Holiiiiis!

Segundo regalito para Ariasu-sama. Me salió mucho mas largo de lo que planeé, pero lo ame. Espero que tu igual. ;)

Advertencias: Semi AU. Sin duda EWE. Medio Gore (algo que me costó sacar dentro de mi), gender bender (confieso que... esta idea se me ocurrió con la tercera petición :3), algo pervet el capítulo 1.

Consta de 4 capítulos.

Disfruteeen!


Este fic participa en el Reto Especial "Mi amigo invisible tiene fantasías" del foro "El mapa del mortífago".

Disclaimer; los personajes de esta historia pertenecen a J. K. Rowling, excepto los que han sido creados por mí.


.

.

.

Capítulo 1. Podrías haber sido mi amigo

La aguja se abrió camino bajo la piel.

La sensación embriagó todo su ser en ese bullicioso ambiente.

Sus ojos se pusieron pesados y el cuerpo pronto comenzó a relajarse en la silla.

Alcohol y drogas.

Vicio y escape.

El entorno se tambaleó y una sonrisa suave comenzó a formarse en sus labios.

Estaba feliz.

Todo era felicidad cuando pisaba los cochinos suelos de "Pink Corner*".

Beber, drogarse, sexo y felicidad.

Sí, por unos pocos minutos era feliz.

Los dólares invertidos valían la pena si todo su cuerpo era invadido por esa placentera sensación.

Apoyó la cabeza en la pared, la música a todo volumen provocaba un bombeo en su cabeza, los oídos le zumbaban debido a eso.

Un trago fue puesto en su mesa y apenas entreabrió los ojos para mirar a la chica. A la guapa chica que lo miraba. Abrió la boca para decir algo, pero ella solo sonrió regresando a su trabajo.

Siempre que iba la veía, pero jamás le había sonreído ni mirado.

Sonrió. Al parecer su día de mierda estaba viendo un poco de luz.

No quería llegar a casa y ver a su... mujer. Ella era tan... absorbente, tan intolerable. Siempre mandando... siempre exigiendo cosas que no podía darle.

La odiaba.

Ojala pudiera divorciarse. Ojala pudiera hacer muchas cosas, como follarse a la camarera.

Sonrió cerrando los ojos.

El efecto estaba por pasar...

—Si no te bebes la cerveza pronto sabrá a orina de caballo.

Dio un respingó. Su cuerpo protestó cuando miró a la persona. Mierda el efecto de la droga estaba pasando y su cabeza pesaba — ¿Per-perdo-on? —tartamudeó. La lengua aún seguía con el efecto.

La persona sonrió acercándose —Dije que si no te bebes la cerveza pronto sabrá a orina de caballo.

El embriagador perfume golpeó sus entumecidos sentidos. Parpadeó confundido.

—Yo...

—Lo siento, pero... es una buena cerveza.

Dudley miró la cerveza y luego a la camarera —Sí, yo lo sé —frunció el ceño. Realmente no tenía idea de si lo era o no, pero le daría en el gusto.

Ella sonrió y miró sobre su hombro a un hombre, a su jefe en realidad —Te dejo, no puedo detenerme en el trabajo.

Se alejó y él parpadeó estúpidamente cuando vio el contorneo de sus estrechas caderas. Era preciosa, joven y una puta. Aunque ella no lo demostrara, la había visto irse con clientes a los cuartos cercanos, no por nada el lugar tenía aquel nombre.

Le dio un sorbo a la cerveza y, efectivamente, ya comenzaba a deshacerse su sabor.

Hizo una mueca.

El efecto de la droga ya se había consumido. Lo único que sentía era el palpitante pinchazo en el brazo.

Miró la hora y se dio cuenta de que era más de media noche.

Gimió.

Se apresuró a tomarse la cerveza y torpemente sacó un billete de su bolsillo.

Su grueso cuerpo se comenzó a mover entremedio de los sudados cuerpos danzantes.

Desde la puerta de salida observó el lugar buscando a la camarera, pero no la vio.

Bueno, por lo menos le había hablado.

El frío viento chocó con su cara y se sintió más ebrio de lo que estaba. Se tambaleó al caminar.

— ¡Oye!

Detuvo su caminar y se giró.

La chica estaba en la puerta mordiéndose el labio.

—Olvidaste esto —levantó una pequeña cartera color negro—, pensé que era importante —susurró.

Dudley caminó apresuradamente arrebatándole el objeto. Su droga. Mierda, ¿Cómo había podido olvidarla? —Gracias —se la guardó en el bolsillo.

—De nada, pensé que te quedarías más tiempo —sonrió.

—Debo volver a casa.

—Um... pensé que podrías... umm querer un rapidito —propuso para nada tímidamente.

Podría ser el efecto del alcohol, podría estar soñando o, peor aún, haber muerto porque jamás esperó aquella proposición. Es más, siempre había pensado que los hombres eran los que se acercaban y pedían... rapiditos o mamadas.

—Debe parecerte muy inusual esta situación, pero he visto como me miras y pensé... ¿Porque no?

¿Porque no?

Si esa era una pregunta que se hacía algunas veces, ¿Porque no pedirle una mamada o algo? ¿Porque no?

— ¿A qué hora sales?

Ella le guiñó sensualmente.

A muchos metros de distancia, un hombre sonrió triunfante.

Ignoró los cuartos BDSM, de voyer y pasó directamente a los convencionales.

La chica asintió de acuerdo. Solo sería una mamada y ya... o, bueno, eso pensaba él.

— ¿Has hecho esto? —preguntó ella cuando entraron a la habitación.

Dudley la miró sobre su hombro —Solo una vez, antes de casarme.

—Oh, ¿Eres casado? —murmuró al tiempo que se movía hacia la pequeña nevera sacando dos cervezas—. ¿Quieres?

Él negó —No, creo que ya bebí suficiente.

Ella se encogió de hombros y abrió la botella bebiéndose más de la mitad.

Dejó el envase en una mesa cercana y lo miró lascivamente. Sus ojos azules eran dos pozos de deseo.

—Esto puede durar tanto como quieras —le dijo insinuante—. No te costara muy caro.

—Solo tengo unos cuantos dólares —dijo con voz nerviosa. Ella era intimidante, pero sensual.

—No es problema… puedo hacer milagros por unos pocos dólares.

Sus tacones retumbaron en la madera. Se detuvo solo a unos cuantos centímetros del hombre. Sus alientos chocaron.

—Dicen que las putas no besan, pero tengo ganas de hacerlo ahora mismo contigo.

El hombre parpadeó confundido. Ella era increíble, bella, sexy y… y ¿Lo quería besar?

Estaba soñando.

Quizás la droga aún corroía en su sangre.

—Ni siquiera sé cómo te llamas —atinó a decir.

—Morana**.

—Es un…

—Nombre peculiar, lo sé.

Depositó un pequeño beso en los labios, se dejó caer de rodillas y lo miró a los ojos.

—Disfrútalo.

Le sonrió antes de agarrar la bragueta del pantalón y abrirla.

La erección sobresalió en aquellos calzoncillos blancos. Un pequeño dedo se deslizó en la curva y el hombre gimió.

Una mano cálida se metió en su ropa interior y comenzó a acariciar su dolorida erección. Joder. La sensación era simplemente genial y, oh, la lengua comenzó deslizarse por su abertura. Pronto la pequeña boca cubrió toda su longitud.

Se sentía en el cielo.

Ella, Morana, era increíble, tragándose todo, absorbiendo hasta su alma, sus pensamientos y sentidos.

Y, uum, sí que sabía cómo utilizar los dientes, la lengua y… la boca.

Pronto su mente comenzó a flotar y solo fue capaz de sentir aquellas placenteras sensaciones. Gimió golpeándose la cabeza.

La boca se alejó y una mano se movió rítmicamente desde la base hasta la punta.

Abrió los ojos para mirarla y le sonrió complacido.

—Siempre lo supe, ¿Sabes? —ella seguía acariciándolo, el pulgar tocando su sensible punta.

— ¿Qué cosa? —atinó a preguntar gimiendo. Su mente ya no hacia conexión. Estaba al borde.

Los ojos verdes. ¿Verdes?, pensó, ¿No eran azules? —Que tenías un pene pequeño, Muñequito Precioso.

El agarre en su pene se intensificó. Un frío hielo cayó por su espalda anulando casi al instante el placer que había sentido.

Se retorció incómodo.

La chica aún seguía arrodillada y cada agarré era más fuerte, más intenso.

—Detente —murmuró débilmente.

— ¿Por qué?, si lo estamos pasando muy bien —sonrió introduciéndose nuevamente el pene.

Dudley la miró y jadeó aterrado.

Ella, literalmente, se lo estaba tragando hasta la empuñadura.

Sus rodillas eran incapaz de sostenerle. Con una mano se aferró a la pared y la otra fue a parar a la cabeza de la chica. Necesitaba alejarla porque eso ya no le estaba agradando.

Ella estaba aferraba, lamiendo y mordiendo todo lo que podía.

—Pa-ra… pa-ra —tartamudeó.

Su agarre sobre la cabeza de ella se intensificó. Le tomó el pelo de tal manera que fue capaz de retirarla, pero al tiempo que hacia eso los dientes de Morana se cerraron alrededor de su pene.

El grito angustiante retumbó en la habitación.

El dolor se desplegó por todo su cuerpo, y la respiración se hizo más pesada.

La mujer finalmente se alejó y Dudley cayó desmadejado al piso con ambas manos en su entrepierna.

Morana lo miró arrodillada aún en el piso. Su boca estaba cubierta de sangre, por su mentón comenzó a gotear líquido rojo.

—Desangrarse es una de los dolores más agónicos que existen —llevó una de sus dedos hacia su barbilla sacando algo de sangre y luego se lo llevó a la boca saboreándolo. Cerró los ojos cuando el sabor explotó en su paladar—. Espero que no tengas ninguna enfermedad.

Los ojos desorbitados de Dudley la miraron — ¿Po-por qué? —preguntó incapaz de articular otra palabra. Podía sentir la sangre brotando de su ingle, se sentía desfallecer por el dolor y la carne abierta.

Morana arrastró sus rodillas hasta estar a un lado de él —Tu y yo podríamos haber sido amigos, pero decidiste ser un insufrible chiquillo desde que compartimos el mismo aire. ¿Recuerdas?

El hombre abrió los ojos desmesuradamente. El aliento atascado en la garganta. Entendimiento llegó a su cerebro a pesar del dolor —T-tú… pe-pero…

La delicada mano acarició la mejilla del hombre —Estas pagando errores de los demás porque siempre fuiste consciente y pudiste hacer algo y no lo hiciste. Dejaste que ellos me usaran cuanto quisieran —la mujer le besó la mejilla—. Cuando alguien te encuentre ya estarás muerto.

—Perdóname…

Morana se levantó.

Y se alejó unos pasos.

Movió su mano y dos cortes profundos fueron infringidos en los muslos del hombre, la sangre brotó al instante. La quijada se le tensó y un nuevo grito brotó con fuerza

—Yo soy nadie para perdonar.

—Po-por fa-favor —la angustia en su voz era completamente perturbadora. Se había formado un gran charco de sangre alrededor.

La mujer se inclinó hasta mirarlo a los ojos —Muchas veces suplique lo mismo, pero fui ignorado. Debes agradecer que hice tu agonía más rápida.

Dudley gimió horrorizado al verse cubierto de su propia sangre.

Miró a la chica y esta solo le sonrió mostrando su espectacular dentadura llena de su sangre.

Caminó hacia atrás siempre mirándolo, siempre atenta a sus movimientos.

Abrió la puerta y fue consciente del bullicioso ambiente que había al otro lado, todos ajenos de su agonía.

Intentó estirar una de sus manos hacia ella, pero fue inútil estaba demasiado débil.

—Fuiste el primero y el más fácil, espero que tus padres me provoquen algo más de dificultad.

Sonrió antes de salir y sellar la puerta.

Dudley miró al techo e intentó respirar.

Su vida se estaba diluyendo a pasos agigantados.

Poco a poco sus ojos se cerraron y a lo lejos escuchó como la puerta se abría nuevamente.


.

*Pink Corner: Hace muuuuchos años ley un libro llamado "El hombre de la esquina rosa". He ahí el nombre del bar en donde esta Dudley.

**Morana: Significa "muerte" en eslavo. En la mitología Eslava, este era el nombre de la diosa del invierno y la muerte.