Orquestando el caos
Adamas Draganbee- Diseñador de Arenas
El panecillo sobre el plato de porcelana tiene la forma y el tamaño exacto de un melocotón, inclusive, si pasas los dedos por encima, puedes sentir la textura aterciopelada. Es casi demasiado bonito para comerlo.
"Casi", pienso mientras lo rompo con los dedos y me meto la mitad a la boca.
Echo un vistazo sobre mi hombro por decimoquinta vez en veinte minutos, para ver si el montón de inútiles de mantenimiento han podido dar con el error que aparece, con dramáticas letras rojas, por encima del escenario de simulación.
La avox aparece junto a mi asiento y llena la copa de cristal con un líquido burbujeante e incoloro con sabor a kiwi. Tomo la copa cerrando mis dedos en torno al delicado cuello y bebo un sorbo distraídamente mientras me pongo de pie y miro a mi alrededor.
La sala es completamente redonda, como si nos encontrásemos en el interior de una de esas torres medievales que aparecen de vez en cuando en esos absurdos cuentos para niños. En el centro de todo se encuentra una versión a escala del trabajo que me ha mantenido ocupado por los últimos ocho meses. Aunque claro, eso se refiere solo al proceso de construcción.
La primera idea apareció en mi cabeza hace más de doce años, cuando comencé a trabajar en el departamento de Ingeniería y Desarrollo de Espacios Físicos como asistente de Magnell Friedtem, el encargado de Diseño de Componentes Vegetales, un bonito nombre para decir que el tipo en cuestión se dedicaba a la necesaria, pero estúpida, actividad de diseñar árboles.
No es que niegue la importancia de que toda Arena tenga plantas, tengo bastante claro de que son un elemento importante si quieres garantizar que los tributos duren, al menos, unos días. Para aquellos niñatos demasiado inútiles para conseguir comida viva, que por lo general resultan ser los mismos que son incapaces de dar una buena pelea en la Cornucopia y garantizarse los suministros comestibles, el tener raíces, tallos y frutos para alimentarse resulta, como mínimo, vital. Pero inclusive en aquellos tiempos yo ya sabía que mi potencial se estaba desperdiciando.
Afortunadamente dos años más tarde hubo un cambio importante en la lista de los Vigilantes y rodaron, de manera figurada, algunas cabezas entre quienes llevaban las voces cantantes en la organización de los Juegos. El resultado fue que me promovieron al departamento que se encargaba del Diseño Conceptual de las Mutaciones, un lugar mucho más acorde a mi talento. Sin embargo nada se compara al increíble honor que supone el ser el encargado de darle forma a una cuestión tan fundamental para los Juegos como los mismos tributos: la Arena.
Soy bueno en lo que hago, mis Arenas, las últimas cuatro, han sido de lo más aplaudidas en todas partes y no me avergüenza, en lo absoluto, el admitir que estoy más que orgulloso de mi labor. Ésta en particular representa la culminación de un sueño que empezó hace años, es por así decirlo mi proyecto estrella y si no lo había hecho antes era porque no contaba con la tecnología necesaria para hacerle justicia a mi idea.
-Esto… ¿señor Draganbee, señor?
Ruedo los ojos ante la voz, insegura y temblorosa, de mi asistente. La chica es lista, pero le falta chispa y carácter. Los últimos cuatro meses, desde que se integró al equipo supliendo a Galovin Swertgoff, que tuvo un desagradable caso viruela aviar, han sido desquiciantes. No es que esté insatisfecho con su trabajo, realiza sus labores casi tan bien como su predecesor, sin embargo no soy de los que soporta a la gente social o intelectualmente retrasada, aunque aparentemente los últimos abundan aquí adentro. Y esta chica en particular tiene la misma capacidad social que un conejo muy, muy asustadizo, así que me paso la mitad del tiempo escuchándola hablar y la otra mitad esperando a que consiga el valor suficiente para hablarme.
-A no ser que vengas a informarme que ya han encontrado la mierda que esté retrasando la prueba final, no quiero oírte Dulphin- le digo sin girarme.
Ella suelta un profundo suspiro, que bien podría ser un sollozo, se endereza las gafas de montura cuadrada y se para frente a mí.
-Se sentirá complacido al saber que ya lo han descifrado- en su defensa he de decir que de verdad intenta sonar segura y valiente, sin embargo su recién adquirida valentía se desploma cuando la veo a los ojos.
La chica tiene unos bonitos ojos azul cobalto que lucen más grandes gracias a las gafas, llenas de piedras preciosas, que enmarcan su mirada. Su rostro ha sido modificado quirúrgicamente para ser completamente simétrico, de manera que de primera entrada te parece que estás hablando con una muñeca o una escultura. Se trata de una chica bonita, pero en cuanto abre la boca pierde su encanto. Simplemente no puedo tratar con una persona con un carácter tan increíblemente plano.
-Espero que con "descifrado" quieras decir "solucionado".
-La verdad es que…
-Es una cuestión simple, Dulphine, sí o no. No tienes que romperte mucho esa cabecita tuya para darme una respuesta.
Titubea por un momento antes de decirme:
-Aún no- se encoje un poco ante mi mirada envenenada y se apresura a añadir- pero están en ello.
-Dile a este montón de idiotas que se hacen llamar a sí mismos ingenieros que les doy- miro distraídamente mi reloj, en cuyas manecillas relucen dos grandes zafiros- quince minutos antes de despedirlos a todos.
-Pero señor, yo pienso que…
Suelto una risa ronca mientras me aliso la corbata.
-¿Acaso me escuchaste pedirte tu opinión?
Ella se encoge de nuevo, hace una suerte de reverencia y se retira a tropezones hasta el lugar en la que los cinco idiotas de mantenimiento siguen agachados sobre el reactor central.
Los escucho cuchichear y sonrío cuando dos de ellos me lanzan miradas aterrorizadas antes de apresurarse a juntar la caja de herramientas y empezar a trastear dentro del valioso equipo.
Trece minutos y medio más tarde las letras rojas desaparecen, las luces se apagan y luego veo el parpadeo verdoso que señala que el equipo acaba de ser reiniciado.
"¡Ya era hora!"
Dulphine viene, junto con uno de los de mantenimiento, a indicarme que ya han arreglado el problema y que todo debería marchar bien en adelante.
-Ha sido uno de los microprocesadores- empieza a decir el tipo- se ha fundido y ha evitado que la energía logre pasar de un lado al otro de la…
-¿Está completamente solucionado el problema?
Él se endereza, pone ambas manos tras su espalda y contesta:
-Sí señor, completamente.
-¿Existe la posibilidad de que se repita?
-No señor.
-¿Está seguro?
-Nos hemos encargado de verificar cada uno de los ciento treinta y dos microprocesadores del sistema para descartar cualquier daño futuro.- dice orgulloso- El sistema está a salvo, no se volverá a repetir.
-Bien, le digo. Muy bien, señor…
-Borens- se apresura a decir- Damuel Borens.
Le dedico mi sonrisa ganadora y él me sonríe de vuelta, a su lado Dulphine se encoge, pues ella sí sabe la que se avecina.
-Bien señor, Borens. Ahora le agradecería que vaya a su estación de trabajo y la vacíe de inmediato.
-¿Señor?
-Ya me ha escuchado. Aunque antes sería conveniente que hablara con sus compañeros y les indicara que a partir de hoy su presencia aquí ya no será requerida.
-Pero Dulphine dijo que…
-Sí, me temo que mi reloj estaba atrasado.
El empalidece mientras, a su lado, mi asistente se muerde el labio y mira, compungida, hacia el suelo.
-Señor…
-Eso será todo.
Me giro, dándole la espalda, y apoyo las manos planas sobre la baranda que separa los controles de la proyección a escala de la Arena. En este momento puedo ver a Peyton Stewelson caminando en el sector 16, la franja en la que se encuentran ocultas las madrigueras. Apenas si es un punto en medio de la vasta extensión de la Arena, pero distingo su cabello rojo en medio de tanto follaje. Además, la luz del sol se refleja en el montón de pequeños diamantes que hizo que le implantaran en los brazos hace un par de meses, así que tengo una idea bastante exacta de en donde se encuentra en este momento.
Peyton es, en este momento, el Encargado de Programación Genética de Mutaciones, así que tenemos básicamente el mismo rango, sin embargo todos saben que, sin mi Arena, sus mutaciones no tendrían nada que hacer, así que es natural que cuando se trata de tomar decisiones soy yo, y no él, quien tiene la última palabra.
-Señor Draganbee, señor…- me interrumpe Dulphine.
-¿Qué?- le respondo haciendo que se eche a temblar.
-La simulación del Sector 31 está lista para cuando la ordene, señor.
Reviso mentalmente la lista de secciones hasta dar con la que mi asistente acaba de nombrar. Tratándose de 87 secciones distintas, cada cual con su complejidad, no es una tarea sencilla. La mayor parte de los Diseñadores en el pasado se ayudaban con una lista, sin embargo soy muy bueno en lo que hago, así que identifico el espacio al que se refiere y asiento. La Cueva.
-Dile a Moise que la active- ella se apresura a decir que sí con una cabezada y da la orden. De inmediato una de las secciones al noreste de la Cornucopia, que se encuentra justo en el centro de la Arena, cambia su coloración verdosa por una rojiza, para destacarse del resto.
Se trata de una construcción cavernosa en medio de un prado. Aprovechamos parte de la estructura natural para hacerla, aunque la dinámica del obstáculo requirió de muchas modificaciones, pero en apariencia la cueva luce como un espacio bastante normal. Ningún tributo sospecharía que se trata de una trampa, especialmente por el hecho de que resulta un refugio especialmente bueno, cerca del agua y con dos árboles frutales a menos de cinco metros. Estoy seguro de que será un entretenimiento de lo más interesante en cuanto dejemos caer la lluvia ácida que probamos esta mañana.
-¿Podrías darme un plano más cercano, Moise?
Segton Moise es, probablemente, la única persona que respeto realmente en esta sala. Ha trabajado en esto por casi veinte años y sus construcciones siempre son impecables.
-Claro, Jefe.- responde mientras la visión completa de la Arena desaparece para dar paso a una, con vista aérea, del área circundante.
-Dame una toma frontal, quiero ver la entrada.
La imagen cambia para presentar la entrada a la cueva, desde unos diez metros de distancia. A la izquierda pasa el arroyo, a la derecha están los dos árboles, cargados con unos brillantes frutos de color naranja dentro de los cuales se esconde la muerte. Sólo un gran conocedor podría distinguir las pequeñas motas amarillas en la corteza del árbol que identifican su fruto como venenoso.
-Inicia la simulación, Moise.
En la imagen aparece una figura humanoide, blanca y sin rostro, como un maniquí, que corre para guarecerse de la lluvia que provoca quemaduras en su piel con cada gota. Cuando llega al claro en que se encuentra la Cueva, se apresura a guarecerse en su interior.
La cámara sigue a la simulación hasta introducirse, con él, en las profundidades de la excavación rocosa. Justo cuando el tributo llega al fondo, donde el terreno es liso, sin protuberancias que impidan el tumbarse en el suelo, se activa el mecanismo y las paredes, que están a unos cuatro metros una de la otra, empiezan a acercarse.
Al principio lo hacen muy lentamente, la media es de un milímetro cada veinte segundos, de manera que en los primeros minutos el o los tributos no notan nada. Psicológicamente hablando es posible que los tributos con claustrofobia sean los primeros en notar la trampa, aunque claro, es probable que muchos lo atribuyan a su imaginación. ¿Quién podría creer que algo tan inamovible como una roca de ese tamaño sea capaz de irse acercando a ti, segundo a segundo, para matarte?
La lluvia está programada para iniciar en medio de la noche y abarca un área de cuatro kilómetros cuadrados, la Cueva se encuentra justo en el centro, así que es posible que sean muchos quienes deseen guarecerse en su interior, de manera que bien podría desatarse una pelea por el territorio.
Sin embargo la verdadera belleza está en que siendo de noche el tributo o la alianza que se introduzca en ella al final notará, de inmediato, lo buena que resulta como refugio: discreta, fácil de defender y seca. Posiblemente muchos decidan dormir en cuanto consigan entrar. ¿Cómo resistirse?
Y mientras ellos duermen la roca irá ganando terreno, milímetro a milímetro, hasta que, llegado el final, resultará imposible salir de ella.
En la pantalla veo como la simulación de tributo se hace un ovillo en el fondo de la cueva y se queda dormido. Los números en la esquina inferior derecha de la pantalla me indican cuanto tiempo ha transcurrido en la simulación acelerada: dos horas y media. Cuando las paredes rozan las puntas de los pies del chico o chica que se ha refugiado dentro, este despierta, dando un salto aterrorizado, pero ya es demasiado tarde, la entrada a la cueva es menos ancha que el fondo y por más que se empuja a sí mismo por el estrecho pasillo, no logra hacerse pasar antes de que las paredes lo dejen aprisionado. Unos segundos más tarde se escucha un crujido y el tributo es historia.
Si se trata de más de uno es posible que los otros tributos consigan quedarse dentro del semicírculo que se formará cuando se cierre el pasadizo que conduce hacia la entrada. Una vez sellado este, la cueva se convierte en un recipiente hermético por el que no ingresa más oxígeno. Si sucumben al pánico acabarán antes con el aire. Sin embargo la pared trasera no es excesivamente gruesa, treinta centímetros tal vez, así que un tributo lo suficientemente listo y con el arma correcta podría crear su propia salida…
-¿Todo bien, Jefe? –pregunta Moise mientras golpea rítmicamente el teclado para devolver la simulación al punto de inicio.
Siento como la piel de mi rostro se tensa en una sonrisa.
-Todo en orden, Moise. Revisemos ahora el Foso.
El asiente y regresa la proyección a la vista panorámica, donde el sector 57 se enciende con luz roja.
Sí, definitivamente soy bueno en lo que hago.
Bueno, aquí tienen este primer capítulo del SYOT, para que se vayan dando una idea de cual es mi estilo a la hora de escribir. ¡Mi primer SYOT! ¡Qué emoción!
Ya la mayor parte de los tributos se encuentran distribuidos, daré esta semana de tiempo para que completen los formularios que hacen falta. En cuanto los tenga a todos crearé un blog cuyo enlace subiré a mi perfil. La idea del mismo es que se den una idea de como lucen físicamente los tributos para que les sea más fácil recordarlos y puedan ver, de manera resumida, sus principales características.
Para las Cosechas decidí hacerlas en dos capítulos, esto para poder presentar cada tributo con suficientes caracteres y que al mismo tiempo que no se les hiciera a ustedes muy largo el capítulo para leerlo y a mi para escribirlo.
Cito aquí a blurry cornrow, la persona que me presentó este increíble mundo de los SYOTs, al decir que tomaré muy en cuenta el asunto de los reviews a la hora de ir desarrollando la historia. Por supuesto que la historia del tributo tendrá mucho que ver, pero que aquellos autores que no se molesten en comentar no crean que su tributo llegará muy lejos en los Juegos. La verdad prefiero escribir sabiendo que hay gente que me lee y claro está, adoro recibir su amor y su atención en forma de reviews.
Gracias a todos ustedes, autores, que se molestaron en sacar un rato para pensar en un tributo, describirlo en detalle para mí y enviármelo para que, muy posiblemente, yo termine matándolo. ¡Son los mejores!
