Aclaraciones: Este capítulo contiene ThorXJane y drama.

Esta historia la escribí en conjunto con mi amigo The Hound of Baker Street, que después de trabajo de convencimiento me dejo ponerle yaoi 3:) . Por ahora no se nota, pero espero que el Thorki reluzca en los siguientes capítulos.

Gracias por leer la historia.

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Prólogo

Si sus manos se habían tornado menos hábiles no lo había notado.

Cada mañana al abrir sus ojos y notar que la calidez de sus cuerpos aun permanecía a pesar de los años, le motivaba a seguir levantándose del lecho solo para verla despertar poco después.

Si su rostro fue cubriéndose de arrugas tampoco lo noto.

Porque a su lado las comidas más agrias se tornaron dulces con su voz la soledad desapareció iluminando sus cielos grises. El paso del tiempo y las adversidades que le acompañaban le parecían insignificantes e irrelevantes mientras a su lado se encontrara.

Si su vista fue nublándose no se percató.

Con besarla su alma se encendía, con abrazarla moría y con mirarla revivía. Ella era su todo, fue lo que marco un inicio y un fin a su vida. ¿Cómo una mortal creatura de tan mundana procedencia podía otorgarle tan divina dicha?

Si sus pies ya no pudieron sostenerla bien no le importo. Aun la amaba como el primer día.

Con cada primavera que pasaba, no dejaba de verla a ella y a nadie más. Abandonar su tierra por ella había valido la pena y la dejaría una vez más si pudiera estar de nuevo a su lado, pero nada es eterno y la vida de una mujer humana era tan efímera como un suspiro Asgardiano.

Cuando sus ojos se cerraron ya no creyó en nada más.

Los sacrificios valen la pena solo por las personas que amas y ella se había alejado de él ese día, el tiempo la consumió y se la llevo de su regazo. Tal vez fue la indescriptible felicidad en la que vivía o su percepción del tiempo de los mortales lo que lo cegó al incesante paso de los años. Ahora estaba solo como cuando llegó a este mundo y en soledad era como parecía que estaba condenado a marcharse de este también.

Su mundo murió junto con ella, hasta el sol había perdido la voluntad de salir por las mañanas

Fue en su abrupta ausencia cuando a él volvieron los dolores de antaño, por tantos años ignorados. Recuerdos del hermano que perdió, el trono al que renunció y el reino al que había dado la espalda. El júbilo se había disipado con su muerte y solo quedaba el miedo y la incertidumbre para hacerle compañía.

La muerte le visitó y a su paso solo dejó un sueño bañado de recuerdos melancólicos

Fue como volver de un sueño del que no desease despertar, sin ella, se encontraba a sí mismo perdido entre las cuatro paredes de lo que solía ser su propia habitación, incapaz de reconocer al hombre que le dirigía una mirada amarga a través del espejo, se había convertido en un extranjero en su propia patria.

Estaba consciente del lúgubre destino que le aguardaba, desde el momento en el que renunció a su herencia divina para tener una oportunidad de compartir una vida a su lado. Y una vida fue lo que compartieron, durante todos esos años que se escurrieron entre sus dedos por acción del tiempo inclemente. Ella le regaló la única vida de la que disponía hasta el final de sus días, y él se encontraba condenado a seguir con una tortuosa existencia carente del amor que tanto añoraba.

Sin ella habitando ese mundo extraño que había aprendido a aceptar como su hogar se había vuelto insoportablemente frío. ¿Quedaría para él un lugar en la mesa de su propio padre?

Una única alternativa parecía iluminarse en el horizonte. A partir de ese día viviría por los dos, honrando su recuerdo con sus acciones. Ella vivió soñando con la esperanza de que algún día sus descubrimientos transformaran el mundo y él viviría para ver ese sueño cumplido.

Había llegado la hora de reclamar lo que le correspondía, sólo le quedaba volver a su hogar…