Writting on the walls

BELLA POV

Es curioso como tu vida puede cambiar en tan solo un instante, como en tan solo un día, unas horas, en tan solo unos cuantos minutos todos tus sueños y fantasías se pueden venir a la borda y desaparecer para siempre. Tu forma de actuar, de ser, es a veces lo que te marca el resto de la vida, pero ¿de dónde viene eso?, la mayoría de las veces son las personas las que nos rodean las que nos hacen actuar así, aunque al final somos nosotros mismos los que tomamos la última decisión.

¿Mi vida?, ¿qué puedo contar sobre ella?, ¿alguna vez fui feliz?; sí, lo fui. Mi infancia fue increíble, era la menor de todos, la consentida por así decirlo, mis hermanas eran mis mejores amigas, solía confiarles todo y de igual manera ellas lo hacían conmigo, salíamos, nos divertíamos y nos complementábamos la una a la otra, éramos tan diferentes entre sí pero creo que esa era la mayor diversión para las tres.

De mis padres, ¿qué les puedo decir?, siempre nos dieron todo lo que queríamos, casi nunca había un no como respuesta; nuestra posición económica era una de las mejores del país y a pesar de que ellos trabajaban su prioridad éramos nosotras. Él, era el dueño de una las compañías automotrices más importantes del país, y ella, una diseñadora de interiores conocida en todo el mundo; su matrimonio era feliz, la vida de los cinco lo era o tan siquiera yo lo veía así.

Tal vez fui yo misma la que se negó a abrir los ojos a los problemas que se avecinaban, cerró mis oídos ante los gritos y mi mente a lo que era obvio. Me negaba a romper mi pequeña esfera de felicidad y trataba de unir los pedazos de las otras sin importar lo que me dijeran.

Ese fue mi error, creer que la felicidad existía para siempre, creer que el amor lo solucionaba todo y que lograba resistir hasta el mismo infierno; que idiota fui, me condené a mi misma a la perdición.

En mi afán por encontrarla creí en la gente equivocada, deje que me lavaran el cerebro con palabras lindas a pesar de advertencias, di todo y lo único que recibí fue mi corazón roto al igual que mi alma, mis sueños y esperanzas, todo lo que era y lo que llegaría a ser acabó en un día, acabaron mis ilusiones con la más grande de las bajezas.

Ese día necesitaba hablar, contarle a alguien pero nadie estaba, desde hace tiempo ya nadie estaba para mí. Mi mundo se empezó a derrumbar sin que yo pudiera hacer algo, las decisiones de mis padres, de mis hermanas, acabó por tirar aún más lo que conservaba de mis ilusiones hasta que nada quedó, ni sueños, ni esperanzas, nada. Aquella niña tierna y soñadora que era Bella Swan, murió.

¿Morir?, era lo que desde un principio había querido, dejar de sufrir. Lo intenté y fallé cuando tenía tan solo dieciséis, pero de nuevo, después de cuatro años la vida me ofrecía acabar con la mía, por eso estaba aquí, era el motivo por el cual había aceptado venir a Nueva York a esta fiesta donde estaría lejos de casa y sin que nadie me conociera, adquirir aquello que acabaría con mi existencia sería fácil, fue fácil.

Estaba en uno de los edificios más altos de la ciudad, en el pent-house, mirando por el balcón las miles de luces que alumbraban la noche, el ruido de la música que ni siquiera entendía sonaba detrás de mí al igual que las risas de gente que en su mayoría nunca antes había visto.

Me mantenía apoyada en el barandal con un vaso de vodka en mi mano y el contenido de mi muerte en la otra, mi mirada pasaba de mi bebida a las varias pastillas, no era la primera vez que me drogaba, varias veces lo había llegado hacer pero no había vuelto de esto un hábito, ahora el momento estaba a punto de llegar y acabaría con todo el dolor, tal vez con mi muerte lograría acceder a la felicidad que quería.

Puse varias pastillas en mi boca y como si fuera en cámara lenta fui subiendo mi vaso hasta tocar con mis labios sintiendo como el líquido empezaba a correr por mi boca…

-Y pensé que Rosalie exageraba cuando nos decía que eras la más rebelde de las tres- escupí todo lo que tenía en mi boca al vaso cuando escuche aquella voz extrañamente familiar y empecé a toser- Deja la bebida para los grandes.

Me volteé para toparme con la persona que menos pensé encontrarme, estaba parado debajo de una luz derrochando como siempre elegancia, sus pantalones de mezclilla oscuros y su camisa se entallaban a su perfecto cuerpo y él sabiendo que lo observaba me dedicaba la sonrisa que sabía perfectamente que odiaba pero que dejaba ver su blanca dentadura- ¿Qué haces aquí?- pregunté enojada recordando lo que había interrumpido.

Se acercó hacia mi recargándose en el barandal donde yo hace unos momentos estaba, miré sus verdes ojos mientras seguía con su sonrisa burlona- Divirtiéndome y ¿tú?- escondí rápidamente mi vaso cuando sus ojos lo miraron, mi acción le causo gracia.

-¿No deberías estar en Seatlle?

-No, mis vacaciones empezaron hace unos días y unos amigos me invitaron a venir, mi papá me dio estas mini vacaciones como premio- me dijo y tomo un sorbo del vaso de su bebida exótica- aunque de ti no se puede decir lo mismo, ¿no?- otra vez volvió a beber mientras yo lo fusilaba con la mirada- oí decir a Esme que estabas en Phoenix todavía terminando la escuela, está muy segura de que es así.

-¿Y a ti qué diablos te importa dónde estoy?

Me empecé a molestar más cuando escuche su risa- ¿Tú papá también piensa que sigues en la Universidad?-volvió a reír.

-Es una lástima que dejen entrar a cualquiera a este tipo de fiesta- estaba dispuesta a irme pero él me tomo por el hombro.

-Ese comentario debió de dolerme, ¿sabes?- me dijo muy cerca de mí oído, volteé para encararlo y nuestros rostros se encontraban a poco centímetros, sentí el aroma de su aliento y a pesar de estar tomando alcohol, era un olor embriagante.

-Esa era la única intención- le dije fríamente volteando a ver sus atrayentes ojos, de nuevo me volvió a dedicar su clásica sonrisa.

-Después de no vernos por más de una año pensé que me tratarías mejor- me dijo simulando estar dolido- por lo visto no has cambiado en nada Isabella.

-Que perceptivo eres Edward- me separé de él y volví a recargarme en el barandal viendo los edificios que se alzaban frente de mí, pronto él hizo lo mismo aún lado mío.

-Es imponente esta ciudad, el tamaño de los edificios, las luces…- me susurro después de un rato en silencio.

-Wuaow!!- exclamé girándome a verlo- Edward Cullen diciendo eso de Nueva York, siempre pensé que eras más campirano, que lo tuyo era lo verde.

-Me encanta la naturaleza, mas no niego la belleza de este tipo de ciudades…- fue mi turno de reír.

-Sí, sobre de todo de Nueva York.

-¿Qué haces aquí?- me preguntó de repente con un tono más serio, gire de nuevo mi vista.

-Lo mismo que tú, divertirme después de un exhaustivo curso.

-Claro, vi que te divertías de lo grande aquí afuera- noté como su vista miraba el vaso que aún conservaba en mis manos.

Cínicamente se lo alcé para que lo viera sin importarme que se diera cuenta de su contenido- En este tipo de fiestas no hay diversión sin alcohol- dicho eso dejé que el vaso callera hacia la calle, apenas y escuchamos el ruido que provocó al romperse.

Edward miró por donde lo había tirado- Espero que no haya caído en alguien.

No dije nada solo me di la vuelta y caminé hacia la entrada del lujoso departamento donde estábamos. La música se escuchaba de lo más fuerte adentro y varias parejas bailaban o hacían demostraciones afectuosas sin importarles el lugar o que alguien los estuviera mirando, aunque eso lo dudaba, parecía que cada quien estaba en su mundo.

Me dirigí hacia el bar y pedí nuevamente la bebida que unos instantes antes había estado tomando, le di un largo sorbo cuando escuche nuevamente su voz- dame una igual- le pidió a quién estaba preparando las bebidas.

-¿Vas a seguirme toda la noche?.

-Vamos, tenía mucho tiempo de que no nos veíamos, y no es que nos hayamos visto mucho antes, ¿no?- me dijo pensando- ¿Cuántas veces han sido?, ¿tres? O tal vez ¿Cuatro?.

-Cuatro.

-Ya recuerdo, antes de que se casaran, cuando nos conocimos por primera vez.

-Y desde que te vi supe que eras un pedante ególatra, no has cambiado- ambos nos miramos, tal vez lo que esperaba era que se enojara y me dejara sola, aunque dentro de mí sabía que no quería estarlo.

-Tan siquiera no sigo siendo una princesita de hielo acostumbrada a que se le dé todo- los dos reímos- Bueno, regresando a lo que te estaba diciendo, la segunda fue la boda de nuestros padres, estabas tan animada por eso, como olvidarlo- dijo sarcásticamente haciendo una pausa en la que estaba segura que recordaba aquel día.

Fui más por compromiso por mi madre que por otra cosa, y tengo que admitir que después de todo lo que había vivido no fue nada fácil aceptar de buenas a primeras la nueva relación de mi madre con el doctor Carlisle Cullen y más cuando solo había pasado un año de su divorcio con mi padre.

-Y la tercera fue la navidad de ese año y al año siguiente, en las vacaciones de verano fue la última vez que nos vimos- terminé por decirle- Pensé que eras feliz sin verme.

-Acaso te lo estoy negando- tomé más de mi bebida- Fue una gran coincidencia encontrarnos aquí, te vi pasar hacia el balcón y como mis amigos se están divirtiendo en sus cosas creí que tal vez tu y yo podríamos entablar una charla más civilizada que las que hemos tenido- reí al recordar las anteriores "charlas".

-Tienes razón, creo que el alcohol nos ayuda a ser más civilizados entre nosotros- choque mi vaso contra el suyo y ambos bebimos- no ha habido ningún insulto, es bastante raro estar hablando contigo así.

-Alice y Rosalie se sorprenderían al vernos.

-Y Emmett y Jasper ¿no?

-Tal vez debería sacarnos una foto para que hasta nuestros padres nos creyeran, te das cuenta de que aparte de ser la conversación más civilizada entre nosotros es también la más larga.

-Hemos roto record- le dije con una falsa emoción- aunque si quieres irte a divertirte por mi no hay problema- termine diciéndole al notar como una chava se lo comía con los ojos, él giro hacia la dirección en donde yo estaba viendo y la chica le guiño.

-¿Celosa?- me pregunto después de verla.

Reí un poco- ¿De qué? ¿De esa fácil que le guiñe el ojo a mi hermanastro?, adelante, puedes ir a revolcarte con ella si quieres.

Me miro con diversión, no podía ocultar que en verdad Edward era atractivo, a pesar de su actitud siempre lo había pensado, era lógico que muchas de las chicas lo vieran y lo desnudaran con la mirada, parecía un Adonis con un cuerpo escultural y esa cara angelical, y su cabello despeinado daba el toque rebelde que necesitaba. Por supuesto, con ese tipo de genes en él, su padre, Carlisle, a pesar de sus ya entrados años seguía pareciendo un actor de cine y sus otros dos hijos no se quedaban atrás, aunque Edward en mi opinión era el más atractivo.

Volví a reír ante mis pensamientos- ¿En verdad piensas que soy así de fácil? ¿Qué me iría con cualquiera?- cuando escuche su pregunta me volví a concentrar en sus ojos.

-En cada una de mis visitas te veía con más de tres personas distintas, ¿qué querías que pensara?

-Que soy amante de la belleza femenina y que por eso estoy a tú lado- me dejó sin palabras, sentí como su rostro se iba acercando al mío, sus intenciones eran demasiado claras, quise sentir sus labios sobre los míos pero en el último momento me giré.

-Después de tratarnos durante años como perros y gatos me dices que te parezco bella, si quieres admirar belleza te basta y sobra con Alice y Rosalie…

Traté de seguir hablando pero la forma en la que me veía hizo que parara por completo y solo me fijara en sus ojos, podía escuchar la música o el murmullo que se escuchaba de todas las personas a nuestro alrededor, sin embargo, nada de eso rompió la conexión entre los dos. Era como si sus ojos me estuvieran hipnotizando y atrayendo cada vez más hacia él, y sin darme cuenta ambos nos acercamos.

No pude describirme a mi misma lo que estaba pasando, había una muy escasa separación entre nosotros y a pesar de que él había tomado varios tragos su aliento, el olor de su colonia y sobre todo, la forma en que me veía hicieron que mi respiración fuera entrecortada y solo bastaron unos segundos para que nuestros labios se unieran y me encontrara sujetando con ambas manos su cabello mientras él hacía lo mismo con mi cintura. El tiempo se detuvo, cada uno se movía acompasadamente y tan pronto como su lengua pidió permiso para entrar en mi boca lo hice, sobra decir todas las sensaciones que pasaron por mí en el momento en que ambos disfrutábamos de aquel contacto.

-¿Crees que sea legal besar así a tú hermanastra? – le pregunte al separarnos en busca de aire pero aún pegada a él y sin abrir mis ojos.

-Podrían darme cadena perpetua y aún así no me arrepentiría.

-Eres bipolar, ¿lo sabías?, durante estos años los dos no aguantábamos estar en la misma habitación sin gritarnos o insultarnos y ahora de buenas a primeras me besas de esa forma.

-Un beso el cual correspondiste de la misma forma.

-Bien, sin duda el alcohol y nosotros dos somos mala combinación.

-No le eches la culpa a nuestra bebida por nuestros actos- me dijo nuevamente acercando su rostro al mío- Admite que desde hace tiempo lo deseabas tanto como…

Y en ese momento al escuchar sus palabras abrí mis ojos y fue como si de nuevo mi mundo se abriera ante mí -Te tardaste tanto en sacar al Edward Cullen que yo conocía- me aparté de él y camine en dirección hacia la salida, estaba en el vestíbulo de aquel piso cuando sentí que su mano me tomaba.

-¿A dónde vas?- me preguntó extrañado.

-A casa- le dije como si fuera lo más obvio de este mundo.

-Nos acabamos de besar y te vas así como si nada.

-Edward, fue solo el momento- le dije fríamente aunque en sus ojos pude ver lo que parecía tristeza- además, entre nosotros solo puede haber un cariño "fraternal".

-Te das cuenta de las tonterías que estás diciendo- su voz sonó dura- ¿por qué no solo admitir la atracción que hubo desde un momento entre los dos?

-¿Atracción?, siempre no las pasábamos peleando y discutiendo.

-Ambos tenemos un genio difícil- dijo tomándome de las manos- tal vez tengas razón respecto al alcohol, nos da el valor de hacer y decir las cosas que sentimos.

Reí con lo que dijo- Créeme, a mí no me ha dado el suficiente valor- no supe si realmente me había entendido o no, sus ojos mostraban cierto dolor pero también preocupación, ¿se había dado cuenta que me refería a lo que iba a hacer antes de que él me hablara? Tal vez por eso no me había dejado sola, porque se dio cuenta de mi intención y temía que lo fuera hacer. Esa era la única explicación de todo.

-Me tengo que ir- me encamine hacia donde estaban los elevadores y los llamé mientras que aquel chico se recargaba en el muro.

-¿A dónde vas?- preguntó sin verme- ¿Piensas pasar la noche en un hotel?

-No dijiste que mis padres pensaban que estaba todavía en la Universidad…

-¡¿Te vas a ir a Phoenix a esta hora?!- me dijo sorprendido- Por dios, es de madrugada y de seguro viniste con alguien…

-¿Acaso no eras tú el que decía que era una rebelde e irresponsable?- mi cinismo parecía empeorar su humor- Aparte, estoy segura que a mis amigos no les importara que me vaya.

Dije por último cuando el timbre de la llegada del elevador se escucho, la puerta se abrió y yo me metí, lo que nunca espere fue que Edward se metiera conmigo y antes de que pudiera decir algo cerró las puertas.- ¿Cómo piensas irte?

-De la misma forma en que llegue, en avión…

Escuche su risa pero no giré a verlo- Se me olvidaba que tú eres así, consigues rápido todo lo que quieres ¿no?

-Si te refieres nuevamente a que soy una niña de papi, pues lo soy- dije sin dudarlo.

-¿Por qué no te quedas en un hotel?- me pregunto preocupado- ya es muy noche y…

-Ya tengo mi boleto listo- le mentí- se supone que estoy aún en la universidad, mi padre mandara a alguien por mi mañana.

-Siempre planeas todo, ¿verdad?- no espero a que contestara- aunque creo que esta noche mi presencia pudo arruinar un poco de tu diversión…

-Al contrario-dije sin pensarlo y sentí como su mirada se clavaba en mi pero justo en ese momento las puertas del elevador se abrieron.

Salí sin atreverme a mirarlo pero en medio del pasillo que conducía a la salida del edificio tomo mi brazo y se puso delante de mí, nuestros ojos se volvieron a encontrar- ¿a qué te refieres?

Reí mientras él me vía como si estuviera loca- a que tienes razón, a pesar de tantas peleas y gritos siempre hubo una atracción entre nosotros dos… lástima que nuestro temperamento choque tanto…

Ahora fue él quien río un poco – cuídate - fue lo último que me dijo antes de que yo saliera a la calle en busca de un taxi que me llevara al aeropuerto.

Me quedé pensando en lo ocurrido todo el trayecto, me había sentido tan cerca pero nuevamente alguien había evitado que lo hiciera, aunque esta vez había sido completamente diferente a la anterior. Estaba segura que Edward se había dado cuenta de algo, había visto que estaba a punto de drogarme pero aún no estaba completamente segura de que se hubiera dado cuenta de mis verdaderas intenciones; pero aquel beso que nos habíamos dado era el que realmente no me dejaba en paz, nunca antes me había sentido así por un contacto en mis labios, había hecho que me olvide de mi tristeza y mi dolor, ¿por qué? , era inútil negar que no me atraía pero solamente había sido eso, lo que no entendía era si aquel beso me lo dio para que me olvidara un poco de mis intenciones o porque realmente me quería besar, llegué a la conclusión que había sido la primera y con eso en mi mente baje del avión para afrontar nuevamente mi cruel vida.

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Bienvenidas al inicio de esta historia, espero que la idea que se me ocurrió sea de su agrado y apoyen esta historia como han apoyada a mis otras locas ideas. Y le agradezco a mi beta por su apoyo.

Les dejo el adelanto del segundo capítulo:

-Ambos sabemos a la perfección que no estuviste encerrada en esas cuatro paredes a las que te estás refiriendo, no me sorprendería descubrir que ni siquiera asististe a clases la última semana.

-Hablaste con Heidi, ¿cierto?- le pregunté algo que era tan obvio- te contó…

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-A que viene esa pregunta- no volteé a verla, mi vista estaba en mis otros amigos que reían y bromeaban de algún tema, se veían felices y sabía que en cierta forma lo eran y por eso los envidiaba.

-Deseas tanto olvidarte de ella que olvidas hasta su cumpleaños

Espero que ver comentarios sobre que les pareció el primer capítulo… Cuídense….

Zuri-Cullen