-No puedo creerlo…- musitó sorprendida, observando los copos blancos de nieve caer. Posó su mano sobre el cristal de su ventana y contempló por un rato más el espectáculo que el cielo otorgaba.

Cientos de copos de nieve caían desde el cielo hasta fragmentarse y unirse al manto blanco que lo cubría todo.

-Es la primera vez que nieva en años- sonrió para sí y se apartó la ventana para salir corriendo de su habitación al jardín.

Se detuvo en seco al llegar a la salida y descubrir que todo se veía mucho más maravilloso que detrás de un vidrio. Salió y sintió sus pies hundirse ligeramente en la blanda nieve, estiró el brazo y abrió la mano para sentir algunos copos caer sobre ella.

Rió sola y se abrazó a sí misma, amaba la nieve y sentirla para ella la mejor experiencia.

-Akane, te vas a enfermar- advirtió Kasumi, mirándola algo preocupada desde el pasillo que intercedía con la salida al jardín. Se colocó una mano sobre su mejilla observando a su hermana pequeña dar vueltas en el mismo lugar con la cara alzada, los ojos cerrados y una sonrisa adornando su rostro.

-¡Eso no pasará!- exclamó feliz.

-¿Qué sucede?- preguntó Ranma deteniéndose al lado de Kasumi, para ver a su prometida disfrutar de la nieve desprovista de chaqueta y riendo sola, como una niña pequeña girando sobre sí misma y disfrutando de la sensación de los copos al caer sobre su rostro.

-Siempre es así las pocas veces que nieva y siempre acaba por enfermarse- dijo la joven, denotando preocupación en la mirada- La última vez que nevó fue cuando ella tenía diez años, recuerdo que enfermó muy gravemente y no quiero que la situación se vuelva a repetir.

-¡Akane!- la llamó al oír la explicación de la joven.

La joven al oír aquella voz masculina se detuvo y abrió los ojos para enfocarlos en su hermana y en su prometido.

-¿Qué? ¿Por qué no vienen? ¡La nieve está exquisita!- sonrió de nuevo se dejó caer sobre la nieve, moviendo sus brazos de arriba abajo y sus piernas de un lado a otro- ¡Estoy haciendo un ángel para ti, Kasumi!- rió.

Ranma no pudo evitar conmoverse al verla. Realmente parecía una niña pequeña ilusionada e inevitablemente adoró aquella faceta de su prometida, que hasta ese entonces desconocía.

-¡Akane, te vas a enfermar! Por último sube a tu cuarto a ponerte algo más abrigado- dijo Kasumi colocando sus manos en torno a su boca.

Akane dejó de moverse y sólo para que su hermana estuviera más tranquila se levantó y se dirigió corriendo hacia su habitación, pasando rápidamente por el lado de Ranma e inconscientemente rozó su mano con la de él, ella no se dio cuenta de esto, estaba demasiado contenta y entusiasmada como para notarlo y desapareció de la vista del muchacho al verla doblar en una esquina del pasillo. Ranma levantó su mano, notó que la de la chica había dejado su mano antes tibia, ligeramente fría.

Kasumi suspiró algo más aliviada y se disponía a entrar al comedor en el momento en que Nabiki llegó agitada hasta ella con su mano en el pecho, sintiendo los latidos acelerados de su corazón.

-¿Qué te pasa, Nabiki?- preguntó Ranma extrañado de verla en esa condición. Nunca había visto correr a la joven y le sorprendía verla agitada.

-Está nevando. ¿Dónde está Akane?- dijo calmándose un poco.

-No te preocupes, ya la mandé a su cuarto a ponerse algo más de abrigo- sonrió con ternura antes de marcharse al comedor como tenía pensado hacer.

-"Vaya… debió haber sido muy grave la enfermedad de Akane para que Nabiki esté preocupada"- pensó Ranma, mirándola.

-¡Listo!

Nabiki y Ranma dirigieron su vista a la pequeña de las Tendo que corría hacia la salida del jardín utilizando una chaqueta color rosa y una bufanda del mismo color. Pasó otra vez por el lado de Ranma y él pudo sentir por segunda vez aquel frío roce, pero ésta vez no le prestó tanta atención. Su mente estaba centrada en la infantil faceta que mostraba su prometida sin pudor alguno.

-Vaya…- susurró Ranma sorprendido al ver a su prometida saltar sobre la nieve con los brazos hacia arriba.

-Cuando te cases con ella debes acostumbrarte a eso- sonrió Nabiki.

Ranma la miró con molestia y luego dirigió su vista nuevamente a Akane. No pudo evitar sonreír.

-Sólo espero que no se vuelva a repetir- Oyó murmurar a Nabiki que caminaba dándole la espalda.

Él sólo se limitó a seguir observando a su prometida.

-¡Oye, Ranma!- vio que su prometida le sonreía y él pudo sentir su corazón agitarse con violencia.

Ya habían cumplido dieciocho años y el cambio físico en su prometida se había producido, era más que evidente que ella había dejado de ser una niña al igual que él un niño.

-¿Por qué no vienes? ¡Es divertido!- le gritó Akane dejándose caer sobre la nieve- ¿Vienes?

Ranma la miró indeciso. Hace unos meses se habían estado llevando bastante bien por raro que parezca, habían hecho un pacto, él no la insultaría ni a ella ni a su comida que hasta ese entonces no mejoraba y ella por ende no lo golpearía, y si algo le molestaba se lo haría saber sin necesidad de golpearlo. No quería echar a perder esa amistad que se había formado entre ambos… Aunque no era exactamente lo que hubiese querido. La amaba como a nadie y él ya lo tenía más que asumido, pero sabía que debía ganarse el corazón de la chica y tenía miedo a echarlo todo a perder como siempre hacía…

-¡Vamos, Ranma! ¡Ven!- oyó a su prometida nuevamente.

-¡No quiero transformarme!- respondió algo receloso. Aquello comenzaba a importunarlo bastante, no podía ponerse de pie bajo la nieve o la lluvia porque de inmediato su cuerpo se transformaba...

Akane corrió hasta él y tomó sus manos. Ranma las sintió más frías de lo que estaban antes.

-Vamos, es grandioso ¿Acaso no te gusta la nieve?

Ranma la miró, tenía copos sobre su cabello y su ropa. No se había puesto un gorro, ni guantes, parecía haberse puesto lo primero que encontró, una mísera bufanda y una chaqueta que no parecía lo suficientemente abrigada para el clima que hacía.

-Tienes las manos muy frías…- dijo denotando preocupación en su voz. Se soltó de sus manos y volvió a tomarlas, quedando las de él sobre las de ellas, abrigándolas y frotándolas con las de ella con la intención de otorgarle algo de su calor.

-No te preocupes estoy bien.

Ranma frunció el ceño y negó con la cabeza.

-Mejor éntra, Akane- aconsejó, pero ella se molestó negando con la cabeza.

-No.

-Te vas a enfermar- advirtió y llevó sus manos a las mejillas de la chica, un leve toque de sus manos bastó para que sus mejillas le traspasaran su frío- Por favor hazme caso…

-Casi nunca nieva, además siempre que me enfermo me recupero. Yo soy fuerte ¿Sabías?- pareció molesta y ofendida.

-Lo sé, pero entiende que…

-¡Vamos, no seas aburrido!- exclamó con una sonrisa traviesa, típica de una niña pequeña. Tomó su brazo y tiró de él con fuerza provocando la inevitable caída de su cuerpo impactarse con la nieve.

Miró molesto a su prometida que se reía sonoramente de él, mientras sentía su cuerpo transformarse inevitablemente.

Herido en su orgullo se levantó tomando de paso un poco de nieve y sin que ella se diese cuenta formó una bola en su mano, antes de lanzarla a la chaqueta de la chica que al sentir ese leve golpe dejo de reír.

Ranma sonrió victorioso, sin esperar una bola de nieve que impacto contra su rostro al ser lanzada con fuerza, haciéndolo caer sentado sobre la nieve de dónde se había levantado.

Akane rió y comenzó a correr, Ranma se levantó algo enfadado y la siguió por todo el jardín. Ella parecía divertirse mucho con la situación y él se había olvidado por completo de su enfado y la estaba acompañando en su canto de risas.

-Vaya… ¿Qué le parece eso, Saotome?- sonrió Soun satisfecho por lo que veía desde la puerta del jardín.

-Parecen unos niños pequeños- dijo Genma sorprendido. Nunca permitió que Ranma jugase cuando era pequeño, pues sus entrenamientos eran más importantes, y ahora que tenía dieciocho años y era todo un hombre, jugaba como si nada le importase… Como si no tuviera preocupaciones en mente… Tal y como un niño pequeño.

-Yo veo una boda y muchos nietos a mí alrededor- dijo Soun con lágrimas en los ojos al imaginarse la conmovedora escena.

En un momento Akane tropezó y cayó sobre la nieve.

-¡Akane!- dijeron Soun, Genma y Ranma al unísono. Éste último corrió hasta ella y se arrodilló a su lado ayudándola a levantarse.

-¿Te sientes bien? Mejor entremos- dijo el muchacho realmente preocupado. Estaba pálida y demasiado fría.

Ella negó con la cabeza de forma obstinada y él la miró con molestia.

-¿Te quieres enfermar? ¿Es es eso?

-Claro que no, es que… Aquí nieva muy poco y…

-Y nunca más verás la nieve si cada vez que llega te enfermas, ¡Te puedes incluso morir!

-¿Desde cuándo te preocupas tanto por mí?- lo miró extrañada.

Él frunció el ceño ante la pregunta, ¿Qué no se daba cuenta de que siempre se preocupaba por ella?

-¿Akane, estás bien?- preguntó Soun llegando hasta la pareja.

La joven se puso de pie y miró a su padre con una sonrisa, ignorando por completo el dolor de cabeza que comenzaba a producirse.

-¿Por qué se preocupa tanto, Tendo? Sólo fue una caída- dijo Genma desconcertado, llegando hasta su lado.

-Es que…

-Mi padre es un exagerado- lo interrumpió algo molesta de que todos se preocupasen por ella.

-Akane, ¿Por qué no te vas a acostar un momento? has estado mucho tiempo aquí helándote- dijo Soun, bastante preocupado por su hija menor.

-Eso es lo que le vengo diciendo desde hace rato- intercedió Ranma.

-¡Yo estoy bien!- exclamó Akane realmente enfadada, mirando a su prometido con el ceño fruncido- Iré a dar una vuelta.

-Ranma…- susurró Genma observando a la joven entrar a la casa para salir por la puerta principal- Irás a seguirla ¿verdad? Es peligroso que tu prometida esté afuera cuando este clima puede empeorar.

El joven sonrió con ironía, no tenían ni qué decírselo y comenzó a seguir con rapidez y agilidad los pasos de la muchacha.

-Me molesta que se preocupen así por mí, ni que fuera una niña indefensa, ¡Yo sé defenderme!- mascullaba la joven, enfadada.

Caminaba por las calles desiertas pues la mayoría de la gente suele preferir quedarse en la tibieza de su hogar en días como aquel, tenía la vista fija en sus zapatos viéndolos avanzar cada vez con más prisa. Se detuvo abruptamente y golpeó con energía la muralla a un lado de la calle pudiendo oír su crujir, y retomó su camino algo más tranquila al haber calmado un poco su molestia.

-Vaya- pronunció Ranma segundos después, observando el agujero que había dejado su prometida- En verdad está molesta- y retomó su camino, siguiendo los pasos de la joven.

Se detuvo al llegar al parque y miró por un momento en silencio aquellos juegos infantiles que cuando pequeña tanto le gustaba jugar, una sonrisa un tanto nostálgica apareció en su rostro y caminó hasta los columpios para sentarse en uno y comenzar a balancearse suave y lentamente. Presionó con fuerzas sus manos a la cadena del columpio, la última vez que sus manos tocaron esas cadenas y ella estuvo sentada en ese columpio, fue el mismo en el que su madre murió... Y recordar esos momentos no le era nada agradable.

Un frío recorrió su espalda e intentó levantarse consciente de que no deseaba recordar esos días de su vida, si lo hacía terminaría rompiendo en llanto como siempre ocurría, pero al ponerse de pie… El dolor volvió a su cabeza, un dolor intenso… y todo su cuerpo comenzó a desvanecerse y comenzó a perder la consciencia.

Continuará...