¡Hola!

Esta es la primera parte del two-shot para el primer lugar del concurso de San Valentín: Saya Christopher! wuju! Espero que sea tu agrado, y espero que a todas las fanáticas de Xanxus les guste también. La segunda parte aún no está escrita u.u pero prometo que la tendrás pronto. Espero que las ganadoras que no se han puesto en contacto lo hagan lo más pronto posible para poder cuadrarme junto a Darkinocence y ver quién escribe qué y compartir ideas y todo eso xD

Por si alguien se pierde, está ambientado justo después de la pelea Tsuna vs Xanxus.

Pareja: Xanxus x OC


La niñera de Xanxus

Parte 1

El Noveno Vongola estaba sentado en su oficina, arreglando las tareas que se acumularon durante su ausencia. Un dolor oprimía su pecho, se había equivocado en muchas cosas, amaba a Xanxus como si fuera su hijo, quizás por culpa de ese amor tan incondicional, acabó malcriando al niño sin darse cuenta.

No se preocupe, déjelo todo en mis manos. No le quitaré los ojos de encima a su hijo. Las palabras se colaron en su cabeza, como una luz de esperanza.

—Confío en ti, Aya —suspiró, volviendo la vista en dirección a los documentos que descansaban sobre su escritorio.

La puerta de su despacho se abrió de golpe, no levantó la mirada pues sabía de quién se trataba. Lo había consentido demasiado, ya no podía ser tan amable con él, aunque le doliera, era su deber enseñarle a su hijo a comportarse.

—¡No puedo creer que trajeras a una niñera! —gritó Xanxus.

El rostro de Nono permaneció serio, aunque en sus ojos aún era apreciable la característica calidez de los Vongola.

—Sawada Tsunayoshi tiene a Reborn para aprender a ser un buen jefe. Tú tendrás a Aya para que te vigile —respondió.

—¿Y qué me importa a mí lo que esa basura tenga?

—Esa basura te venció, Xanxus.

Una joven de larga cabellera negra, recogida en una cola, y ojos violetas estaba apoyada contra la pared, al lado de la oficina del actual jefe de la familia Vongola, respondía bajo al nombre de Aya, y era una servidora de la familia Vongola. Por respeto intentaba no prestar atención a la discusión que se estaba llevando adentro, sin embargo era inevitable no captar ciertos pedazos de la conversación gracias a los gritos llenos de furia de Xanxus.

Finalmente alguien salió de la habitación, cerrando la puerta con otro estridente portazo.

—¿Y bien? —preguntó la morena, mirando de reojo al hijo de Nono.

—Mantente lejos, escoria.

—Lamentablemente, mi trabajo consiste en mantenerme cerca.

Xanxus caminó por los pasillos de la mansión Vongola, Aya le pisaba los talones, tenía que vigilar que el líder de los Varia cumpliera con su castigo, durante un mes estaría encerrado en la casa de su padre sin derecho a salir bajo ninguna circunstancia. Desde su punto de vista, la reprimenda era demasiado liviana después de todo lo que había hecho, ese hijo malagradecido no entendía la suerte que tenía al tener un padre tan comprensivo.

Los Varia esperaban en el recibidor a su líder, quien había acabado con graves lesiones en Japón, cosa que lo mantuvo en cama por más de dos semanas, manteniendo a todo el escuadrón de asesinos preocupados por él. Nono había accedido a que Xanxus pudiera verse con sus "amigos" una vez a la semana, a solas, dentro de su castigo.

—¡Jefe! ¡Me alegra ver que se encuentra bien! —exclamó Leviathan, al verlo entrar.

—¡Oh vaya! Asique esta es la pandilla de Xanxus-sama —observó Aya.

—Guarda silencio, escoria —ordenó el líder de los Varia.

—¿Quién es la plebeya? —inquirió Belphegor, con una de sus sádicas sonrisas.

—Mi nombre es Aya Kinoshita, a sus servicios —se presentó la joven.

—¡VOOOI! ¡Creí que tendríamos una reunión privada! —gritó Squalo.

—Lamento informarle que eso no será posible, es mi deber tomar nota de las conversaciones de Xanxus-sama para evitar que formule algún plan de escape —respondió ella.

—Ushishi ~ asique el jefe ahora tiene una niñera —observó el príncipe.

—Te has buscado un trabajo duro, no creas que te lo haremos fácil —advirtió Mammon, quien se acercó levitando hasta donde se encontraba Aya.

La muchacha simplemente se encogió de hombros y dijo: —Nono me está pagando bien, y solo será un mes.

Una sonrisa cruzó el rostro de Mammon, rápidamente simpatizó con la chica al ver que tenían intereses similares.

—Es una niña muy bonita, ¿no crees Xanxus? —observó Lussuria—. Es una pena que malgaste su belleza aquí encerrada, siempre he querido diseñar un vestido para una dama.

El jefe de los Varia se encontraba sentado en un sillón, intentando ignorar los comentarios de su escuadrón, esta debía ser una reunión estratégica, pero culpa de esa escoria todos sus planes estaban siendo arruinados.

—Ya cállense —ordenó, provocando que todos se voltearan a verlo, su tono de voz parecía calmado, pero la amenaza estaba implícita.

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—Xanxus-sama, tiene muy bien entrenados a sus seguidores —dijo Aya.

La reunión no fue como esperaba, se supone que pensarían en un plan para regresar a Japón y darle una reprimenda a Tsunayoshi, pero esa chica se estaba burlando de él, aunque intentaba parecer inocente, enmascarando sus burlas con comentarios inocentes y el estúpido honorifico en su nombre. Era como un león asechando, esperando el momento más oportuno para atacar, se veía en sus ojos, quería descubrirlo con las manos en la masa, encontrar algo con que inculparlo y correr en busca de Nono. Era una niña que solo buscaba acusarlo, su infantilismo era detestable.

Los primeros días fueron insoportables, pero a la semana siguiente sintió que iba a enloquecer, Aya lo seguía a todas partes en el día y durante la noche aparecía en sus pensamientos, aunque solo fueran planes para alejarla, para poder burlar su impenetrable mirada de águila, ahí estaba pensando en ella.

Y ahí estaba de nuevo, en su propio cuarto, acechándolo, esperando la oportunidad.

—¡Largo de aquí, escoria! —gritó. Entonces se dio cuenta que había sido un sueño—. Maldita escoria.

Corrió las mantas, y caminó hasta la puerta. Ya estaba amaneciendo, con un poco de suerte llegaría a la mesa del desayuno para comer sin la detestable presencia de Aya. Porque desde que intentó hacerse con el título de jefe Vongola, Nono pidió que no le llevaran la comida a su cuarto.

Iba caminando al comedor cuando se dio cuenta que podía usar su oportunidad para ir a un sitio mejor. Cambió de dirección, pero en cuanto puso la mano sobre el pomo de la puerta, un bastón lo golpeó.

—¿A dónde cree que va, Xanxus-sama? —preguntó la dueña del bastón.

—Solo quiero ir a tomar un poco de aire, escoria —respondió el aludido, sobándose su mano.

—Lo siento, usted no puede abandonar la mansión.

—¡Solo saldré al jardín! ¡Maldita escoria! ¡Deja de perseguirme!

—Debo hacer cumplir el castigo impuesto por el gran Nono Vongola. Ofenderme a mí es ofenderlo a él —Aya movió su cabeza de un lado a otro, en señal de desaprobación—. No está bien que un hijo trate así a su padre.

Xanxus se dio la vuelta y regresó a la cocina, seguido por los ojos atentos de su guardiana. ¿En qué estaba pensando el viejo cuándo lo dejó a cargo de esta clase de escoria? Escoria de la clase más baja. Pero por algún motivo, no se atrevía a enfrentarla directamente, se sentía capaz de salir victorioso de un enfrentamiento. ¿Por qué no simplemente la encaraba y ya? Pensar en eso solo conseguía cabrearlo más.

Las criadas sirvieron el desayuno, ella se sentó a su lado para servirse la principal comida del día.

—¿Qué haces tú aquí? —preguntó Xanxus.

—Me alimento —respondió Aya, como si fuera la cosa más obvia.

—Yo soy el hijo del dueño de esta mansión, tú eres una simple mujer. Escoria como tú no merece sentarse al lado de su amo.

—Tienes razón Xanxus-sama, sin embargo en estos momentos soy la voluntad de su padre, por lo que deberías tratarme con más respeto.

Y ahí estaba de nuevo, ese estúpido argumento. Hace unas cuentas semanas había traicionado a su padre sin mayor remordimiento. Ahora parecía un niño pequeño a cargo de una niñera.

—Escoria, solo quedan dos semanas, cuando ese tiempo acaba, tendrás que buscar un buen lugar para esconderte de mí.

—Lo que usted diga, Xanxus-sama.

Aya dejo a Xanxus en el recibidor, el escuadrón Varia aún no llegaba. Ella se dio la vuelta, como recordando algo, miró de reojo a Xanxus y le hizo prometer que no se movería. Cuando estaba a punto de retirarse escuchó un sonido débil, casi imperceptible, pero no lo suficientemente bajo como para no ser escuchado. Se volteó rápidamente, pero no notó nada extraño.

—Es rápido —susurró, dándose la vuelta nuevamente.

El sonido otra vez, está vez se preocupó de tardar más segundos en darse la vuelta, para toparse con Xanxus en otro sillón distinto.

—¿Qué? ¿Acaso no puedo cambiarme de sitio? Deja de ser tan paranoica, escoria, y vete a hacer lo que sea que tengas que hacer —reclamó el hijo de Nono.

Entrecerró los ojos, pero finalmente salió del cuarto. Mientras Aya estaba afuera, el resto del escuadrón Varia hizo su aparición.

—¿Y dónde está la plebeya? —preguntó Belphegor luego de un rato.

—No me importa lo que esa escoria esté haciendo —respondió Xanxus con desinterés.

—Si quiere que le paguen no debería estar holgazaneando —comentó Mammon.

Como si la pregunta la hubiera invocado, la niñera de Xanxus hizo su aparición luciendo un hermoso vestido ceñido hasta la cintura y suelto hasta las rodillas, el tono morado hacía destacar el violeta de sus ojos, y el perfecto diseño mostraba su figura bien tonificada por los largos entrenamientos.

—¡Luss-nee! ¡Me llegó su regalo! Muchas gracias —dijo, mientras daba vueltas para lucir su atuendo.

—Sabía que te quedaría bien, Aya-chan. Déjame verte un poco mejor —respondió Lussuria, acercándose a ella.

—Escoria, ¿qué haces probándote ropa cuando tu deber es mantenerte cerca de mí? —regañó el líder de los Varia.

—Pero es un desperdicio que Aya-chan ande vestida con ese aburrido traje negro —la defendió el guardián del sol.

—Lamento mucho haberlo molestado, Xanxus-sama. Si gusta ahora mismo me iré a cambiar —ofreció Aya, con una expresión de fingida culpa—. Simplemente quería agradecerle a Luss-nee por su regalo.

La niñera se dio la vuelta, pero antes de que pudiera salir de la habitación, Xanxus la detuvo.

—Está bien, escoria, quédate así. Si vas a estar cerca de mí por lo menos deberías vestir bien.

Aya y Lussuria se sonrieron con complicidad, habían logrado que su jefe reconociera que le agradaba el atuendo, aunque no fuera explícitamente.