Notas de autor: Aquí un nuevo mimato, con mucha sensualidad de parejas de por medio. Simplemente un día la Len me bombardeó con vídeos de una serie por WhatsApp y le dije: esto es perfecto para un Mimato y ella me dijo: Yo también digo lo mismo. Entonces, nos abrazamos y lloramos. Fue hermoso. El fic es más de la Belencita que mío. Yo a lo mucho he puesto el summary y el título del fic, ajá. Y los títulos del capítulo. Bueno, nada más que decir, nos vemos abajo. Disfruten la lectura.
Disclaimer: Digimon no nos pertenece, para su desgracia y para la nuestra. Si fuese de nosotras, pues nada; lo más seguro es que la Leen no quiera compartir a Taichi con ustedes, con eso de que desde ayer es la Señora Yagami. :*
No hay otro hombre
Capítulo l: Viejos recuerdos, viejos amores, viejas excusas
—Es la comida más aburrida a la que me has invitado. —se quejó Yolei.
Sora sonrió mientras sacaba el brillo labial de su cartera y se lo aplicaba frente al espejo. Mimi en tanto volteó hacia Yolei indignada, intentó buscar apoyo en la pelirroja, pero no hizo ningún gesto que contradijera las acusaciones de su amiga. Más indignada aún.
—No lo puedo creer. ¿En serio crees eso?
—Claro que sí amiga, es decir, estamos en una comida, rodeadas de viejos por todas partes… Si esta es tu nueva definición de entretención entonces este viejo te ha cambiado.
—No es un viejo —defendió la castaña. —Tiene 42.
—Viejo. —reafirmó Sora chequeando que sus labios se vean perfectos.
—Gracias amiga por ayudarme.
—¿Y qué quieres que haga? Que mienta, que te diga, tienes razón Mimi, no es un viejo, está bien, no es un viejo… Para una mujer de 40 no está viejo, pero para ti, sí.
—Además está lleno de viejos cuarentones, que aburrido.
—Yolei, por favor, es mi fiesta de compromiso.
—No es nuestra culpa que decidieras casarte con un viejito aburrido y tener una fiesta de compromiso aburrida… Quizás sería distinto dependiendo del futuro marido.
—Yolei, ya para… En serio. —ultimó la castaña.
—Oye, y hablando de cosas que no se paran…
—Ya, Sora, ¿tú también? Menos mal que son mis amigas.
—Sí somos tus amigas, las mejores, pero… —Sora suspiró. —Creemos que vas a echar a perder tu vida con él.
Cerró sus ojos, ya hastiada del mismo tema de siempre, no le podían aguar la velada precisamente ahora, en medio de su fiesta de compromiso.
—Ya es suficiente. —alzó la voz y las observó detenidamente a ambas. —Esta será la última vez que se los digo; soy una mujer adulta y sé muy bien lo que hago. Soy muy feliz con mi decisión, y les guste o no, me casaré con Roujin y punto, y ustedes como mis mejores amigas, no les queda otra que apoyarme, ¿de acuerdo?
Tanto Yolei como Sora bajaron la mirada, entendiendo que ya había sido suficiente, y ella sabía perfectamente que probablemente mañana volverían a insistir en lo mismo, pero al menos tenía la certeza de que por ahora los constantes ataques hacia su, ahora, prometido, se habían terminado.
Salió del baño con la dignidad que le quedaba de haber discutido con sus mejores amigas en el baño, pero con la frente en alto, lento pero seguro, hacia lo que dentro de unas semanas más sería su nueva vida.
¿Cuándo había cambiado tanto? ¿Cuándo había cambiado su entorno, las personas con las que solía relacionarse? Sin lugar a dudas no eran aquellas… ¿Cuándo había cambiado a la persona con la que quería compartir el resto de su vida?
—Quiero estar siempre contigo, Mimi…
Ella miró al chico de hermosos ojos azules que tenía en frente y le sonrió, como cualquier adolescente enamorada. —Yo también quiero estar contigo, Matt… Para siempre.
—Después cuando sea famoso y firme contratos millonarios, nos compraremos una casa muy grande y linda en la playa, porque te mereces eso y más.
'Para siempre…'
Sonrió. Eso nunca era cierto.
—¡Listos los pasajes mi amor! —canturreó él entrando al departamento que compartía con la castaña.
—¿A dónde?
—Eso da lo mismo, lo que realmente importa es que nos iremos de aquí, iremos a recorrer el mundo.
—Sí, pero Matt, no quiero recorrer el mundo, aquí está mi familia, están mis amigos…
—Ellos siempre van a estar aquí.
—Es que Matt, entiéndeme… —lo miró ya con resignación. Hace días que venía pensando lo mismo, y si bien, habían tenido muchas discusiones bastante fuertes, el rubio insistía que con un viaje a quizás donde, se solucionaría todo, pero ella ya no estaba para sus ideas locas. —Yo necesito algo que tú no me puedes dar.
—¿Ah no? —Mimi negó. —A ver, ¿y qué es? Dime.
—Necesito estabilidad.
Estabilidad que ahora tenía.
Ahora, ya más segura y convencida de que su vida era perfecta, caminó hasta llegar al lado de Roujin, tomar su brazo y besar suavemente sus labios.
Caminar nuevamente por ese lugar lleno de buenos y malos momentos era una sensación embriagante y nostálgica.
Tenía cerca de cuatro años sin pisar su tierra natal, sin ver a su gente y ni a sus amigos. Tokyo no había cambiado mucho; la gente yendo y viniendo a todas horas del día, había estudiantes con sus característicos uniformes por todas partes. Inevitablemente recordó cuando a él le tocó caminar con el suyo.
Qué buenos tiempos; donde estaba con sus amigos y con la mujer que quería, pasando buenos e inagotables momentos.
Suspiró.
Hacía calor, caminaba con las manos dentro de los bolsillos de sus pantalones; llevaba puesta su típica camiseta negra y unos lentes para cubrir sus perfectos ojos azules de los calcinantes rayos de sol. Y, además, aprovechaba para pasar desapercibido.
Sí, porque en estos años de ausencia su fama había crecido. Ahora todos lo siguen, literalmente, es muy difícil pasar sin ser visto por las calles de cualquier ciudad. Pero por fortuna, pudo dar una muy tranquila caminata, esas que siempre había acostumbrado a tener.
Caminaba lentamente, para capturar, de nuevo, el ya casi olvidado paisaje de la ciudad. Ansiaba ver a sus amigos, pero antes de llamarlos tenía que pasear, como hace mucho no lo hacía, para pensar, razonar, meditar y recordar...
Y de pronto vio como tres peculiares, ruidosas y conocidas mujeres doblaban la esquina para quedar justo de frente.
Sora, Yolei y la más importante; Mimi. Y con solo verla un segundo su corazón comenzó a palpitar con fuerza.
—Es un viejo —gritó a sus anchas Yolei. Al parecer seguía con la misma idea de que ella andaba sola y nadie escuchaba lo que decía —debes aceptarlo.
Sonrió, cosa rara en él, al confirmar que sí eran sus tres amigas con los inconfundibles gritos de Yolei.
—¿Matt? —salió de los labios de Sora, porque era la única que tenía la vista en frente.
Hizo que sus dos acompañantes miraran hacia donde ella, para confirmar lo dicho por ella.
—¡Matt! —gritó, nuevamente, Yolei.
Mira que cosas de la vida, llegar a tu ciudad luego de cuatro años de no pisarla y poner enfrente de ti, a dos horas de haber regresado, a la persona que más extrañaste.
—¡Matt! —inmediatamente Sora lo abrazó con fuerza, no le importaba que al chico poco le gustaran esas demostraciones.
Pero se sorprendió cuando él correspondió al abrazo. Y cuando el contacto se rompió, la siguiente en la fila de abrazos era Yolei.
En cambio Mimi seguía en la misma posición que optó cuando Sora mencionó el nombre de Matt. Su cuerpo estaba estupefacto y su boca abierta. Al escuchar el nombre del rubio todo se congeló, menos su corazón que parecía que iba a salir de su cuerpo.
—¿Y tú? —sonrió de medio lado quitándose los lentes de sol para verla, sin obstáculo alguno, directo a los ojos.
Apreció un tenue brillo en los castaños ojos de Mimi al encontrarse con los suyos.
—Eh... —cerró los ojos —hola, tanto tiempo —y en un movimiento torpe golpeó el hombro del rubio. Ese era su saludo de bienvenida.
Matt observó su hombro y luego la observó a ella. Reía con evidente nerviosismo.
—Si... yo también te eché de menos —comentó divertido mientras se acercaba para abrazarla con fuerza —a ti te extrañé más que nadie —le susurró al oído haciéndola estremecer.
Vacilaba entre subir sus brazos o no, de los nervios que sentía no reaccionaba. Matt la abrazaba y ella, cómo imbécil; sudando y sin saber que decir.
Y se dejó llevar por la emotividad de la escena. Él era especial en su vida, era parte de ella. Claro que le daba alegría verlo nuevamente. Y sí, lo envolvió en un abrazo. Uno muy fuerte y especial.
Él fue quien rompió el contacto con ella, alejándose lentamente y sin dejar de verla a los ojos. Mimi, con sus mejillas completamente sonrojadas lo observaba, Matt en un movimiento rápido acarició su nariz logrando dejarla en peores condiciones.
—¿Cuándo llegaste? ¿Cuánto tiempo vas a estar? ¿Ya saben todos que estás aquí?
Matt volteó a ver a Sora, quien era la que la dueña de esas preguntas.
—Voy llegando. Mucho tiempo, no sé cuánto, pero mucho y no, nadie más que ustedes saben.
—¡TENEMOS QUE HACERTE UNA BIENVENIDA! —aplaudió Yolei, dando por hecho que Matt aceptaría —ha pasado tanto tiempo.
—Como gusten —dijo sin quitarle la mirada a Mimi, que de inmediato la desvió hasta otro lado.
Estúpido y sensual Matt. Los años le habían venido de maravilla.
—Y, ¿Qué ha sido de tu vida, Mimi? —seguía viéndola.
—Bien y, ¿tú? —por Dios que se iba a derretir si seguía viéndola así.
Matt río. —Qué si qué has hecho.
—Nada, nada —caminó rápido, pasando por enfrente de todos —nada importante. Ya sabes... —genial, nada se le venía la mente —salimos a pasear y eso.
Sora y Yolei se voltearon a ver algo confundidas, pero entendiendo el por qué su amiga estaba así.
—Entonces hay que vernos hoy por la noche —sugirió Yolei —yo me encargo de avisarles a todos.
Matt asintió.
—Que sea en mi departamento —propuso la pelirroja.
Después de todo, ahí siempre eran las reuniones.
—Mimi, ¿Puedes ir hoy en la noche?
La castaña, con la boca abierta, vio a Matt. Era como si observara al mismísimo señor. —Yo no puedo mañana —casi, casi, necesitaba una ollita para la baba.
—Pero si es hoy.
¡Mierda!
—Realmente me impresionó saber que habías vuelto. —comentó Tai luego de darle un sorbo a su cerveza.
Matt sonrió, repitiendo la acción de su mejor amigo para luego encender su cigarrillo. —Sí, ya me hacía falta volver. Bueno, cuéntame… ¿Qué ha sido de tu vida?
—A ver… Con el término de la temporada de fútbol, más el torneo internacional, la verdad es que no me queda mucho tiempo libre.
—Sí, pero supongo que hoy en la noche tendrás un tiempo para darle la bienvenida a tu mejor amigo.
—¿De qué hablas?
—Es que hoy me encontré con Mimi, Yolei y Sora y me insistieron para hacer una fiesta de bienvenida. Supongo que irás, ¿no?
—Pero por supuesto. ¿Cómo no? Todo sea por mi amigo.
—Esa es la actitud… —felicitó Matt. —¡Salud!
—¡Salud! —exclamó también él chocando su botella de cerveza con la de Matt para luego ingerir un gran sorbo ambos.
—Oye, y hablando de Sora… ¿Qué onda?
—¿Qué onda con qué? —preguntó Tai, viendo luego como su amigo movía sus cejas sugerentemente. Chasqueó su lengua. —Nada, lo de siempre, somos amigos.
—¿En serio? Que aburrido… —Tai frunció el ceño, no entendiendo la reacción del rubio. —Sí, porque yo pensé que ya se habían aburrido de eso y habían empezado algo así como una relación.
—Estás loco.
—Todos pensamos que ustedes tarde o temprano se volverían pareja.
—Bueno, entonces están todos locos. —concluyó él sonriendo. —Sora y yo sólo somos amigos.
Alzó su rostro nuevamente sólo para ver las reacciones que había causado en ella. Su respiración irregular, como su pecho subía y bajaba incesante.
Sora volvió su vista hacia él y le sonrió con picardía, rodeando su cuello con amos brazos y atrayéndolo hacia ella para besarlo una vez más.
—Sí, claro… Amigos. Son un par de estúpidos.
—¿Y tú? No me digas que un músico famoso no tiene ninguna novia por ahí, más bien yo diría que una es muy poco para ti, ¿no?
—La verdad es que he tenido novias, sí, pero ninguna relación seria… Es más, ahora estoy solo.
—Eh… Ya… eso es más raro de creer que Sora y yo sólo sigamos siendo amigos, ¿no crees? Me estás hueveando, ya, en serio, dime quién es la afortunada.
—De verdad, nadie. No estoy con nadie.
—Que aburrida tu vida…
Matt sonrió de lado.
La verdad en un momento pensó en estabilizarse e intentar formar una relación seria con alguien, pero siempre que intentaba ello, rondaban unas nada suaves palabras que cierta castaña le había dicho alguna vez, la misma con la que se había encontrado esa mañana…
—Eres un pendejo, un pobre y triste huevón. Nunca vas a madurar, Matt, ¡NUNCA!
Sí que estaba enojada esa vez, y ahora, luego de cuatro años, probablemente ella no se acordara, pero a él le resonaban con más fuerza en su cabeza. Tiempo después, lo había pensado, llegando al razonamiento que ella había tenido razón, en ese momento, a él lo único que le importaba era ser feliz y libre, quería recorrer el mundo y hacer lo que más le gustaba, la música, sin ataduras que lo detuvieran, y ahora, que ya lo había logrado, se había detenido a pensar en las crueles palabras de Mimi, el gran amor de su vida. Fue un golpe muy duro, pero quizás alguien tenía que decírselo.
Y lo más irónico de todo, era que ahora él era quien buscaba un poco de estabilidad en su vida… Ridículo.
Pero qué estúpida había sido. Ella y sus estúpidos nervios de 'mañana no puedo'. Imitó de forma infantil su voz.
La cagó. Ahora qué pensaría Matt con su boba actitud. Nada, qué va a pensar. Solo se está burlando de ella, aprovecha el poder que tiene sobre ella con su estúpida y sensual sonrisa, su estúpida y sensual mirada y su estúpido y sensual cuerpo para burlarse. Y eso le daba mucho coraje. Bastante, si era sincera.
Después de años aparece solo para reír de ella y de su torpeza. No le parece.
Frente al espejo le daba los últimos retoques a tu maquillaje. Por un momento dejó de ponerse rubor en las mejillas para tener una mejor imagen de ella: llevaba puesto su mejor vestido negro, corto y lo suficientemente sexy para brillar en la noche.
Momento... Por qué negro, por qué sexy. Y sin dejarse de ver en el espejo, retrocedió hasta sentarse en la cama, mordía su labio inferior.
¿Se estaba arreglando así por él? Inconscientemente sacó de su dedo el anillo de compromiso, y así estuvo jugando varios segundos con él, se lo ponía o no.
No supo por qué, pero terminó por quitárselo y dejarlo a un lado. Y de nuevo se levantó de la cama para ver qué le hacía a su cabello.
En una coleta lo tomó y se giró varias veces, viendo si de todos los ángulos lucía bien.
Y mientras más concentrada estaba, una imagen apareció en el espejo...
Era ella, terminando de arreglarse. Traía un vestido negro, parecido al de ahora. Tenía el cabello recogido.
—Mimi, ¿todavía no?
Se escuchó una voz. Era Matt que se asomaba por la puerta.
Ella sonrió. —Ya casi termino, no te desesperes.
Mencionó mientras buscaba sus aretes dentro de una pequeña cajita. El chico se fue acercando lentamente hasta tomarla por la cintura y apoyar su barbilla en el hombro de ella.
—Este es mi color favorito —dijo el chico bailoteando un poco junto con ella —me encanta que lo uses.
Besó el hombro desnudo de la chica. Haciéndola reír.
—A ti te debo de gustar con todos los colores que uso —comentó haciendo puchero.
—Lo haces —le dijo —pero este tiene algo especial.
Mimi sonrió satisfecha con la respuesta. —¿Cómo luce mejor mi cabello? —preguntó —¿Suelto o recogido?
El rubio ladeó los labios. —Como sea —con cara de bobo enamorado —yo solo sé que me gusta ese vestido.
Gruñó en el cuello de ella. —No, no —se alejó de él —se nos hace tarde.
—Y qué tiene de malo.
—Qué siempre llegamos tarde —golpeó con suavidad su mejilla jugando con él.
Y de vuelta en la realidad, frunció el entrecejo. Era increíble, pensó en cambiarse de vestido, pero eso implicaría cambiar por completo su maquillaje.
Trató de convencerse que el vestido negro era infalible. Que nunca fallaba y que casi siempre era la primera salida cuando no se tenía que poner, pero la diferencia es que ella sí tenía mucho de donde elegir.
Enojada, aún más, dejó caer su cabello. Ahora lo llevaría suelto. Para alejarse más y más de aquel vago recuerdo.
Y con decisión, volvió a tomar su sortija y la colocó donde siempre debía haber estado: en su dedo.
Una: ella era una mujer comprometida. Dos: vestía así porque quería, no porque Matt estuviese ahí y porque le gustara como luce de negro. Al diablo con eso.
Ese rubio ya no influía en nada en su vida. Lo quería, pero ya no como antes.
Ahora, ella quiere a su viejito... ¡MIERDA! de tanto bullying de sus amigas hasta ella empieza a ofenderlo.
Quiere a Roujin ahora, lo jura.
Suspiró varias veces antes se tocar la puerta para entrar. Se preguntaba si era una buena idea estar ahí. Su mente le decía que se fuera, que mientras más lejos mejor. Y su corazón, lo contrario, le felicitaba por estar ahí y aclamaba que entrara de una vez por todas. Sentía ansiedad, ella quería volverlo a ver.
Llamó la puerta un par de veces y Yolei fue la encargada de abrirla.
—Vienes mejor cambiada hoy que ayer —comentó con insinuación —ah, es verdad, lo de ayer era una fiesta de viejitos.
Mimi negó sin ganas de alegar.
—No te enojes, era broma —mintió. Aunque le daba gusto que su amiga estuviese ahí, porque recordaría quiénes son sus amistades jóvenes y cómo se divierten.
Sin decir nada entró al departamento, apresurándose en buscar a alguien. Y no lo vio, se sintió algo decepcionada, pero después se le pasó al ver a sus otros amigos.
Todos ya bastante tomados.
Las manos le comenzaron a sudar y su corazón palpitaba con tanta fuerza, hasta le estaba aturdiendo.
—Mimi —ese era el causante de todo —qué bueno que viniste.
Apenas y volteó se encontró con el perfecto rostro de Matt a sus espaldas. Río con nerviosismo y agradeció las palabras.
Pasaron quince y largos minutos. Sentía que se ahogaba. Cómo no hacerlo, si mientras ella platicaba con Izzy, Matt aparecía y causaba esas mil y un sensaciones que la hacían quedar fatal. Y si luego, iba a hablar con Tai, quién creen que aparecía. ¡Maaaatt! Matt se había multiplicado y la seguía a todas partes.
Al menos estaba disfrutando de la fiesta. Pero ella no, ella sentía algo en su estómago y en su corazón, era como un vuelco. Todo iba mal. Y nada mejor que escabullirse por el balcón y tomar un poco de aire fresco.
Cuando salió, apoyó sus manos en el pequeño barandal. Resoplando con relajación. No sabía que le pasaba, pero con él estando cerca, ella decía puras incoherencias, chocaba con todo y contra todos o lo que tomaba en sus manos, se le caía. Era fatal.
Necesitaba uno de esos, que solo en ocasiones especiales sacaba. Se giró para apoyar su espalda en el barandal y así ella poder buscar un cigarrito en el fondo de su bolsa. Y cuando lo encontró alzó la vista y la figura del rubio, el dueño de su torpeza, estaba ahí.
Y si le preguntaban, se miraba perfecto en ese lugar iluminado con la luz de la luna.
—¿Sigues fumando? —ella asintió varias veces, con rapidez y en un movimiento torpe llevó el cigarro a su boca.
—A veces lo hago —comentó. No quería que pensara que era una fumadora compulsiva como él.
—Entonces —se acercó a ella —gira esto —con su mano derecha deslizó con suavidad el cigarrillo, para quitarlo de los labios de Mimi —está al revés —lo giró para volverlo a acomodar en los labios entreabiertos de la castaña.
Sentía morir, pero de la vergüenza. Apenas a ella le pasa.
El rubio seguía frente a ella, viéndola sin parpadear. Al tiempo en que ella, sin encender el cigarrillo, lo observaba. Con la una diferencia de que él estaba seguro y nada nervioso. Como lo odiaba.
—Deberías entrar, todos están aquí por ti.
El rubio achicó los ojos y alzó los hombros. —Yo quiero estar contigo —y para acorralarla, llevó sus manos hasta el barandal donde Mimi estaba apoyada.
La boca de Mimi se abrió tanto, que el cigarro cayó lentamente de sus labios. Se sonrojó, removiéndose levemente. Alzó su mano y tomó su cabello para desenredarlo, como si lo necesitara.
Matt sonrió.
—Cuando tú entres, yo voy a entrar.
Y eso la castaña lo acató como orden, que como pudo y toda la cosa, se zafó de él y caminó hasta entrar, haciendo que la sonrisa del rostro de Matt, que se había quedado atrás y de espaldas, aumentara su tamaño.
Ella iba en busca de un trago, quizás dos y quizás tres. Tomó un pequeño vasito de tequila y lo bebió rápido, disfrutando de la sensación de ardor en la garganta.
Los minutos transcurrían, mientras ella gozaba de los beneficios del alcohol: calmar los nervios, hacer olvidar y dar alegría, observó a su alrededor, cada loco disfrutando como quería y para su suerte, o mala, no vio al rubio. Pues, otro traguito ¿no?
Desde el año en que Matt la dejó, no había bebido tanto. Aunque, ahí bebió para calmar el dolor.
Ni siquiera estando con él, mientras compartían una relación, había bebido tanto; porque a ella no le gustaba y porque él no la dejaba. Pero cuando se separaron, tenía que manejar su depresión de una manera. Y ahora, estando con Roujin, jamás lo había necesitado. Pero ahora, como Matt estaba de regreso en su vida y estaba bajo el mismo techo que ella...
Maldito. Él, Matt, siempre alterando sus hábitos, sus nervios y su modo de pensar.
—Bien Mimi, ¿No me vas a contar lo que ha sido de tu vida todos estos años?
Y el maldito alterador de nervios estaba aún lado de ella.
Mimi cerró los ojos, pidiendo que el alcohol aún no haga estragos en ella, ya que él se le estaba acercando más y más. Hasta pasó un brazo por atrás de ella, abrazándola y haciéndola convulsionar.
—Soy una mujer comprometida —alzó la mano donde tenía el anillo y lo acercó al rostro del rubio —mira, mira —casi le saca un ojo con lo mucho que arrimó su mano.
Matt tomó su mano, logrando un escalofrío en el cuerpo de la chica y él sentía la misma descarga eléctrica recorrer su cuerpo.
—Es una joya grande —le analizó, sin soltar la mano.
—Sí —y deslizó su mano hasta romper el contacto, estaba incómoda —es un hombre rico.
Volteó para ver su reacción, que lo dijo más que nada para ver que causaba en él, si indignación, enojo, tristeza, algo...
Pero la reacción de Yamato fue la que menos esperó, él se río. Río como pocas veces en la vida. Río como a ella le gustaba. Por eso no podía dejar de verlo, porque estaba completamente deleitada.
sasdkasd esto es todo amiguitos, que se nos terminó la hora en el cyber. xD No mentira, la única verdad absoluta es que a Mimi le hace mucho daño estar frente a Matt, mira que la torpeza le viene guanga y ay, Matt es súper coqueto, queremos hacer que todas se enamoren de él.
Taiora oh bueno, el eterno discurso: somos amigos y nos metemos mano porque nos queremos. xDDD PFFF! cómo si eso fuera real.
Esperamos que este capítulo haya sido de su agrado. Solo les puedo adelantar un par de cosas: habrá mucho más mimato, más complicaciones en el taiora y no sé, como que Yolei tiene que seguir puteando. ¿Qué opinan del viejito de Mimi? ¿Quieren uno? xDDD
Nos leemos mis queeeeeridos. :*
