Disclaimer. Sherlock y sus personajes pertenecen a Sir Arthur Conan Doyle y la BBC, y sólo los uso por entretenimiento.
Sólo un desconocido
Flor Holmes
J&S&J&S&J&S&J&S
Es un día gris, de esos que me deprimen hasta el punto de querer tomar mi arma y hacerle caso a mi mente confundida; lamentablemente, Lestrade se la había llevado, alegando que no estaba bien psicológicamente después de la muerte de... de Sherlock. Decido salir de mi nuevo departamento, uno sin vida y sin nada que me lo recuerde. Vivir en el 221B ya no era vida, era una tortura diaria.
Camino sin rumbo fijo, el frío de invierno me cala los huesos pero, a pesar de todo, es reconfortante. Llevo mis manos dentro de mi chaqueta, voy un poco encorvado, intentando pasar desapercibido entre la multitud y de repente, pasa a mi lado un hombre con una de esas grandes sudaderas con capucha.
Me pregunto quién será y algo en mi interior me dice que lo conozco, algo en su forma de caminar, o tal vez sólo me lo estoy imaginando. Pero algo curioso sucede y él extiende una de sus manos, entregándome un pequeño papel. Confundido sigo caminando, pensando ¿quién sería esa persona? ¿Qué quería de mí? ¿Sería uno de los colegas de Sherlock?
No entiendo nada, aunque su forma de caminar me parecía familiar. Sigo mi rumbo hasta el apartamento 221B, no es el lugar más agradable pero me hace acordar mucho a mi gran amigo Sherlock. Al observarlo, pude notar que estaba como antes, todo en el mismo lugar: los tubos de ensayo, sus periódicos, incluso el cráneo y su gran abrigo. Lo extraño. No aguanto esta soledad, necesito escuchar su voz, verlo tocando su violín.
Aun llevo su celular en mi chaqueta; no me sirve de nada pero me ayuda a recordarlo. Necesito todo de él. Su aliento, su mirada… todo.
De repente recuerdo al tipo de la sudadera con capucha ¿quien sería? ¿Para que me dio el papel? No entiendo nada, todo es confuso. Aún no eh visto ese misterioso papel, lo deje en una repisa y me olvide por completo. Decido leerlo para ver lo que tiene escrito y justo después de terminar de leerlo, llegó la señora Hudson. Me encuentra llorando y con el papel aferrado en mis manos.
No sabía qué decir. Era un sentimiento muy fuerte. No se si es dolor o alivio.
Ahogado entre mis lágrimas comienzo a gritar, la Sra. Hudson trata de contenerme pero le era imposible. Dice que me hará una taza de té para tranquilizarme. Estaba en el suelo, arrodillado; decido levantarme y sentarme en el sofá favorito de Sherlock, el cual aún conserva su aroma, ese aroma inolvidable e irresistible.
No podía detenerme y sigo llorando como un niño pequeño, cada lágrima era un grito de reclamo para que Sherlock vuelva conmigo.
La Sra. Hudson llegó con la taza de té y unas masitas que trajo del mercado. Agradezco su compañía. Me entrega un pañuelito para secarme la cara, pues ella comprende mi dolor; pero desconoce el contenido del papel.
Al leerlo quede boquiabierto, no sé cómo expresarlo. El contenido del papel no llegaba ni a un párrafo, pero era demasiado para mi.
"John, he vuelto. Quiero verte. Te extraño."
No podía creerlo. Aquello no era real. Lo que había leído era un simple sueño. Con un grito triste y furioso intenté traerme a la realidad. Pero no. Todo era real, no era un sueño.
Ni siquiera había visto el reverso del papel, ¿una dirección? Era la dirección de la cafetería en que solía ir con Sherlock. La Sra. Hudson caminó hasta estar a mi lado y leyó la carta, se tapó la boca con las manos y comenzó a llorar al igual que lo hice yo. La abracé para confortarla y entre susurros logró decirme.
"Ve a verlo y dile que lo extraño mucho. Es como un hijo para mi."
Al escucharla decir eso, no pude contener mis lágrimas una vez más.
