Shein estaba enamorado.

Así es señores, el representante de Singapur se sentía mas enamorado que una colegiala por su cantante favorito.
¿Que tiene de raro? nada en realidad. Después de su relación fallida con Malasia se convenció que la vida de soltero era mejor, de hecho ya ni el sexo con alguien le llamaba la atención. Para eso su mano bastaba.
Todo estaba bien, nadie le llamaba al celular preguntando cuando llegaría, con quien estaba, si vendría a cenar, no le negaba el sexo cuando tenía ganas ni le interrumpía cuando trabajaba (cosa que el amaba mucho: trabajar.).

Entonces ahora ¿por que tenía tantos deseos de que esa persona lo mirara?
¿por que dejaba frente a su puerta regalos innovadores para impresionarle?
¿por que su pene parecía tener un radar que se activaba cada vez que lo escuchaba o veía?

El no tener respuestas sobre eso le sacaba de quicio, tanto como los celos cuando lo veía ir a recoger a su amigo norcoreano. Claro, por que Shein lo vigilaba. No era obsesión, por supuesto que no. Solo se aseguraba de que estuviera bien.

Ahora se encontraba de nuevo frente a su puerta, borracho hasta las chanclas como bien decía México, con quien últimamente se iba a beber y era la razón por la cual estaba en esa condición. Esa mexicana si que tenía aguante.

Se sentó, recargando su espalda en la puerta... por que Shein estaba enamorado de quien no debía, de alguien que no aceptaría, públicamente por lo menos, tener una relación con él, de alguien peligroso aunque esa persona era sin duda la mas bondadosa si llegaba uno a conocerlo, de un país que lo metería en problemas, estaba enamorado...

Estaba enamorado de Irán.