Capítulo 1 - Compartiendo fantasmas.

Kyouya Ootori se reclinó sobre el suave asiento de piel de la limusina en la que se trasladaba. Cerró los ojos un instante. El imprevisto viaje en avión desde Londres a Tokio había sido en verdad agotador. No solo por lo que representaba en distancia sino por el motivo por el que debía estar ahí. El joven comenzó a sentir un vuelco en el estómago. Deseaba que todo aquello fuera solo una confusión.

El menor de los Ootori se quitó sus gafas y colocó un par de dedos sobre el puente de su nariz. La situación le estaba sobrepasando. Fue entonces que todo volvió de golpe a su mente. Como si la realidad quisiese hacerle ver que se encontraba en ella y que nada de lo que sucedía en aquel momento era mentira.

Flash back

Una comitiva de caballeros, todos ataviados con costosos trajes de diseñador, cerraban sus portafolios y se levantaban de sus asientos, retirándose de la sala de juntas poco a poco. Tamaki sonrió entusiasmado mientras miraba a su amigo.

-Ha sido un excelente negocio, Kyouya.

-Cerrar tratos como este es lo que mejor sé hacer.- respondió sonriéndo con arrogancia.

Tamaki se levantó de su asiento y se aproximó al heredero Ootori, colocando una mano sobre su hombro en un gesto amistoso.

-¿Y qué le parecería al poderoso rey de las sombras ir a festejar este triunfo?

-Olvídalo. Aun tengo cuestiones pendientes.- contestó Kyouya, abriendo su computadora personal y desviando su atención hacia el aparato.

-¡Vamos! Hace mucho que no hacemos nada divertido, mamá.- insistió el rubio haciendo referencia a sus antiguos "roles".

-¿Debo recordarle a papá que debe llegar temprano a su habitación en el hotel para poder desearle buenas noches a su mujer y su hija?

Tamaki rió de buena gana.

-Solo será un momento. Haruhi sabe que me acompañas, así que no habrá problema. Además, esta será mi última noche en Londres.

-¿Te vas? Aun faltan ciertos detalles por arreglar.

-Confío ciegamente en mi socio y amigo. Sé que tomarás buenas decisiones.

-Algunas veces quisiera patearte el trasero, ¿lo sabes?

-Pero no lo harás. Además no puedo estar mucho tiempo lejos de casa, no con otro bebé en camino.

-Por cierto, ¿cómo está ella?

Las mejillas de Tamaki se tiñeron de un suave rubor y su semblante adquirió una mueca infantil. Era lo que Kyouya describía como "su cara ridícula"

-¡Luce preciosa! ¡Quizás ha ganado un poco de peso por el embarazo pero se ve sumamente adorable! ¡Me encanta sentir su barriga! ¡Es tan tierma!...

Kyouya perdió el hilo de la absurda conversación del joven Suou. En cambio, sonrió discretamente ante aquel buen ánimo. Le agradaba verlo feliz. Tamaki había logrado conquistar a una gran mujer. Una excelente esposa y madre que cuidaba de su familia. Sin duda, Haruhi era la compañera que muchos hombres podrían desear. Él mismo incluído. Pero esa idea había muerto dentro del heredero Ootori desde hacía varios años. Ahora solo podía bendecir la buena fortuna de su amigo.

-Te hice una pregunta, Kyouya.- insistió el rubio, interrumpiendo sus pensamientos.

-Disculpa, ¿puedes repetirlo?

-Kotoko sigue insistiendo en que le prometiste un paseo en su último cumpleaños.

-Mencionó que deseaba ir a nadar con delfines o algo así. Le dije que lo haríamos después.

-Ella me ha suplicado que te pida que sea pronto, en las próximas vacaciones.

-No sé si pueda hacerlo. Mi agenda está llena este año.

-Sabes que si no cumples tu promesa ya no serás el tío favorito de Kotoko, ¿verdad?

Kyouya suspiró resignado.

-Podría posponerlo para el siguiente año. Puedo compensarlo con algun otro obsequio.

El rostro de Tamaki dibujó una sonrísa triste.

-Deberías saber mejor que nadie que no se trata de cuanto puedas darle, Kyouya. La pequeña solo quiere hacer algo que sueña acompañada de alguien a quien ella adora. El amor infantil no tiene condiciones pero si lo decepcionas constantemente se transforma en una indiferencia cruel. Te pido que no decepciones a Kotoko. Después de todo, solo tiene cinco años.

-Veré que puedo hacer.

-Y hablando de decepciones, no rechazarías ir a beber algo con tu viejo amigo, ¿cierto?

-Creo que mi "viejo amigo" es lo suficientemente maduro para aceptar una negativa sin sentirse lastimado por ello, ¿no es así?- respondió el joven Ootori sonriendo con cierta malicia.

-De acuerdo. Puedo vivir con eso.- concluyó Tamaki levantando sus brazos en un exagerado gesto de rendición.

El rubio tomó sus pertenencias y se dirigió a la puerta, caminando con lentitud, como si desease darle a Kyouya tiempo para cambiar de opinión. Suspiró resignado al ver que no era así. Aquellos largos y finos dedos tecleaban a una considerable velocidad y la mirada estaba concentrada en la brillante pantalla. Tamaki se detuvo en el resquicio, sonriendo condescendiente mientras veía al heredero Ootori.

-No trabajes demasiado, ¿de acuerdo?- le dijo desde su sitio junto a la puerta.

-No lo haré.- le respondió sin dejar de prestar atención a sus deberes.

-Papá aun ama bastante a mamá, ¿lo sabes?

Fue entonces que Kyouya desvió su atención hacia él. La sonrísa de Tamaki era un gesto sincero. Todo en aquel gentil rostro le hacía creer en las palabras que habían salido hacía unos instantes. Aun era demasiado para el joven Ootori, puesto que todavía no tenía la suficiente capacidad de expresar su afecto.

Al notarlo algo contrariado, Tamaki curvó su sonrísa en una mueca burlona, gesto que fue imitado por su amigo.

-¡Anda! ¡Largo de aquí ya!- exigió Kyouya conteniendo sus ganas de reír.

Tamaki cerró la puerta con suavidad.

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A partir de aquello, el curso de los acontecimientos fue inesperado. Tamaki, al verse sin compañía y sin nada más que hacer, había decidido adelantar su regreso a casa. Llegó al hotel y alistó rápidamente sus maletas, llegando al aeropuerto con el tiempo suficiente para cualquier fastidioso trámite, cambiando su vuelo para las primeras horas del día.

El joven Ootori había estado tan enfrascado en el trabajo. Fue una inesperada llamada de Haruhi la que le había hecho darse cuenta de que algo andaba mal.

-Kyouya, no sabemos nada sobre Tamaki...por favor, díme que está contigo.

En ese momento, él sintió una punzada en el estómago. No, Tamaki no era un idiota desconsiderado que dejaría que su esposa embarazada se preocupara de ese modo. En ese momento se unió a la desesperada búsqueda. No hizo falta mucho para averiguar los movimientos del joven Suou. Había cambiado su vuelo y el avión había sufrido una avería. Todo parecía indicar que el pesado artefacto se desplomó sobre el mar. No contemplaban sobrevivientes.

Pasaron varias horas. Kyouya no albergaba esperanza alguna pero no tenía valor para comunicárselo a Haruhi.

Su teléfono móvil anunciaba una llamada. Era ella de nuevo. Espero unos momentos antes de contestar.

-¿Si?

-Kyouya...¿has averiguado algo?- ella casi susurraba, era su forma de contener el dolor.

-Aun no.

-Por favor, sé que sabes algo. Necesito escucharlo.

El heredero Ootori se mantuvo callado unos segundos, luego tomó aire y aclaró su garganta.

-Me confirmaron que abordó un vuelo a Tokio durante la noche.

-Él está bien, ¿verdad?- la voz de Haruhi comenzaba a romperse. Kyouya no fue capaz de responder. -¡Tiene que estarlo!

Del otro lado de la línea solo llegaban ligeros sollozos. Kyouya se aferró al aparato con más fuerza de la necesaria.

-Lo...lo siento.- concluyó ella antes de colgar.

Fin del flash back

-Presidente Ootori, hemos llegado.

El chofer del vehículo abrió la puerta para Kyouya. Descendió fuera de la Mansión Suou. Gente llegaba constantemente al lugar. Muchos de ellos de familias poderosas e influyentes. El heredero Ootori se detuvo un momento antes de entrar. En una de las jardineras frente a la entrada de la casona, una pequeña figura se perdía en un arbusto. Caminó hasta ella.

-¿Kotoko?- inquirió él.

La niña salió a su encuentro. Kyouya pudo notar que había cambiado un poco desde la última vez que la había visto. Su cabello castaño era más largo, sobrepasando la altura de sus hombros y ella también había crecido un poco. Sus ojos marrones, como los de su madre, lucían apagados.

-Tío Kyouya.- Kotoko se le aferró a la cintura. Buscaba alguna especie de refugio. Él le acarició torpemente la cabeza. -Tío...mamá dijo que papá no va a volver. ¿A donde ha ido papá? Quiero verlo.

El menor de los Ootori podía ser muy frío, pero el ruego de esa pequeña niña que no terminaba de comprender lo que pasaba era suficiente para hacerle sentir un pinchazo en el corazón. Sólo atinó a negar suavemente con la cabeza.

-Lo lamento, Kotoko.

Kyouya comenzó a avanzar hacia el interior de la mansión. La chiquilla le sujetó de una mano y le impidió continuar.

-No quiero entrar ahí. Hay mucha gente...y mamá no deja de llorar. No quiero ver llorar a mamá. Por favor.

-Tu madre te necesita. Quizá si estás a su lado ella deje de llorar.

Aun de la mano de la niña, Kyouya entró a la mansión. Se abrió paso entre aquella pequeña multitud y pronto llegó hasta donde se había colocado un altar con un retrato de Tamaki. Haruhi se encontraba frente a él, mirando con el rostro lleno de lágrimas la radiante sonrísa de su esposo, la cual no podría ver nunca más.

Ranka frotaba suavemente la espalda de su hija, mientras algunas personas pasaban a su lado paa dar sus condolencias. El heredero Ootori avanzó hacia Haruhi, quedando a solo unos pasos de distancia. Cuando ella lo miró a los ojos, Kyouya no supo qué hacer o qué decir. La joven continuaba derramando lágrimas.

-Fue por mi, ¿no es cierto? No debí pedirle que regresara a casa pronto.

-Mamá...no llores.- Kotoko abrazó con cuidado a su madre, hundiendo su rostro a un costado de su abultado vientre.

Kyouya las observaba con impotencia.

-Esto no fue por ti, Haruhi. Pude haber evitado todo esto. Si hubiese aceptado acompañarlo aquella noche, él no habría tomado ese avión...pérdoname.

Y en un acto inesperado, el poderoso Kyouya Ootori colocó sus rodillas en el suelo y bajo la mirada. Haruhi permaneció desconcertada unos segundos, luego se inclinó un poco hacia su antiguo compañero.

-Kyouya, por favor, ponte de pie.

-Cualquier cosa que haga será insuficiente para resarcir el daño.

-No ha sido tu culpa.

-Le di la espalda...lo abandoné.

Fue entonces cuando Haruhi se dio cuenta. El dolor que Kyouya no podría expresar de otro modo. En su rostro no había lágrimas pero sus palabras estaban cargadas de sufrimiento.

Kotoko comenzó a llorar. Se acercó al joven Ootori y rodeó su cuello con ambos brazos. Esta vez, él correspondió al afecto de la niña. La mantuvo junto a su cuerpo un momento. Sintiendo en ese gesto el peso de la decisión que acababa de tomar.

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¿Qué tal? No pude resistirme a plasmar esta idea que me estuvo rondando por meses. Este fic planeo hacerlo relativamente corto. Quizá diez capítulos. Espero que les guste.

En fin, puede que encuentren alguna similitud en otro fic Kyo/Haru que muchos conocemos, pero no hay ninguna intención de plagio. La muerte de Tamaki es un precedente para el romance entre los protagonistas ya que planeo seguir una línea post manga y de alguna manera hay que sacarlo del camino (es cruel pero ya los he divorciado un par de veces y necesitaba que fuera definitivo)

Nos leemos pronto...