Nota de la autora:

Fic basado en Alluring Secret – Black Vow de Vocaloid versión Megurine & Kaito, combinado con el Church AU de los Matsu.

Los únicos que serán hermanos son: Oso (el mayor) como demonio, Choro (mediano) como Dios & Todo (menor) es la muerte.

Ichi es otro demonio junto con otros personajes, Kara es un sacerdote & Jyushi es un ángel pero no aparece en este episodio.


–Kamisama-niisan~ -dijo en tono de burla al joven Dios sentado en una nube contemplando a la tierra- ¡Oe! –comenzó a enfadarse conforme era ignorando- ¡Pajamatsu! ¡Deja de tocarte mientras miras a las vírgenes bañarse! –gritó con todas sus fuerzas

–¡No vengas a levantarme falsos! -el Dios se dio vuelta para gritarle, haciendo que el tiempo cambie de cielo despejado a nublado con truenos- ¡Oe! -Se dio cuenta del cambio climático- ¡Osomatsu, ve lo que me provocas hacer! –respiro hondo tratando de calmarse para que el cielo lo refleje.

–¡Ja ja ja! -El diablo se divertía de su travesura del día. Le encantaba molestar a su hermano, el todo poderoso… disque Dios-

… -exhalo aire al relajarse finalmente- Solo has venido como siempre a molestarme… -se levantó sacudiendo su traje blanco y acomodando su corona de laureles- ¿Qué no tienes que castigar gente en el infierno?

–Nah… Ya me aburrió. -se paró sobre sus talones llevando sus manos detrás de la cabeza para silvar.

–¡Oe, tu pediste ser el demonio porque te era más divertido hacer sufrir a la gente! -se quejó-

Aún recuerda cuando fueron creados como divinidades. Osomatsu siendo el mayor debió ser el Dios de todas las religiones; por su parte, Choro sería el que siempre le llevaría la contra, su fiel enemigo. Sin embargo, al ver que el hijo menor era más responsable y el mayor era travieso, decidieron que lo mejor para toda la humanidad (afortunadamente) sería invertirles los papeles.

Claro que tuvieron que una inundación que duro cuarenta días, Choro tuvo que involucrarse para hablar con una persona para repoblar el mundo porque a su "One-chan" se le olvidó.

"Je je ¿Tenía que hacer eso? Ah bueno, ¿qué se le va a hacer? ¡Ya sé! Crearemos criaturas marinas que ahora serán nuestros seguidores"

Choromatsu no podía creer tan desfachatez de su hermano mayor, diciendo todo de manera tranquila como si fuera un juego.

De ahí, la elección del segundo hijo como nuevo Dios.

–Tengo varios demonios que pueden hacer eso por mí -mencionó de forma tranquila-. Por cierto, -asomo su cabeza para la tierra- ¿qué tanto miras?

–A mis nuevos estudiantes -así llamaba a toda la gente que seguía un sendero religioso hasta algún puesto según la religión que escogían.

–¡Bah! -Se dejó caer sentado sobre la nube esponjosa- Todos son igual de aburridos que tú, igual se pajean con las supuestas vírgenes del lugar –se reía señalándole-.

El Dios solo rodo los ojos haciendo un puño con la mano, mordiéndose los labios para tratar de controlarse.

–Aunque no lo creas, tengo gente que aún respecta las normas que se le han impuesto -se cruzó de brazos- ¡Y que no me masturbo viendo vírgenes!

Aja… -poso su codo derecho sobre su pierna cruzada para poder recargar su mejilla mientras rodaba los ojos por las palabras de su hermano- como digas.

–¡Mira debajo de ti! -señalo a la tierra, exactamente a un punto de una pequeña ciudad japonesa- ahí reside un joven sacerdote, –Oso solo dirigió su vista para el lugar con cara de fastidio- Se llama Karamatsu Matsuno, a pesar de ser hijo único decidió recluirse en la vida religiosa. Desde niño le gusta ayudar al menos afortunado, no le interesa el dinero. No es alguien que le guste ser el centro de atención pero su forma de ser es para tratar de atraer más feligreses. Ha tenido mujeres detrás de él, las cuales las ha rechazado.

–¡Oh! -Al demonio le salieron los cuernos de su cabeza como revelación- Ahora entiendo porque te agrada –sonrió levantando su índice- ¡Es igual de virgen que tú!

–¡Qué me dejes en paz y pon atención! -le agarro de los cuernos para sacudirlo- … tsk… él ni si quiera se masturba.

–¡Je! Admitiste que te masturbas -cantaba señalándolo al mismo tiempo que se balanceaba en su lugar- ¿eh? Espera… -Abrió su boca de la impresión- ¿escuché bien? -A caso Choromatsu dijo que ese tal sacerdote ni siquiera se ha tocado así mismo- él… no… -¿Eso es posible? ¿Un hombre puede llegar ser más virgen que su hermano? ¿Quiere ser el nuevo Dios?

–No… -Choromatsu respondió sabiendo para donde iba la pregunta- Tal vez se vuelva un santo

–…De los vírgenes -definitivamente le iban a quitar el puesto de su hermano- ¿Cómo es eso posible? –se preguntó así mismo. Es tarea de los súcubos hacer que se toquen o tentar a que ataquen a alguien- Bueno, Pajamatsu te dejo para que te sigas tocando –se levantó de golpe mientras su hermano seguía quejándose de ese nombre-. Nos vemos luego –agitó su mano para despedirse al mismo tiempo que una flama comenzaba a devorar su cuerpo dejando cenizas y un olor a azufre.

Choro tenía un mal presentimiento sobre esto… bueno siempre que su hermano iba tenía esa sensación.

xXxX

Osomatsu había regresado al infierno. No era la gran cosa para él. Pensó que sería genial tener rockeros tocando todos los días en fiestas llenas de orgías, drogas y placer. ¡El infierno iba a ser una eterna fiesta! Por eso todos hacían cosas para estar en él… sin embargo… no.

"El infiero es un lugar para castigar, no para reforzar el mal comportamiento", "Ese rockero no ha hecho nada malo, deja que suba al cielo que merece", "¿Fiesta eterna? Querrás decir, castigo, sufrimiento eterno"

Osomatsu solo escupió en recordar las palabras de su madre sobre cómo debe controlar el infierno. "¿Por qué no baja ella a cuidar el infierno?" se pensaba cada vez que lo regañaba recordándole su rol. Oh, como envidiaba a su hermano menor, Todomatsu, el señor de la muerte. Solo tenía que ir a buscar a las personas muertas y dejarlas en la entrada del lugar donde descasarán ya sea con él o con Choro.

Lo que Oso no sabía es que Todo nunca descansaba. Aunque tenía gente que trabajaba para él, siempre tenía que ocuparse cuando alguien muere por error, y eso le dejaba en debate sí lo revivía de un milagro o lo dejaba penando un tiempo hasta que uno de sus hermanos acepten quedárselo; o peor, cuando entraban en estado de coma tenía que persuadir a los familiares para rendirse.

Totty, como lo llamaban de cariño, odiaba a sus hermanos por dejarle más trabajo. Prácticamente, le hacía honor a su propio nombre "Todo" porque él realmente realizaba todo. Claro, para sus hermanos era fácilmente mandar plagas, castigos y recibir las almas pero no ir por ellos o juzgarlos uno por uno.

Regresando a Osomatsu, llamó a uno de sus sirvientes para que le entregue la lista de súcubos que supuestamente deberían estar "trabajándole" para hacer que ese cura raro, peque. Por fin, encontró el nombre de un tal Chibita e Iyami. Chasqueo con la lengua para preguntarse como dos súcubos no pudieron con un pequeño trabajo, claro son de menor rango pero… ¡Son dos!

–¡Chibita e Iyami, presentándose ante el señor oscuro, Osomatsu-sama! -dijeron ambos al mismo tiempo luego de hacer una reverencia ante el demonio.

Chibita era un demonio pequeño que podía pasarse por un niño sí no fuera porque estuviera calvo, con tres rayas en cada mejilla que pasaban por bigote… aunque al parecer ya tenía uno. A su lado estaba Iyami, un demonio alto, delgado y dentón. Su cabello era largo hasta los hombros.

Sentado desde su trono que se encontraba en alto, sobre una montaña de cráneos. Los miro con desdén, la mirada seca. Paso su dedo índice sobre un cráneo "decorativo" de alguien. Levanto una de sus cejas para luego levantarse suspirando. Metió sus manos en los bolsillos de su pantalón de vestir negro, brincó. Expandió sus alas de murciélago para poder aterrizar sobre sus pies cubiertos de unos tenis rojos con blancos. Estaban en conjunto con su camisa blanca, chaleco rojo y cobarta negra.

–Estoy revisando los avances demoniacos para subir de puesto o rango -ambos presentes se le abrieron los ojos con brillos- ¿Cómo les ha ido? ¿Algún caso difícil? –ambos sudaron frio mirándose con nervios. Negando con la cabeza- Que bien –sonrió de manera maliciosa- … uff –exhalo agarrándose de su pecho-. Ahora estoy tranquilo.

–¿Por qué dice eso? -pregunto Chibita

–Bueno, escuche que dos súcubos idiotas de bajo rango no han logrado si quiera que un sacerdote se masturbe ja ja ja -se rió agarrándose la cabeza y su barriga-

–Ja… ja... -el par se reía de manera nerviosa porque sabían que eran ellos.

–¿Saben que es lo más chistoso? -se agarró de su barbilla tardando en responder para saber que contestarían- Qué ni siquiera lo lograron para que lo haga en su adolescencia –Su expresión cambio a una terrible donde sus cuernos salieron, su sonrisa asesina asomo, los ojos en blanco y una cola que azotaba como látigo- ¿Cómo creen que debo castigarlos?

–¡Shi! -Grito Iyami parándose en un solo pie, llevando su brazo derecho a la altura de su pecho y el otro por encima de su cama- Osomatsu-sama -Él sabía y ellos tenían que salvarse del peor de los castigos- nosotros trabajamos pero él nunca fue tentado, ¡perdone nuestras miserables vidas, Osomatsu-sama! –Hicieron reverencias ante sus pies-

–La primera vez, cuando estuvo en la adolescencia hice que una chica llamada Totoko se le rompiera la blusa frente a él para que le vea los senos. El la cubrió pero no se tocó o intentó propasarle -argumento Chibita-. En otra ocasión, le puse un canal de porno cruzando los canales, ¡Él lo apago y se puso a leer! Use a sus amigos para que le motiven pero nada. Fue cuando Iyami, fue asignado conmigo para ayudarme.

–Hicimos que su padre se entere de que es virgen para que lo obligue a tener sexo con alguna prostituta… sin embargo, no lo logramos… él le dijo a su padre que quiere ser sacerdote por eso debe cuidar su cuerpo para Dios -El dentón hablaba con decepción-.

–Bueno… sí llega al cielo Pajamatsu perderá la virginidad -murmuró el demonio mayor-

–Intentamos persuadirlo con todo: mujeres u hombres, niños, animales, robos… -continuó- Me transforme en una rubia sensual, de pechos grandes y cabello largo que buscaba que alguien le controle la lujuria. Chibita se hizo loli, fingiendo ser una niña inocente de coletas, que era curiosa sobretodo con sus partes de cuerpo.

–Solo tuvimos éxito con pederastas e infieles… -agregó Chibita- ¡Nos vestimos de mujer, me puse una peluca castaña con uniforme de escolar como está de moda!

–Y yo use una rubia con vestido morado -le entregó una foto de ellos trasvestidos-

–No culpo al sacerdote de rechazarlos… creo que la imagen de ustedes es para evitar tocarse -la cara de asco no se hizo esperar-

–Oe… eso fue cruel -dijeron al mismo tiempo.

–No me queda más remedio -se cruzó de brazos- enviaré a mi mejor súcubo para que cree un monstruo pervertido y Choro se desesperé por perder al mejor de sus seguidores -su sonrisa malvada se presentó- eso le pasa por quitarme a Mercury –hizo un puño con la mano-. Bien… ¡Oe Hatobu!

Apareció otro demonio de la altura de Chibita en una bicicleta para niños. Llevaba un overol con sudadera, una bandera en la cabeza que decía: "Jefe de área de castigos". Tarareaba una canción mientras se ponía frente a su amo.

–¿Llamó Osomatsu-sama? -su carácter era infantil pero al igual que chibita su bigote delataba que no era un niño-

–¿Puedes encargarte de ellos? -se inclinó hacia a su altura-

–¡Sí Osomatsu-sama! -hizo un saludo militar

–Gracias -se levantó mostrando su pulgar, le dio una sonrisa y le guiño el ojo para estar de acuerdo- Bien, te los dejo a tu cuidado –les dio la espalda agitando su mano mientras se perdía en la oscuridad- bye, bye.

–Soy el número uno en castigos -dijo en un tono infantil- así que ustedes deben ser castigados, ahora les pondré sus banderas para marcarles a que sala de castigo –saco una enorme bandera de su bolsillo. Esa bandera tenía un fierro enorme que terminaba en punta filosa- Por favor, pueden mostrarme sus traseros.

–¡Aaaaaah! -los gritos de Chibita e Iyami se escucharon en todo el infierno incluso hasta en el cielo. Choro solo pensó que era otra fiesta de su hermano.

–¡Oe, Ichimatsu! ¡Ichimatsu-niisan! ¡Oe! ¡Donde estas! -Gritaba Osomatsu en todos los pasillos del infierno- ¡Oh, ahí estas! –Se acercó a un bulto que yacía acostado en el piso- Ichimatsu-niisan…

No eran hermanos pero él era uno de sus mejores demonios. Tenía el rango de ser uno de los tres jueces del infierno. El uso de "niisan" solo era por respecto, el que no le daba a su hermano Choromatsu.

–¿Ah, Osomatsu-niisan? -bostezo. El tan poco usaba el "sama" con Oso- ¿qué haces hasta aquí? –se sentó sobre el piso mirando a su amo frente a él.

Aunque Osomatsu era el rey de los demonios, no siempre iba a todo el infierno. Por eso, cada uno de los jueces tenía un área para estar bajo su cargo.

–Necesito, pedirte un favor -junto sus manos con una sonrisa y mirada de complicidad recibiendo una levantada de ceja con los ojos entrecerrados como respuesta del otro.