DISCLAIMER: Nada me pertenece, blah blah blah. Disfruten :)
—Puddin—Canturreo pero él no la oyó.
O al menos eso fue lo que Harley creyó.
—¿Puddin?-El Joker frunció el ceño y siguió concentrado en los papeles frente a él.
—Mira nena, papá esta ocupado. Ahora, ¡vete de aquí!—Grito y le señaló la puerta.
—Bien, me iré. Para siempre-Recalcó y él ni siquiera le miró.
"Esta sera la última vez, Harley" se repite a si misma un par de veces intentando convencerse de ello, sin mucho éxito.
No es que fuera la primera vez que sucedía y por eso era que, en realidad, nadie tenía fe en que ella pudiera alejarse para siempre del Joker.
Incontables veces habían sido las que la arlequín se había ido de la guarida del rey del crimen y había vuelto arrastrándose luego de días de pasarla mal, meditando acerca de su relación con él.
Salió del escondite y camino un par de calles hasta que vio un hermoso convertible rojo. Observó a una mujer morocha salir del edificio que estaba enfrente y se acercaba al auto. Se escondió y luego tocó su hombro sobresaltando a la mujer.
Le dio una sonrisa maliciosa.
—Dame las llaves del auto y te dejare ir con vida—La mujer rebuscó las llaves en su bolso sin decir palabra y se las entregó. Harley le dijo adiós con la mano y ella salió corriendo.
Se metió al auto y pensó a donde podía ir. Sonrió cuando una fugaz idea se cruzó por su cabeza, quizás un poco de diversión no le vendría mal.
Condujo y lo encontró fácilmente, ella sabía donde se escondía. Cuando entró, él apuntó directamente a su cabeza pero al ver que era la rubia bajo su arma.
—Deadshoot—Saludo con una sonrisa traviesa.
Sabía que lo que haría estaba mal, pero le daba igual. ¿Cuando había hecho el bien? Mr J estaba demasiado ocupado.
—Harley Quinn, ¿a que debo la visita?—La rubia le dio su sonrisa más encantadora.
—Creí que podría pasar a visitarte, no tengo nada que hacer.
Él no respondió pero la rubia sonrió por dentro. Sabia que había logrado lo que quería.
Al otro día Harley se fue y dejo una nota:
Debo irme. XOXO.
6 MESES DESPUÉS...
—Aquí tienes, Harley—Ivy Poison le tendió una porción de tarta.
—Gracias—Dijo dándole un mordisco. La pelirroja se sentó frente a ella y se quedo callada observándola fijamente hasta que la rubia no pudo resistirlo mas y le pregunto:
—¿Que sucede?
—¿En serio? ¿No tienes nada que contarme?—Inquirió en respuesta. Harley negó con la cabeza.—Bien, yo haré las preguntas, ¿que pasa contigo y Deadshoot?
—Salimos. Creo.
—¿Crees?—Dijo Ivy con sarcasmo.
—No lo se, no estuve en una relación desde... bueno, ya lo sabes.—Poison asintió.
—Bien, estoy feliz de que lo hayas dejado atrás.—Respondió con orgullo. Harley le dio una pequeña sonrisa forzada, en el fondo pensaba que su amiga no estaría tan orgullosa si supiera cuanto tiempo pasaba pensando en su amado Puddin.
Si era cierto que con Deadshoot las cosas eran muy diferentes, pero quizás eso era exactamente lo que le hacia pensar en el rey del crimen. Las cosas nunca eran normales con él.
Esa misma noche Harley cocinó y ceno con Deadshoot en su departamento pero no se quedó porque dijo que tenía trabajo.
Esa noche el cielo estaba oscuro y grandes nubes negras cargadas de agua presagiaban algo más que la tormenta.
Algo malo. Harley lo sabía, tuvo un presentimiento.
Al irse a dormir, dio varias vueltas hasta que al fin pudo conciliar el sueño. No supo si habían pasado escasos minutos o largas horas pero oyó un ruido—y ciertamente debía decir que la había asustado—bajo al living a comprobar que había sido.
En la oscuridad pudo ver una alta figura masculina y de despeinado cabello verde.
Imposible pensó ella.
—¿Mr J?—Llamo intentando que su voz no sonara como su interior: Asustada y temblorosa.
El aludido volteo el rostro mirándola por encima del hombro con una sonrisa desquiciada y escalofriante, tal como solían serlo.
—Dulces sueños, Harley Quinn—Deseó y salió corriendo hacia la ventana que antes se encontraba encerrada. Harley ahogó un grito porque sabía que no había manera de que no saliera lastimado si saltaba.
Que fue exactamente lo que hizo pero cuando Harley fue corriendo y observó hacia abajo por la ventana no había rastro de él, ni de alguien más.
La rubia abrió sus grandes ojos azules repentinamente. Puso una mano en su pecho y comprobó que su corazón galopaba tan acelerado que creyó que podría oír sus propios latidos.
Se levantó y corrió rápidamente a la cocina para coger una botella de agua y beberla para deshacerse del molesto nudo en la garganta. Sus ojos amenazaron con lagrimear.
Fue hasta el living y vio algo en la mesa: Un jarrón blanco con una enorme sonrisa pintada y dentro dos flores dentro, una negra y una roja.
No había tarjeta pero ella ya sabía de quien se trataba.
—Mis colores favoritos... mrs J—Tomo las rosas y las olió, de cierta forma olían a su perfume, lo que trajo recuerdos a su mente. Las dejó en el jarrón y luego se sentó en el sofá mirando a la ventana cerrada como si esperará que él entrara de pronto.
No había forma de que pudiera conciliar el sueño ahora. Aquellas dos rosas eran la prueba de una cosa y la razón de muchas preguntas. Sin duda él había vuelto, ya que durante el tiempo que había permanecido alejada de él, no había cometido ningún crimen.
Pero estaban las grandes dudas: ¿Por qué había vuelto ahora? ¿Que significaban realmente las rosas? ¿Habria vuelto por ella?
N/A: Originalmente iba a ser un one-shoot pero creó que sera algo más largo. Quizás un two-shoot o de última, más de dos capis.
Esperó que les guste.
