Personajes creados por Nagaru Tanigawa.


Sueño recurrente.

Prólogo.

—El amor no es más que un lapsus temporal del juicio—. Fue lo que la escuché decir aquella vez. De alguna manera me daba la impresión de que no blofeaba, finalmente, nunca he escuchado a nadie que diera tanta seriedad sus palabras como ella. Nunca bromea, no dice nada al azar… luego remató con: —Incluso yo he caído en eso… después de todo, soy una chica joven y sana… mi cuerpo tiene sus necesidades…— No lo dudo ni por un momento, aunque la verdad es que me tiene sin cuidado.

Al menos eso es lo que yo pensé hasta que llegó este fatídico día… aunque estoy exagerando, no puede ser tan malo… ¿a quién engaño? Trata de ponerte un momento en mis zapatos, querido lector, tengo una reputación que defender.

Antes de que me diera cuenta, una vez más maldecía al calentamiento global por hacer que el destino nos alcanzara más rápido. A este paso no será necesario otro berrinche de Haruhi para terminar con el mundo. Este invierno era verdaderamente violento y subir la pendiente hacia la preparatoria a menos dos grados, provocaba que caminara aún más encorvado de lo que acostumbro. Ahí sí… nuestra diosa personal, ni sus luces… puede hacer que aparezcan humanos sobrenaturales y monstruos en aislamientos, pero no puede hacer más apacible el clima. Su sentido común debe valer millones… definitivamente está nuevo y sin usar.

Con tales sentimientos negativos en la mente llegué al aula donde encontré a mi mandona jefa de brigada ya acomodada en su butaca detrás de la mía. Igual que yo, traía cada pieza de ropa posible para apaciguar el frío. Al verme atravesar el umbral, se levantó sin mucho afán de la silla y se giró hacia donde yo venía caminando.

—¡Hace frío!— Exclamó mientras se frotaba las manos envueltas en gruesos guantes de lana.

—¿De verdad? No lo noté—. Respondí haciendo particular énfasis en el sarcasmo de mi respuesta mientras me acercaba a ella.

—No hay necesidad de ser grosero—. Dijo irritada y ordenó: —¡Abrázame!

No. De ninguna manera, no existe poder en este mundo que me obligue a hacer algo así. Prefiero quitarme la ropa y salir a dar vueltas al patio de la escuela en pelotas antes de hacer tal cosa. Esto que acaban de leer es, por supuesto, la respuesta que ella esperaba ante su invitación, pero últimamente he notado que la mejor manera de ganarle en su juego es llevándole la contraria. Así que contra todo pronóstico, sin siquiera molestarme en contestarle verbalmente me abalancé sobre ella y la estreché tal y como me había ordenado.

El impacto de mi aventurado juego fue tal, que tardó algunos segundos en reaccionar. Y no quiero ser osado al interpretar su comportamiento pero me pareció que se debatió por unos momentos en si corresponder al abrazo o no. Finalmente optó por no hacerlo y me dio un empujón para separarme, sin embargo, dudo que haya sido porque quisiera hacerlo, más bien era el asunto de que estábamos en un salón lleno de gente, y aunque todo mundo atendía sus propios asuntos, más de uno reparó en nuestra pequeña pantomima y rió con una expresión de "lo sabía" en la cara.

Algunos minutos después comenzaba a sentir un poco de culpabilidad por mis acciones. A estas horas, Haruhi debió haberme picado al menos tres veces con su bolígrafo para decir alguna idiotez, sin embargo, hoy no lo ha hecho… creo que se me pasó la mano. Hice el propósito de disculparme más tarde y prometerle no volverlo a hacer… vamos… no estuvo tan mal… de hecho, fue muy agradable, al menos para mí… después de todo, es una jovencita bastante atractiva y fue muy reconfortante ver su confusión… cualquier expresión diferente a su habitual cara de irritación le sienta increíblemente bien… y a pesar de los cerca de veinte centímetros de ropa que había entre nosotros, me fue posible sentir la atlética esbeltez de su cuerpecito… ¿Qué…? OK, olviden que dije eso…

Debo admitir que me quedé preocupado por la poca actividad de Haruhi en el transcurso del día, de hecho, comenzaba a preocuparme que estuviera molesta conmigo… aunque ahora que lo pienso, eso quizás sería lo mejor. Y justo cuando comenzaba a repasar esa expectativa, sonó la campana que anunciaba el final de las clases.

—Vámonos—. Dijo ella totalmente repuesta. Supongo que al final no fue gran cosa.

El resto de la tarde pasó sin novedades. Nada que hacer en el club salvo por resguardarse de frío con el té de Asahina, y hacernos tontos jugando algún juego de mesa, mientras nuestra líder de brigada miraba indiferente al monitor de la PC. Quizás era mi imaginación, pero me lanzaba miradas fugaces de cuando en cuando. No, claro que no, eso sería ridículo. El día terminó y todos nos fuimos a casa.


—¡Maldición, hace frío!— Dije con voz en grito mientras buscaba las mantas con las que me había estado cubriendo hace apenas unos segundos. Estiré mi mano sin abrir los ojos para recuperarlas, pero sólo pude arrancar algunas hojas congeladas del césped. ¿Dije césped…? Carajo… otra vez no…

Resignado, abrí los ojos para encontrarme con lo que temía. Otra vez la escuela a la mitad de la noche. Otro maldito aislamiento. Pero este era diferente… el cielo, aunque gris y opaco como siempre, daba la impresión de revolverse constantemente. La temperatura era la misma que tuvimos todo el día y de hecho caía algo de aguanieve. ¡Carajo! ¡Sólo traigo encima mi pijama! ¡Moriré de hipotermia si me quedo en el patio! Sin tener muy claro que estaba pasando, me encaminé a la sala del club. Si este aislamiento era como el de la última vez, el edificio tendría electricidad y la estufa me ayudaría a pasar la noche… esta vez estoy yo solo aquí.

Fue inútil correr. Llegué empapado a la sala del club y a sabiendas de mi soledad simplemente abrí la puerta. Me equivoqué, no estaba solo.

—¿Qué haces aquí?— Preguntó Haruhi tiritando, hincada al lado de la pequeña estufa eléctrica. —No me digas que otra vez es el mismo sueño estúpido…

—Pues tienes una imaginación increíble—, respondí. —a este ser de ensueño lo está matando el frío.

—Bueno, no importa, ayúdame con esto…— Dijo mientras señalaba al ahora muy abundante guardarropas de Asahina en el perchero. —Si lo acomodamos en una esquina, podremos mantener el calor de la estufa.

Sólo en ese momento noté que ella también iba vestida únicamente con pijama… demonios, no debí notarlo… es sólo un conjunto de dos piezas… pantaletas y corpiño… ambos amarillos… debo mirar a otro lado. Concéntrate en la ropa que debes transportar y no en las imágenes tortuosas que se forman en tu mente… sus hombros se ven tan delicados… ¡mierda, mirada al frente! Tal como pensé, su espalda es perfecta… no le había visto tanta piel desde la piscina… ¡Con un demonio, deja eso…! Una vez más me volví al perchero para tomar la última de las prendas… Haruhi acomodaba la ropa sobre el suelo a mis espaldas… ¡Santa madre de Dios! La curva que se forma entre su cintura y sus caderas simplemente da vértigo… a esta chica le encanta andar corriendo por ahí y tiene una resistencia física enorme… me pregunto qué tan firmes serán sus…

—¿Qué me vez?— Preguntó de repente. Me había concentrado tanto en admirar la perfección de su figura que olvidé completamente que tenía un rostro, ahora inyectado de una vergüenza trémula como nunca le había visto y cruzaba sus brazos delante de su busto… si el frío tenía el efecto que todos sabemos, ahora mismo… ¡Maldita sea, deja de pensar como un cerdo, cerebro! ¡Tú no eres así!

Me sacudí la cabeza y cerré los ojos, dándole la espalda.

—Perdóname… esto es muy extraño…— Dije sintiéndolo de verdad. Apenado, conservé la cabeza del disfraz de rana conmigo… la imagen que seguía quemando mis ojos había provocado una reacción física en mí y debía ocultarla… me siento muy estúpido… —Pero… es que eres muy hermosa—. ¡¿Por qué coño dije eso?

Silencio…

—¿De verdad lo crees?— No esperaba que respondiera así… no esperaba siquiera que respondiera.

—Por supuesto—. Repliqué sin atreverme a verla de nuevo.

—¿Te puedo decir algo?— Preguntó convencida a medias. —Al final no importará porque este es un sueño… pero me sentiré bien si al menos aquí te lo puedo decir.

—Sí…— Respondí aún sin girarme. Ella cree que está soñando…

—Hoy, el verdadero tú hizo algo raro en la escuela—. Luego de decir eso, una extraña expresión de júbilo adornó su precioso rostro. —Me abrazó… no sólo fue lindo… me hizo sentir algo diferente… quizás era porque hacía frío… pero me hizo…— Dudó. Aparentemente estaba escogiendo muy bien sus palabras. —Me hizo desearlo… más allá del abrazo…

—¿En serio…?— Me atreví a responder… ¿en qué está pensando esta chica…? Más importante aún… ¿en qué estoy pensando yo? Debe ser algo serio, porque mi ritmo cardiaco se ha duplicado.

—Pero este sueño es diferente…— Puntualizó mientras se acercaba a mí. —…Hay muchos más detalles… tú mismo… te comportas demasiado como tú para haber salido de mi imaginación—. No respondí esta vez, pero pude sentir su aliento en mi espalda. La sensación era alucinante… ¿Cómo debería sentirme…? ¿Qué debería hacer…? —Dime, Kyon de mi cabeza… ¿Qué haría el verdadero tú aquí y ahora?— Diciendo estas palabras me abrazó y hundió su rostro en mi espalda… también sus senos se estrecharon en mi cuerpo y pude sentirlos a través de la delgada tela de la ropa para dormir de ambos.

Me quedé en silencio. Mi aparato locomotor estaba comenzando a funcionar fuera de la jurisdicción de la parte racional de mi cerebro y me limité a encarar a la chica. ¡Por Dios! ¿Qué le pasó mientras le di la espalda? A decir verdad, no había cambiado ni su apariencia ni su atuendo… era su mirada… siempre se me hizo una muchachita atractiva… ¡pero carajo! Ahora mismo exudaba una sensualidad que nunca le había visto. Los elementos de su rostro jugaban a niveles diferentes: sus ojos rehuían a los míos con pena legítima mientras que sus labios formaban una sonrisa repleta de… ¿qué palabra podría utilizar? ¿lascivia?

—Hace frío…— Dijo en un susurro. Sentí un Déjà Vu. —Abrázame.

Fue hasta el momento que levante mis brazos dispuesto a obedecerla cuando noté que aún estábamos mojados por el mal clima de afuera. Con una naturalidad y soltura que aún me sorprenden de mi mismo, me deshice de la camiseta empapada y tomé a la chica por la cintura. Francamente no tenía la más remota idea de qué hacer después, por fortuna, ella sí tenía algo en mente. Tomó mi rostro entre sus manos con una delicadeza que nunca creí experimentar de ella. Con una ternura e ingenuidad semejantes me besó… supongo que igual que pasa conmigo es su primer beso… me equivoco, es el segundo… eso explicaría la torpeza de ambos. Unos momentos después, nos tumbamos sobre la pila de ropa que habíamos formado algunos segundos atrás. Me separé un poco de ella para deshacerme de lo que aún tenía puesto y ella ejecutó una acción semejante.

Me costó algunos segundos reponerme de la gloriosa visión que tuve frente a mí una vez que retirara las escasas prendas que cubrían su cuerpo. Sería mentir si dijera que nunca pasó por mi mente esta escena alguna vez… acudiendo a la filosofía de mi líder de brigada… soy un chico joven y sano… mi cuerpo tiene sus necesidades.

—No me mires…— Dijo apartando momentáneamente su mirada de la mía. Sin embargo la ignoré y de hecho tomé sus manos suavemente cuando trató de cubrir su pálido tórax con los brazos.

—¿Cómo podría dejar de mirarte?— Pregunté congestionado entre su belleza y mi excitación.

—¡Idiota!— Respondió fingiendo molestia. Había un dejo de orgullo en su voz.

No había más que pensar. Sin premura, pero diligentemente comencé a besar su cuello de marfil. Ella, seguramente tan confundida e inexperta como yo, sólo se dejó hacer. Eventualmente suspiraba cuando mis caricias y besos se topaban con algún punto sensible y eso sólo me daba la pauta para repasar dichos lugares con mayor frecuencia. Por lo general, mi sentido común está al pendiente de que no cometa ninguna estupidez, pero ese día estaba particularmente silente y ensimismado en el maletero de mi cerebro… una parte de mí intento ir a buscarlo, pero fue detenido en seco por una voz.

—No te preocupes por nada… sólo continúa—. Esa es Haruhi. Siempre me he preguntado si puede leer mi mente. Su voz suena como si se hubiera embriagado, pero… ¡demonios, es tan estimulante verla así! Así que le hice caso, dejé descansar a mi consciencia y me concentré en la diosa que tenía delante de mí.

Y nuevamente recorrí aquellos sitios que sé que en el futuro significarán algo para mí en más de una forma. Las clavículas, el abdomen a la altura del diafragma, el ombligo… comienzo a comprender porque los jóvenes de nuestra edad sobreestiman tanto este episodio de la vida… y yo lo estoy disfrutando con ella… ¡muéranse de envidia, idiotas! ¡no existe nadie más fuera del alcance de todos ustedes, mortales!

—Ven…— Una vez más es ella… sé que es lo que quiere decir, pero en un afán por obtener mi importancia me hice el desentendido e hice un mohín. —Deja de hacerte el idiota…— Replicó mientras estiraba los brazos hacia mí. —…sabes bien que es lo que quiero…

Por supuesto que lo sé… no puedo creer que me sienta tan ansioso… pero me sobrepuse y me acomodé sobre ella para comenzar a… bueno, saben que es lo que tenía que hacer en este punto. Y antes de hacerlo, sus labios capturaron mi atención una vez más… rosados, pequeños, suaves… debo besarla de nuevo. Así lo hice y justo cuando estaba a punto de comenzar la faena, me detuve y me separé unos centímetros. Ella me miró confundida.

—¿Qué pasa…?— Me preguntó.

—Quizás deberíamos hacerlo de otra forma… no quisiera… lastimarte—. Eso salió desde mi corazón hasta mi boca, lo juro. A mí también me tomó por sorpresa mi repentina preocupación.

Ligeramente confundida y de buena manera sorprendida, me hizo caso, y con esa fuerza que la caracteriza me tendió sobre mi espalda… no puedo dejar de verla… es bellísima. Y como es la costumbre, ella no perdió un segundo de tiempo… se toma el té ardiendo en un solo sorbo… podríamos decir que hizo algo semejante conmigo. Le tomó solamente unos segundos sobreponerse al dolor inicial y en cosa de un par de minutos literalmente galopaba sobre mí. Ya de por sí era maravillosa la sensación combinada con el espectáculo visual… y habló una vez más, sin detenerse.

—¿Aún piensas que Mikuru es mejor que yo…?

Qué me condenen si alguna vez he expresado eso en voz alta.

—Yo nunca he dicho tal cosa…— Yo sólo he pensado que si fuera un poquito más como ella… más tierna, amable, acomedida, dulce… carajo, soy un imbécil… ella ha sido todo eso y más esta noche… tomando en cuenta el hecho de que si mi situación hubiera involucrado a Asahina en vez de a Haruhi, sin duda alguna ya me estaría arrepintiendo… aunque hubiese sido el hombre más tierno del mundo, al final estoy seguro que sentiría como si la hubiera violado… ya estaría a estas alturas hecha un mar de lágrimas… creo que acabo de deducir que Haruhi también sería, y por mucho, mejor amante…

Y una vez más tengo esa sensación de que está leyendo mi mente, pude verla sonreír abiertamente al notar que sin duda ella sería la mejor… y con eso en su mente, o al menos yo asumo eso, comenzó a moverse más cadenciosamente… se llevó las manos a la nuca haciendo aún más fascinante la imagen que me estaba regalando. Ya no le importaba más… estaba concentrada, más que en el estímulo físico que estaba recibiendo, en el halago que le había hecho sin palabras, y sin ningún reparo, comenzó a gemir… estoy acostumbrado a escucharla gritoneando todo el tiempo, pero es tan diferente escuchar su voz a estas frecuencias. Por fin estábamos llegando al punto que estábamos buscando. Aún hoy me siento sorprendido de la sincronización en la cual estábamos alcanzándolo… supongo que tiene que ver con su poder… y lo logramos… lo noté no sólo en mi propio cuerpo, sino en el suyo, cuando los rítmicos movimientos que llevaba comenzaron a volverse erráticos y luego espasmódicos… ah, también en los francos gritos que dio mientras esto pasaba.

Fue como si me hubieran quitado las baterías… cualquier movimiento luego de eso se volvió un esfuerzo que no estaba dispuesto a hacer. Haruhi se dejó caer sobre mi regazo sin abandonar la posición en la que… en la que acabábamos de hacer el amor… aún no puedo creer que estoy escribiendo esto, ¡está de locos…! Fueron largos minutos de silencio mientras nuestra respiración se regularizaba. Tiempo que aproveché en acariciar su perfecta espalda ahora empapada en un fino sudor de fragancia magnifica que me tenía drogado.

—El sueño terminará pronto…— Dijo ella con cierta tristeza en la voz.

—Hay algo que he querido decirte…— Le dije mientras me incorporaba a medias sin dejar de abrazarla. —Una persona no puede ser feliz todo el tiempo… piénsalo un poco… ¿qué pasaría si un día no sólo encuentras a un extraterrestre, sino que te invita a vivir en su planeta? ¿No crees que después de un tiempo eso también sería aburrido?

—¿A qué viene eso?— Preguntó contrariada y con esa expresión irritada que comenzaba a gustarme.

—A que la gente común como yo tiene que guardar los buenos recuerdos de esas cosas que te hacen feliz y utilizarlos en los tiempos cuando hay melancolía o tristeza. Sé que detestas ser como los demás, pero conocer cómo trabaja el enemigo podría ser tu primer paso a ser aún más especial.

Pensó un momento en mis palabras y luego me mostró una sonrisa brillante.

—Tienes razón… no lo había pensado así…— me miró con suspicacia. —Pero eso es algo que yo no sabía… si esto es un sueño, quiere decir que todo lo que me estás diciendo es algo que estaba dentro de mi mente en un principio. Por eso estás aquí y por eso hicimos lo que hicimos, ¿verdad?

No respondí… me hubiera gustado decirle que no era un sueño, que su capricho me había llevado a este aislamiento que ahora mismo no veía como algo aterrador… pero no me creería.

—Bueno, ¡No importa!— Dijo llena de júbilo. —¿Lo hacemos otra vez?


Alrededor de las cinco de la mañana caminaba como un desesperado de un lado a otro de mi cuarto. Había despertado una vez más en el suelo, al lado de la cama, mi pijama estaba empapado de agua y sudor y ahora mismo sostenía mi móvil esperando que contestaran del otro lado de la línea. La llamada conectó y nadie respondió del otro lado. Esa era la señal de que Nagato tomaba la llamada.

—Buenas, Nagato, lamento hablar a esta hora… ¿te desperté?— Sé que puede sonar como una pregunta estúpida, pero hasta hoy no tengo constancia de que duerma o no.

—…

—Algo ha pasado…

—Lo sé.

—¿Tienes alguna idea de qué fue?

—No. Suzumiya Haruhi y tú desaparecieron de nuestro espacio tiempo alrededor de cuatro horas y media. Asahina Mikuru y Koizumi Itsuki están conmigo ahora. Nadie ha podido entrar al aislamiento en el que estaban por ningún medio. Por un momento pensamos lo peor.

—¡No puedes imaginarlo, fue una locura…!

—¿En serio? ¿Qué fue lo que pasó?— Ese era el tarado de Koizumi, seguramente Nagato puso su teléfono en altavoz y estaba teniendo una conferencia con toda la brigada.

—Eh… quizás sea mejor que se los cuente en persona—. De ninguna manera, no les contaré nada de lo que pasó esta noche.

—Parece que en realidad no fue tan malo…— Esta vez fue Asahina quien habló. —Daba la impresión de que no había nada de qué preocuparnos.

—¿Por qué lo dices?

—Koizumi no perdió sus poderes, Nagato seguía conectada a la Entidad para la Integración de Datos y yo tenía contacto con mi superiores… no se interrumpió ninguna comunicación o ciclo en el espacio tiempo…— Asahina dudó un momento, como si le avergonzara lo que iba a decir a continuación. —Pareciera que Suzumiya solo quería un poco de privacidad.

Le pegaste… creo que mejor le colgaré al círculo de los raros y trataré de dormir lo poco que queda de la noche… estoy agotado…


Dormí como un bebé las dos horas de sueño que me quedaban. La subida a la escuela fue particularmente difícil, pues aunado al clima, hoy más inclemente que ayer, estaba mi agotamiento y un dolor fastidioso en la cadera… no entremos en detalles. Pensé que lo mejor sería comportarme como de costumbre una vez que llegué al salón. Haruhi apoyaba su frente contra sus brazos cruzados en el escritorio y parecía dormir.

—¿Noche larga?— Pregunté casual.

—No me molestes, tengo sueño…

—¿Una pesadilla?

Ella levantó el rostro ligeramente, sólo permitiéndome ver sus ojos.

—No… fue un buen sueño.

—Entonces deberías concentrar tu energía en recordarlo cuando estés aburrida. Estoy seguro que hará más apacible tu día.

Al escucharme decir esto se incorporó abriendo esos precisos ojos lo más que pudo.

—Eso es lo que tú…— Sí, Haruhi, fue lo que te dije anoche en ese episodio tan fuera de este mundo donde sólo estuvimos tú y yo… pero dudo mucho que tu raciocinio te permita ver el vínculo… —¡Ah, olvídalo! ¡Es una locura!— Dijo más para ella que para mí y volvió a colocar su cabeza entre sus brazos.

—Si fue un sueño tan agradable, tal vez deberías tratar de volver a tenerlo alguna vez—. Le dije mientras me volvía hacia el frente del salón al ver al profesor entrar.

Que quede muy en claro que esa última frase la dije sólo por decirla… sin ninguna intención oculta ni nada… pero me tomó la palabra… el sueño se ha repetido varias veces… y tengo que admitir que ha sido mejor cada vez… quizás en una de esas me anime a decirle que es lo que en realidad está pasando. Tal vez lo tome bien… quizás entonces pueda decirle que no podría continuar mi vida si no es con ella a mi lado, pero no en este sueño recurrente, sino en este mundo, en el real.

Prólogo.

Fin.