Estar atrapada en Storybrooke no le había pesado tanto desde que Henry entró a su vida. Bien es cierto que le hubiese gustado llevarlo de viaje, a parques de atracciones, ¿cómo sería volar en un avión? Quizás nunca pudiera experimentarlo. Aunque teniendo a Emma Swan a su lado empezaba a pensar que todo era posible. Tanto y tanto potencial desperdiciado… o no. Porque si hay algo que jamás imaginé es estar con una pamela y un sensualísimo bikini en la cubierta de un yate en medio del lago de la ciudad. Muchas veces me había arrepentido de enseñar magia a la sheriff, con sus bromas pesadas, repitiendo trucos de novatos y siendo más insoportable que de costumbre. Pero tengo que ser sincera, este margarita sabe a gloria y más en un día como hoy, no es que Maine sea el lugar más soleado del mundo. Debo claudicar, Emma cuando quiere, sabe muy bien cómo hacer las cosas. Por ejemplo pasar de convocar tazas de chocolate con canela, a ropa interior, garras de oso y más recientemente, el yate que compró con la tarjeta de crédito que me robó sin que me diera cuenta. Podrá ser hija de sus padres, pero ese arte para el delito… Estaba a dos sorbos de perdonarla. Y lo peor es que ella lo sabía. Sabía que yo deseaba viajar lejos. Sabía que me encanta el lujo. Sabía que aunque antaño no quisiera ser reina, me había acostumbrado demasiado al glamur. Maldita Emma Swan. Lo tenía todo calculado. En medio de la nada, abandonada al vaivén del agua, la escucho nadar de nuevo al yate. Desde el sillón donde estoy sentada puedo ver cómo sube por las escaleras de nuevo a bordo y escurre su larga y rubia melena. Tiene las mejillas un poco quemadas del sol, pero toda ella derrocha libertad. En el momento en que sus ojos se clavan en los míos noto todo mi cuerpo incinerarse. Dejo el margarita apoyado en la mesita y con el dedo le digo que se acerque. Su sonrisa es insoportablemente deslumbrante, se sabe ganadora. Sabe que ya no puedo tenerla lejos mucho tiempo. Sabe que no puedo enfadarme con ella como al principio. Sabe que estoy totalmente rendida a su corazón.
...
