Primero que nada… perdón a aquellos que esperaban un fic de otro tipo de fandom Un,n Esa musa sigue perdida en acción y si he de ser sincera dudo que vuelva u,u
Esto empezó originalmente como un regalo privado para MisaoCG; como fan de Saint Seiya, siempre me encantaron sus fics, y cuando me contó la historia de este par no pude resistirme a escribir aunque fuera un poco de ellos. Sobra decir que tanto Axl como Lümi son personajes de Misao-CG, parte de su universo creado para su saga de fics que DEBEN LEER SI SON FANS DE SAINT SEIYA! Y que, en su mundo, son los padres de Mu de Aries n,n
Como dato cultural, la Amatista es una piedra semipreciosa de colores que van desde el violeta intenso al lila, y que según varios sitios de internet sirve para dar paz, calma y sabiduría, y que encima simboliza el amor eterno e imperecedero entre los amantes (leí en algunos sitios que se suelen regalar esta piedra como muestra de amor). De ahí que haya elegido el titulo tan random XD
Sin mas por decir, espero lo disfruten tanto como yo escribirlo, y va dedicado con mucho cariño a Misao, cuyos fics me inspiraron y me animaron a escribir n,n
"Luz Amatista"
Axl
No era la primera vez que la veía. De hecho, era como la tercera o cuarta desde que abriera su modesto local. Y sin embargo, casi sin darse cuenta, la miraba siempre.
Axl fijó la mirada en el pequeño mostrador de su joyería, dispuesto a seguir con su rutina sin prestar atención a la figura que destacaba entre la ajetreada calle. No lo consiguió. De algún modo, sus ojos volvieron a desviarse como por voluntad propia hacia un punto de la plaza, donde la gente se apartaba sutilmente para dejarla pasar.
Era curioso que alguien que ni siquiera mostraba su rostro pudiera llamar tan poderosamente la atención. La mujer caminaba con porte y elegancia, resaltando entre el resto como si una luz propia la iluminara. De vez en cuando, giraba la cabeza para mirar algo, dejando ondear una cascada de largo cabello de un lila oscuro, que casi brillaba como amatista al sol. Aunque no llevaba armadura, Axl no necesitaba preguntar quién era. Casi todos en los alrededores, tan en contacto con el Santuario de Athena, conocían a la poderosa Lümi de Aries.
Axl no sabía definir bien qué era lo que le llamaba tanto la atención. Quizás era simple curiosidad, o la elegancia con que ella se conducía. O esa calidez oculta en sus gestos, tan opuesta a los rumores que le asignaban un carácter fuerte y agresivo… Lümi de Aries volteó de forma ausente en dirección a su local, y Axl se sobresaltó ligeramente antes de volver a su trabajo en el mostrador, esforzándose por no fijar la vista en la sencilla pero elegante máscara que, como regla, cubría siempre el rostro de las amazonas. El artesano dentro de él se maravillaba siempre del trabajo detallado y artesanal evidente en aquellas máscaras, o en esas armaduras tan hábilmente elaboradas… pero no se atrevía a mirar con tal descaro. Aunque la ciudad parecía ser tolerante con los lemurianos, Axl no sabía si mirarla tan fijamente sería considerado o no como una falta de respeto dado su rango. Mejor no arriesgarse.
El joven no volvió a recordar el encuentro hasta varias horas después. Aunque su negocio era pequeño y reciente, poco a poco parecía ganarse un lugar con sus diseños en oro plata, lo que de vez en cuando le obligaba a salir de su taller para una que otra entrega. Y fue ahí, justo cuando volvía a la plaza, cuando volvió a toparse con la amazona de Aries.
Sintió un sorpresivo vuelco al verla, caminando unos metros delante de él con su usual elegancia. Aunque no podía ver la máscara –ella le daba la espalda- imaginaba los destellos del metal pulido bajo la luz del atardecer. Axl se debatió un momento; no la conocía, pero sentía tanta curiosidad por el diseño de su máscara que, por primera vez, se permitió preguntarse si podría acercarse y preguntar ¿Sería mucho atrevimiento preguntarle quien la había fabricado? ¿O pedir su permiso para observarla? Tal vez si, pero…
De pronto, Axl notó a un joven que pareció acercarse directo a la amazona… más de lo que parecía correcto. La respuesta no se hizo esperar. Lümi de Aries volteó con la rapidez de un relámpago y le soltó al recién llegado un sonoro puñetazo que, aunque sin duda no reflejaba ni la mitad de su fuerza, bastó para lanzar al suelo al incauto. Varios peatones se detuvieron, y el propio Axl se quedó paralizado apenas a un par de metros, observando mientras la amazona miraba al joven caído de un modo que, incluso con la máscara puesta, reflejaba la ira con que lo observaba.
"¡¿Cómo te atreves?!" gritó ella, furiosa pero firme, con los puños bien apretados. El pobre joven temblaba en el suelo como una hoja al viento, y miraba pálido y aterrado a su sorpresivo verdugo. Axl no tenía idea de lo que había pasado, pero de pronto sintió pena por el joven.
"Yo… no sabía…" balbució el muchacho, incapaz de encontrar su voz, pero eso a Lümi de Aries no pareció inspirarle ni un poco de compasión.
"¡Tu nada! ¡¿Quién te crees que eres para tocarme?! ¡¿Acaso deseas morir?!" contestó ella. Axl sintió un escalofrío: por el tono de su voz, adivinó que no era una amenaza vacía.
Apenas y se dio cuenta de lo que hacía. Vio que la amazona extendía el brazo y de pronto él estaba ahí, al lado del asustado joven y levantando ambas manos en actitud de tregua.
"¡Por favor, espere!" suplicó, de algún modo reuniendo valor ante la temible amazona de Aries. Sintió un repentino ataque de pánico cuando ella lo miró fijo; Axl casi adivinó la ira en los ojos que no podía ver, pero no retrocedió.
"¡No te metas! ¡Este hombre me ha ofendido y pagará por ello!" afirmó Lümi, decidida, señalando al acusado. Axl tragó saliva; aunque era más alto que ella, no podía luchar ni para defender su vida. Si quería, la amazona podría acabarlo con facilidad… aunque algo en el fondo le decía que no lo haría. O eso esperaba. ¿En que se había metido?
"Por favor, señorita, ¿no podría haber un modo más pacífico de arreglar las cosas? Sin importar lo que haya hecho este joven, estoy seguro que esta terriblemente arrepentido" dijo Axl, mirando al muchacho en el suelo en busca de apoyo. Éste asintió, por supuesto, pero por alguna razón no parecía tan arrepentido como debería.
"¿Pacífico, dices? ¡Este insolente se atrevió a tocarme en… en…! ¡¿Qué importa?! ¡Fue vergonzoso, irrespetuoso y merece castigo!" protestó la mujer.
Axl hizo un gesto y miró con nueva perspectiva al acusado, que se movió algo incómodo en el suelo. Las dudas de Lümi, y la forma en que el propio Axl había visto que el joven se acercaba a ella, le hizo caer en cuenta del punto exacto donde el muchacho la había tocado. Cualquier rastro de compasión se esfumó, y Axl miró al joven de pronto con una expresión severa que, de algún modo, asustó más al desvergonzado.
"Estoy seguro de que esta arrepentido" repitió, esta vez levantando la voz con cierta autoridad, fijando la vista en él. El joven tragó saliva, se quedó paralizado y asintió con ahínco, pasando la mirada de Axl a Lümi como si intentara decidir quien era más peligroso. O, quizás, preguntándose que hacía un lemuriano arriesgando el pellejo por un humano.
"¿Y que? ¿Entonces se va a su casa como si nada? ¡No es justo!" protestó Lümi de Aries, furiosa. Axl intentó no sentirse intimidado. Por mucho que le desagradara el gesto del muchacho, tampoco le parecía justo que pagara con su vida.
"Créame, después de esto dudo que le queden ganas de hacerlo de nuevo" aseguró él. Lümi sin embargo dio un paso hacia su víctima, decidida.
"¡Claro que no le quedarán ganas después de esto!" afirmó, amenazante, pero Axl se interpuso entre la guerrera y el muchacho casi sin pensarlo.
"¡Por favor, reconsidere!" insistió él, sin bajar las manos. "Yo… yo comprendo que fue una falta seria, y que está en todo su derecho de sentirse ofendida, pero ¿de verdad es motivo suficiente para tomar una vida? Usted es una amazona, sin duda ha visto demasiada sangre como para derramar más inútilmente. Este muchacho fue insensato, maleducado, pero sigue siendo sólo un muchacho..." dijo Axl. Una parte de él se preguntó por qué insistía con tanto esfuerzo, pero le bastó imaginarse el castigo, la sangre, para recordar el motivo. Axl odiaba la violencia, más aún si se desencadenaba por un motivo tan relativamente simple.
"Un muchacho que sabía bien qué hacía" argumentó Lümi, severa pero más sosegada.
"Pero un muchacho al fin, uno de los muchos que juró proteger. Cometió un error, todos lo hacemos, pero sin duda no debería pagar con su vida por él. Tanta gente muere ya por cosas sin sentido… ¿de verdad debe morir él por un error? Por favor, señorita. Athena es una diosa compasiva, y estoy seguro de que sus santos y amazonas lo son también" continuó Axl, mirando fijamente a la amazona que, de pronto, parecía haberse quedado sin palabras. El joven lemuriano deseó más que nunca poder ver el rostro bajo la bella máscara, y saber así lo que cruzaba la mente de la mujer.
"¿Tanto te importa tu amigo?" preguntó ella, con un tono más bien curioso, aunque serio. Axil frunció el ceño.
"No podría decir que es mi amigo. No lo conozco" respondió. Eso pareció confundir a la amazona.
"Entonces ¿Por qué le defiendes?" insistió ella.
"Porque es joven, está asustado y no quisiera verlo morir aquí. No me gustaría ver que una vida se perdiera, por ningún motivo" dijo Axl, sincero. Después de todo, el joven ni siquiera le agradaba mucho, no tras saber lo que había hecho, pero seguía siendo una vida que tenía derecho a seguir su camino.
Lümi de Aries suspiró bajo su máscara y, por un instante que a Axl se le hizo eterno, no se movió ni un ápice. Sin duda, decidía si los argumentos del lemuriano valían la pena… o a quién mataba primero. Pero no, Axl dudaba que le hiciera daño, algo en su voz le decía que había más bondad ahí de la que dejaba ver su terrible carácter.
"¿Cuál es tu nombre?" preguntó ella.
"Me llamo Axl, señorita" contestó él, cordial. Lümi de Aries volteó entonces hacia su agresor.
"Puedes agradecerle a este hombre por tu vida" sentenció la guerrera, y el color volvió casi de inmediato al muchacho en el suelo. "Pero si vuelvo a verte por aquí, o si te acercas siquiera un poco a cualquier chica de Atenas, te aseguro que te lo haré pagar con creces ¿está claro?" amenazó. Sobra decir que el chico asintió frenéticamente y, sin decir palabra, se levantó y echó a correr lejos de la amazona sin siquiera un gesto de agradecimiento. No importaba. Axl no lo esperaba de todas formas.
"Gracias, señorita" dijo él, cortés. La amazona asintió suavemente, y pareció mirarlo con atención por unos instantes. Axl se preguntó si observaba sus rasgos lemurianos.
"Hasta pronto, Axl" se despidió ella, formal pero a la vez agradable, y se dio la vuelta para seguir su camino.
Fue hasta entonces que Axl notó lo fuerte que el corazón le golpeaba el pecho, y el suave temblor en sus manos. El pequeño grupo de curiosos que observaba a distancia prudente se dispersó de inmediato, como si ahí no hubiera pasado nada, y retomaron sus vidas normales. Axl sin embargo se quedó de pie en su sitio, mirando a Lümi alejarse con una mezcla de temor y curiosidad. Esa voz… no era como la imaginaba. Era suave, agradable, cálida cuando no estaba llena de furia. El lemuriano respiró profundo, consciente de que quizás debía agradecer su buena suerte casi tanto como el muchacho que había huido. Resignado, y secretamente satisfecho consigo mismo, dio la vuelta y se obligó a caminar hacia su local con la voz de Lümi de Aries aún resonando en sus oídos, pronunciando su nombre.
Desgraciadamente, dudaba que después de esto la volviera a ver.
