Aclaraciones: Queda más que obvio que ningún personaje me pertenece. Esto es con fines de aporte al BLMatsu fandom en español, pero por sobre todo al ichikara Fandom en español.
Notas de Autor: Tengo un dolor horrible en el vientre luego de una operación de vesícula. Si me preguntan, no extraño a la maldita, para nada. En fin, esto esta escrito en una noche, de hecho, planeo subir hasta cinco capítulos hoy debido a que el dolor no me deja dormir.
Como veran, si, shipeo el Ichikara, es mi OTP. No me preocupa que sea incesto, debido a que esto es ficción, fellas y nada de aquí jamás nunca será real. Y con esto ya aclarado, puede comenzar a leer.
Adormecimiento
—¿Has estado mucho tiempo aquí arriba?— Karamatsu observó a Ichimatsu de espaldas. Inmediatamente caminó hacia él y tomó asiento a su lado. Cada teja sonó con cada cuidadoso paso. A una altura de casi tres metros sería de tontos correr desesperadamente hacia un lugar que sabia que esperaba paciente por él. Era su lugar, pese a todo.
Ichimatsu suspiró, observando a su hermano mayor por pocos segundos. Karamatsu le sonreía con un deje de preocupación. Ichimatsu se notaba opaco, gris, parte más del invernal paisaje. Casi como si estuviera pintado junto con él.
Ya era tarde y el sol acababa de esconderse.
—…Algo. Ya no siento las piernas.— Ichimatsu movió un poco su cuerpo, acomodándose en su lugar. Su voz no sonaba abrumada, de hecho, era el tono habitual con el cual empleaba cada vez que hablaba con el hombre de azul. Ni muy muerta, ni muy viva. No era anormal que ambos tuvieran momentos de soledad como estos. Eran momentos que Ichimatsu agradecía con sinceridad, porque pese a toda la diversión, fingir todo el tiempo estaba colmando algo de su paciencia y por no nombrar que ya comenzaba a sentir algo de culpa por el maltrato hacia al pobre hombre a su derecha. Asique cuando estos casos se daban, intentaba remediar todo el daño con una sincera junta fraternal. Bueno, casi.
—¡Eso suena terrible, Ichimatsu! Rápido, bajemos o te resfriarás.
—No suena mal. Al menos podrás probarme lo inútil que puedes ser, aunque sea, en buscar algo de agua, ¿quizás?
El segundo hermano mayor de los seis estuvo a un paso de levantarse de su sitio y arrastrar consigo al cuarto hermano menor en fila escaleras abajo, pero sus oídos fueron incapaces de no escuchar cierta acotación, y sus ojos incapaces de no captar cierta sonrisa seguida de esta. No logró descifrar si dicha sonrisilla era de altanería o invitación, pero si pudo con la intención en sus palabras. "Típico de él. Por donde sea, ataca", pensó Karamatsu, cerrando sus ojos y sonriendo como si tragara un limón entero.
Ichimatsu, tal como se volteó levemente a sonreírle, volvía a voltear para observar el manto que poco a poco era pincelado por estrellas. Ambos permanecían observando, aunque solo uno de ellos interesado realmente por la vista.
—Bastante gracioso, por no decir cruel. Aunque, ¿eso suena a un: podrías cuidar de mi Karamatsu nii-san? Vamos, Buraza, puedes pedirme con confianza que cuide de ti siempre que lo desees. Siempre estaré para ti.—
Ante los cansados ojos de Ichimatsu, Karamatsu tenía madera de vendedor de puerta en puerta, porque para él, jamás existiría un "no" por respuesta y pese a todo, aunque conviniera algunas veces el pensar que su voluntad no tenía poder alguno sobre su propia voluntad, estaba, vergonzosamente, equivocado. Lo que Karamatsu ofrecía, tarde o temprano, se tomaba. O al menos él decidía que debía tomarse, ¿para que engañarse? Dejarle con la mano estirada no fue jamás algo que él quisiera en primer lugar. Ni cuando niños, ni ahora que ya eran hombres adultos. Intuía que Karamatsu conocía del poder que tenía sobre él, aunque Ichimatsu convenía que sería darle bastante crédito,, con lo imbécil que podía llegar a ser su hermano mayor…La mayor parte del tiempo. Oh, pero volviendo a lo importante, sería hablar de su catálogo, el doloroso y brillante libro que Karamatsu cargaba con él a todas partes y que era difícil de digerir. Así es, él mismo, su persona en si. Totalmente doloroso. Demasiado para cualquier persona común y corriente. Ichimatsu no se consideraba especial, ni mucho menos "común", estaba por bajo de toda la categoría de "persona", pero sin duda no era como si aquello le hiciera inmune del dolor en el vientre que Karamatsu le causaba cada que le ofrecía, como ahora, esta clase de ayuda.
—Ah. Lo estas haciendo de nuevo. Vete.
—¿Eh? ¿Tan mal sonó?
Sus oscuras iris brillaron en incredulidad. El tono frio de Ichimatsu sonaba como el normal que usaba cuando se encontraban rodeados por sus demás hermanos. No, no. ¿Tan poco creíble había sonado? No es que Karamatsu mintiera, de hecho, estaba para Ichimatsu las veinticuatro horas del día, puesto que tenía la vida entera para despilfarrar y no sentirse culpable por ello. El tiempo para él era abstracto, simple adorno que lucía bien o en la muñeca, o en la cocina, a forma de reloj de pared. Y hablando de reloj de pulsera, tendría que comprarse uno, porque había visto que aquello traía distinción y un deje cool en un hombre seguro de si mismo y con un buen sentido de la moda, tal como él lo era. Nota mental: tendría que pedirle a su dear mom un poco de dinero para adquirir uno… Muy bien, pero volviendo a Ichimatsu, claro, él había sido cuidadoso de seleccionar adecuadamente cada palabra, es más, estaba seguro que sus palabras habían sido claras y para nada difíciles de entender, pero… ¿Por qué estas no surgían efecto en Ichimatsu aun estando solos a primeras?
—Bastante. Mira, ya perdí las piernas.
—¡Ichimatsu!
Solo restaba seguirle el juego y pretender que realmente había tomado su mentira por verdad. Aun con esto, le cargó entre sus brazos con habilidad y cuidadosamente bajo con él a la seguridad del segundo piso. Ahora a esperar por los demás. Lo bueno de no querer permanecer al grupo y el del ser ignorado por este, es que no cabía sospecha que mientras no había moros en la costa, ellos, como buenos marginados, tenían esta vergonzosa clase de tiempo compartido. Aunque, no existieran las palabras aun, las intensiones por parte de ambos de profundizar los lazos estaban impacientes por ser notadas. Querían serlo, pero aún no era el momento.
Pero ahora mismo, en la comodidad del kotatsu, ambos podían acurrucarse bajo el por unos momentos. En esta ocasión, le tocaba el turno a Karamatsu de no dormirse y vigilar por la puerta principal. Una vez esta se abriera, él tendría que salir corriendo a desaparecer a otra parte de la casa, ya que mal que mal, Karamatsu había sido él que había ido a buscar a Ichimatsu en primer lugar, se merecería el mal rato por provocar el inestable corazón del menor con su coquetería absurda y dolorosa. Pero realmente lucía como si Karamatsu no entendiera el poder que tenía sobre él, ya que esta sería la quinta vez en tomar el lugar de vigía. Mejor para Ichimatsu, quien apretó la tela azul entre sus dedos y cerró sus ojos entregándose finalmente a Morfeo.
