Tipe A.
Las unidades Tipe A eran una variación del modelo perfeccionado de los Evangelions, más pequeñas y ligeras, no fueron diseñadas para tener que combatir con Ángeles a menos que fuera estrictamente necesario, su propósito era el de poder producirlas en la escala suficiente como para poder luchar contra una segunda amenaza que se cernía sobre la Tierra, La Fuerza Zcentraedi. Esos gigantes habían decidido conquistar nuestro planeta, así que estacionaron un buen numero de sus naves nodrizas tras la Luna y comenzaron a atacar con relativa regularidad. Al principio bastó con el poder del armamento regular de la milicia combinado con el de los tres Evas originales, pero luego de un tiempo se hizo notoria la necesidad de mejorar nuestras defensas mientras nos preparábamos para dirigir un ataque a gran escala contra nuestros enemigos con la esperanza de librarnos de ellos de una vez por todas. Fue por eso que se empezaron a producir los Evas Tipe A, con un poco más de la mitad del tamaño de un Eva regular, mucho más mecánicos que biológicos (por lo que eran más estables y muchísimo menos propensos a perder el control con tanta facilidad como el de ya saben quien) y con un consumo más eficiente de energía, lo que les permitía operar por un par de horas solo con las nuevas baterías diseñadas especialmente para ellos, aunque de preferencia se emplean los cordones umbilicales todo lo que la situación lo permitiera ya que nunca se sabe cuanto tiempo va a durar una batalla.
Aunque menos poderosos que los Evas, los Tipe A eran perfectos para esas escaramuzas típicas de los ataques Zcentraedi, en las que un buen grupo de pilotos experimentados podía dar buena cuenta de batallones numerosos de nuestros enemigos con relativa facilidad y muy pocas bajas. Claro que la desventaja era que al igual que los Evas, los Tipe A solo podían ser pilotados por aquellos que habían nacido después del Segundo Impacto, es decir que cientos y cientos de quinceañeros fueron requeridos y reclutados para la lucha por la libertad y bienestar de la Tierra. Raiko era uno de esos chicos, un chico con rango de sargento y con un pelotón de otros 15 quinceañeros entre cabos y soldados rasos bajo su mando.
Ese día en particular no estaba de muy buen humor, había que darles una noticia difícil a sus compañeros y su oficial al mando, el Mayor Anderson, había decidido que no tenía el tiempo suficiente para ir a decírselos a todos en persona, así que solo le envió un memo al sargento Raiko y le dejó todo en sus manos. Ahora él debía encargarse de pasar sus ordenes a sus compañeros y aquello no era nada fácil de decir.
Dos cosas pasaban por su atribuladamente mientras se dirigía hacía el lugar donde se los había citado a todos, una era el como iba a decírselos, lo de "tengo una buena noticia y una mala noticia" le parecía demasiado tonto, así que tal vez lo mejor era solo decirlo y ya, cosa que sabía que les causaría un gran malestar, pero eso no podía evitarse, así que decidió hacerlo de esa manera y arreglárselas luego con la reacción de sus aún inmaduros subordinados la otra cosa que le rondaba era ese sentimiento de culpa que le carcomía, después de todo él había estado desando que eso pasara desde hace algún tiempo, desde que se cruzó don ella la primera vez. Desde entonces no había podido dejar de pensar en ella y en su extraña forma de ser, desde entonces había querido tener una excusa para poder estar cerca de ella, y ahora que la tenía se sentía como el más terrible y estúpido cerdo egoísta del mundo, porque por causa de su tonto deseo cumplido había arrastrado con él a todo su pelotón, poniéndolos en un muy grave riesgo, un riesgo que todos esperaban poder evitar.
Todos estaban allí donde se les ordenó, los chicos siempre serán chicos, por eso ese grupo de muchachos y muchachas reunidos junto a la fuente de la plaza parecía más una pandilla de rebeldes que un pelotón de soldados experimentados y abnegados defensores de la Tierra. Tardaron un rato en darse cuenta de la presencia de su líder, luego de eso poco a poco se le quedaron mirando ansiosos y en silencio, esperando a que Raiko se decidiera a hablar.
—Ajem... Ajem... —El aclararse la garganta era su último recurso para ganar tiempo a ver si se le ocurría una manera de suavizar las cosas, pero no resultó— Ayer en la tarde me fue entregado un memo de parte de nuestro comandante, el Mayor Anderson...
—¡Vamos, déjate de eso y ve al punto!
Aquella interrupción molestó a Raiko, por lo general no le prestaba atención a las insolencias de sus compañeros, pero recuerden que aquel día no estaba de buen humor.
—Nos han promovido a todos, tenemos asenso de rango y una semana libre de permiso con garantía de que no seremos llamados por ninguna emergencia —todos se pusieron pálidos, sabían que nada bueno podía seguir después de eso, luchando por permanecer firme y no apartar la mirada, Raiko siguió su discurso— gracias a nuestro excelente trabajo no han promovido a la categoría 1, por lo cual pasaremos a ser parte de la vanguardia... —No pudo resistirlo más, dudó un momento y apartó su vista hacia un lado antes de agregar— Además nos han aumentado las raciones y mejorado nuestros privilegios, así que recibiremos mayores dotaciones de golosinas, artículos de entretenimiento y muy especialmente tendremos más insumos médicos, muchas gasas y vendajes.
—Muy bien, muy bien, todo eso está muy bien, pero...
—¿Pero qué?
—Creo que no soy la única a la que eso le parece demasiado bueno para ser verdad —Quien hablaba era Juri, la mejor amiga de Raiko y una de las más enérgicas del grupo— Así que escúpelo ¿Cuál es la trampa?
—No hay ninguna trampa. Solo es...
—¡No nos tengas en suspenso, dilo de una vez! —Todos los demás secundaron a Juri, Raiko sabía que no podía ocultárselos más.
—El alto mando nos ha seleccionado para que sirvamos de apoyo en sus misiones a... Uno de los tres primeros.
Todos comenzaron a protestar al unísono, aquellos tres chicos no eran más que unos magnetos de problemas, todos demasiado enrollados y desventajosos en múltiples niveles. Tener que luchar junto a uno de esos tres anormales era lo último que ningún piloto de Tipe A quería hacer. Raiko lo sabía, por eso soportó como una roca todos los arrebatos de sus subordinados, algunas veces hay que dejar que los chicos se desahoguen.
—¿Y a cuál demonios tendremos que soportar?
—Cierto ¿Cuál? ¿A la insufrible pelirroja gritona?
—¿No es aquella pretenciosa cabeza de incendio, eh? ¡Ella no dudará en culparnos a nosotros por cualquier tontería que salga mal! ¡Es una flacucha irritante!
—¡No, espera! ¡No nos digas que tenemos que luchar junto al desquiciado ese!
—¿¡Qué, con Ikari!? ¡Oh, no! ¡Cada vez que pierde la cabeza arremete contra todo lo que ve! ¡Además es un nerd del quinto infierno!
—¡Esperen! ¡Esperen! —Interrumpió Juri las protestas generales, tratando de llamarles la atención hacia un punto que ella reconoció como la clave para descubrir al orate misterioso— Raiko dijo "muchas gasas y vendajes"
"Muchas gasas y vendajes" casi todos se pusieron a repetir esa frase tratando de encontrarle el sentido al señalamiento de Juri. La repuesta les golpeó como una bala, haciéndolos mirarse los unos a los otros con horror primero, para luego quedársele mirando a Raiko llenos de suspenso, con un titilar de esperanza en sus miradas, deseando con toda su alma que él no dijera lo que estaban imaginando.
—First child... —Alcanzó a murmurar apenas audiblemente Juri.
Aquel murmullo fue más de lo que Raiko podía soportar, con todo el valor que tenía, no tenía suficiente como para comprobar sus temores. Frunciendo el ceño desvió levemente la mirada, dejando que su silencio les gritara la respuesta.
—¡¡¡First child!!! —Aquella frase explotó de pronto con furia en las bocas de los miembros del pelotón, descorazonados dieron rienda suelta a su frustración gritándole a Raiko todo lo que pensaban.
—¡Nos han encomendado que asistamos a la primera elegida! ¡Qué mierda!
—¿De ahora en adelante ella estará en todas nuestras misiones? ¿¡Acaso nos merecemos eso!?
—¡Tendremos que luchar con ella hasta la muerte! ¿Cuánto tiempo crees que será eso, ah? ¿Una maldita semana?
La general maldición a su mala estrella no era para menos en realidad, podría parecer exagerado el que todos estuvieran maldiciendo y blasfemando en todas las formas que conocían, profiriendo bastantes improperios a todo lo que era el alto mando y sus malditas decisiones estratégicas, pero la verdad es que en el fondo la mala fama de Rei Ayanami como amuleto de la mala suerte realmente se creía bien justificada. Así que los chicos del pelotón no tenían duda alguna de cual sería su destino.
—¡Ahora sí que todos vamos a morir! ¡Esa chica es más pavosa y salada que nadie!
—¡Debe haberse muerto como un millón de veces, pero ella es la única que siempre sobrevive luego de las masacres en las que se mete!
—¡Raiko! ¡Hey Raiko! ¿No hay manera de que nos saques de está?
—¡Cierto, recuerda que todos somos severamente alérgicos a morir como unos idiotas!
—¡Basta! —Con su fuerte voz de sargento, Raiko les calló, haciéndoles ver la realidad con toda la rudeza que hacía falta— ¡A mí no me gusta esto más que a ustedes, pero este no es el momento de acobardarse! ¡Somos los mejores que puede haber y si hay alguien que puede sobrevivir a lo que sea, esos somos nosotros!¡Tenemos nuestras ordenes y eso es definitivo! ¡Quienes quieran abandonar al pelotón pueden hacerlo, si tengo que hacerlo iré yo solo! ¡Y dejen de mirarme con esas caras de perro! ¡Tienen una semana para tomar su decisión y eso es todo! ¡En ocho días a partir de hoy los estaré esperando aquí! ¡Y espero no tener la vergüenza de volver a ver nunca las caras de aquellos que no tengan el valor de presentarse!
Con todo su aire marcial se dio la vuelta y se marchó visiblemente enojado, dejando atrás a su severamente desalentado grupo. Mientras se alejaba aquel recuerdo volvió a rondarle con un mal presentimiento y de nuevo le hizo sentir culpable. Dos nuevas dudas se le presentaron entonces, una era respecto a cuantos de su compañeros se presentarían luego de aquella semana; una parte de él pensaba que mientras menos mejor, la otra pensaba lo contrario. Y desde luego la otra duda era...
—¿Qué rayos voy a hacer durante ocho días?
