El viaje de Kurama
- Pero Kurama -
- Debo hacerlo -
- Pero…-
- Debo irme si quiero sacar mi carrera -
Kurama se estaba molestando con la actitud de Hiei, nunca se había comportado así antes, y le extrañaba su nueva forma de ser.
- Lo sé – desistió Hiei – pero…
- No hay pero que valga Hiei, debo irme-
- Kurama, yo…-
Kurama hubiese querido decir "Hiei vete al diablo", pero cuando lo vio con su cabeza gacha, tal vez por las lágrimas que inundaban sus ojos, su reacción fue tal que se quedó estático. Hiei se acercó y lo abrazó, no tuvo deseos de rechazarlo, pero no lo miró a los ojos por la vergüenza y se sentaron en la cama.
Hiei rozando la piel de Kurama con su cuerpo, avanzó hasta estar a sólo unos centímetros de los labio del pelirrojo, le dijo – no te vayas – y lo besó delicada y tiernamente, tumbándolo en la cama.
Al abrir los ojos, Hiei vio que Kurama estaba sonriendo, sonrojado y con los ojos cerrados, separó sus labios de los de Kurama y le susurró al oído un – te amo -…Kurama abrió sus ojos y lo besó de nuevo. El kitsune nunca olvidaría esa noche…
Al despertar Kurama no divisó a Hiei, y so lo inquietó, se levantó y fue al baño, al verse en el espejo se dio cuenta de que aún tenía los labios rojos por los besos de Hiei, que cada vez iban volviéndose más apasionados, sintió un ruido que venía de atrás de la cortina de la cucha, era Hiei que estaba tratando de abrir las llaves del agua, finalmente Kurama dio el agua caliente y entró a la ducha con su koorime, haciéndose que se estremeciera.
- Kurama- dijo Hiei sonrojado – que bueno que despertaste –
- Pensé que te habías ido y me habías dejado solo Hiei- dijo Kurama abrazándolo.
Así estuvieron media hora y luego salieron de la ducha, Kurama se vistió y tomó su maleta.
- Kurama, ¿Realmente tienes que irte?- preguntó Hiei cerrando fuertemente los ojos, tratando de no pensar en la partida de su amado Kurama, dejó la maleta en el suelo y abrazó a Hiei por la espalda, diciendo tiernamente un – te amo- , Hiei se volvió al pelirrojo y lo besó, fue un beso de despedida y con muchos recuerdos. Kurama salió de su cuarto dejando a Hiei sin consuelo. El demonio de fuego lloraba, lloraba porque lo amaba y porque sabía que Kurama no iba a volver, pues sólo había un pasaje de ida en su maleta.
Hiei se fue al Makai, se fue con intención de no volver, sin saber que Kurama lo buscaba desconsoladamente, pues no había podido partir, sabiendo que haría infeliz a la única persona que había amado en la vida. El zorro fue al Makai a buscar a Hiei, pero se había encontrado con monstruos que eran sus enemigos y lo mantuvieron en una difícil batalla, Hiei oyó los rumores de que Kurama había ido al Makai y partió a buscarlo.
Llegó para ver cómo Kurama daba sus últimos respiros y Hiei corrió a ayudarle, pero ya era demasiado tarde.
El pelirrojo utilizó sus últimas fuerzas y levantándose besó a Hiei, un beso delicado, a Kurama le rodó una lágrima por su mejilla y cerró los ojos, esta vez para siempre.
Hiei comenzó a llorar al lado del cuerpo de su amado, la lágrima de Kurama caía y caía, hasta que llegó al suelo y se convirtió en una rosa. Hiei tomó a su zorro y lo abrazó, sintiendo cómo su alma se desvanecía y esa rosa…fue una rosa que Hiei guardó en su corazón, pues era el amor de Kurama, un amor que Hiei nunca olvidó.
