Estaba en una banca frente al mar, esperando a que llegara Gonzalo, ese chico que me gustaba desde tercer año, y que recién ayer, me había dicho para salir.
A mamá no le gustaba la idea de que Gonzalo, estuviera conmigo, ya que su libreta de antecedentes no era buena, o es decir, estuvo suspendido varias semanas de la escuela.
Pero a mí , Fernanda, me gustaba esa onda de chico rebelde. Mamá ya antes me había amenazado: ella o Gonzalo. Yo lo elegí a él, ya que tenía 16 años y era hora de que me mudara a un apartamento. Mamá se enfadó mucho, y me echó de la casa, Obvio que no sabía lo del apartamento.
Entonces, Gonzalo no llegó nunca. Yo estaba muy entusiasmada para decirle si quería mudarse conmigo, pero nunca llegó.
Al otro día, en la escuela, solté la perorata:
-¿Porqué no llegaste ayer? ¿es que tienes a otra chica? ¡Estas actitudes me molestan!
-Lo siento, tenía que estudiar y mi celular se había quedado sin batería
- ¿Y por qué no llamaste a casa para que mamá me llamara?
-Lo hice, pero tu mamá no contestó. Amor, no te enojes.
-Esta bien.
-Esta noche estoy solo en casa, ¿no quieres venir?
-Si, a las ocho?
-Ajá, nos vemos.
Entonces fue así, llegué a su casa , comimos y me dio un beso. Esperaba más de él, lo estuve deseando desde primaria!
Estaba en las escaleras y sonó un mensaje, era él.
-Terminamos.
Me largué a llorar ahí, en la escalera. Pero no iba a ser tan fácil, no iba a salir de esta así como así.
A las 4 AM fui a su apartamento y busqué cuchillas. Lo maté. Lo disfruté mucho. Me enojo fácil, decía mamá. DECÍA.
