Una nueva versión editada de CRUZADA que había subido antes, pero con el mismo estilo, decidí cambiarla y comenzar no desde cero pero si desde un punto diferente. Espero y les guste.


CRUZADA

Capitulo I

AGUA Y FUEGO

El intenso frio hiso que se ajustara el grueso abrigo y los guantes. Estaba en la proa del barco observando el mar con las montañas de hielo saliendo de la misma, odiaba ese clima, odiaba tener que viajar al extremo del mundo y sobre todo, odiaba que no pudiera liberarse de aquel viaje.

- ¿Sucede algo Zuko? – Iroh se acercó a su sobrino.

- ¿Por qué tenemos que ir tío? – le dijo molesto.

- El festival del ascenso de la princesa Yue convirtiéndose en la luna es un evento muy importante en la Tribu Agua del Sur.

- Si, pero eso fue hace más de cien años, además ¿Por qué tengo que ir yo? Tu eres el Señor del Fuego, es tu obligación así como la de Lu Ten de asistir, pero yo no – se quejo.

- Bueno tu madre me acompaña siempre que puede, incluso Azula ha venido, tu por otro lado has estado muy entretenido en la Academia Real del Fuego y no has podido disfrutar de este hermoso festival, además toda la familia real por fin viaja junta después de muchos años – le dijo con una sonrisa tratando de animar a su sobrino, pero su fastidio ere evidente y no parecía aminorar.

Iroh era el Señor del Fuego y cada vez que salía a algún evento fuera de la nación, su hermano menor el príncipe Ozai se hacia cargo de todo en la capital, cada año asistía gustoso al festival de la tribu del sur, acompañado de su hijo o en ocasiones de la princesa Urza, pero en esta ocasión toda la familia real iba en camino al festival. Ozai manifestó ganas de asistir, su esposa Urza estaba feliz de que irían juntos, a ello se sumo Azula, ya que no tenia nada más que hacer esos días, tenia vacaciones en la Academia Real de Señoritas de la Nación del Fuego y Zuko se vio obligado a ir ya que toda su familia iba a asistir el también debía hacerlo.

- Ya vine una vez – le dijo secamente.

- Pero eras solo un niño.

La última vez que había ido a la tribu del sur solo tenia nueve años, y lo único que recuerda de ese viaje es el frio, la nieve, el frio y lo mal que la paso cuando cayó a una fuente por culpa de cierta chiquilla, paso el resto del festival con un horrible resfriado que, a pesar de que fue tratado por los mejores curanderos de la tribu, la congestión le duro bastante, a partir de eso nunca más quiso ir de nuevo a ese dichoso festival y mucho menos a cualquier lugar que poseyera nieve.

- ¿Emocionado por el festival primo? – Lu Ten paso el brazo sobre el hombro de Zuko – Sabes, en este tipo de festival se reúnen muchas chicas bonitas no solo de la tribu agua si no también de otras naciones – le dijo sonriendo.

- Quien debería encontrar una chica bonita eres tu – le dijo Iroh a su hijo – A tu edad yo ya estaba casado, ¿Cuándo me vas a dar nietos? – reclamó el señor del fuego.

- Padre, cuando encuentre a la chica de la cual me enamore profundamente te aseguro que me casare con ella inmediatamente y te daré todos los nietos que quieras – le dijo para calmar las ansias de su padre por su descendencia.

Zuko no pudo evitar reír por el comentario de su primo, realmente el también no entendía el por que Lu Ten no se había casado, pero el le había confesado que no se había enamorado todavía. Zuko y Lu Ten compartían un lazo muy fuerte. Lu Ten era hijo único, por desgracia su madre murió cuando el era solo un niño y su padre se negó a casarse nuevamente, vio en Zuko un hermano menor y desde que este nació se volvieron muy unidos. Zuko lo admiraba, en ocasiones entrenaban juntos y en uno de esos entrenamientos Zuko le pregunto a su primo el por que aun no se casaba, al ser el príncipe heredero era muy importante que contrallera matrimonio y tuviera hijos, pero el príncipe a sus veinticuatro años aun no tenia esposa, su padre, el señor del fuego Iroh no le había impuesto un compromiso, como algunos de los consejeros le había sugerido, el quería que su hijo, al igual que él y su hermano se casara por amor y eso era lo que detenía al heredero al trono. Lu Ten le confesó a Zuko, que hasta que sintiera el amor verdadero se casaría sin dudarlo.

- ¿Y que pasa si ella no te ama? – le preguntó Zuko a la respuesta dada de su primo.

- Peleare por ella hasta que me acepte.

Sonrió por su determinación.

- Ya hemos llegado – La voz de Iroh lo saco de sus recuerdos y los tres hombres observaron la tribu a lo lejos. Zuko suspiró, solo seria una semana, se dijo a si mismo, solo una semana.

A diferencia de la tribu del norte, la del sur era una isla sobre los helados mares. La isla, poseía seis grandes muelles dispuestos alrededor de la misma, cada uno de estos tenia a su vez secciones para albergar al menos a catorce botes, esa era el área del puerto, al pasar esa área se encontraba el muro de hielo que separa el puerto de la isla, solo se podía entrar a la tribu por las góndolas o por los seis puentes que unían los puertos con la isla. Vista desde el cielo la tribu agua del sur poseía una estructura similar al de un copo de nieve.

El buque de la nación del fuego anclo en uno de los seis muelles principales escoltado por los pequeños navíos de la tribu para lograr su acomodo. La familia real de la tribu los estaba esperando. Iroh fue el primero en descender acompañado de Lu Ten. Se hicieron los saludos correspondientes y después se presento el príncipe Ozai y su familia. Zuko saludó acorde a su posición dictaba. Se le presento al jefe de la tribu Hakoda, su esposa Kya, el hijo mayor Sokka y el gran maestro Pakku. La comitiva fue escoltada hasta el palacio por los anfitriones del festival.

Los miembros fueron dispuestos en grandes góndolas que fueron dirigidas por maestros agua a través de los canales de la ciudad de hielo. Zuko no pudo evitar sentir admiración por la impotente tribu. Habían pasado tantos años que no recordaba la belleza de aquella ciudad de hielo y nieve, su recuerdo solo se limitaba a momentos desagradables, ahora miraba con otros ojos la tribu. Paseaban por los canales donde enormes muros de hielo con ventanas y toldos dejaban ver a los comensales de los restaurantes, en ocasiones pasaban por debajo de los muchos puentes que existían y muy cerca de las cascadas que caían con fluidez de entre las casas, el hielo en algunas partes podía a llegar a ser tan trasparente que era fácilmente confundido con cristal.

Las góndolas iban tomando una ruta ascendente, pues la tribu estaba dispuesta de manera escalonada, al pasar el área de restaurantes, tiendas y viviendas las góndolas pasaron por la sección donde se encontraba la biblioteca, la escuela de maestros agua, así como el centro de medicina. Las enormes edificaciones eran el orgullo de la tribu, la llamaban ciudad de conocimiento y las artes, pues en una misma estructura que era donde estaba la biblioteca, se desprendían las demás creando un enorme complejo, aunque eran estructuras diferentes, estaban unidas por pasajes y puentes, por supuesto en esa misma área vivían los estudiantes que venían de las otras aldeas pertenecientes a la tribu del sur, estaban ahí también las arenas y los anfiteatros donde los maestros agua hacían sus demostraciones y llevaban acabo sus encuentros, sin embargo ese lo visitarían mas tarde.

Por el momento la familia real pasaba a la zona alta donde se encontraba El Palacio del Agua. Un bello castillo elevado de hielo y nieve. En los costados del palacio grandes cascadas caían y el agua se distribuía por medio de canales, era de ahí de donde nacía casi toda el agua que se movía por la tribu. Las góndolas se situaron por debajo de una de las cascadas, con el poder de los guardias abrieron la cortina de agua y cuando la góndola tomo posición dentro de la misma, comenzaron un ascenso, llegaron entonces a una explanada en el interior del palacio.

La familia de la tribu agua descendió al igual que los de la nación del fuego, los sirvientes escoltarían sus pertenencias a sus respectivas habitaciones mientras que la familia disfrutaría de un almuerzo en compañía de los demás líderes y mandatarios de las otras naciones. Zuko manifestó sentirse cansado, por lo que le pidió a su padre permiso para faltar al almuerzo y descansar en la que seria su habitación. Ozai lo dejo ir. Una de las sirvientas lo guio. Los provenientes de la nación del fuego se hospedaría en la parte este. Entro a su habitación. Aunque el palacio estaba hecho de hielo, por dentro, estaba tapizado con alfombras y pieles para mantener el calor, a Zuko le pareció extraño que no sintiera tanto frio dentro del palacio, había algo que llamaban la pared de agua, que no era mas que una cortina de agua que caía sin descanso de una de las paredes. Zuko la toco y se dio cuenta que estaba caliente, era la responsable de mantener una temperatura agradable en cada habitación del palacio.

La habitación era amplia, poseía un enorme ventanal con salida a un balcón. El piso de azulejo blanco cubierto con una alfombra del mismo color, debajo de la cama la cual era grande y de color blanca, había una alfombra circular de color turquesa, las cortinas y las paredes eran de un azul claro. Definitivamente la tribu agua era completamente lo opuesto a la nación del fuego.

Se quito el vultuoso abrigo sintiéndose menos pesado y con mayor movilidad. Miro atreves de la ventana la ciudad, suspiró. Aunque no quisiera admitirlo la tribu agua era un lugar muy bello. Lo único que odiaba era el clima, ¿Por qué no podían vivir en un lugar con menos frio? Eran la tribu de agua ¿no? Que de malo tenia que hicieran su ciudad en una isla por el mediterráneo o en un lugar con clima mas agradable. ¿Por qué rayos tenían que vivir en un lugar rodeados de hielo, un intenso frio y por supuesto agua a punto de congelarse?

Miro la cama y le pareció muy cómoda, aunque había puesto como pretexto el echo de que estaba cansado con tal de evitar las fastidiosas presentaciones de los otros miembros de las naciones, realmente comenzó a sentir el cansancio del viaje. Tres días en barco, aunque no podría quejarse de lo cómodo que llego a viajar al menos en esos momentos no seria perturbado por el vaivén del barco. Se quito las botas y el resto del traje para sentirse mas cómodo y dormir. El mismo desprendió las cortinas del dosel de la cama sorprendentemente el grueso de la tela que, por dentro era suave y peluda, mantenía aun mas tibio el interior de la cama, por ser grueso evitaba que la luz se filtrara, Zuko se encontró muy cómodo entre las pieles y las suaves mantas que rápidamente se durmió.

Despertó y se vistió para la cena, toda su familia estaba reunida en el comedor que correspondía al pabellón del ala este. AL terminar Zuko, que no tenia nada de sueño se dispuso a dar un paseo por la ciudad.

Iroh y Lu Ten se encontraban con el maestro Pakku en una terraza que tenia una excelente vista a una arena donde esperaban un encuentro entre dos maestros agua.

El primer combatiente se puso en posición y el segundo solo se quedo de pie esperando que su contrario diera el primer ataque. Este hiso su movimiento, atacó con una enorme ola con el agua que rodeaba la arena, el otro manipulo la misma agua que iba contra él, la re direccionó y la lanzó hacia su oponente, este fue arrastrado por la ola y lanzado fuera de la arena, el encuentro terminó. El ganador, la princesa Katara.

- Se ha vuelto muy fuerte – dijo Iroh al ver lo fácil y rápido que venció. Pakku solo suspiró.

- Tiene el potencial, mas no la disciplina – hablo Pakku de su nieta.

- ¿Por qué esta peleando? – preguntó Lu Ten. El motivo por el cual no los había recibido en el puerto era por que se encontraba en una de esas peleas.

- ¿Es porque ya tiene los dieciséis? – Indagó Iroh preguntándole a Pakku.

- Así es, Katara cumplió los dieciséis hace unos meses, por tradición, toda jovencita a los dieciséis puede comprometerse y casarse. Por ser la princesa no dudaba que varios intentaran pedir su mano a Hakoda, pero Katara, el día de su cumpleaños declaró que no se casaría con nadie amenos que la vencieran en un encuentro. Desde entonces a estado peleando.

Y así era, desde que se corrió el rumor de lo que había dicho la princesa muchos habían intentado vencerla, pero algunos al ver su fuerza desistían de intentarlo. Pakku no podía negar que su nieta poseía un poder increíble heredado por supuesto de él. Su hijo, Hakoda no había heredado el control y aunque a él le hubiera gustado que se casara con una maestra agua, el eligió a una chica normal, pero el maestro agua nació cuando Kya quedó embarazada, grande fue la sorpresa que tuviera gemelos, la parejita, niño y niña nacieron una noche de luna llena, a los dos años, la menor, Katara manifestó poseer el control sobre su elemento y el orgulloso abuelo la entrenó. Sin embargo Katara era algo orgullosa y obstinada, por no decir terca y necia. El no aprobó la manera en que elegiría esposo, Katara lo hacia para evitar el compromiso al que estaba destinada, aun así, no deseaba que su nieta se casara con alguien que no la mereciera de verdad. Al final apoyó su decisión solo con la advertencia que debía cumplir su palabra y sin importar quien la venciera, ella debía casarse con esa persona.

Uno de los requerimientos era que, en cada encuentro se debía estar presente algún miembro de la familia real que validara la victoria o la derrota de la princesa, en esos momentos Pakku hacia aquel trabajo, resguardado en aquel balcón en compañía de su amigo Iroh y su hijo observaron con sorpresa como un segundo combatiente se hacia presente en la arena.

Katara miró al chico que estaba a la distancia, sabia a la perfección quien era.

- Hola Katara – Haack miro a la que se suponía debía ser su prometida.

- ¿Quién es el? – preguntó Lu Ten.

- El príncipe Haack de la tribu del norte – Respondió Pakku.

- ¿Qué quieres Haack? – le preguntó secamente Katara. El era el principal motivo por el cual había tomado la decisión de casarse solo con el que pudiera vencerla en un encuentro. El príncipe la miraba con algo de diversión.

- Así que los rumores eran ciertos, ¿En verdad vas a casarte con aquel que logre vencerte?

- Así es – dijo con seguridad y con la barbilla alzada.

- Mejor hay que ahorrarnos el combate y conviértete en mi prometida de una vez, no deseo lastimar a mi futura esposa.

- Hablas demasiado como muchos otros y todos terminaron igual.

- Oh vamos Katara, tu eres mi prometida, termina con todo esto y acéptalo.

- Las condiciones para convertirme en la prometida de alguien es que me venza en un encuentro, eres libre de intentarlo si así lo quieres.

- ¿Por qué haces esto?

- Porque no me gustaría casarme con alguien mas débil que yo.

La realidad era que no deseaba verse forzada a un matrimonio ya estipulado. Lo había escuchado de su padre en secreto, cuando cumpliera los dieciséis, en el festival de la princesa Yue de ese mismo año se llevaría acabo el compromiso entre ella y el príncipe Haack de la tribu del norte para unir ambas tribus. Eso la hiso enfurecer, sabia que por ser una princesa tenia responsabilidades hacia su tribu y tendría que hacer lo mejor por ella, pero el matrimonio era otra cosa, era la unión de dos personas para siempre y ella no se casaría con un hombre al que no amara solo porque su padre así lo quisiera. No había necesidad de tal matrimonio, ambas tribus tenían una excelente relación, el verdadero motivo detrás aquel compromiso el cual Katara no sabia era que el mismo príncipe, un año mayor que ella, había manifestado interés en la princesa del sur y el mismo había pedido su mano en matrimonio a su padre cuando esta aun tenia los quince, la platica que Katara escucho fue la de su padre dando aquel consentimiento del príncipe para preguntarle a ella si deseaba aceptarlo o no, al parecer malinterpreto todo y por ello hiso aquella declaración de que solo se casaría con aquel que la venciera en un encuentro, aunque huía de aquel compromiso no sabia que al mismo tiempo ella sola se ataba a casarse con un completo desconocido.

- Si así lo quieres, así será – declaro el príncipe.

Haack tomo posición de ataque y Katara también, ella fue la primera en atacar, deseaba vencerlo y demostrarle que nunca seria su esposa, pero Katara no sabia el potencial del príncipe del norte y el esquivó con suma facilidad su primer ataque. Haack había estado observando el estilo de pelea de Katara desde que llego a la tribu, la vio en su combate del día anterior y del que acababa de llevar acabo, Katara poseía una misma rutina al momento de atacar y en esos momentos el tenia la ventaja pues sabia cuales serian sus movimientos, el príncipe sonrió, la vencería, no tenia dudas.

Su ataque fue eludido y pudo ver lo rápido que Haack se movía lanzado un contraataque, ella lo detuvo, tomo el agua que había sido lanzada hacia ella y la desvió hacia él, pero Haack fue más rápido, congelo el agua en manos de Katara antes de enviarla por completo hacia él, la inmovilizó, ese era su momento, debía darle el golpe final para ganar, sin embargo la princesa sonrió. En el momento en que Haack se disponía a atacarla, la maestra agua movió sus pies, la plataforma donde se encontraban era de hielo y el hielo es agua congelada, con sus pies hiso que se deslizara la parte debajo de los pies de Haack, el brusco movimiento lo hiso caer, segundos después Katara rompió el hielo en sus manos y volviendo el hielo en líquido nuevamente, pero en esta ocasión no lanzó solo un chorro de agua para derribarlo, creo grandes torbellinos de agua que lanzo hacia con él, Haack no pudo hacer nada para evitar el imponente ataque, salió disparado a varios metros de distancia perdiéndose a la vista, litros de agua fueron esparcidos por toda la arena.

Katara sonrió satisfecha. Había vencido a aquel que se suponía seria su esposo, acababa de demostrar que no era digno de ella y eso le inflo el elevado ego que ya tenia.

- ¡OYE!

Con algo de sorpresa Katara miró al chico que subía a la arena, tenia una Parka blanca y pantalones obscuros. Se veía muy enojado.

- Discúlpate – le exigió el extraño al quedar frete a ella.

- ¿Disculpa? – Katara no entendía.

- Tu fuiste quien me mojó, Exijo que te disculpes por ello – le dijo enojado.

Solo en ese momento notó que en verdad estaba totalmente empapado, su cabello sujeto en una coleta alta estaba mojado y de su Parka escurría el agua a chorros, para ese momento ya tenia incluso un pequeño charco a sus pies. Notó, por su aspecto que no era de ahí, su piel blanca y ojos dorados lo dejaban claro. No pudo evitar reírse por el aspecto del extranjero, no era la primera vez que los turistas que iban a presenciar el festival terminaran todos empapados a causa de los enfrentamientos de los maestros agua.

- Lo lamento – dijo Katara entre risas – Pero no es mi culpa que no hayas tenido cuidado.

- ¿Cuidado? – Zuko estaba a punto de estallar, su enojo en ese momento se hiso grande al grado de dejar salir vapor de su cuerpo haciendo que se secara su cabello y parte de su ropa – ¡Yo paseaba tranquilamente cuando tu me mojaste! – le gritó.

- Fue un accidente – alegó Katara subiendo el tono, no podía permitir que un extraño cualquiera le levantara la voz, aun así era una princesa y debía comportarse, especialmente en esos momentos en que había turistas en la tribu, había algo en aquel chico que no le gustaba pero al mismo tiempo había algo muy familiar en él.

Zuko sintió la mirada azul sobre él, una mirada que sentía reconocer.

- ¡Las niñas están locas! – Exclamó un Zuko de nueve años.

- ¡Las niñas no estamos locas!

Y después fue lanzado con un chorro de agua hacia una fuente, al salir del agua fría miró a la princesa que lo había lanzado.

- ¡Me las pagaras! – Trató de lanzar un ataque de fuego, pero antes de hacerlo un fuerte estornudo lo hiso detenerse, pero a ese estornudo lo siguió otro, y otro y otro…

- ¡Tu!– Exclamaron los dos al mismo tiempo al reconocerse.

Zuko no podía creerlo, la misma chiquilla que lo lanzó al agua hace años, ahora lo volvía a mojar. Katara por otro lado lo miraba divertida, era el niño de la nación del fuego con el que, por primera vez, pudo controlar un chorro de agua.

- Valla, nunca pensé volver a verte – le dijo con una sonrisa.

- ¿Qué tiene de divertido? – alegó Zuko – Me mojaste otra vez, ahora quiero que te disculpes – demandó.

- ¿Sigues con eso? Por que no aceptas que fue tu culpa y no mía.

- ¡Tu me mojaste!

- Disculpen…

- Pues lamento no controlar mi poder y mojar a idiotas que pasan por aquí sin cuidado.

- ¿Cómo me llamaste?

- ¿Ahora eres sordo?

- Disculpen…

- Sera mejor que te disculpes en estos momentos niña…

- ¡No soy una niña!

- Disculpen…

- ¡Qué! – Gritaron al mismo tiempo al extraño que se había acercado.

- ¿Ya terminaron? – hablo con desgana el hombre – Debo de acomodar la arena – Katara reconoció al les hablaba, después de cada combate había alguien que se encargaba de dejar la arena tal y como estaba antes, era su trabajo y como era algo tarde era natural que quisiera terminar su labor lo más pronto posible.

Los dos adolescentes se miraron y aunque había odio y molestia en sus miradas no se dijeron nada y ambos salieron en silencio de la arena de combate cada quien por su lado. Los que miraban desde el balcón se quedaron en silencio después de ver el cruce de palabras de los príncipes.

Un fuerte estornudo hiso que el enojo de Zuko aumentara con creces, faltaba más, ahora nuevamente se enfermaría. Inmediatamente al llegar a su habitación tomó un baño caliente y se abrigó. Al día siguiente no salió para nada, se sentía un mal, Ozai pidió que lo trataran, una de las curanderas alivió su malestar, solo le pidió al príncipe que guardara reposo. Por la noche, aun se sentía un poco congestionado y por lo tanto no pudo estar presente en la inauguración del festival, eso solo hiso aumentar su enojo, ¿Tanto viaje solo para enfermarse? Realmente odiaba a esa princesilla.

En la mañana Zuko se despertó muy temprano, un poco antes de que amaneciera, se sentía mejor y decidió salir. Era un maestro fuego y el despertaba con el sol. Se puso la gruesa Parca de color blanco y las botas de nieve, al salir se encontró con Lu Ten.

- Me alegra verte levantado ¿Cómo te encuentras? – le preguntó Lu Ten al verlo en el pasillo.

- Me siento mejor – le respondió Zuko.

- ¿Te gustaría ser mi compañero de practica?

- Me encantaría – respondió gustoso, aquel era el motivo por el que se había levantado temprano, deseaba entrenar su control y que mejor que hacerlo con su primo.

Caminaron hacia una de las arenas de combate, por desgracia estaba ocupada, un encuentro se estaba llevando acabo ahí. Katara estaba peleando con otro de sus pretendientes, Lu Ten se quedo a mirar el combate, Zuko de mala gana miro el encuentro. Katara venció fácilmente.

- Si que es fuerte – admitió Lu Ten, Según había escuchado, Katara se había enfrentado a más de treinta maestros agua, algunos del sur y otros del norte.

Zuko chispeó – No lo es, solo la dejan ganar porque es la princesa.

El príncipe heredero miro a su primo, quiso decirle algo pero un chorro de agua se llevó a Zuko haciéndolo estrellarse contra una de las paredes. Lu Ten miro a Katara que estaba como si nada.

- Lo siento, se me fue la mano, no te vi – se excuso la princesa, Lu Ten sabia que era mentira, ella había escuchado.

- ¡LO HICISTE APROPOSITO! - Zuko se enfureció de golpe, suficiente tenia con que lo hubiera mojado la otra noche haciendo que se enfermera y se perdiera el inicio del festival. Comenzó a irradiar tanto calor que derritió parte de la pared, el vapor que salía de su cuerpo lo había secado por completo. Con ese enojo se acerco a ella. Lu Ten quiso detenerlo pero era evidente que cualquier intento de calmar a Zuko una vez enojado era inútil.

- Ya te dije que tuvieras cuidado con los enfrentamientos de los maestros agua – le grito Katara.

- ¿A eso le llamas enfrentamiento? ¡Por favor! No me hagas reír, he visto mejor acción en peleas de niños. Además es obvio que te dejo ganar – Se desquitó Zuko.

- ¿Cómo te atreves? – le dijo ofendida – Yo he ganado esta pelea por méritos propios, soy mas fuerte que cualquiera aquí, incluso que tu.

- ¿Enserio? Pues hay que verlo – Zuko se quito la Parka, le daría una lección a esa niña. Katara miro algo confundida al de la nación del fuego, pero inmediatamente supo que planeaba.

- No deseo lastimarte.

Zuko sonrió – No creo que sea yo el que salga lastimado, princesita – No tuvo que decir más, Katara se puso en posición de combate.

Lu Ten no sabia que hacer, no podía permitir que su primo se enfrentara a Katara, ella era una princesa, ¡La princesa de la tribu agua! y Zuko era un príncipe de la nación del fuego, aquel combate podía tener malos resultado políticos entre ambas naciones. ¿Pero como detienes a dos adolescentes con egos elevados? Cuando quiso decir algo el combate ya había empezado.

Zuko atacaba con decisión y maestría, Katara esquivaba y contraatacaba de igual manera, ambos eran fuertes, lo malo era que Zuko nunca se había enfrentado a un maestro agua y Katara ya había tenido un encuentro con un maestro fuego.

- Que interesante, apuesto a que Zuzu va a perder – Azula se acerco a Lu Ten.

- Azula has por favor que se detengan – rogó su primo. Debía detenerlos, no era correcto que estuvieran peleando.

- Si no te hiso caso a ti, ¿Qué te hace pensar que me hará caso a mi?

Lu Ten suspiró, su prima tenia razón, se le vino otra idea a la mente - Si los atacamos al mismo tiempo tal vez logremos hacer que se detengan.

- No te preocupes, esta pelea pronto terminará. Katara ganará.

- ¿Por qué lo dices? – Azula ya había mencionado antes que Zuko perdería, hablaba con demasiada seguridad.

- Por que Katara es la única que me ha logrado vencer.

El príncipe abrió los ojos con sorpresa. No se esperaba eso. Azula, a pesar de tener quince años era una maestro fuego excepcional, poseía un control y un dominio que muy pocos poseen, además podía lograr el fuego azul, algo que sumaba más a su habilidad innata con el fuego. A pesar de ser joven era muy fuerte, incluso él temía un poco enfrentarse a su joven prima.

- ¿Qué quieres decir? – le dijo algo sorprendido y a la vez confundido.

- Me he enfrentado a ella en varias ocasiones cuando he venido al festival, y me ha vencido en todos nuestros encuentros. Fue de mis encuentros con ella que aprendí a crear el rayo.

Lu Ten no lo podía creer ¿Tan fuerte era Katara? Miro entonces el enfrentamiento, Zuko peleaba con buena técnica, pero la forma en que Katara atacaba hacia quedar en claro que ella tenia el control de la pelea, sumándole a eso, el ambiente en el que se encontraba hacia que quedara con algo de desventaja su primo.

Katara sabia que ganaría, ya había enfrentado a maestros fuego antes, la princesa Azula había sido su contrincante en ocasiones anteriores, a pesar de que era muy joven cuando se enfrentaron por primera vez, la princesa de la nación del fuego resulto ser un combatiente muy difícil de vencer, aunque al final Katara ganó, aprendió mucho de su encuentro con ella, y de ahí fue tomando mejor habilidad en combate. Sabia que los maestros fuego eran muy diestros en el combate cuerpo a cuerpo, el cual aprendió por las malas gracias a Azula, pero con la constante practica aprendió algunos movimientos.

Zuko supo que no podía atacarla a la distancia, sus ataques de agua anulaban casi por completo su fuego, nunca se había enfrentado a un maestro agua, y ciertamente resultaba algo difícil, pero al mismo tiempo estimulante, hacia tiempo que no tenia una buena pelea, y aunque le costara admitirlo ella era fuerte, pero Zuko apenas comenzaba a pelear enserio.

Katara vio como su contrincante se detenía, se relajó un poco.

- ¿Piensas rendirte? – le preguntó algo satisfecha, iba a hacer que reconociera que era fuerte. A como diera lugar.

- No – respondió Zuko y con una sonrisa dijo - El calentamiento acabó, es hora de pelear enserio.

El rostro de Katara se tensó e inmediatamente se vio presa de uno de los ataques de fuego, logro vaporizar las llamas con el agua y con la misma lanzó un ataque, pero un látigo de fuego rompió el agua a medio camino. La cuerda de fuego se movió hacia ella, logro crear un escudo de hielo que el fuego rompió en pedazos lanzando a Katara a la orilla de la arena, se incorporó quedando con un rodilla en el hielo. ¿Todo ese tiempo no había peleado enserio? No sabia que la hacia enfurecer mas, que no la tomara enserio o que estuviera jugando con ella. Con enojo, levanto el agua del canal que estaba detrás, la convirtió en picos de hielo y las lanzo hacia Zuko, él con uno de sus látigos extinguió a la mayoría, con un diestro salto esquivó el resto y en el aire tomo una de los picos y lo lanzo hacia Katara, ella que aun estaba de rodillas en el hielo se cubrió del ataque lanzado por el príncipe, pero vio que su objetivo era otro, el pico de hielo se clavó en la arena clavando al mismo tiempo parte de su falda. Cuando quiso deshacerse de él Zuko estaba sobre ella y al caer, con su puño de fuego golpeó el hielo de la arena, Katara miró con asombro como el piso de hielo donde ella estaba se comenzaba a cuartear y después se derrumbó. Zuko salto hacia atrás alejándose de la zona de derrumbe, lo último que vio fue el rostro de la princesa cayendo al agua que estaba bajo la arena. Sonrió satisfecho, había ganado.

Lu Ten y Azula miraron con gran sorpresa lo que acababa de pasar. ¡Jamás habrían imaginado aquello! Zuko había ganado y de que manera. Azula no sabia que su hermano poseyera tal habilidad o mejor dicho que fuera así de fuerte, partir el grueso hielo de un solo golpe era algo de admirar, ella sabia que era en parte, más fuerte que Zuko, pero al parecer estaba equivocada, su hermano se había vuelto muy fuerte, derrotar de esa manera a Katara le había resultado inesperado, ella nunca hubiera pensado hacer eso.

Lu Ten por otro lado estaba entre asombrado e incrédulo, ciertamente Zuko demostró una gran habilidad no solo como maestro fuego si no también en aprovechar las condiciones que lo rodeaban, debía admitir que sospechaba que perdería, pero al parecer Zuko era mas fuerte de lo que el creía. Había escuchado que el príncipe estaba aprendiendo el combate con la espada, la manera en que tomo el pico de hielo en el aire y la fuerza con la que lo lanzó hacia Katara lo dejo en claro, además de la condición física del mismo, para ser un maestro fuego se requiere de mucho entrenamiento físico y en ese punto Katara tenia la desventaja, pero como ella se había enfrenado a Azula, sospechó que debía ser muy fuerte en el control del agua para haber logrado vencerla, todo apuntaba a que Katara ganaría, pero el duro entrenamiento de Zuko había dado frutos y por ello logro su victoria sobre la princesa de la tribu.

Katara salió a la superficie, se sostuvo de la orilla de lo que quedaba de la arena de combate y salió de la fría agua. Estaba titiritando.

- ¿Verdad que es molesto que te mojen con este horrible clima? – hablo Zuko alzándose con su victoria y dándole una cucharada de su propia medicina a la maestra agua.

Antes de que Katara pudiera responderle con el desprecio que se estaba formando en ella hacia Zuko alguien más se adelantó.

- Felicidades príncipe Zuko, hijo del príncipe Ozai de la Nación del Fuego – Pakku se acerco a él.

Katara supo entonces quien era, no tenia idea que era el hijo del príncipe Ozai, todo el tiempo pensaba que era algún ciudadano de la nación del fuego que iba de turista, mas no que pertenecía a la familia real. A Zuko le pareció extraño que se dirigiera a él de esa manera, solo con decir su nombre era mas que suficiente, al ver al gran maestro lo saludó apropiadamente. Pensaba que podía estar en problemas, se había enfrentado a su nieta después de todo, pero el lo felicitó y no pudo mas que sentirse mas orgulloso por su victoria.

- Gracias, gran maestro Pakku – le dijo mientras hacia el saludo, al incorporarse Pakku dijo lo siguiente.

- Siguiendo con lo estipulado y de acuerdo a los deseos de mi nieta, permítame decirle que a partir de este momento la Princesa Katara de la Tribu Agua – hiso una pausa, miro a su nieta - Es ahora su prometida.

- ¿¡QUÉ!? – gritaron los presentes…


- ¡No puedes permitirlo! – grito Katara en el salón de su padre, ahí también estaban su abuelo y su madre – Papá no puedes permitir que me case con él ¡Es ridículo!

- Te recuerdo que fuiste tu quien hiso ese juramento – Pakku se levanto de su asiento y miro seriamente a su nieta – Tu juraste que te casarías con aquel que te venciera en un combate, yo fui testigo del encuentro y el príncipe Zuko te venció. Ahora cumplirás con lo que prometiste y te casaras con él – sentenció el gran maestro.

- Esas condiciones solo aplican a los que desean casarse conmigo, ¡EL NO QUIERE CASARSE CONMIGO! – se defendió.

- Te equivocas – la corrigió su padre – Tu nunca especificaste eso, solo dijiste que te casarías con aquel que lograra vencerte, mas nunca dijiste que esa persona debía desear casarse contigo o tener esa intención, si te vencía cualquier persona era tu obligación, bajo tu propia palabra casarte con él.

Se quedo muda, tenia razón, ¡Que estúpida había sido!

- Ahora – continuo Pakku - Es tu deber honrar tu juramento y convertirte en la prometida del príncipe Zuko, Si es que… él decide aceptarte… - terminó de decir maliciosamente.

Katara salió furiosa del salón de su padre, no sabia que la molestaba más, su obligación en convertirse ahora en la prometida de aquel príncipe o que él llegara a rechazarla, lo cual era lo más probable. Eso aunque le costaba admitirlo odiaba más.

Zuko estaba dando vueltas en su habitación, ¿Casarse? ¿Comprometido? ¿Cómo había llegado a todo eso? solo tenia dieciséis, aunque en un mes cumpliría los diecisiete, pero aun así era muy joven para andar pensando en compromisos y matrimonios ¡Ni siquiera había tenido novia!

- Ah ¿por qué rayos me pasa esto a mi? – gritó con frustración – Un momento, no tengo por que acceder a esto ¿verdad?

Toda su familia estaba ahí.

- Ciertamente no – hablo Iroh – Sin embargo aunque no sabias del juramento de la princesa y de las condiciones de tu enfrentamiento, tu fuiste el vencedor y a los ojos de Pakku, que era el supervisor del combate lo tomo como válido, pero es tu decisión aceptar a la princesa Katara como tu prometida o no.

Zuko vio su solución y sonrió por ello – ¡Perfecto! Entonces la rechazo como mi prometida y listo.

- Te sugiero que pienses bien lo que vas hacer – hablo Ozai.

- ¿Qué quieres decir padre?

- En primer lugar nunca debiste enfrentarte a ella – lo regaño por su imprudencia - Katara es la princesa de la tribu y tu combate con ella pudo haber traído consecuencias aun más graves – Zuko sabia a lo que se refería su padre – Aunque tienes el poder de rechazar el compromiso con la princesa, piensa también en las consecuencias que eso traería. Las Tribus Agua son muy tradicionalistas, el echo que le hayan permitido a la princesa realizar tal hazaña para elegir esposo es algo que va en contra de sus costumbres. Y si tu la rechazas mancharías el honor de la princesa.

- Por lo general – hablo Urza – En la tribus agua, cuando un hombre desea casarse con una mujer, le entrega un collar de compromiso, pero es la mujer quien decide aceptarlo o no, pero ella al ser una princesa, es posible que aquel derecho se le niegue y su padre decida sobre la persona que pueda tomar su mano. Tal vez es por eso que hiso todo esto, sin embargo, cuando un hombre rompe el compromiso, la mujer queda deshonrada y es probable que ningún otro hombre le proponga matrimonio.

- Piensa muy bien príncipe Zuko – hablo Iroh – No solo el honor de la princesa esta en juego, también las relaciones con la tribu agua del sur lo están. Si no solucionamos esto adecuadamente podíamos crear una enemistad en ambas naciones.

Zuko se sentía desfallecer. Había tanto que pasaba por su mente que no tenia ya idea de que hacer. Su familia lo dejo solo para dejarlo pensar, solo Azula se quedó.

- ¿Qué debo hacer? – se preguntó Zuko en voz alta dejándose caer sobre la cama.

- Cásate con ella – le respondió su hermana menor.

- ¿Qué? ¿Estas loca?

- Si te soy sincera – se acerco a él y se sentó en la cama – Pensé que perderías – Zuko miro a su hermana con algo de enojo – Nunca te lo he contado, pero, Katara ha sido la única capaz de derrotarme.

- ¿Qué? – expreso Zuko incrédulo levantándose de la cama quedando sentado al lado de Azula.

- Si, así es – se dejo caer en la cama – Ella me venció y después de varios encuentros me enseño algunos movimientos que me ayudaron para poder hacer el rayo.

Zuko no lo podía creer, con razón había logrado hacer el rayo desde los trece años y él apenas a los dieciséis había logrado perfeccionarlo.

- Escucha esto Zuko, ella hiso todo esto por que no quería verse obligada a casarse, y puedo entenderlo…

- Si y ahora el que se ve obligado a casarse soy yo – reprochó volviéndose a acostar.

- Ambos lo están. Creo que ella también entiende la situación en la que se encuentra. Pero, si tuviera que elegir entre ella y cualquiera de las chicas nobles de la nación del fuego la elegiría ella como tu esposa.

Zuko se quedo callado por la confesión de su hermana, giro su cabeza para verla.

- ¿Por qué dices eso?

- Por que a diferencia de ti, yo ya estoy comprometida – abrió los ojos con sorpresa, lo había olvidado – Y se que mis padres pronto arreglaran un compromiso para ti también – sabia que era posible - Tu no conoces a Katara – continuó hablando Azula - Pero ella es buena, los dos años que he venido aquí ha sido como una amiga para mi. Creo que ella es mas que adecuada para ser tu esposa – le sonrió, Zuko sintió en su corazón una pequeña opresión – Ella es más digna que cualquier chica noble de la nación del fuego con la que nuestros padres deseen casarte créeme – le dijo con desdén – Todas son iguales ¿Te imaginas estar con alguien que solo te da la razón y hace lo que le pidas? Eso es aburrido.

Zuko sonrió. Su hermana tenia razón, las pretendientes que lo acosaban resultaban ser muy molestas y era exactamente como su hermana decía.

- Hermano, sea cual sea tu decisión yo te apoyaré – tomo su mano y la apretó suavemente, Zuko le devolvió el gesto con una sonrisa.

- Gracias Azula y nunca permitiré que nuestros padres te casen con un hombre que no sea digno de ti, primero tendrá que vencerme a mi – declaro el hermano mayor sobreprotector, Azula ya tenia quince años y Zuko sabia que su hermana estaba en camino de ser muy hermosa al igual que su madre, pretendientes no le faltaban pero era su fuerza lo que la hacia ver inalcanzable y aunque ella ya estaba comprometida, si su prometido resultaba ser un patán jamás permitirá ese matrimonio.

- Que curioso, pensaba lo mismo de la que se podría convertir en tu esposa y mira, que casualidad – le dijo entre risas. Azula se levanto y se dirigió a la puerta – Piénsalo bien Zuzu – fuero sus ultimas palabras antes de irse.

Al escuchar la puerta cerrarse Zuko nuevamente suspiró. Tenia mucho que pensar y no tenia ni idea de que hacer. Estuvo analizando las palabras de su hermana. Katara era una princesa, así que estaba obligada a casarse con alguien y por eso hiso aquella tontería de casarse con el que la venciera – con razón era tan fuerte – pensó recordando su enfrentamiento. Pero aun así, podía comprender un poco sus motivos al pensar en Azula y en él. Los compromisos políticos en la nación del fuego tampoco eran algo fuera de lo normal, sus padres y su tío se habían casado bajo esas medidas, la diferencia es que según le había contado su tío, es que el se enamoro profundamente de su prometida cuando la conoció y lo mismo le paso a su padre. Habían tenido fortuna de casarse con mujeres a las que, aunque estaban obligados a casarse con ellas, llegaron a amarlas incluso antes del matrimonio, por ello que su tío no había obligado a Lu Ten a casarse mediante un compromiso político, y Zuko pensaba que tal vez el correría con la misma suerte, pero si sus padres le proponían aquella idea no sabría si aceptarla o no. Por otro lado Azula ya estaba comprometida con el hijo de un Almirante, aunque aun no se conocían oficialmente, Zuko solo sabia que su nombre era Han.

Ahora que se encontraba en esa situación no sabia que hacer. A diferencia de su hermana estaba en su poder rechazar ese compromiso y atenerse a las consecuencias que traería no solo a la nación si no también a la princesa, pero no solo eso, aunque se librara de ese compromiso en un mes cuando cumpliera los diecisiete tal vez se viera obligado a comprometerse nuevamente con una chica de su nación y esa vez no podría negarse. Se llevó una mano a la cabeza, no importa que decisión tomase, al final, tarde o temprano se podría ver obligado a casarse con una completa extraña.

Recordó el temperamento de la princesa, rebelde y obstinada. Muy opuesta a todas las chicas que había conocido. Así como lo había dicho Azula, todas hacían lo que fuera necesario para llamar su a tención. Aunque no lo admitía sabia que era atractivo no por nada tenia tantas admiradoras pero todas ellas se veían atraídas no solo por su apariencia si no también por su posición, era un príncipe y para cualquier muchacha eso significaba un futuro con comodidades y lujos. Ahora que lo pensaba bien podía tener a cualquier chica a sus pies, ¿Por qué no lo había notado? Si rechazaba a Katara en el momento en que regresara a la nación del fuego podía comprometerse con cualquier chica y esta no se negaría, pero había estado ocupado en entrenar y volverse fuerte que cualquier contacto con el género femenino había quedado en lo mas bajo de su lista. ¿Pero era correcto hacerlo así? ¿Casarse solo por impulso? Al final de cuentas estaba haciendo lo mismo…

- Vaya problema…

Katara estaba en el solárium, su lugar favorito, era el único lugar en la tribu del sur que poseía pasto y tenia un clima cálido. O tal vez por el echo de que ahí estaban los peces que reencarnaban al espíritu de la luna y del océano convirtiéndolo en un lugar sagrado y hacia posible que aquella vegetación pudiera crecer. Los peces Koi se encontraban en un estanque hermosamente adornado, en el centro había una fuente de la princesa Yue representando su ascendencia hacia el cielo convirtiéndose en la luna, de sus brazos extendidos caía suavemente el agua. Pronto anochecería y las estrellas comenzarían a adornar el firmamento nocturno.

Se encontraba sentada el la orilla del estanque, su mano estaba dentro del agua y uno de los peces se acerco a ella tocando suavemente sus dedos, sonrió por el gesto. Había pasado todo el día odiando su mala suerte, había llorado hasta el cansancio, no por tristeza si no por coraje. Después de que se calmo trato de aliviar su frustración practicando agua control pero fue inútil. Lo dejo y decidió mejor visitar ese lugar, el único lugar donde se sentía tranquila y en paz.

¿Qué podía hacer? Ya no estaba en sus manos lo que podía pasar. Todo dependía ahora del príncipe Zuko. Mientras estuvo meditando y rabiando, se dio cuenta que era el hermano mayor de Azula, cuando la princesa había ido a la tribu, le había contado en ocasiones que tenia un hermano mayor y que al igual que ella era un maestro fuego, pero según Azula, ella era mas fuerte que él, pues su hermano no era capaz de crear el fuego azul y mucho menos de crear el rayo que ella ya podía hacer, nunca imagino que seria él.

Suspiró y miro la estatua de su antecesora - ¿Qué hubiera hecho Yue? – se preguntó.

- ¿Estas feliz? – la voz gruesa hiso que diera un ligero brinco de susto. Giró su cabeza y miró al que estaba a unos metros de distancia y se acercaba a ella.

- ¿Haack? ¿Qué haces aquí?...

Zuko detuvo su andar al toparse con Lu Ten, después de tanto pensar había tomado una decisión.

- Que bueno que te encuentro – expreso el príncipe heredero – Quiero decirte algo.

- ¿Qué sucede? – los dos tomaron lugar en una de las terrazas del castillo.

- Zuko, he decidido que seré yo quien se case con la princesa Katara.

- Te pregunte que si ya estas feliz, he escuchado que el hijo del príncipe Ozai te ha vencido y es ahora tu prometido.

- ¿Cómo te enteraste? – Estaba sorprendida, los únicos que se sabían de lo sucedido en el combate eran su abuelo, Azula y Lu Ten, y por sugerencia de su abuelo no dirían nada hasta que el compromiso se hiciera oficial, no había forma de que Haack lo supiera.

- Me lo dijo el que venciste antes de enfrentarte al príncipe. El vio también tu combate y como fuiste derrotada.

- ¿Lo sabe alguien más? – le dijo un tanto molesta.

- No – al darle su respuesta pudo ver que ella se relajó un poco. Haack sabia que algo no iba bien, si Katara había sido derrotada por el príncipe de la nación del fuego entonces ahora era su prometida, le tomo por sorpresa saber que se casaría con un maestro fuego, pero aun más que en el transcurso del día no se comentaba nada al respecto. Nadie sabia del compromiso y por eso fue a buscarla, al ver su reacción pudo suponer que tenia razón y podía adivinar el porque – Dime ¿Ahora estas satisfecha?

La mira azul se clavó en él con fiereza.

- Puedo adivinar el porque nadie sabe que ahora eres la prometida de ese príncipe – Katara no dijo nada y por su silencio Haack continuó - El te rechazó ¿no es así?

- Eso no es de tu incumbencia – hablo tajante pero serena, en su tono de voz se denotaba su molestia por las palabras de Haack – Ahora te pido que te marches, este lugar es sagrado y solo los miembros de la familia real pueden estar aquí.

- ¿Qué no te das cuenta de lo que acabas de hacer? – Haack se acercó un tanto molesto – Por tu impertinencia ahora estas acabada – los ojos de Katara se abrieron mostraron sorpresa y odio.

- No te permito que me hables así – le dijo enojada y acto seguido se puso de pie y se alejó de él, pero antes de dar un paso Haack la sostuvo del brazo obligándola a mirarlo e impidiendo que se marchara.

– Si tan solo hubieras aceptado convertirte en mi esposa nada de esto hubiera pasado.

- ¿Qué no lo entiendes? – Katara se libero bruscamente de su agarre – Es porque no quería casarme contigo que hice todo esto.

Haack la miro un tanto sorprendido, pero la sorpresa dio paso al enojo – Y ahora serás repudiada por todos los hombres de la tribu – dijo con desdén - ¿El te rechazó no es así? Es por eso que no han anunciado tu compromiso. Ahora nunca podrás casarte.

- Prefiero eso a estar casada contigo – expresó con ferocidad. A pesar de que estaba hablando por impulso era la verdad.

Haack no lo toleró más. Realmente se sentía atraído por Katara, mas que nada en lo que ella representaba, le pidió su mano al jefe Hakoda uno meses antes de que cumpliera los dieciséis y aunque contaba con el permiso del padre al final seria Katara quien decidiría, pero al ser el príncipe de la tribu del norte, ella no podría negarse, pero cuando supo de su absurda idea de casarse solo con el que lograra vencerla solo podía imaginarse su triunfo sobre ella y obligarla en convertirse en su esposa, eso le daba mas gusto que un simple "Si" forzado por parte de ella, saber que podía "ganársela" resultaba mas placentero para él.

Era el maestro agua más fuerte de la tribu del norte, sabia que ganaría, pero aun así observó los combates de Katara antes de enfrentarse a ella, pues sabia que hasta el momento no había sido derrotada, ser la nieta del gran maestro Pakku y haber sido entrenada por él realmente se notaba pues estaba en un nivel muy alto, tomo sus precauciones e ideo una estrategia, pero fue vencido y su orgullo fue pisoteado. Saber en esos momentos que el era el motivo por el cual había echo todo eso rechazándolo vehementemente de esa manera no hiso nada feliz al orgulloso príncipe.

- Te hare cambiar de opinión – declaro para después tomar a Katara con rudeza.

Al verse forzada en los brazos de Haack, Katara pudo ver sus intenciones, la besaría a la fuerza.

- ¡No! Déjame – gritó.

Pero antes de pudiera unir sus labios un puño golpeo al príncipe del norte. Soltó a Katara pero la fuerza con la que fue golpeado Haack la hiso caer al suelo también. Katara vio a Haack tumbado en el suelo a unos cuantos metros de distancia de ella, alzo la vista y miro a quien la había ayudado.

- ¿Entonces creen que sea posible?

- No veo ningún inconveniente – hablo Kuei en respuesta a la pregunta del jefe Hakoda.

Los líderes de las otras naciones estaban en el salón del jefe, Hakoda había pedido una audiencia con ellos, el futuro compromiso de Katara con el príncipe Zuko era algo que debía discutir no solo con la familia del contrayente si no también con los otros líderes, tanto por motivos políticos como por otros en particular. Ahí estaba Iroh y Ozai, al igual que el Rey Kuei del reino tierra y Bumi de Omashu, así como el monje Gyatzu, en representación de los nómadas aire del sur y Yangchen de los nómadas aire del oeste y el último Arnook el jefe de la tribu del Norte.

- Yo tampoco – declaro Arnook, su respuesta favorecedora calmo un poco al jefe del sur – Sin embargo… ¿No habrá algún problema con su unión?

- Para eso estamos reunidos – declaro Iroh. Era natural que alguna nación se viera amenazada si otras se unían por medio del matrimonio, podía crear el favoritismo especialmente en lo comercial y eso podía llevar al inconformismo por parte de las demás naciones que también compartían tratados, además de que ese no era solo el problema principal, también cabía la posibilidad de que otros miembros de la misma nación ya sea la de ella o la de él, que no acepten a uno o a otro como la pareja, por parte de la tribu del sur no existiría ese problema pues el gran maestro Pakku que era muy respetado ya había aceptado la decisión de la princesa en casarse con el que la venciera y aunque fuera un príncipe de la nación del fuego el lo aceptaría y si el lo aceptaba toda la tribu lo haría de igual manera.

Por otro lado, en la nación del fuego existían reglas y protocolos en cuanto a los matrimonios de los miembros de la realeza se trataba, Iroh lo sabia a la perfección, desde el punto económico y comercial no tendría problemas con sus consejeros, pero estaban los sabios del fuego que no podía ignorar, ellos podían objetarse a esa unión, pero el príncipe Zuko, al formar parte de la segunda línea de sangre no estaba tan unido a esos protocolos, lo que permitía que con solo la aprobación de Iroh, se podía llevar acabo el matrimonio.

- No me refiero a cuestiones políticas, si no ah… - se aclaro la garganta – lo que viene después – todos miraron al jefe del norte y… comprendieron su punto.

- Ciertamente la unión de dos elementos es causa de preocupación – hablo el monje Gyatzu – Especialmente tratándose de los mas opuestos de los cuatro.

- Aun así - hablo su compañera del oeste Yangchen – No es la primera ni la ultima vez que pasará algo como esto. Les aseguro que los príncipes no tendrán ninguna complicación en cuanto a descendencia una vez casados.

Y con ese punto aclarado de cierta manera los líderes sonrieron. Serian una pareja joven, así que el echo de procrear hijos era algo de lo mas natural. Iroh ya se imaginaba a un niño de ojos azules o una damita de ojos dorados y piel morena jugando por los jardines del palacio, después suspiro y miro a su hermano.

- Que envidia, tu ya serás abuelo – le dijo un tanto sentido y prediciendo que no pasaría mucho para que estos tuvieran hijos.

- No te preocupes hermano, estoy seguro que Lu Ten pronto te dará los nietos que tanto deseas – trato de animarlo.

- Pero… - hablo Kuei – ¿Y si el príncipe no acepta a la princesa? – Sus palabras hicieron que el silencio reinara en el salón – Aun no ha dado su respuesta el príncipe Zuko ¿Qué pasara si rechaza el matrimonio?

- Conozco a mi hijo – hablo Ozai – A pesar de que este compromiso se da en circunstancias un tanto inusuales, el hará lo correcto. Y sea cual sea su decisión, espero y la respeten.

Todos miraron al príncipe de la nación del fuego, ciertamente ahora todo dependía de lo que ambos príncipes decidan, pues aunque dependía de Zuko, también estaba la decisión de la princesa. Ozai sabia lo que haría su hijo y eso seria hablar con la princesa para llegar a algún acuerdo, su decisión la sabría mas tarde. Hakoda aseguró que no habría ningún cambio en cuanto a las relaciones con la nación del fuego si el matrimonio no se realizaba, aunque era una ofensa que rechazara a su hija, apoyaba el echo de que las circunstancias de aquel compromiso no eran las adecuadas, ni las mas normales por así decirlo. El príncipe tenia todo su derecho en rechazar a su hija así como ella en casarse con él.

Zuko se había sorprendido mucho por las palabras de Lu Ten, no esperaba eso.

- ¿Por qué…?

- Es lo adecuado – le corto su primo – Eres aun muy joven Zuko, no puedes simplemente aceptar casarte con Katara por tu honor y por el de ella.

- ¿Cómo sabes que la iba a aceptar? - lo miro un tanto confundido. El había expresado todo lo contrario a querer casarse.

- Por que te conozco – puso una mano sobre su hombro – A pesar de que lo quieras o no, a veces no puedes evitar ser así por el bien de los demás Zuko, has sido así desde pequeño.

- Pero… ¿Por qué tu? – No entendía la decisión de su primo.

- Ya es hora de que me case supongo – le sonrió – conozco a Katara desde que era una niña, estoy seguro que no se sentirá incómoda si hacemos un cambio, además ella es una princesa y yo el príncipe heredero, no habrá problemas con nuestro matrimonio.

Zuko miro a su primo y después de un momento dijo.

- No – Lu Ten lo miro algo confundido – Tu dijiste que no te casarías si no era por amor y estas haciendo todo lo contrario, lo haces también por mi ¿No es así?

Su mirada dorada se fijo en la de su primo – No tienes que hacer esto Zuko.

- Es mi decisión – hablo firmemente y poniendo su mano sobre la de su primo dijo – además yo me la gane – hablo un tanto orgulloso por su victoria. Lu Ten le sonrió, no había vuelta atrás Zuko ya había tomado una decisión y no iba a poder convencerlo de lo contrario, solo le hiso prometer que lo haría su padrino de bodas.

Se sentía en parte orgulloso por la decisión que había tomado, no conocía del todo a Katara, pero por lo que le había dicho Azula de ella, provocaba curiosidad en el príncipe por conocerla un poco más, pero por otro lado su temperamento era algo que lo tenia un tanto preocupado, se habían gritado y terminado peleando ¿Qué le diría cuando le dijera que aceptaba casarse con ella? Después de haber visto se reacción que no era nada favorecedora por su evidente y forzado compromiso. Suspiro, no seria nada fácil, pero debía intentarlo.

Solo tenia que encontrarla y darle la noticia, se encontró a algunas sirvientas y ellas le dijeron el paradero de la princesa, al parecer estaba en el solárium, se sintió un poco familiarizado con aquella palabra, mas nunca imagino que podía existir un lugar llamado así en ese lugar. Llegó a la entrada, respiró profundo, en su mente trataba de encontrar las palabras para decirle lo que había decidido, un grito llamó su atención y sin dudarlo entró al solárium. Lo primero que vio fue a Katara forcejeando y un hombre abrazándola a la fuerza. Cuando vio las verdaderas intenciones no dudo y se dejo ir contra él.

Katara no podía creer lo que veía. Zuko estaba de pie frente a ella con los puños cerrados y los ojos fijos en Haack con una intensa furia.

- ¿Cómo te atreves? – le gritó Haack.

- ¿Cómo te atreves tu a tocar a mi prometida? – grito enfurecido Zuko.

Haack se puso de pie y miro al que lo había golpeado, era la primera vez que veía al maestro fuego que había vencido a Katara. El azul topo con el dorado. Zuko era un poco más alto que Haack, él no tenia ni idea de quien era el que tenia enfrente, pero al ver lo que planeaba hacer con Katara no podo evitar golpearlo, lo hiso sin siquiera pensarlo. Estaba furioso, no solo por que estaba por hacer si no que era imperdonable para él que un hombre forzara a una mujer a hacer algo que no quisiera, sobre todo si se trataba de su ahora prometida.

Haack desvió la mirada y con enojo se marcho sin decir nada. Zuko siguió con su mirada al príncipe del norte hasta que salió del lugar sagrado. Cuando volteó vio a Katara que se encontraba en el suelo, su cara era de sorpresa. Le tendió la mano para que a si se pudiera levantar, ella lo aceptó y se puso de pie, de manera inconsciente quedaron sus manos sujetas, sin separarse.

- Lo que dijiste… – hablo Katara poco después.

- Si yo… - Zuko se llevó una mano a su nuca, de pronto se puso nervioso, los ojos azules fijos en él no lo ayudaban, Katara estaba muy cerca de él, se aclaro la garganta y tomando aire dijo – He decidido tomarte como mi prometida.

Los ojos de Katara se abrieron con asombro. Pero no dijo nada, después de un momento bajo la mirada y se separó de Zuko.

- No tienes que hacer esto – hablo Katara para sorpresa de Zuko – Puedo adivinar que te estas viendo obligado a aceptar pero yo no puedo permitirlo.

Zuko se quedo sin palabras.

- ¿Te das cuenta de lo que estas diciendo? – le preguntó, a decir verdad si se sentía obligado a corresponderle especialmente por lo que significaría el rechazo para ella.

- Lo se, y… también se que esto es imposible - Zuko se impresionó – Tu eres un maestro fuego y yo una maestra agua, es imposible que podamos estar juntos y mucho menos casarnos – explicó.

– ¿Me estas rechazando... solo por que soy un maestro fuego? – le reclamó un tanto ofendido.

- Oh vamos Zuko, no hay elementos mas opuestos que el agua y el fuego, además si me caso contigo tendría que irme a vivir a la nación del fuego y sinceramente no es algo que deseo.

Bien eso era el colmo, Zuko paso de la sorpresa al enojo, el había decidido aceptarla y casarse con ella, el también estaba haciendo un gran sacrificio al decidir casarse con una desconocida sin amor y ahora esta lo rechazaba no solo por ser de elementos opuestos si no también porque no deseaba dejar su nación.

- Bien si eso es lo que quieres – le dijo con desdén – Yo tampoco deseaba casarme con una salvaje como tu.

- ¿Cómo me llamaste?

- Lo que escuchaste.

- ¡No soy una salvaje!

- Oh, ¿Entonces así es como se comportan las princesas de la tribu agua? Pues deberían invertir mas en modales que en enseñarles agua control.

Sokka pasaba por el Solárium, se acababa de enterar de lo que había pasado con Katara y su nuevo prometido, la había estado buscando pero supo que ese era el único lugar al que le gustaba ir su hermana cuando estaba preocupada y por la situación en la que se encontraba era obvio que estaría ahí. Antes de llegar pudo escuchar los fuertes gritos, reconoció la voz de su hermana.

- ¡Soy mejor que cualquier estirada de la nación del fuego!

- No les llegas ni a los talones.

- ¿Enserio? ¿No será todo lo contrario? He vencido a Azula, tu hermana, y por lo que se ella es muy fuerte, no creo que ninguna niñita de por allá sea capaz de vencerme.

- Hablas de fuerza pero yo hablo de modales, no eres adecuada para ser una princesa de la nación del fuego. Me alegra que no aceptes este compromiso, solo me traerías vergüenza si te convirtiera en mi esposa por tu carencia de modales y a tu tribu también.

- ¡POR SUPUESTO QUE LO SERIA! – hablo el orgullo – Si mi tribu se enterara que me caso con un principito mimado como tu seria el hazme reír. No hay peor vergüenza que casarme con alguien más débil e inadecuado como tú.

- Yo no soy débil, ¡Recuerda que te he vencido!

- Oh por favor, solo me tomaste por sorpresa, pude haberte vencido en el instante en que pusiste un pie en la arena.

- Retira esas palabras – hablo seriamente Zuko, el había ganado limpiamente y no podría soportar que le dijera lo contrario. El sabia lo que es el trago amargo de la derrota, lo vivió cuando era niño por eso se puso a si mismo el nunca jamás ser derrotado de nuevo y entreno arduamente para llegar a convertirse en el maestro fuego que era. El echo de que Katara le dijera eso lo molesto bastante.

- No lo haré.

Los dos se miraron furiosos, ninguno admitiría quien tenia la razón. Zuko no pudo soportarlo más, sus manos estaban echas puños que apretaba fuertemente, podía sentir el calor que irradiaban producto de su enfado, sin decir nada se retiró de ahí dejando a la princesa sola. Tenia que alejarse antes de que cometiera una tontería, la segunda de ese día y ya había cometido una muy grande como para agregar otra.

Sokka vio salir al hijo de Ozai tan molesto que ni siquiera se atrevió a decirle palabra alguna. Después miró a su hermana gemela. Estaba de pie y se veía molesta.

- Katara… - No tenia que pensar demasiado sobre lo que pudo o no ocurrir con el príncipe de la nación del fuego, era obvio que su forzado compromiso era el motivo de la discusión además claro por lo que alcanzó a escuchar.

- ¿Qué quieres Sokka? – le respondió aun con enfado.

Su hermano solo suspiró, se acerco a ella en silencio. Eran hermanos gemelos después de todo y nadie mas que él conocía a la perfección a Katara, el vinculo que exista entre ellos le permitía sentir un poco de la aflicción por lo que estaba pasando. Desde el momento en que hiso aquel anuncio en su cumpleaños de que solo se casaría con el que lograra vencerla sabia que eso solo atraería problemas. Trato de entender el porque de aquella decisión tan tonta, en la tribu eran las mujeres quienes decidían si querían casarse o no con quien se lo propusiera, no había necesidad de aquello. Su madre quien le dijo, que tal vez se debía a que Katara se comprometería con el príncipe del norte, Haack. Si había algo que mas odiaba su hermana en el mundo es que la obligasen a hacer algo que ella no quería. Entendía entonces el porque, pero eso no significaba que estuviera bien lo que estaba haciendo o como lo hacia. Incluso el se vio involucrado en aquello y algunas chicas creyeron que también ganarían el derecho de casarse con él si lo vencían en un combate, no es que se sintiera mal de estar rodeado de chicas que peleaban por el, pero el echo era que peleaban contra él y no era nada agradable terminar todo mojado y golpeado por aquella confusión. Pero en esos momentos, Katara se enfrentaba a la realidad que tarde o temprano debía enfrentar, las consecuencias de sus propios actos.

- ¡LO ODIO! – dejo salir su frustración y enfado con aquella exclamación.

- No estas molesta con él Katara, estas molesta contigo misma.

Miro a su hermano como si estuviera loco.

- ¿Qué estas diciendo? ¡TODO ES SU CULPA! Si el no hubiera aparecido nada de esto hubiera pasado.

- Si tu no hubieras tomado esa tonta decisión nada de esto hubiera pasado – le corto Sokka, el enojo de su hermana no parecía disminuir y sus palabras no parecían ayudar, pero debía hacerle entender – Escucha Katara puedo entender el porque lo hiciste, pero ahora entiende tu lo que estas haciendo.

No parecía comprender las palabras de su hermano.

- Esto ya no se trata solo de ti, también de él. El príncipe Zuko no tiene motivo alguno de tomarte como su prometida, ninguno de los dos esperaba eso cuando combatieron, pero ahora las cosas ya están echas, si el te rechaza sabes lo que pasara contigo – suspiró - Katara, tu misma lo dijiste, te casarías con aquel que lograra vencerte. El príncipe te venció y no tienes porque quejarte sobre el echo si esta o no interesado en ti. Al final de cuentas, cualquiera que te hubiera vencido, tu serias la que no estuviera interesada en esa persona y aun así te casarías. Hiciste todo esto por que no querías casarte sin amor y al final de cuentas, estas haciendo lo mismo.

Solo por primera vez ella vio en verdad lo que su hermano decía y no había ninguna duda o mentira en las palabras que acababa de mencionar. Sokka tenia toda la razón. Al final de cuentas ella misma se estaba obligando a casarse con un completo extraño. Recordó que la mayoría de los que se enfrentaron a ella no los conocía del todo, solo a algunos que llegaron a ser sus compañeros siendo discípulos de su abuelo y uno que otro con el que apenas había cruzado palabra. Ni siquiera tenia idea de que algunos de ellos albergara sentimientos hacia ella.

- Pero al menos… ellos si me querían…

- ¿Estas segura de eso?

Abrió los ojos con asombro. La mirada que le daba su hermano le hiso entender a lo que se refería. Ella era una princesa, cualquier hombre podría ver la ventaja de casarse con ella. Inmediatamente formaría parte del consejo de su padre y se volvería alguien importante. Ya no se trataba solo de sentimientos, detrás de aquel reto que ella puso abrió las puertas a que cualquier interesado podría llegar a tomar esa oportunidad. Incluso maestros agua del norte habían venido por ella. Se dejo caer en el pasto, que tonta había sido.

- También piensa en esto hermana, ¿Qué hubiera pasado si nadie te hubiera podido vencer? ¿Te quedarías soltera para siempre?

Miro a su hermano, la preocupación estaba en sus ojos. Había tocado un punto que ni ella misma había pensado, bueno no del todo. En su mente se imaginaba que solo la persona que en verdad la amara la vencería, pelearía por ella y su amor le daría la victoria. Otra tontería que agregar a la lista, pues era obvio que el amor en los combates no tiene nada que ver, Zuko la venció, aun siendo un maestro fuego no hubo nada de amor que lo motivara a ganar. Pero eso también la llevo a pensar en lo que hace unos momentos le había dicho. La había aceptado, aun sin amor, sin conocerla, lo había echo, solo pudo pensar en las palabras que hace un momento le había dicho.

Sokka miraba como su hermana se perdía en sus pensamientos.

- ¿Qué fue lo que te dijo el príncipe? – le pregunto sentándose a su lado. El había ido a verla, debió de haber sido por el compromiso, pero por lo que escuchó no parecía que estuvieran en buenos términos. Aun no sabia si la había aceptado o no pero al parecer todo indicaba lo contrario, el no tenia obligación ni interés en su hermana y ella no parecía tan emocionada en casarse con él.

- El… me acepto como su prometida…

- Bueno, al menos es un hombre de honor, pudo haberte rechazado – se tranquilizó un poco en saber eso. Al menos su hermana no seria deshonrada.

- Yo lo hice – dijo con voz baja y la mirada clavada en el pasto.

- ¿Qué?...

- Yo… lo rechacé…

Era ya muy noche y Zuko no podía dormir, se abrigó y salió al balcón. Miro la tribu que dormía, las luces iluminaban hermosamente la ciudad. Se recargo sobre el barandal de hielo. Después de la discusión que tubo con la princesa no pudo si no sentirse humillado y por desgracia aquello da paso al enojo. Estuvo enojado buen rato, no cenó con su familia y no quiso salir de su habitación aun cuando su madre o Lu Ten quisieron hablar con él. El no tenia ningún interés en aceptarla y todo el derecho en rechazarla, pero al parecer no era lo suficientemente bueno para ella. Se molesto aun mas recordando sus palabras.

- ¿No puedes dormir? – la suave voz hiso que volteara hacia arriba. Ahí estaba ella. A unos metros de altura hacia su derecha, un par de ojos azules lo miraban desde lo alto. Se sorprendió de verla, pero la sorpresa pasó al enojo y a la indiferencia, sus ojos se volvieron tan fríos como el hielo.

- ¿Qué es lo que quieres?

La manera con que se dirigió realmente le dolió en el pecho a Katara, estaba enojado con ella y tenia todo su derecho. Después de haber platicado con Sokka se dio cuenta de cosas que no había tomado en cuenta y ahora, trataría de enmendar una. Con un movimiento de sus manos creo una escalera de hielo que unió su balcón con el de él. Descendió delicadamente, traía puesta una Parka azul que la cubría por completo y la caperuza puesta. Zuko observó como lentamente bajaba hacia él hasta entrar por completo a su balcón quedando frente a frente. Solo hasta ese momento se dio cuenta de lo pequeña que era.

- He venido a disculparme – Zuko la miró – Lamento haberte insultado diciéndote que eras débil, eres fuerte y me venciste limpiamente. Y también... por todo lo demás.

El no dijo nada y Katara sintió que ya no había nada más que decir, ni siquiera valía la pena mencionar lo del compromiso, ella misma lo había rechazado cuando él la había aceptado. Sabia que, después de todo lo que le había dicho no pensaba aceptarla nuevamente. En silencio se dispuso a subir nuevamente y dejar al príncipe solo, al menos se sentía un poco mas tranquila al darle la razón de que la había vencido limpiamente.

- Espera – se detuvo y se giró para verlo - ¿Qué hay del compromiso?

- Creí… creí que por lo que nos dijimos…

- Se lo que dijimos – le corto Zuko – Pero… ¿Tú estas bien con eso?

Katara sospecho que el sabia lo que le pasaba a las mujeres de la tribu cuando son rechazadas por un hombre. Y si su intuición era cierta, tal vez por eso el había aceptado casarse con ella.

- A pesar de que tu me aceptaste fui yo la que te rechazó… así que no te preocupes por mi – trato de mostrar una sonrisa, pero el príncipe inmediatamente vio la melancolía en ella.

De nuevo el silencio, pero fue Zuko quien lo rompió.

- ¿En verdad…? – habló – ¿Te casarías sin amor? – los ojos azules se posaron en él y aunque ella era hielo, podía sentir una cálida llama en su mirada dándole una simple respuesta.

- Tu estuviste a punto de hacerlo.

Después de eso Katara regresó a su habitación, la escalera de hielo fue desapareciendo mientras ella subía. Zuko se quedo un momento más en el balcón.

A la mañana siguiente se corría el rumor del combate entre los príncipes y de la derrota de la princesa de la tribu a manos del príncipe de la nación del fuego. Ya era tarde para detener el chisme y Katara solo pudo sospechar del chico a quien había vencido el día anterior antes de combatir contra Zuko, si el le había dicho a Haack ¿A quien mas no le pudo haber dicho? una de las sirvientas que le ayudaba a vestirse se lo mencionó esa mañana, con el respeto que le debía tener le dio las felicitaciones por su compromiso. Lejos de sentir felicidad Katara sintió algo en su estómago que no supo que era.

- No tienes porque decirlo, el príncipe y yo no estamos comprometidos.

La joven solo se disculpó ante la respuesta de la princesa y continuo su trabajo sin decir nada mas. Cuando Katara estuvo lista salió a reunirse con su familia, aun con todo eso el festival debía continuar, y claro el chisme de su compromiso pronto se callaría cuando se anunciara que en verdad no lo estaban. No importa que excusa dieran, al final todos sabrían que había sido rechazada por el príncipe de la nación del fuego. Pensó que no se arrepentía de eso, al final era lo mejor. Zuko había sido muy bueno en aceptarla y ella demasiado obstinada en rechazarlo, solo lamentaba haber sido tan grosera con él. Al menos se había disculpado la noche anterior y eso por el momento le dejaba la conciencia tranquila. Al primero al que vio al salir fue a su hermano, la esperaba afuera de su habitación y juntos caminaron hacia el gran salón donde se llevaría acabo una demostración de baile y canto de las chicas de la tribu.

- Todos ya lo saben.

- Lo se.

- El príncipe Zuko estuvo hablando con nuestro padre hace un momento - miró a su hermana - ¿Cómo te sientes?

- A decir verdad… me siento tranquila. Todo esto sirvió para darme una lección.

Y así había sido. Sokka no pudo culparla, eran solo unos adolescentes que apenas habían salido de la niñez, aunque Katara era mas racional al momento de hacer las cosas solo en esa ocasión pudo ver lo que su hermana era capaz cuando realmente no le gustaba algo, pero aquello trajo consecuencias y ahora, como ella decía, había aprendido la lección. Le tomo la mano y le dio un ligero apretón. Ambos se sonrieron y con eso Katara sabia que contaba con el apoyo de su hermano.

Llegaron a las puertas del gran salón, sus padres ya estaban a dentro, su abuelo los esperaba y con una seria mirada dirigida a su nieta les dijo.

- Espero que estés preparada.

Katara no dijo nada, comprendió el enojo de su abuelo, no por el echo de haber sido rechazada si no por haber cometido la falta de no cumplir con su palabra, el no desear casarse con el hijo de Ozai era una ofensa hacia la familia del fuego y ella había manifestado aquello vehementemente después de su encuentro. Había echo mal en tratar de librarse de aquel compromiso objetando de esa manera y comprendía su enorme falta. Respiró profundo y entraron al gran salón.

Ella y su hermano se colocaron en sus lugares, Sokka al lado de su padre y ella al lado de su madre, pudo ver a la familia real del fuego. El gran salón era circular y los mandatarios ocupaban los palcos especiales que se ubicaban frente a los de la familia real de la tribu. El símbolo de la nación del fuego se veía perfectamente en el borde del palco señalando la procedencia de los ocupantes, pudo ver, solo por un momento como Zuko le dirigía la mirada, pero fue ella quien la desvió. Su mirada se dirigió entonces al palco que ocupaba el jefe del norte y su familia. Haack ni siquiera la miraba. Lo único que podía pensar Katara en esos momentos era la reacción que tendría Haack cuando se enterara de que había sido rechazada. Lo mas probable es que se burlara de ella, pero no le importó. El momento se acercaba. Su padre daría la noticia y estaba segura de sus palabras en su interior solo deseaba que terminara.

Todos guardaron silencio y antes de comenzar con el espectáculo que se vería el gran jefe Hakoda hiso el anuncio.

- En este tercer día de celebración ha llegado el momento de dar una noticia que no puede esperar más tiempo. Me complace anunciar en este momento la unión de dos naciones – Katara miró a su padre incrédula – Entre el agua y el fuego – su vista llena de sorpresa e incertidumbre se dirigió al palco con el elemento opuesto – Este día celebraremos el compromiso entre mi hija la princesa Katara y el príncipe Zuko, de la nación del fuego.

Katara no lo podía creer...


...(^-^)...