Mis amigas siguen terriblemente tristes por lo que está pasando, así que aunque sé que no ayuda mucho, esperaba sacarles una sonrisa con ésto.

Minions

Kurt escondió su sonrisa tras su mano, incapaz de tapar sus ojos mientras los leves murmullos de risa escapaban de su garganta.

"Tú. No. Entiendes." La voz de Blaine se escuchó baja, por el resfrío que portaba hacía un par de días, y lo suficientemente aguda como para dejarle maldiciendo interiormente, con aquella mueca enojada que lo hacía parecer aún más adorable.

El fantasma de las conversaciones ajenas tomó el silencio en el que cayeron, alejados de las mesas principales aún podían oír a las personas hablando unos cuantos decibeles más alto de lo que se consideraría normal, y el paso pesado de los niños al correr en el piso superior.

Kurt Hummel se otorgó un minuto para observar a Blaine Anderson, sin la presión de otros tantos pares de ojos mirándole mientras se concentraba en las facciones del chico que tenía delante: observó la forma de sus orejas y el cabello no tan bañado en gel gracias al apuro de su salida, algunos rizos se hacían visibles en el borde de su cuello; el color de su piel aceitunada, el largo de sus pestañas infinitas, sus cejas pobladas, la curva de su nariz rojiza y su boca abierta, sus labios moviéndose, con aquella melodía que era su propia voz saliendo de ellos…

"Kurt." Y reaccionó.

"Lo siento, ¿qué decías?"

Blaine sonrió para sí, completamente mudo, apartando la vista del otro y, por un momento, Kurt creyó haber sido atrapado observándole fijamente, iba a comenzar a dar explicaciones cuando un sonido robótico llamó su atención.

Frunció el entrecejo, fijando su mirada donde las manos de Blaine oprimían el botón para que el juguete rodara sobre su propia cabeza. Se encontró sonriendo con facilidad, aunque recordase que el único motivo por el cual se encontraban allí, juntos, era porque Blaine quería ese condenado juguete.

"Deberías estar en cama" susurró, momentos después, cuando el muñeco fue olvidado por las papas fritas de McDonals. "Tu nariz se está poniendo roja de nuevo"

"Kurt" y él alzó la vista de su ensalada para observarlo, tenía un paquete entre sus dedos y su rostro casi ruborizado, -por la fiebre, seguramente era por la fiebre- estaba a centímetros del suyo, "¿puedes abrir esto por mí?"

Sonrió, tomando el envase entre sus manos, rozando sus dedos helados contra la piel tibia de Blaine, observándolo a los ojos mientras deslizaba el envoltorio, abriéndolo con suma facilidad.

Susurró palabras que no recordaba, aún perdido en el oro derretido de sus ojos, en el tacto de sus manos rozándose, de sus bocas casi tocándose.

Se apartaron al mismo tiempo, ambos sonrojados y con el aliento contenido, el sonido de sus corazones palpitando aún más fuerte que los ruidos ajenos a la burbuja que los rodeaba.

Cenaron en silencio, entre sonrisas discretas y charlas sin importancia siendo susurradas. No era la primera vez que Blaine Anderson pensaba, en el glorioso caso donde dijese que sí, Kurt Hummel sería un excelente novio; y Kurt no era ajeno a la fantasía de sostener la mano de su mejor amigo, sólo que con una etiqueta diferente.

"No puedo creer que hayas negado reposo por un juguete" Blaine entrelazó sus brazos mientras los guiaba hacia la salida, con una sonrisa idiota surcándole los labios. 'No aún', se dijo, ya habría tiempo.