñando el tonto de su asistente.
Viendo que no decía nada más, se volteó con disposición a su cuarto, deteniéndose en la puerta de salida. Dándole una última mirada fugaz, se aseguró de su presencia durmiente y apagó la luz con la mano que tenía desocupada.
"Estas van a ser unas largas semanas…" Pensó con un resoplido mientras caminaba a su cuarto.
Y con ese pensamiento, se quedó dormido en su cama.
Bien, esta es el primer capitulo de el fic en el que estado trabajando. Créanme, no soy buena con títulos, así que me temo que este es...muy obvio, al punto de ser malo, pero no pude pensar en uno mejor, me temo, así que por el momento se quedara de esta manera.
Cambiando de tema, ver a Senpai atreviéndose a hacer cosas que parejas cariñosas y normales harían, ha sido mi sueño desde que el manga los puso en lo que— más o menos parece ser — una relación estable. Por esto, hice que Souichi tuviera una razón para siquiera considerar el hacer estas acciones y cambiar al frió y cruel tirano que siempre es, por algo más...
Muchísimas gracias por leer este capitulo! Los Reviews son apreciados, me encantaría saber su opinión y que les gusto del capitulo!
Nos vemos en el siguiente capitulo!
