–Quiero ir a casa– susurra cerrando los ojos, dejando escapar lagrimas que cruzan su rostro dejando un camino salado en sus mejillas –Por favor–
–Ya casi Annie– Le murmura Finnick en el oído tomándole la mano intentando hacerla sentir segura –Solo una noche más– Hace una pausa al ver como la chica se encoje temerosa ante el sonido de su voz –Una noche más y volverás a casa, al distrito 4– La estrecha entre sus brazos besándole la coronilla –Aguanta Annie–
El día ha llegado y con ello la convicción de que todo ha terminado, volverá a casa, después de tanto sufrimiento, tantas muertes, Annie volverá a casa contra todo pronóstico, ni siquiera se preocupa en empacar, no ha traído nada y nada anhela llevarse, todo ahí le traería recuerdos, todo ahí le recordaría que jamás podrá olvidar, por siempre vivirá con esas muertes, personas que no conocía, personas que alguien esperaba, que alguien quería, no es culpa pero siente todo lo contrario, el día he llegado pero no la hora, la obligan a estar en su habitación, a tener que soportar los recuerdos que le caen encima como si de lluvia se trataran, y no lo soporta, sale de su habitación y comienza a correr, poca atención le ponen, saben que no huira, Annie sube escalenas a grandes zancadas, comienza a sentir la falta de aire en su cabeza pero no se detiene, no soporta estar encerrada, no soporta estar en ese lugar otro minuto, apenas y se da cuenta que ha llegado a la cúspide, el aire fresco le acaricia el rostro mientras el sol le da la bienvenida a esta nueva vida que la han orillado a tener, gime con la certeza de que por siempre sentirá una opresión en su pecho, impidiéndole vivir plenamente, recordándole todo lo vivido en ese lugar, Annie gime y él va a su auxilio, la abraza por detrás impidiéndole que se dé la vuelta, Finnick quiere evitar que voltee, sabe que todo en ese edificio le provoca dolor y quiere protegerla de eso.
–Tranquila Annie– Le acaricia los brazos trasmitiéndole calor, paz, protección –Ya ha pasado todo–
Pero ella no soporta más, siente sus fuerzas flanquear y las lágrimas brotar por sus ojos sin control alguno, Annie es la culpable de lo ocurrido y no hay fuerza en el mundo que la convenza de lo contrario, ignorando por completo al chico que tenía detrás, Annie se abraza así misma deseando morir, desaparecer, huir, pero sabe que irían por ella, no es la más valiosa pero es indispensable
–Es hora Annie– Musita una voz alejada un par de metros –Despídete que jamás volverás a este lugar y con seguridad puedo decir que yo tampoco– Johanna muestra una sonrisa irónica, sonrisa que desaparece en cuanto se percata que Annie está llorando
–Quiero ir a casa– Gime por última vez antes de caer al piso de rodillas, Finnick ya no está en su espalda, ni hoy, ni ayer, ni hace una semana, Finnick ha muerto en el Capitolio y jamás volverá, Annie ha dejado de gemir y grita con furia, dolor y decepción, Finnick se ha ido y ella se ha quedado, a pesar de que el murió luchando por un objetivo justo ya alcanzado, Annie tiene la certeza que nunca más en lo que le resta de vida, tendrá la seguridad de que el mañana será un día mejor.
