Autora: Kayazarami

Pareja: Godric Gryffindor / Salazar Slytherin

Tipo de historia: Long-fic de capítulos cortos.

Advertencias: SLASH (como no, relación chico/chico) romance, lime heterosexual subidito de tono, lemon slash en el futuro, angustia, drama, aventura.

Notas: Este es picante y medio slash (el primero, ya verán los que siguen, ya verán). Me voy a enamorar oficialmente de esta pareja.

Dato: Esta historia fue escrita para el desafío Harry Potter Generations, de Universo Fanfics.

Disclaimer: Harry Potter pertenece a J. K. Rowling y yo escribo sin ánimo de lucro.

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Hielo y fuego

Fundadores

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I.

Helga gimió y Godric sonrió ligeramente contra su piel.

Le encantaba tomarla de esa forma, profunda, lenta, delirante. Y ella se derretía en sus brazos como un pedazo de chocolate en su boca.

Ella era el más exquisito dulce. Pálida, rubia, hermosa y con un corazón de oro.

Su esposa, la futura madre de sus hijos. Se habían casado muy jóvenes, pero él había sabido desde el principio que no habría otra. Que ninguna mujer podría superar lo que ella le provocaba. Y la había hecho suya por toda la eternidad y hasta que la muerte los separase.

No es que Godric fuera posesivo, solo era territorial. Al fin y al cabo, en su escudo había un león y no estaba solo de adorno. Era una representación clara de su carácter y de lo que deseaba y esperaba para su casa de ese colegio que aún no terminaban de construir.

Bajó la mano, buscando ese lugar que la volvería loca y acelerando un poco el ritmo.

La rubia se deshizo en gemidos y suspiros de placer.

Godric cerró los ojos, disfrutando de la sensación final, del límite, del borde del placer y del éxtasis.

Hizo mal. No debió cerrar los ojos. Y lo sabía, pero era un acto reflejo, imposible de contener.

Porque, enseguida, una imagen se superpuso en su mente a la de su esposa. Largo cabello negro, ojos extrañamente violáceos, una expresión de indiferencia o desagrado.

Mierda.

Llegó al orgasmo pensando en quién no debía. Atormentado en su mente y, al mismo tiempo, incapaz de abrir los ojos para enfocarse en su esposa.

No era la primera vez que pasaba.

Rodó a un lado, con la respiración agitada y sin abrir aún los ojos.

Sabía como se sentiría de culpable durante todo el día siguiente. Sabía lo que pensaría cuando lo viera a él y lo altas y fuertes que pondría sus barreras mentales para que aquel cínico maestro de las artes oscuras no llegase siquiera a vislumbrar su más ligero pensamiento.

Cuando se casó con Helga, fue porque todo su ser le gritó que no fuera idiota, que nunca amaría a otra mujer como la amaba a ella. Que jamás hallaría otra igual de hermosa y buena.

Y había tenido razón. Sus ojos nunca se fueron detrás de otra mujer.

Pero, ¿quién demonios le iba a decir que existía un hombre tan hermoso (y al mismo tiempo tan desagradable) como Salazar Slytherin?

Que lo retaba con la mirada, que no le importaba dejarlo como un estúpido delante de quién fuera, que tenía su estatus de sangre grabado a fuego en la cabeza y que cada vez que hablaban era para discutir.

Nunca había conocido a nadie así, que le hiciera hervir la sangre de ganas de matarlo y de besarle y de cortarle la lengua y de tomarlo contra la pared hasta que solo pudiera recordar su nombre. Todo a la vez y al mismo tiempo.

Continuará...