Capítulo I

OTRA VEZ EN MIS SUEÑOS

Era una mañana de sábado hermosa y soleada, el viento soplaba suavemente a través de la ventana entreabierta de la habitación. Los primeros sonidos de la mañana y la gran cantidad de luz que inundaba el cuarto, hicieron que el hombre profundamente dormido envuelto en sus sábanas negras, abriera completamente los ojos y maldijera por lo alto, pues una vez más, su sueño se había visto interrumpido dejándolo con una enorme erección y con el conocido sentimiento de impotencia y dolor al no poder saciarse.

Se levantó con un humor de perros y se envolvió de mala gana, de cintura para abajo, en la sábana que hasta hace unos momentos le servía de cobija. Se dispuso a tomar una larga ducha para refrescarse y calmar un poco su calentura, y quizás, su estado de ánimo, aunque ya sabía que eso iba a ser casi imposible. Mañana regresaba a Hogwarts, de nuevo a la rutina donde todos lo odiaban, nadie lo esperaba y ciertamente, donde más sólo se sentía.

Se encaminaba a la ducha cuando vio una vieja fotografía en la cómoda, en ella aparecía una joven muy bella, de ojos verdes tiernos pero firmes, labios carnosos y deseables, de unos 16 años de edad ataviada con el uniforme de Gryffindor, sonriendo y saludando mientras su pelo largo y rojo ondeaba sensualmente al viento. La tomó con cariño entre sus manos y leyó la dedicatoria que había en ella:

"Para mi mejor amigo"
Con Amor
L

"Su amigo… nunca nada más", pensaba amargamente mientras examinaba su reflejo en el espejo del baño. A diferencia de la chica en la foto, él había envejecido, ahora su expresión mostraba madurez física y mental, ya aparecían algunas líneas alrededor de su rostro propias de su edad, aún conservaba la nariz larga, la piel blanca y cetrina, el pelo negro azabache cayendo como cortinas enmarcando una mirada fría y distante en sus ojos, que a través de los años, se instaló permanentemente para ocultar el dolor de su corazón.

Aún se conservaba en forma, pues a diferencia de muchos magos que acondicionaban sus cuerpos a través de la magia, él prefería hacerlo al estilo muggle, eso le daba la satisfacción de saber que lo tenía gracias a su esfuerzo y trabajo y no al movimiento de una varita o al sabor desagradable de una poción. Su cuerpo era fuerte, marcado, sensual a la vista de las pocas mujeres con las que había dormido ocasionalmente para saciar su necesidad de sexo, pero sin aventurarse a nada formal. "Nadie te reemplazará jamás, eso nunca lo permitiría, mi mente y mi corazón te pertenecen solo a ti y a nadie más," se decía a sí mismo a través de ese espejo que le devolvía una sonrisa llena de tristeza: "Apareciste otra vez en mis sueños".

El agua caía sobre su cuerpo arrastrando a su paso el jabón restante mientras su mano subía y bajaba lentamente la piel de su miembro y su mente volaba a ese vívido sueño:

Ella dormía plácidamente a su lado, era hermoso verla descansar desnuda y boca abajo abrazando la almohada mientras su pelo le caía con gracia sobre la cama, sus hombros y espalda. En una mano que sobresalía se veía un pequeño aro dorado. Su corazón dio un brinco, volteó a ver su mano incrédulo. Él también traía uno. "¡Por fin, después de tanto tiempo! ¡Después de todo te convertiste en mi esposa!" pensó emocionado.

Se quedó observándola sin moverse para no asustarla, algo en su interior le decía que la había amado toda la noche, pero él quería hacer el amor otra vez, era adicto a ella, a esa piel blanca que enmarcaba un cuerpo esbelto y de curvas perfectas, podía sentir su aroma a flores con cada respiración acompasada y eso lo embriagaba.

¿Cómo despertarla? Con mano temblorosa, comenzó por retirar el cabello dejando al descubierto parte de su cuello, acarició su espalda varias veces de arriba abajo sin tocar sus nalgas, empezó a besar con delicadeza cada parte de su rostro donde podía llegar, ella se movió ligeramente y el aprovechó para ponerla de frente a él y así poder disfrutar de esos senos redondos y firmes enmarcados por un hermoso pezón rosado que respingaba al más mínimo roce de sus dedos. Se oyó una risita cuando el besaba su oreja…

"¿¡Qué intentas?!," preguntó ella.

"¡Hacerte mía!," susurró a su oído.

"¿¡Otra vez?!," dijo riendo.

"Si, las veces que sea necesario, no puedo estar sin ti…"

Ella rió nuevamente y exhaló un suspiro al sentir los ágiles y suaves dedos de él recorriendo su intimidad mientras su boca aprisionaba uno de sus pechos. – "¡Bésame!" – Le imploró. Él aceptó gustoso sin retirar su mano de ese botoncito que tanto disfrutaba. Sus besos, delicados y llenos de amor al principio, rápidamente se transformaban para dar paso a ese deseo y necesidad que tenía de ellos. Sentía como se mojaba más y más a cada movimiento de su mano, introdujo un dedo en su vagina y al no descubrir resistencia, introdujo otro, ella abrió más sus piernas para permitirle mayor acceso. Él se separó de su boca y descendió buscando su humedad, ella quiso detenerlo pero él ya comenzaba a lamer sus abundantes jugos, a jugar con su clítoris.

"¿¡No te da asco?!" – preguntó sorprendida pero excitada

"¿Por qué debería?, sabes delicioso"

"Mmmmm… Después de… lo de anoche… aaaahhh… he de saber a ti…"

"Es cierto, pero es más tu sabor que el mío…"

"¡Penétrame!"

"Creí que eso hacía," se rió.

"No… no con tu… manooooo… ¡Te quiero a ti!"

"¿¡A mí?!, ¿eso qué significa?"

"¡Que… quiero… aaahhh… tu pene… dentro de… miiiiiiiiiiii…!" dijo sonrojándose intensamente y con la voz entrecortada por el placer que sentía.

"¡Deseaba que me lo pidieras!"

"No te lo pido… te lo exijo… mmm"

Ni tarde ni perezoso se colocó sobre ella, apuntó su miembro a su entrada y comenzó a meterlo suavemente para disfrutar como se abría paso entre sus pliegues, pero ella lo rodeó con sus piernas y lo obligó a penetrarla con fuerza y de una sola vez.

"¡Vaya!..." se quedó quieto, "estás empapada…"

"¡Muévete!"

"Suplícame…"

Ella puso su carita de gatita en celo, "por favor, te lo suplico… ¡hazme tuya, te necesito, deseo que me dejes llena de ti!..." El sonrió, amaba esa expresión en su rostro, llena de lujuria, pasión y deseo, y aunque no lo dijera, amaba que fuera por él por quien estuviera así. Se empezó a mover rápido y cada vez más fuerte, le deleitaba ver como esos perfectos pechos botaban cada vez que la penetraba, ella gemía y movía sus caderas al compás de sus embestidas, estaban a punto de correrse…

Abrió los ojos de golpe, justo ahí había despertado, descubrió que estaba en el baño pero no le importó, los cerró nuevamente, continuó su sueño donde lo dejó: ella movía sus caderas cada vez más rápido mientras atraía su cuerpo sudoroso hacia sí. Los brazos y las piernas le temblaban, ya no podía más, se desplomó sobre su delicado cuerpo sin dejar de moverse, ella lo abrazó para poner su rostro en su cuello y se quedó callada, quería escuchar los sonidos de él. Con una última embestida, se corrieron al unísono. Un sonido gutural salió de su garganta mientras fuertes chorros de semen fueron a estrellarse contra la pared del baño pero no se percató de eso, su mente seguía con ella cuando la oyó susurrarle al oído:

"Mmmm… Severus… ¡estuvo delicioso mi amor!"

"Te amo Lily!"

Notas de autor:

Este es el primer relato que escribí, así que espero les guste, espero sus comentarios y sugerencias. Es probable que algunos de ustedes lo hayan leido en otro sitio así que espero no cansarlos jejeje. Gracias por su tiempo. Recuerden, todos los personajes son propiedad de J.K. Rowling.