¡Hey! It's me con un nuevo fanfic para todes ustedes.

El primer capítulo es largo, tendrá pocas entregas, porque al contrario de Speculum Magicus, tiene más cantidad de palabras.

La idea de esta historia nació bastante diferente al resto de las que he escrito. Quería hacerla una comedia romántica, pero obviamente fue cambiando de tono poco a poco, a medida que iba metiéndome y que el reproductor de música aleatorio elegía las canciones.

¡Ojalá les guste!

En breve continuaré con Speculum Magicus, fanfic que está llegando poco a poco a su final.


DISCLAIMER: Nada me pertenece, todo es de los señores nipones de Trigger.


¡Gracias por la lectura!


CAPÍTULO UNO

SUCY MANBAVARAN

-Esta es Sucy Manbavaran. Sean buenos con ella.

Akko observó a la chica extraña que estaba frente a la clase. Tenía un cabello de color lavanda, algo normal entre los jóvenes de ahora. Llevaba ropa oscura, sin ningún tipo de escote, un vestido que amaría Morticia Addams. Además, era muy pálida, cubría la mitad del rostro con su cabello. Tenía ojeras. Era una actitud casi estoica, podría decirse. Y no sonreía.

Desde el comienzo del día sabía que esa chica no le daría más que problemas. No es que fuera mala, simplemente la torpeza de ella, Akko, hacía que los profesores la tuvieran todo el tiempo en la mira. Todos la detestaban, salvo la nueva practicante, llamada Úrsula, una mujer adorable, que creía lo mejor de sus alumnos. A decir verdad, estaba pendiente del progreso de todos, pero más aún con el de Akko. No era su culpa, repetía esa dulce profesora. Kagari venía de una institución bastante buena, no obstante, ese colegio era para una elite. Obviamente, tendrían otros planes de estudio y en principal, apuntarían a una calidad superior. Algo que aún luego de que esa chica llegara, le costaba horrores alcanzar. Como mala noticia, Úrsula había avisado en poco se terminaría su temporada en la escuela. Por lo cual, la extrañaría un montón, más que el resto de los alumnos.

-Parece un muerto. –Oyó decir a Bárbara que hablaba con su amiga, cuchicheando y por extraño que pareciera, un ojo rubí de esa joven se posó fríamente en la chica. Ella se hizo hacia atrás, tratando de pasar desapercibida.

Parecía que le hubieran golpeado con algo, por la reacción exagerada.

Sucy comenzó a caminar, era muy silenciosa. No miraba absolutamente nada, tan sólo parecía metida en su mundo, por lo cual Akko no evitó en observarla de más. De golpe y sin ningún tipo de aviso, Manbavaran le devolvió la vista, logrando que la japonesa se rascara la nuca, un tanto incómoda y nerviosa. No sonrió, a pesar de que intentaba hacerle una mueca más o menos agradable. Empero, con sorpresa, notó que parecía que había un poco de humor en ese gesto, como si estuviera burlándose de todos y de ella, en principal.

-Ah, Manbavaran. Siéntate al lado de Atsuko Kagari, por favor. –Señaló la profesora, con una sonrisa. - La niña de ahí.

Akko quería morir.

De verdad.

Quería que la prendieran fuego, o la electrocutaran hasta incendiar su menudo y oriental cuerpo, sin curvas, insulso y encima torpe. Rompía todo canon de que las japonesas eran sensuales, aplicadas, respetuosas de las normas, flexibles y excelentes acróbatas.

La chica misteriosa hizo caso sin responder y Akko se tensionó aún más. No podía creer su suerte. O mala suerte, mejor dicho. De todas las personas, tendría que compartir las clases con ella. Al menos, las que hubiera decidido tomar. Esperaba no compartir muchas con ella.

Sin mediar alguna palabra de bienvenida, casi ignorándola, a no ser porque cada tanto echaba miraditas discretas de refilón, Sucy sacó su cuaderno y comenzó a anotar lo que la profesora decía. Tenía las uñas prolijamente maquilladas de negro con pequeños detalles en blanco. Además, la piel parecía delicada y muy femenina. Toda esa aura tan reservada, por alguna razón, le parecía sorprendente y atractiva. Como si deseara conocer más de esa joven.

Había un trabajo que hacer, del que apenas prestó atención. Como nota de color, cayó en cuenta que había olvidado su cuaderno de apuntes. Observó al resto de la clase, para pedir aunque fuera una hoja, pero todos, absolutamente todos, la ignoraron.

Cuando volvió su mirada a la mesa, un poco apesadumbrada, se sorprendió al encontrar un cuaderno nuevo.

-Atsuko, ¿No lo necesitas?

Nunca había escuchado una voz tan extraña. Parecía fría, rasposa, antipática y sin embargo, había un dejo de dulzura. Volvió a investigar con interés a esa chica, antes de darse cuenta que era muy descortés de su parte, no decirle nada por la ayuda.

-Sí… Pero sólo una hoja…. Llámame Akko, por favor –La japonesa sonrió amablemente.

-Tómalo todo, invito…. Y Akko será, entonces.

Manbavaran cortó la conversación y se avocó a su lectura, completamente ensimismada, dejando a una Akko confundida y aturdida. Los minutos pasaban lentamente y Úrsula parecía no querer dar ningún tipo de clases hoy, por lo que todo tardó en terminar. Entre las miradas de curiosidad y el nerviosismo de Akko, sintió que de verdad, palmar era una bonita manera de pasar el tiempo. No podía creer que esa chica rara se acercara y encima fuera amable con ella.

No.

No es que fuera rara de fea.

De hecho, le parecía muy bonita y elegante, a pesar de demostrar ese rostro tan poco amigable y que encorvaba levemente la espalda. Las personas siquiera se le acercaron, porque obviamente les daba miedo o respeto. Quizás era una mezcla de ambos. Sólo cuchicheaban mientras la joven pasaba por los pasillos, sin ninguna intención de mirarles a los rostros o entablar alguna conversación. Akko iba directamente detrás, sin decir nada, aferrándose al costoso cuaderno nuevo que negó de regreso. No solía tener demasiados regalos por parte de alguien, por lo que realmente atesoró el gesto. Probablemente, por eso le daba un poquto de tirria que dijeran cosas extrañas sobre que parecía un muerto viviente o que era extraña y desagradable. Cuando salieron al recreo, Sucy estaba contra un árbol, aprovechando la sombra, aunque el clima no fuera del todo soleado; leyendo tranquilamente. Akko la podía ver perfectamente, porque almorzaba con su mejor amiga Lotte Yanson, quien había tomado clase de literatura avanzada. La rubia no dejaba de parlotear sobre lo bonito que había sido releer Romeo y Julieta y que probablemente harían una representación teatral, bla bla bla…

Akko en algún momento se perdió de la conversación, mientras no quitaba el ojo de Sucy. Tal fue la situación que hasta olvidó presentarse correctamente.

Y entonces sintió el perfume característico de una persona que había considerado por mucho tiempo su enemiga número uno en el instituto.

Diana Cavendish.

Akko entrecerró los ojos, mientras pensaba alguna jugarreta para vengarse de que Bárbara y Hannah la encerraran en el baño, luego de gimnasia, el día anterior. La verdad ellas siempre habían sido poco amigables con ella, pero esta vez se habían pasado por mucho. En eso circulaba su mente, mientras Lotte no dejaba de parlotear; ahora probablemente comparaba a Night Fall, su libro favorito, con Twilight y Romeo y Julieta. O algo por el estilo.

Fue una fracción de segundo, y los fríos ojos azules se cruzaron con los de ella. Akko volvió a tensionarse, sintió una molestia en su cuello por estar todo el tiempo tan dura. Apretó los labios, dispuesta a contestar alguna palabrota si se metía a discutir. Sin embargo, Diana esta vez la ignoró y fue directo a Sucy, quien la contemplaba como si fuera un monstruo de cinco cabezas.

-¿Tú eres Sucy Manbavaran?

-Sí.

-Te doy cordialmente la bienvenida. –Hizo una reverencia. – Soy Diana Cavendish

-Ya lo sé. Gracias.

Aquí se terminó la conversación, dejando a una Diana petulante, completamente sorprendida. Claro, no era secreto de Estado que pertenecía a la familia fundadora de ese secundario, por lo cual, podía tomarse un par de libertades. Además, era la más inteligente de ahí, la más apreciada, socialmente aceptada, preciosa, una muñequita perfecta y alumna ejemplar. Era como una niña rica que sólo iba a restregar sus promedios y su belleza a cualquier alma infortunada que se cruzara con ella.

Akko sentía mucho disgusto cada vez que la veía porque sus amigas nunca dejaron de lastimarla. Era doloroso. Hasta había sentido miedo por un largo tiempo, de ir al baño entre clases, debido a que siempre la dejaban sola o la encerraban… O simplemente, asistir al instituto. Varias veces luego de las clases de gimnasia, eran capaces de quitarle la ropa y esconderla mientras se bañaba, obligándola a salir con la toalla a exteriores de la institución, provocando que todo el mundo se burlara de ella. Esa última vez, Akko terminó sancionada, y lloró mares a escondidas, primero por la vergüenza y segundo porque sus padres la regañarían de nueva cuenta. Y no quería algo así.

Sin embargo, ahora las cosas pasarían a Sucy. Estaba un cien por ciento segura de ello. Por loco que pareciera, algo le decía que esa extraña joven sabía defenderse. O que tenía una especie de halo que la hacía casi tan intocable como Diana, por la altanería con que la observaba.

-Oí que vienes de un reformatorio.

-Sí. Hice volar el asiento de un inodoro en el baño de profesores. La mejor hazaña de mi vida, -Sonrió encantadoramente, mostrando sus caninos. Diana se calló la boca y al final, terminó disparada para otro costado, furiosa de no haberla impresionado o intimidado. Cualquiera de esas dos ideas, eran completamente válidas ¿Verdad?

-Troublemaker. –Susurró Diana siseando, mientras caminaba rápido con las otras dos chicas caminando bobaliconamente detrás, como perritos falderos. De golpe, la fría mirada de Diana, dejó a Akko helada en su lugar. -¿Qué me miras? ¿Tanto te gusto? –Sonrió, pinchándola. La pobre chica, s echó hacia atrás, enrojeciendo hasta las orejas, Lotte que había dejado de hablar sobre Bella, Julieta y no sé quién más; calló, observando sorprendida por la actitud tan hosca de la rubia. -¿Eh? –Se acercó al rostro de la japonesa, cuyo semblante estaba humillado y atemorizado.

-Y…Yo…

Una sonrisa de costado por parte de Diana, regaló el golpe final.

-¿Akko es una lesbiana?

-¡Oh Dios!, ¡Qué asco! -Coreó Bárbara a los gritos, haciendo un gesto de repulsión.

El instituto entero las miraba, habían dejado sus quehaceres para curiosear toda esta escena que se desarrollaba al mejor estilo de peli americana adolescente.

-Yo sé que soy hermosa, pero no te hagas ilusiones. –Tocó su dorada cabellera. -Mejor intenta aprobar las materias para que no te echen por incompetente. –La rubia acarició el rostro de Akko, quien estaba respirando agitada; mezcla de bronca e indignación. –Mi familia te acepta porque tu padre trabaja para ellos. Lo hacen sólo por lástima… Plebeya

-Diana, por favor, fue un error… -Lotte intentó defender y conciliar a su mejor amiga, pero la rubia observó ahora a la chica tímida y adorable de anteojos. Hannah le arrebató los libros a la jovencita y lo miró con desdén, antes de reír entre dientes.

-Vaya, vaya ¿Lees estas porquerías? –Lo revoleó a un costado, logrando que la pobre Lotte, se le llenaran los ojos de lágrimas. Por raro que pareciera a Bárbara esa actitud no le gustó ni un poco, porque frunció horriblemente el entrecejo. -¿Qué tienes? ¿Cinco?

-¡Te dije que frenes! –Akko la enfrentó del todo, levantándose.

No obstante, la gigantesca figura de Diana tapó su paso y sonrió con más soberbia. Akko apretó los dientes, chirriándolos. Su cuerpo en totalidad, estaba tensionado.

-¿O qué harás?

-¡Diana…!

-¿Qué? –La rubia le acarició ese lacio cabello chocolate, logrando que Akko diera un salto.

-No te pases…

-¿Huh? ¿Pasarme? ¿Quieres besarme? Degenerada.

Su voz era juguetona. Se lamió los labios, llevando a Akko al paroxismo de la bronca. La morena intentó darle un cachetazo, pero Hannah ahora la tomó de los brazos desde la espalda, forzando a que Akko detuviera el ataque. Si había algo en lo que no era buena la chica oriental, se trataba nada más y nada menos que de controlar su ira. Por ese motivo, la amiga de Diana ganó un pisotón con los zapatos de plataforma pesados que llevaba. La señorita England se tomó el pie de puro dolor.

-¡Deja de llorar, ayúdame!

-¡Suéltenme!

Bárbara entonces la agarró del cuello.

No sabía por qué Akko tenía que soportar esto. ¡Era completamente injusto! Tan sólo estaba observando a Sucy, quien parecía una persona amable interesante y misteriosa. Quería incluso agradecerle, pero temía importunarla. Nada malo. La verdad es que quería pasar lo más desapercibida posible por todo el mundo. Y entonces, sintió un golpe en la boca del estómago. Apenas pudo respirar, el aire se le escapó de los pulmones, sus extremidades se tensionaron y gimió de dolor.

Todo el instituto las rodeaba, a grito pelado de "PELEA", alentando la disparidad de la agresión. Akko intentó defenderse, Lotte quiso salirse del agarre de fierro de Diana. Ambas recibieron unos porrazos bastante dolorosos, en especial Akko por querer separarse y defender a Lotte que nada tenía que ver con todo esto. A veces, se sentía de verdad muy culpable de que se hicieran amigas. Aún con todo en contra, la chica siempre estaba a su lado y era muy compañera.

Habían perdido la disputa. Akko lo sabía. Pero Diana estaba enardecida, al parecer la superioridad de la que se creía merecedora, la hacía totalmente inmune a cualquier otro golpe que le pudiera regalar. Deseaba más. Si tan sólo fuera capaz de soltar ese brazo, y darle un merecido puñetazo. Sentía un dolor enorme en el ojo derecho, el labio le sangraba. Akko deseaba de verdad que algún profesor pudiera ver cómo era en realidad era Diana, porque nadie le creía. Sus compañeros preferían no meterse en esa guerra que empezó de la nada y tan sólo parecía empeorar Por más que Úrsula pudiera defenderla, ella también creía en la reputación intachable de la señorita Cavendish.

De golpe, todos los gritos y chillidos de animales hormonales que eran los alumnos de la secundaria de élite Luna Nova, cesaron.

Quedaron todos mirando impávidos a una chica en particular.

El silencio se hizo más pesado.

-Cuando te dijo que la soltaras… -Pausa. – Creo que debiste hacerle caso.

Diana sintió algo frío contra su garganta y abrió sus orbes tan preciosos de los que solía jactarse. Quedó sin palabras, cuando algo filoso presionó contra su piel y con horror encontró que la blusa blanca se manchaba poco a poco con gotitas de carmín.

Akko observó sorprendida porque se trataba de la chica de cabello púrpura.

… Esos ojos carmines que ahora se veían perfectamente por el cabello en absoluto despeinado, no presagiaban nada bueno. Al parecer, Sucy había corrido la distancia que las separaban para detener esta locura que se estaba desatando en el instituto.

Diana soltó a Lotte instantáneamente, Hannah y Bárbara miraron sin dar crédito a la joven Manbavaran. Todo el instituto se había congelado y no había palabras coherentes para explicar el peligroso giro de los acontecimientos.

-¡E…Est…Estás loca! –Gritó Hannah, ayudando a una herida Diana, quien intentaba soltarse para golpear a Sucy.

La sonrisa de costado de la nueva alumna, asustó a las demás que intentaban agarrárselas contra ella.

-¿De verdad? ¿No sabes quién soy? –Alzó una ceja. –Las siglas de mi nombre son S. M. P ¿No te parece llamativo? –El gesto de porcelana de la señorita Diana se abrieron de terror y de golpe, la joven intentó decir algo.

-¡Di…Disculpa!

Akko se quedó estupefacta con cara de "The fuck is going on here". Sucy sonrió de costado un colmillo salió a saludar adorablemente. Dio unas palmaditas en la pálida piel y luego las tres jóvenes desaparecieron de la vista porque Cavendish las arrastró lejos, sin atender a las protestas de sus amigas.

Sucy miró fijamente a Akko, Lotte pareció más espirar de éxtasis que otra cosa.

La japonesa apenas pudo respirar.

Manbavaran suspiró audiblemente, dio la media vuelta, acomodó su cabello en la marcha para retomar la lectura del libro que la tenía entretenida antes de ese horrendo caos, como si nada hubiera pasado. Akko se arrodilló en el piso, mientras los cuchicheos se hicieron más audibles. Observó de refilón a Lotte, quien no dejaba de vigilar el trayecto de Sucy, mejillas enrojecidas.

De verdad, que alguien le explicara qué carajos era todo eso.

Porque sentía que estaba perdiendo un dato demasiado importante.


-¿QUÉ? ¿NO SABES QUIÉN ES SUCY MANBAVARAN? –Lotte subió ocho octavas su voz, abalanzándose contra la mesa, muerta de sorpresa. -¿En qué mundo vives?

-¡Baja la voooz! –Se acercó a su amiga. -¿Quién es?

-La hija de…

-Igor Petrovich, el dueño de la mafia rusa. Fui a la correccional porque padre creyó importante que me criara con gente ruda y no en una secundaria de niñas inocentes como ustedes. –Interrumpió Sucy, con los brazos cruzados.

Akko sintió que su rostro se volvía bermellón, quemando mil demonios y se dio lentamente vuelta, para encontrarse con los rojizos ojos de Sucy. Para su enorme sorpresa había una sonrisa escondida en ese gesto tan frívolo que parecía querer pasar por presunción.

-¡Sucy! Estábamos justo hablando de ti. Cosas buenas, cosas buenas…

-¿Cómo te sientes? –La joven acercó el rostro de la japonesa hacia el suyo de un tirón y por alguna razón, Akko no perdió detalle de que su corazón se disparaba como si quisiera tener alas y volar hacia el más allá. Los dedos de Sucy eran bastante helados, el tacto le envió un escalofrío enorme a su médula espinal, haciéndola sacudirse.

-Yo…

-¿Mmmh?

-E…Estoy bien…

-Me alegro. –Sucy soltó el aferre y fue hacia Lotte, quien instantáneamente se abochornó. -¿Estás bien? –Le sonrió un poco más suave y le acarició el cabello para retirarlo del rostro. –Oh no… Ese ojo… -Buscó en su bolso una pomada y la esparció por la zona. –Trata de pasarte esto cada ocho horas. Te sentirás bien mañana. –Le dijo con dulzura, por lo cual, la jovencita que era finlandesa, asintió, embobada.

-Gra…Gracias…

-Genial. –Sucy dio la espalda a las jóvenes y se dispuso volver a su mesa.

-¡Gracias! –Se las arregló para decir Akko, fuerte y claro.

Su interlocutora se detuvo a mitad del comedor estudiantil.

-No es nada.

Siguió caminando.

Con sorpresa se la encontró en la clase de química. Sucy estaba sentada con aire aburrido. Todos los costados de ella quedaban completamente vacíos. Al parecer, era una chica respetada, ahora que se había puesto en contra de Diana Cavendish, quien se hallaba adelante, y cada tanto volteaba la vista. Akko se rascó la mejilla, algo sorprendía por la situación.

No sabía si era por agradecer o qué, pero se quedó con ella en la mesada, tamborileando los dedos contra el mármol. Lotte no compartía esta clase con ella y generalmente tenía que trabajar sola. Por primera vez en estos años que llevaba cursando en la escuela, tenía compañera.

La profesora Croix entró enérgicamente a la clase. Dedicó un rato muy largo en observar a Sucy al lado de Akko. Estaba tan sorprendida como la hija de Petrovich por esa actitud, quien no la dejaba de contemplar como si fuera un monstruo de cinco cabezas. Hasta podría decirse que sus mejillas tenían algo más de color.

-¿Te molesta que…?

-No… Adelante.

La clase fue tranquila. Sucy sabía más de química que la profesora. Lukić, la ayudante, estaba fascinada con los conocimientos en el amplio mundo de venenos que la chica manejaba. Las personas se acercaron paulatinamente a Sucy, por lo que todo iba cambiando de color. Ella fue explicando y terminó dando una clase magistral sobre las propiedades del gas metano y cómo combinarlo para lograr un compuesto genial. También mencionó que la mezcla de ciertos gases, no sólo eran desastrosos para el organismo, sino que podía pasar desapercibido en una autopsia.

-¡No toques ese frasco! –Sucy tomó la mano a la joven, logrando que la pobre chica se quedara un rato observando ora la unión de sus dedos, ora a su interlocutora. –Es arsénico. ¿Estás loca?

-Lo…Lo….

-Deja, lo guardo. -Y eso hizo, dejándolo en la vitrina y cerrando las puertas de vidrio con cuidado. –Hay cosas que te recomiendo nunca tocar. Metano, Arsénico, todos estos componentes pueden llegar a ser contraproducentes si no los manipulas con cuidado.

Hablaba de forma calmada y bonita. Akko, por alguna razón, no podía despegar la vista de la chica, por enésima vez en el día. Sus mejillas se calentaron lentamente y tuvo que salir del salón, excusándose de que quería ir al baño. Al llegar, empapó su cara para bajar la temperatura y respiró un poco mejor, antes de dirigirse directamente a la clase, con renovadas energías. Por alguna razón, muy en el fondo de su corazón, tenía la esperanza o fantasía de encontrarla nuevamente para hablar.

Empero, ya había concluido y sus cosas se hallaban fuera del salón, que estaba cerrado con llave.

-¡Kagari! –La llamó Úrsula, corriendo abrazada férreamente a varios libros. Al verla tambalearse, Akko la ayudó para que no terminara todo en el piso, catastróficamente. La mujer intentaba recobrar el aliento; sudaba levemente. Ese día al final había resultado muy caluroso, por la humedad, a pesar de ser invierno. Por desgracia, Akko reparó que todos se habían abrigado un montón y sufrían las consecuencias. –Quería... Quería decirte algo. Deberás ayudara Manbavaran a estar al día. ¡Te lo pido por favor!

-Profeso…

-¡Ella es nueva! Estamos muy avanzados en el trimestre para volver atrás. Manbavaran es muy inteligente, estoy segura de que se adaptará rápido.

-Yo…

-¡Te lo dejo en tus manos! Ah! –Le dio un papel. –Había olvidado que para levantar tu nota, debes hacer este trabajo práctico. Hazlo en grupo con Manbavaran. Ambas necesitan la nota.

-Pero…

-Es para mañana. –Úrsula se acomodó los anteojos, mientras observaba con seriedad a su alumna. –Es fácil, claro que podrán resolverlo. Manbavaran ya lo sabe, se lo dije antes de que saliera de Química. ¡Debo marcharme!

Y así como apareció con esa noticia, se esfumó del lugar, dejando a una confundida alumna, mirando el espacio vacío. Sintió unos suaves toques en el hombro, sobresaltándose en el lugar. Al voltearse, se encontró a dos palmos del rostro de Sucy. El suyo simplemente se quedó tan rojo que era probable que hubiera adquirido una nueva tonalidad, mientras daba unos pasitos hacia atrás, sin trastabillar.

-¡Madre mía! ¡Avisa que estás aquí!

-Lo siento. –Fue su escueta respuesta.

.-Di…Dime qué ¿Qué quieres….?

-Ven a casa. ¿Te parece? Tengo un departamento grande, no nos molestarán. Vivo sola. Te espero a la salida.

Nuevamente, Akko quedó sola el decorado corredor, confundida.

De verdad

¿Qué mierda estaba pasando aquí?


Sucy se quedó mirando las piedras del empedrado, jugando con ellas y las zapatillas, totalmente aburrida y en su mundo; a la par que esperaba que Akko llegara. Al encontrarla, sonrió levemente como una especie de saludo cordial. La joven estaba agitada y algo sudada; al parecer, olvidó el horario del autobús de vuelta a casa; por lo cual, tuvo que volver a pie. La japonesa levantó una mano para que le permitiera hablar y eso hizo Sucy, educadamente.

-¿Cómo llegaste tan rápido?

-Tengo chofer. –Se encogió levemente de hombros. –Quise decirte, pero no dejaste que hablara en la salida, simplemente gritaste que me verías en la dirección que la profesora Úrsula te dio… Y no tengo tu número de celular para comunicarme contigo.

-Oh…

Quiso reír realmente al ver esa cara tan adorable contraerse como si pensara seriamente "Soy una tarada nivel Dios". Akko se sonrojó levemente y miró para otro lado, mientras ella le daba algo para que se refrescara. Era una botella de agua sin gas, la tenía en el bolso por si alguien se desmayaba. Lo solía llevar cuando iba al reformatorio y las peleas se hacían más calurosas. De hecho, en esos lugares había casi nada de ventilación.

-¿Tienes un botiquín de emergencias, acaso? –La voz rasposa de Akko, intentando tomar aire, la divirtió muchísimo.

-Algo parecido. –Sucy se dio la vuelta. -¿Vamos?

-De…De…De acuerdo. –Se hidrató desesperadamente, mientras intentaba seguirla. -¿En qué piso vives?

Por primera vez, Akko escuchó que la chica se rió en voz alta. Era una forma muy rara, parecía casi helada y cínica, pero también había un poco de diversión.

-¿El edificio? Todo esto que ves, es mío.

Akko observó a la adolescente entrar con los ojos como platos. Apoyó su huella dactilar para que la puerta se abriera. Repasó la extensión del lujoso rascacielos de vidrios espejados, y marcos plateados. Parecía sacado de algún tipo de película de ciencia ficción. Tenía tantos recovecos y estaba demasiado pulcro para ser simplemente de personas con un poco de mejor estatus que el resto de los ciudadanos

Pero el edificio completo era de Sucy,

-¿Qué? ¡Dijiste que tenías un piso!

-Tengo todos los pisos que ves, pero vamos al más iluminado, para que puedas refrescarte. Está bien que hace frío, pero te descompondrás por correr tanto. –La miró de refilón y subió al ascensor. Apretó el piso quince y comprimió los labios hasta formar una línea. Cada tanto, enviaba miraditas de curiosidad hacia Akko, quien aún parecía que no procesaba lo que le había comentado. Está bien, no siempre las personas tienen un edificio para sí mismas, pero tampoco tenía que poner cara de que esto era una especie de sueño idílico.

Sucy odiaba esa casa, grande, solitaria y artificiosamente ostento

Akko no pudo evitar abrir la boca como una imbécil cuando vio el enorme piso, iluminado y pulcro que poseía su compañera. Sonrió, algo incrédula, mientras seguía observando todos los detalles que gritaran "CARO". Era increíble que ella poseyera eso, que la gente la respetara por ser hija de un jefe de magia y más ruso, con la tirria que había en el país este con esa parte del mundo, a pesar de ya haber pasado la Guerra Fría.

-¿Todo esto es para ti?

-¿Quieres agua, jugo o gaseosa? –Sucy cortó la conversación y fue hacia la heladera. –Tengo algo de comida por aquí. ¿Quieres?

Akko se dio cuenta que algo había dicho mal, por la mirada de fastidio de su interlocutora. Cerró la boca por ese momento e intentó no meter la pata. A parecer, las personas la respetaban por ser una persona de pocas palabras y bastante fría.

Sucy se dio vuelta.

-¿Q…qué?

-¿Qué deseas tomar?

-¡Ah! Eh… -Se rascó la mejilla, indecisa.

-¿Café? ¿Té?

-¿Gaseosa….?

-Bien. –Sucy sonrió con tranquilidad, mientras preparaba el refrigerio para su invitada. Creyó que era pertinente poner algunas galletas dulces para completar, así que una vez que preparó todo, se acercó a la mesa ratona.

-¿Tú no comerás?

-No tengo mucha hambre. –Otra sonrisa amable, antes de que buscara entre sus apuntes.

-'¡WOAH! ERES MUY PROLIJA.

-Bueno, es que sino, no encuentras nada. ¿No?- Alzó una ceja.

-Eh…

Estuvo a punto de reírse por la cara de vergüenza que tenía esa pobre chica. Se mordió el labio inferior y siguió buscando. Buscó entre sus lápices, uno con punta y empezó a rasgar el papel.

-¿Qué te parece hacer un esqueleto del trabajo?

-No tuve ni tiempo de leerlo…

-Es sobre la invasión romana en las Islas Británicas y se centra en Boudica y su levantamiento. –Sucy fue hacia unos libros que tenía por ahí y apareció con un par de bibliografías. –En internet hay bastante, pero confío más en esto.

-¡Son libros muy viejos!

-…Y bien conservados. –Guiñó el único ojo visible.

La siguiente hora se la pasaron buscando información entre esas hojas conservadas, pero que eran muy finas. Algunas contenían bastante polvo, por lo que era costoso hasta respirar apropiadamente. Akko ya estaba podrida de leer tantas cosas que no venían al caso, datos fortuitos, sin ninguna fuente más que aquél que escribía la crónica. Seguramente era de algún historiador romano, porque as otras fuentes se habían perdido con el paso del tiempo. Y no es que ser cronista fuera el grito de la moda entre los romanos. Debías tener un contacto muy estrecho con el emperador para que te diera semejante cargo.

Una vez que terminaron de diagramar la tarea, Akko se ofreció para pasar todo a la computadora, por lo cual, Sucy le cedió la notebook, mientras le iba a hacer un café, probablemente tantas horas –ya hasta había oscurecido. – le hacía sentir bastante cansada.

-Gracias. –Le respondió cuando recibió la taza de chocolate humeante y delicioso. También había un budín que hacía compañía a la bebida, por lo cual, su estómago gruñó agradecido. Sucy la observó y sonrió involuntariamente. Fue hacia la cocina otra vez, mientras preparaba otras cosas. Se preguntó si querría cenar algo, por lo cual, a medida que la chica bebía su chocolate caliente, preparó algo ligero.

-¿Por qué no avisas en tu casa que te quedas a cenar?

Akko la observó muy sorprendida y luego sonrió, feliz.

-¿De verdad?

-Sí.

Fue un breve momento, en el que ambas se contemplaron, que Sucy sintió un ligero sacudón en su estómago. La sed de su garganta se intensificó, provocándole unas náuseas descomunales. Clavó el cuchillo en la tabla, sobresaltando a la pobre jovencita, antes de ir hacia una de los pisos. Por suerte, Akko ahora estaba tan metida escuchando un audio, que no se dio cuenta que la chica había salido disparada. Lo atribuyó a algún portazo o algo por el estilo, por lo que ni siquiera intentó ver nada más. Al volver al piso, Manbavaran acarició su garganta una vez más y al dejar de sentir esa incomodidad, su rostro se relajó. Siguió cocinando, mientras escuchaba a su compañera tipear divertida y rápidamente en el teclado. Al final terminaron haciendo un trabajo práctico de más de veinte hojas. Por más que Sucy le hubiera insistido que si se sentía cansada, se lo diera, Akko se negó.

-No, no, yo hago todo. Has adelantado parte del trabajo o básicamente lo hiciste todo. Me das de comer y eres muy amable. Es lo mínimo que puedo hacer.

Cuando terminaron el trabajo, se quedaron en silencio un largo momento. Eran aproximadamente las ocho de la noche, Akko cenaba animadamente, mientras seguía parloteando sobre la escuela y lo genia que era la profesora Úrsula, hasta que les dio ese trabajo. Sucy tuvo que hacer esfuerzos para no reír cuando leía indignación palpable en sus bonitos orbes terracotas. Una vez terminado el trabajo, decidieron imprimirlo. Obviamente no aceptó el dinero de esta impresión, por lo que Akko amenazó en comprarle el almuerzo durante toda la semana.

Al final, apenas terminaron todos los quehaceres correspondientes a la escuela, Sucy le ofreció ver una película. Los padres de Akko irían a buscarla a eso de la medianoche, por lo cual, era recomendable que no saliera sola. Fuera estaba a punto de llover y el frío calaba los huesos, salvo en ese piso, donde la chimenea calentaba y los grandes ventanales, mostraban cómo estaba el clima. Cierto, hacía una o dos semanas que llovía tormentosamente, salvo el día que Sucy llegó, ya que se encontraba bastante nublado y frío con tenues rayos de luz. Akko amaba los días soleados, por lo cual, se sentía bastante fuera de onda cuando las nubes cubrían el Astro Rey.

En algún momento, las dos quedaron contemplando una película de terror en ese plasma tan enorme que cubría de pared a pared. Sucy se recostó en el sillón, sin decir ninguna palabra. Akko parecía sentirse bastante cómoda, porque se apretujó contra su cuerpo, en búsqueda de calor. Atizó las llamas mientras la película iba desarrollándose. Era de una mansión, un experimento del sueño y un encantamiento. La chica veía fantasmas y estos le comentaban cómo había sido su vida, hasta quedarse ahí, con sus almas atrapadas para siempre. Sin embargo, la mayor diversión la tenía con las muecas que esa niña hacía, a medida que la historia iba alcanzando su clímax. En algún momento, la sintió abrazada contra su brazo, intentando ocultar el rostro. Sucy quería ir a buscar unas palomitas de maíz para ofrecerle, pero Akko parecía reacia a dejarla ir.

Una vez que terminó la película, le hizo otro café. Ya debía ser aproximadamente la hora que los padres llegarían, por lo cual, la invitó a otro de los pisos, para que se sintiera más placentera. Era un comedor gigante, magníficamente decorado. Tenía un aspecto muchísimo más señorial y antiguo. De hecho, casi no parecía que perteneciera al complejo departamental sino a un castillo o mansión, como el que había visto en la película. Akko se acarició los brazos, había olvidado llevar una chamarra. Sucy se apareció de una de las puertas, percibió que cambió su atuendo por un camisón largo y de color negro, bastante transparente. La japonesa sintió sus mejillas llamear cuando notó que no llevaba bra, porque se notaban sus...

Echó un vistazo a un enorme reproductor de música, borrando rápidamente el contorno de esos pechos tan delicados que se veían con claridad por la tela transparente.

-¿Te gusta Mozart?

-¿Eso es Mozart?

-Oh, sí. Mi familia es muy adepta a su música y creo que es maravillosa.

No podía sostenerle la mirada sin echar flamas rojas de sus tersas mejillas, por lo cual, se iluminó haciendo una mueca con los labios, sin dejar de despegar la vista en la mesa pulida de madera. Apretó los dedos del pie, inclinándolos hacia adentro, un poco más penosa, si pudiera decirse.

-¿Cuál es la relación que llevas con Diana y las demás?

Akko frunció el entrecejo, completamente sorprendida de la pregunta.

-¿Por qué…?

-Simple curiosidad. –La notó encoger los brazos.

-Ella y sus estúpidas amigas siempre me molestan. La única en la que puedo confiar es en Lotte.

-Lotte es la niña rubiecita, ¿Verdad? -Akko asintió. –Parece una chica muy dulce.

-Ella es de Finlandia, ama la literatura y es muy aplicada. –Sucy la descubrió sonriendo animadamente. -Siempre tiene algo bonito que decir, aun cuando yo me pongo un poco pesada con la escuela y las demás cosas.

-Ya veo. ¿Buena amiga?

-La mejor del mundo.

-Por eso estabas tan preocupada de que saliera herida.

-No me gusta que ella termine golpeada porque otros idiotas imbéciles empiezan las peleas.

-Ya veo…-Sucy se quedó pensativa un par de minutos, por lo que Akko creyó que era el momento de inquirir.

-¿Por qué preguntas todo esto?

-¿Te gustaría un día que nos juntemos las tres?

-¡Me encantaría! Creo que eres una persona muy agradable, a pesar de que te portes con tanto misterio.

-¿Misterio? –Sucy se rió entre dientes y la examinó sorprendida.

-Sí. Todo ese halo de chica intrigante, llama la atención. Yo quiero pasar desapercibida, pero tú… Tú logras todo lo contrario con tan sólo estar en un lugar.

-Lo sé, me has observado desde que nos vimos la primera vez y luego en el patio.

Akko sintió que las mejillas ardían fieramente y bajó la vista a sus pies.

-Lo siento…

-No te preocupes. Simplemente... Es llamativo.

-¿Llamativo?

Manbavaran asintió.

-Las personas usualmente son felices si me ignoran.

-No es fácil entonces para mí y para todos mis compañeros. Aunque…

-¿Si?

-Advertí que todos te respetan. –Notó una sonrisa bastante extraña en los labios de su oyente. Como si disfrutara la situación de status que le daba ser la hija de un capo mafia.

-Oh, es una historia larga. De hecho, los Cavendish trabajan para mi familia.

-¿De verdad? –Akko le echó un vistazo, completamente perpleja.

-Sí.

-O sea que… Si sus padres trabajan para tu familia y los míos para la suya. Esto me hace como la subordinada de la subordinada… ¿No?

Manbavaran esbozó una suave sonrisa.

-Algo por el estilo.

-¿Por eso no me hicieron ningún tipo de problemas cuando les pedí quedarme aquí?

-Exacto.

-¡Por eso me han puesto contigo a hacer el trabajo!

-En realidad… -Sucy acomodó su cuello, haciendo que crujiera de forma sospechosamente extraña. –Eso es porque lo pedí yo. Te iban a poner sola, pero como también tenía que hacerlo también, lo pedí contigo…

-¡Gracias! ¡Me has salvado! –La abrazó de golpe, sin pedir permiso. Sucy se quedó mirándola sorprendida. - ¡No lo terminaría más, sino!

-De nada.

Con suavidad, Sucy se soltó del agarre. No es que estuviera acostumbrada a los arranques de cariño tan súbitos como los de esa chica. Por eso, no podía dejar de sentirse un tanto infortunada y perturbada. Por suerte, su camarada no se sintió rechazada y quedó curioseando por todos lados, antes de acotar.

-¿No te da un poco de miedo este lugar? El otro piso era más…

-¿Acogedor…? –Sugirió, levantando una ceja

Su interlocutora, notó que había sido un poco brusca al criticar la casa de la chica, por lo cual, intentó con todas sus fuerzas de que no lo tomara a mal.

-Iluminado, eh… ¡Sí, eso!

-No me da tanto miedo. Estoy acostumbrada a estar sola. Es mi sala de lectura.

-Ya veo…

-No te preocupes. Ahora que te he conocido, estoy segura que podremos juntarnos más seguido. ¡Y con Lotte!

-¿Tú crees?

-Claro.

Algo chocante se había instalado entre ambas. Akko se sentía algo incómoda y Sucy lo notó, por lo que decidió apartarse de su cuerpo un poco. Fue hacia la chimenea y fingió observar el fuego un rato largo, esperando a que los padres llegaran.

-¿Te has dado cuenta de que la gente no dejó de hablar de ti en todo el día? ¿Cómo alguien como tú puede estar interesada…?

-No me importa la popularidad.

-Seguro que eres de las chicas profundas que salen con muchos chicos.

Sucy frunció el entrecejo, un poco incrédula.

-¿Chicos?

-Sí.

Manbavaran sonrió de lado.

Ahora era el momento de decirle quién era ella realmente. Sintió que una ansiedad se colaba en todas sus extremidades.

Se consideraba en éxtasis.

Eufórica a pleno.

Decidió voltearse. Puso sus manos en las caderas y caminó lentamente hacia la joven que la observaba, un poco sorprendida por su accionar un tanto brusco. Notó una vez más, que esas bonitas y rellenas mejillas, comenzaban a colorearse. El calor se intensificó en la sala, en cuestión de unos segundos.

-No, Akko. No me interesan exactamente los chicos.

-¿Por qué no?

Akko tan sólo pudo ver un rayo surcar el cielo y asombrosamente sentir una suave presión en sus labios, antes de caer en cuenta de que...

No

No podía ser cierto.

¡Sucy no podía estar besándola!

Sin embargo, su mente volvió a la realidad cuando esa presión se movió un poco, buscando más lugar. Akko abrió los ojos, tan asombrada como shockeada, mientras trataba de procesar la situación y comandar a su pobre cuerpo, separarse de esa chica.

Sintió que sus mejillas se habían calentado lo suficiente y que el frío tacto de Manbavaran apenas significaba algo de alivio para el fuego que se estaba gestando en su cuerpo. Le llamó la atención cuando algo húmedo pidió permiso para adentrarse en su boca y más vergüenza y bochorno aún se agregaron al millar de sentimientos, cuando la lengua de esa joven, se hizo un lugar definitivo, luego de que diera acceso completo con sus dientes. Sucy Manbavaran acarició su lengua y la provocó, logrando que Akko por primera vez en toda esta loca e insólita situación, deseara apartarse. No quería escuchar al hormigueo intenso de sus extremidades. Ni a su corazón acelerado. Ni a su cerebro que le rogaba que siguiera, que diera rienda suelta la curiosidad que sentía por ella. Anuló todo tipo de sensaciones que no tuvieran nada que ver con que aquello que estaba pasando, era completamente anormal.

Una de las manos de Manbavaran pasó de las mejillas a los hombros y de ahí a la espalda, para acercarla mejor. Con mucho escándalo, notó las formas femeninas de su compañera pegarse y acariciar las suyas, en principal esos pechos pequeños pero turgentes. Cerró los ojos, rogando porque todo terminara, que sus padres volvieran o que cayera otro rayo y la asustase, pero nada de eso pasó. Sus fuerzas estaban debilitándose y poco a poco se entregaba al beso que había comenzado desde la nada misma. Parecía que eso de los chicos y la conversación que Akko había iniciado, era la excusa perfecta para que la besara sin siquiera pedir permiso.

La humillación final fue sentir que la mano de Sucy ahora acariciaba uno de sus pechos por debajo de la ropa y del bra, mientras intensificaba el beso hasta casi no dejarla respirar. Se había vuelto erótico, la cabeza le daba mil vueltas. La traición más grande, fue notar que su cuerpo reaccionaba deseoso de esta situación y que de su garganta, salió un claro y sensual gemido que jamás podría hacerlo pasar como ahogado.

Lo estaba disfrutando.

Akko estaba a punto de abrazarla y devolver todas esas atenciones; su racionalidad, de vacaciones, definitivamente.

Pero, el beso se rompió, con un sonido excitantemente húmedo.

Lo próximo que Sucy Manbavaran sintió fue un calor enorme en su mejilla derecha. Akko miraba al suelo, indignada, temblando de pies a cabeza. Notó que las lágrimas corrían por sus mejillas y que de verdad, esa niña la había golpeado.

Acarició la piel magullada, un poco aturdida.

-¿Qué?

-¿Cómo te atreves?

-Pero si…

-¡CÓMO TE ATREVES! –Akko fue por sus cosas rápidamente, mientras trataba de tantear su celular. Quería llamar a sus padres, urgentemente.

-¡Escúchame, yo…!

-¿Por qué te crees con el derecho de besar sin MI permiso?

-Ak…

-¿Piensas que porque mis padres trabajan con los Cavendish y esos idiotas para ti, me hace de tu propiedad?

-¡Escúchame!

-Eres… -Akko se pasó el brazo por la boca, intentando auto convencerse que el beso fue lo peor de su vida y un verdadero asco. – ¡Pensé que éramos amigas!

-¿Por qué haces tanto escándalo? –Luego Sucy levantó una ceja, muy entretenida y cruzándose de brazos. – Espera… No me digas que fue tu primer beso…

-¡¿Y qué si lo fue?!

Podía apreciar la indignación real escrita en todo su cuerpo. Respiraba agitada, esos labios bastante rojos por la fricción, temblaban como gelatina. Estaba haciendo un puchero, como si quisiera llorar. Sucy realmente iba a disculparse, pero alguien tocó la puerta de su departamento, Akko atendió antes que la dueña de casa, llevándose todo por delante.

Eran sus padres, la pobre chica suspiró aliviada.

-¿Hija?

-¡Nos vamos!

Akko desapareció rápido y precipitada del lugar; los padres intentaron disculparse educadamente ante su jefa.

Sin embargo, eso no quitaba que Sucy quedara sola, en su habitación, tan confusa como alucinada. No pasó demasiado para que una carcajada brotara de sus labios, la primera que salía de sus entrañas, por primera vez en mucho tiempo.

Sería una experiencia bastante interesante.

FIN DEL PRIMER EPISODIO