Adverteishon: La última vez, cuando me miré al espejo, no vi al sensual Hidekaz Hiramuya, así que…me temo que no soy él. :'D

Esto es USxUKxJP, o sea una cosa muy rara-necesito medicinas, mamá ;u;-.


Noche del cuatro de julio. Un hombre rubio, con las cejas profundamente espesas, salía de un bar completamente borracho, tambaleándose como si sus piernas jugaran a ser flanes. Repetía las mismas palabras constantemente.

-A…mérica…T-te maldigo…- se apoyó en una pared, rechazando la ayuda de un camarero que había salido expresamente para ayudarle.-¡Q-quita! ¡M-maldi…ción…!

"No entiendo cómo ha podido quedarse así solo con un vaso de ginebra" pensaba el joven, medio asustado.

-Te…maldigo…Am…blurp…

El inglés caminaba solo por las calles, con el abrigo bajo el brazo. Dios, odiaba beber, a la mínima se volvía un borracho sin ningún sentido del equilibrio ni la orientación. Bueno, pero odiaba el doble los cuatro de junio. ¡Ese maldito día era cuando ese idiota de América se fue! No sabía cómo podía haber sido su amante hasta hacía poco…

Se mareó y quiso vomitar. No deseaba recordarlo.

-Agh…-¿por dónde quedaba su casa? Maldita sea, no recordaba ni eso…

-¿Señor Inglaterra?

-¿Eh…?-era Japón, que lo miraba con cara de consternación. Claro, nunca lo había visto en ese estado…-¡Jap…Japón…!-para rematar, soltó una risa de maníaco y vomito, justo en los zapatos del japonés.

Dios, era patético.

-T-tranquilo, señor Inglaterra-aún así, Japón parecía más alterado que él.-Cogeré un taxi y lo llevaré a mi casa para que se recupere.

-G-gracias…-balbuceó, con el sabor del vómito ardiéndole en la lengua.- Blurp…

"¡Patético!"


La casa de Japón estaba ordenada y pulcramente limpia, no parecía un buen sitio para meter a un inglés alcoholizado y en pleno colapso traumático. Pero las costumbres del nipón le obligaban a ayudar a todo el que encontrara desamparado, y el triple si era amigo suyo.

Lo llevó al baño con toda la tranquilidad que pudo, intentando no pensar en el olor a náuseas de sus zapatos nuevos, y lo dejó allí, vomitando. Mientras se cambiaba para ponerse su pijama-un yukata negro sorprendentemente cómodo-y limpiar sus zapatos, estuvo atento a los ruidos del señor Inglaterra en su baño.

-Parece que ya ha terminado-susurró. Bajó al primer piso, y se encontró al supuesto caballero tirado al lado del excusado, y con todo el baño oliéndole a cosas mucho peores que queso roquefort.- Kami-sama… ¿Cuánto ha bebido, señor Inglaterra?-al no obtener una frase o palabra con sentido, suspiró y ayudó a levantarse a ese pobre hombre. ¿Qué le habría pasado para haberse quedado así? Normalmente, era mucho más…refinado.

-Asdgh…Am…eri…ca…Tr...ai… dor…

-Eh…Mejor le dejo en la planta baja…-habló para sí mismo, sin esperanza de que su compañero le entendiera. Tras una caminata que le pareció eterna por los pasillos, llegaron hasta una habitación justo al fondo, con una decoración simple y cálida. La luz, proveniente de una bombilla sin usar, era algo débil, pero suficiente.

Dejó a Inglaterra apoyado contra la pared, y deshizo con suavidad la cama. Hacía tiempo que no tenía invitados, y aunque ese fuera un caso "especial", quería demostrar sus buenos modales.

-¿Señor Inglaterra?-se giró hacia él, y notó aún en la penumbra que estaba dormido como un lirón.-Oh, vaya…Tendré que quitarle yo esa ropa apestosa…

Se sonrojó. ¿Cómo iba a sacarle la ropa a otra persona? ¡Parecería que le iba a…hacer algo raro! Pero…tampoco quería que su amigo durmiera en esas condiciones, hundido en su propio olor a alcohol y vomitona.

Tras una media hora intentando decidirse, llegó a la conclusión de que lo mejor sería desnudarlo solo de cintura para arriba. Total, el olor no había llegado tanto a los pantalones… ¡Maldita sea! ¡¿En qué estaba pensando?!

Le costó una barbaridad. Inglaterra se movía en sueños, balbuceaba, y en una ocasión llegó a agarrar sin mucha fuerza la muñeca de Japón. Sin embargo, finalmente consiguió meterlo en la cama y taparlo pulcramente con la manta; y para ese entonces ya estaba dormidito como un niño.

"Cuando no tiene el ceño fruncido es muy lindo" pensó Kiku. "Como un pequeño mochi…"

-Watashi no baka!-murmuró, dándose golpecitos en los mofletes. Tenía que parar de imaginar a sus amigos de maneras tan kawaii, o parecería un enfermo.

Subió a su habitación, cansado. Lo último que había esperado habría sido tener un invitado así…

Sonrió inconscientemente, al pensar en el rostro dormido de Inglaterra, y cayó en los brazos de Morfeo.

Fin del prólogo. Continuará…