Domador de Criaturas Mágicas 01

Capítulo 01: Buscando el camino.

Dándose valor, Draco entró a Hogwarts después de tres años terminada la guerra, pudo ver los cambios fácilmente desde afuera del castillo, la torre de astronomía había sido completamente remodelada, la de Gryffindor era una construcción nueva, al ingresar también notó cambios en los pasillos, la escuela se veía bien remodelada, pero era evidente que no había terminado muy bien después de la guerra, McGonagall le recibió cordial en su despacho, no hubo abrazos ni sonrisas, pero sí fue muy correcta.

—Hablé directamente con él, dice que no entiende mucho qué es lo quieres. —Le indicó, guiándolo fuera de la oficina. —Tampoco hemos tenidos mucha información tuya después la guerra. —Lo miró, evaluando los cambios en el chico, era evidente que su estadía en Azkaban le había impedido crecer lo suficiente, aun así no era bajo, estaba más pálido de lo normal y algo delgado para como era en la escuela, llevaba el cabello muy corto así que no había forma de ver un posible peinado.

Draco sonrió al notar el escrutinio al que fue sometido por la directora McGonagall. Sabía que era muy raro que alguien lo viera en ese estado, después de todo por generaciones su familia se encargaba de gritar a los cuatro vientos lo que su estatus social les daba oportunidad de llamar la atención con costosas túnicas de diseñador y joyas deslumbrantes. Siempre haciendo sentir menos a todos aquellos sangre puras y mestizos que no podían permitirse esos lujos, como lo hacían con la familia Weasley. De cierta forma le dio nostalgia, precisamente en esos corredores Draco Malfoy había sido un príncipe de pies a cabeza, ahora sólo quería hacer lo que gustaba y que lo dejaran vivir en paz, ya había pagado su deuda con la sociedad, era hora de avanzar.

—Es mejor así, ¿no cree? —La directora asintió y salió de la oficina para dejarlo hablar a solas con Hagrid.

La sonrisa de Draco fue deslumbrante al ver al hombre, llevaba meses tratando de hablar con él, pero los arreglos en Hogwarts le habían llevado a retrasarlo. El rubio pensaba que lo evitaba a propósito, pero la espera había finalizado y ahí estaban:

—Adiós profesora, le deseo suerte con el nuevo año escolar. —De esa forma se deshizo de la directora metiche. —Hola, profesor, yo quería…

—Malfoy, no sé qué es lo quieres pero la respuesta es no, no quiero problemas con el ministerio o en la escuela. —Dijo tajantemente el hombre, poniéndose de pie, dando por finalizada la reunión.

—Pero ni siquiera me ha escuchado. —Casi gruñó, aunque debía entender la desconfianza del hombre. —Yo… Estoy estudiando cuidado de criaturas mágicas…

—Había escuchado que estabas de medimago. —Interrumpió el semigigante. —De hecho creo que yo mismo te vi en el ala de urgencias de San Mungo.

—Fue durante la guerra, hice varios cursos de curación y pociones para poder ayudar. —Le contó sentándose frente a él. —Pero lo que quiero es dedicarme a las criaturas mágicas e incluso las no mágicas, he tomado cursos de veterinaria muggle y mágica. —Le extendió unos papeles. —Pero lo que necesito de usted es ayuda práctica… Tú-usted… —Se corrigió, realmente quería que el semigigante le enseñara y para eso debía hacer que el hombre dejara de odiarlo. —Tiene mucho conocimiento que no está documentado en textos de estudio, lo sé porque la información que nos dio sobre los hipogrifos no está documentada, tampoco lo de los Escregutos de cola explosiva…

—Prestaste atención. —Lo miró asombrado.

—Por supuesto, tomé las clases, estudiaba para sus clases… Aunque nunca hizo un examen teórico. —Le sonrió de nuevo. —Por favor, tómeme como aprendiz… sólo unos meses. —El hombre gruñó disconforme. —Por favor… Puedo ayudar con sus labores por el bosque, darle de comer a los animales… Por favor. —Hagrid le miró desconfiado, el chico parecía sincero, pero no podía olvidar que era la peor pesadilla de Harry. —Yo sé que no empezamos bien. —Dijo como leyéndole el pensamiento. —Por Merlín, yo me llevaba mal con Potter y lo arreglamos.

—Lo sé, me lo dijo.

— ¡Ya lo ve! Todo fueron sólo tontas peleas infantiles. —Le sonrió de oreja a oreja, no creía haber visto sonreír así nunca al chico. —No sabe lo frustrante que fue ver al dragón y no poder tocarlo… Acercarme…

—Por tu culpa lo perdí. —Casi gritó, el rubio se mostró arrepentido.

—Lamento eso… Pero me daba envidia la relación que tenía con Granger, Potter y Weasley. —dijo y Hagrid lo miró impresionado, nadie nunca había dicho algo así, el chico se veía sincero, bufó.

—Vale, puedes quedarte en mi casa en lo que te entreno. —La sonrisa radiante del rubio le indicó que el chico no era tan malo después de todo, él era el maestro de "Cuidado de criaturas mágicas" y Draco Malfoy parecía ser la criatura más extraña con la que había tenido contacto.


Hagrid estaba sentado en una roca mirando como Malfoy corría tras un bebé Thestral, estaba enseñándole a volar, ya que su manada había tenido que moverse, así que mientras la buscaban, Malfoy jugaba a ser mamá Thestral. Le parecía increíble que el rubio se adaptara de esa forma, vivía en una carpa al lado de su casa, hacía la cena y Hagrid el desayuno, comían a veces mientras recorrían el bosque, el rubio era muy hábil con los animales aunque un poco ingenuo, Hagrid lo había observado durante todo este tiempo y le había tomado mucho cariño al chico, pero había tomado la decisión que, después de encontrar a la manada de Thestrals, le diría al rubio que ya no tenía más que enseñarle.

—Fue genial, estaba tan feliz de ver a su mamá, sólo se lanzó. —Draco gesticulaba con las manos —Y logró volar, ya no lo dejarán atrás de nuevo…

—Draco. —Le interrumpió, el rubio le miró solicito. —Sabes creo que ya estás listo para esto. —Le pasó una carta, Draco la abrió y se quedó mirándola impactado. —Hace tiempo que me he dado cuenta que cuando interactúas con alguna criatura, ellas te escuchan y te ven de una forma que sólo he visto que hagan con otro mago.

— ¿C-cuándo será? —Preguntó interesado.

—En una semana, me haría muy feliz acompañarte. —Le sonrió revolviéndole el cabello, el cual llevaba atado en una cola alta. Desde que había llegado había crecido un poco, se notaba que era más feliz, lucía menos estresado y pálido que antes.

—Y si… Qué pasa si repruebo ¿pierdo toda posibilidad de obtener una licencia? —Preguntó un poco asustado, Hagrid se rió de buena gana.

—De ser así nadie tendría licencia. —Le contó mientras estaban en un claro en el bosque. Era noche de luna creciente, por ello esperaban para ver la danza de los Mooncalf, necesitaban sus excrementos para los invernaderos. El semigigante hecho más ramitas al fuego, mientras el rubio estaba sentado a lo indio sin zapatos, con un pantalón que apenas le llegaba a media pantorrilla y una camiseta que definitivamente había tenido tiempos mejores. —Hay una diferencia entre el "domador" y el "cazador", casi todos somos cazadores, en mi caso, que con tiempo y dedicación he logrado ganarme la confianza de las criaturas a las que cuido, en este bosque… si tratara de acercarme a un Thestral fuera de este bosque probablemente me atacaría… Pero tú… Tú, Draco, tienes un don, y hasta ahora sólo lo usas, pero tienes que dominarlo. —Draco giró la cabeza hacia la derecha sin entender de qué hablaba, se veía hasta tierno, y Hagrid le sonrió. —Cuando te acercas a una criatura, dejas salir tu magia de una manera sutil, a través de ella ellos sientes tus intensiones y te dejan acercarte más de lo que harían con cualquier cuidador. —El rubio mostró una gran sonrisa.

—No tenía idea que hacía eso. —Sacó su libreta de notas de su morral y escribió algo rápido, guardando la carta del Ministerio. — ¿Cómo puedo controlarlo?

—Yo no tengo el don, es algo con lo que se nace. —Le dijo, mientras apuntaba a la cima de la colina donde ya se veía a una pareja de Mooncalf. —Pero si vas al examen, y apruebas tendrás licencia de domador, y un domador siempre tiene prioridad por sobre cuidadores y cazadores. —Le explicó, Draco se quedó mirando a los Mooncalf.

—Sabes… Ellos me recuerdan un poco a mí. —Le sonrió, pero no era de las sonrisas habituales, radiantes y llenas de júbilo, era más bien triste. —Son criaturas tremendamente incomprendidas, así como tú. —Hagrid se mostró impresionado. —Ellos se ven feos y peligrosos, cuando lo único que hacen es ayudar al ecosistema, mantienen el balance… Lo hacen fuerte. —El rubio miró la luna, Hagrid pensó que hasta la Veela más hermosa tendría envidia de esa imagen, era un chico solitario. —Yo… —El rubio lo miró, llorando. —No me quiero ir. —Le dijo mientras lo abrazaba. —Eres lo más cercano a un amigo, me siento bien aquí…

—Siempre seré tu amigo. —Hagrid colocó una de sus grandes manos en el pequeño hombro. —Pero tú estás destinado a hacer cosas más grandiosas que cuidar un bosque… verás Nundues y podrás domarlos, veras dragones, Occamy, Atipodean Opaleye, quimeras, Quintaped… Y cuando seas así de famoso, yo diré que empezaste conmigo. —Le dijo sonriendo. —Como tu amigo, tengo que obligarte a crecer. —Draco hipó, se sorbió los mocos y asintió. —Ahora ve… Practica con ellos. —Le indicó a los Mooncalf. —Cada vez que alguien intenta acercárseles, huyen, pero tú podrás… Yo lo sé.

El rubio miró al semigigante, se limpió la cara y dejó salir parte de su magia. Hagrid se le quedó viendo, era un halo plateado que suavemente se movía entre los árboles, le hacía ver etéreo. Draco caminó lentamente, los Mooncalf dejaron de bailar, le miraron, abrieron grandes sus cientos de bocas, el rubio vio sus dientes afilados, sabía que normalmente no atacan sino que huyen, pero no quería ninguna de las dos, dejó salir un poco más de magia, pero debía enviar un mensaje, no sólo dar a conocer que no quería hacerles daño. « ¿Puedo bailar con ustedes?», les envió con su magia y el más grande de los Mooncalf golpeó repetidamente el suelo con sus grandes pies, Draco lo imitó y comenzó a girar, pronto se vio rodeado de Mooncalf había de todos los tamaños, bailó y bailó hasta que cayó al suelo cansado, entre la manada de Mooncalf, sintió como uno le lamía el rostro, justo antes de que comenzara a salir el sol, Draco se durmió, sólo durmió.


Abrió los ojos, estaba en una habitación blanca y miró el techo, le parecía lejano, le costó girarse, le dolía la cabeza, miró por una ventana y notó que estaba en la enfermería de Hogwarts. Movió su cuello y crujió por el esfuerzo, sus brazos estaban de un color dorado y sus piernas también, sintió a alguien a su derecha, trato de llamar a quien fuera, moría de sed. Hagrid llegó en ese momento.

— ¡Draco! Por fin despiertas, estaba tan preocupado. —Habló atropelladamente.

—A-g-ua. —El semigigante le llevó un vaso a los labios. Sentía los labios resecos y el agua sabía a gloria, tanto que bebió dos vasos.

—Hagrid deja eso ahí. —Lo amonestó madame Pomfrey. —Este chico tuvo un colapso mágico…

—Sólo fui a bailar. —Se rió Draco. —Fue genial ¿no? —Hagrid asintió con una gran sonrisa llena de orgullo, cuando Madame lo miró reprobatoriamente, se puso serio de nuevo.

—Según Hagrid, estuviste bailando con Mooncalf, ¿es cierto? —Draco asintió y su cerebro se quejó, moverse era doloroso. —Gastaste mucha magia en eso, pudo ser peligroso. —Madame Pomfrey se caracterizaba por ser exagerada, ¿por qué había dicho peligroso y no fatal? —Ellos te salvaron. —Dijo. —Curaron tu magia con su saliva, así curan a las criaturas del bosque o a los árboles… Ahora también a chiquillos sin escrúpulos. —Miró sus brazos aun dorados, tenía entendido que el excremento de los Mooncalf era plateado, pero no estaba documentado el color de su saliva sonrió, quiso alcanzar su morral pero Madame le golpeó la mano. —No más salidas hasta el examen, Hagrid. —El hombretón asintió varias veces. —Mandaré a un elfo para que te traiga la comida. —Y con eso se marchó.

—Esta vez nos salvamos. —Ambos rieron.

—Cuando te cargué estabas riendo, pero llegó un momento en que no sé si te dormiste o caíste inconsciente, los Mooncalf fueron a despedirte, nos trajeron casi hasta el límite del bosque. —Le contó impresionado pues nunca se alejan de su territorio, mientras Draco sonreía cansado. —En dos semanas estarás repuesto, y te irá genial en el examen.

—Cuéntame de Fluffy… ¿Cómo lo entrenaste? —Se apoyó en un lado de camilla mirándole, Hagrid comenzó contándole que era un desastre de perro, que mordía todo lo que encontraba… Pero se quedó callado al ver que el chico se había vuelto a dormir.

—No sabía que él estaba contigo. —Se giró y vio a Harry en la puerta de la enfermería. —Hace tiempo que no lo veo. —El semigigante se levantó y le abrazó. — ¿Cómo has estado?

—Muy bien, Harry, ayer fuimos a revisar el bosque. —Le contó tomando asiento. — ¿Qué te trae a Hogwarts? Espero que nada que tenga que ver con Draco. —Lo miró ceñudo, Harry llevaba su traje de auror.

—Vaya le tomaste cariño, ¿eh? —Harry se sentó a su lado. —Se ve cambiado.

—Creo que nunca conocimos al chico en realidad, ha estado ayudándome siete meses y es tan diferente a como se comportaba cuando era estudiante. —Relató. — ¿Y tú?

—Cansado, aún tenemos a muchos mortífagos tratando de nombrarse nuevos lores oscuros —Suspiró. —Pero vengo a Hogwarts a invitarte a la fiesta de cumpleaños de Ron. —Hagrid miró a Draco.

—No quiero dejarlo solo.

—No está solo, hay gente en la enfermería. —Dijo mirando por la ventana.

—No entiendes, está realmente herido. —Respondió seriamente.

—Escuché que madame dijo que sólo se había quedado sin magia. —Le restó importancia. — Dormirá y se repondrá.

—No hablo de eso. —Hagrid se acomodó en la cama. —Él está realmente solo, sus padres lo quieren pero no lo entienden, se fueron y lo dejaron, y la guerra hizo mella en su alma… Está asustado. —Dijo, recordando la noche anterior, cuando lo vio llorar, era como cuando Fluffy buscaba consuelo, era difícil de creer que una criatura como Fluffy o Draco Malfoy necesitaran consuelo, pero así era. —Tiene tu edad Harry… Y ambos han pasado cosas que jamás debieron vivir.

—Pero tenemos que seguir, así es la vida. —Harry lo miró, el rubio se veía feliz dentro de todo, el moreno podía apreciar su sonrisa mientras dormía. —Por cierto, creí que iba a ser medimago, ¿qué hace contigo? ¿Estás enfermo? —Preguntó asustado.

—Ah… No, estudió medimagia sólo durante la guerra, quiere ser cuidador de criaturas mágicas —Le dijo sonriendo.

—Es difícil imaginar al hijo de Lucius Malfoy en una labor así. —Se puso de pie. —Bueno, el cumpleaños de Ron es mañana, espero que vayas…

— ¿Puedo llevarlo? —Harry arrugó el ceño.

—No, sabes que Ron lo odia, de cierta forma nunca entendí porque tanto odio, yo hablé con Malfoy antes de la guerra, hicimos las paces de cierta forma, ambos entendimos que nuestras peleas eran estupideces de niños… pero lo que Ron siente es real, lo odia. —Le informó, y se abrazaron. —Espero verte más seguido. —Harry se fue, y Draco durmió por varias horas más.


Hagrid recordó el día en que llevó a Harry a la plataforma nueve y tres cuartos, donde el chico se veía nervioso y preguntaba por todo, Draco se veía igual, en ropa que en algún tiempo le quedaba a la medida. La ropa le daba un aire elegante, pero a la vez frágil mientras Hagrid lo guiaba por los corredores del Ministerio de Magia.

—Tenemos que pedir un permiso a los aurores primero y luego uno de ellos nos llevará a la audiencia. —Le dijo a Draco, quien llevaba la solicitud tan apretada que el semigigante estaba seguro la había arrugado. —Hablé con un amigo mío que es auror para que nos ayude, tal vez lo conoces se llama Dean Thomas estudió en Hogwarts en los mismos años que tú.

—No me suena. —Le contestó siguiéndolo, casi trotando a su lado, un paso de Hagrid eran por lo menos dos de Draco.

—Hola Dean. —Saludó Hagrid al chico que los esperaba cerca del ascensor, abrazándolo.

—Hola, Hagrid, que gusto me da verte. —Saludó el chico de color, y miró a Draco. —Mírate estás bellísimo. —Draco se sonrojó. —Vamos, Malfoy, de seguro todo el mundo te lo dice. —Alzó las cejas, Draco miró su solicitud, estaba rojo y a Dean le pareció hasta adorable. —Estamos doblando la seguridad en Departamento de Regulación y Control de Criaturas Mágicas, hace poco se encontraron seis huevos de dragón ¿puedes creerlo? En pleno Londres. —Fue el turno de Hagrid de ruborizarse, recordó a Norberto. —Les dije que el examen debería aplazarse, pero dijeron que eran tan pocos los solicitantes y aún más raro los que lo logran, así que antes del almuerzo estaría listo. —Les guió al ascensor mientras les contaba lo ocurrido. —Estamos esperando respuesta de la reserva Rumana, pero al parecer están cortos de personal; Harry está usando sus influencias para traer a Charlie Weasley…

—Él… —Se giró hacia el chico. — ¿Charlie Weasley vendrá hoy? —Recordaba a Charlie del Torneo de los Tres Magos, que resultaron ser cuatro, donde murió Cedric y ganó Potter, para variar, lo recordaba entre las llamaradas de los dragones y mientras él bromeaba con sus compañeros, durante ese tiempo sufrió un pequeño enamoramiento con el pelirrojo, aunque el domador ni siquiera notó a su admirador.

—Eh, no creo. —Le respondió Thomas. —Están tratando de ubicarlo, lo que no se traduce necesariamente en que lo logren. —Le sonrió. — ¿Amigo tuyo?

—Ah, no… Yo… Sólo admiró su trabajo. —Dijo Draco mintiendo a medias.

—Y aquí estamos. —Cuando se abrieron las puertas, Draco vio muchas notas volando, lechuzas, duendes, elfos, vampiros y hombres lobo. —El examen será en el hall, no te emociones, Malfoy, está lleno de excremento de cosas raras… Lo llaman Auditorio porque es el lugar más grande. —Le guió esquivando gente, criaturas y escritorios, se notaba que Thomas estaba acostumbrado al caos del Ministerio, para Hagrid y Draco fue más difícil, el rubio se quedó viendo un duende particularmente grande y chocó con un vampiro.

—Lo siento. —Se agachó a recoger los papeles que había tirado. —De verdad lo siento… —El vampiro se le quedó viendo, evaluándolo descaradamente. — ¿Pasa algo? —Negó y siguió su camino.

— ¿Estás bien? —Preguntó Thomas, Draco asintió. —Los vampiros están buscando que los saquen de calidad de "criaturas" y puedan tener estatus de mago. —Le informó. —No tengo idea cómo irá eso… Pero nadie quiere tratar con ellos. Aquí es. —Les abrió la puerta, Draco se sintió en el Coliseo Romano, había gradas y a su alrededor vio a varios Aurores, miembros del Departamento de Regulación y Control de Criaturas Mágicas, algunos familiares de los aspirantes. —Hagrid tú debes esperar ahí. —Le indicó una escalera, hacia las gradas. El público veía desde arriba y el rubio se puso nervioso. —Tú vas allá. —Señaló una banca donde había seis personas, tres de ellos podrían ser sus abuelos, los otros eran casi de su edad.

—Hola. —Nadie respondió, Draco se sintió más intimidado. Al parecer esperaban a una persona más, escuchó lo que conversaban "Harry Potter está en las gradas", "problema de los dragones" "¿Qué crees que sea?" Draco miró su solicitud, había un apartado que podría negarle la licencia… ¿Estuvo en Azkaban? Si su respuesta es positiva, explique los motivos, si su respuesta es negativa, pase a la siguiente. Él había estado en Azkaban, una temporada breve, pero había estado y en ninguna parte preguntaba el tiempo, bien podrían ser veinte años como dos días, para el ministerio era lo mismo. Miró las gradas, Hagrid le sonreía, Draco sonrió en respuesta, a su lado estaba Harry Potter y al lado de este Hermione Granger, no sabía si su decisión contaba para que él obtuviera la licencia, pero esperaba que no, había hecho las paces con Potter, pero Granger era otra cosa.

Por fin llegó el último aspirante, un chiquillo de unos dieciocho años, con cabellos de colores, que se sentó al lado de Draco.

—Hola, me llamo Tobías ¿Es primera vez que haces el examen? —Draco le miró, y luego miró a los lados como comprobando que le hablaba a él.

—Hola, sí, es la primera vez. —Le sonrió y el chiquillo le mostró un panfleto.

—Si la obtengo me iré aquí. —Draco leyó "Reserva de Dragones de Rumania"—Dicen que es genial, aunque están cortos de personal. —La conversación terminó cuando Cuthbert Mockridge, el Director del Departamento se puso de pie.

—Sean todos bienvenidos al examen para domador de criaturas mágicas. —Era un viejito de estatura media, con una larga barba blanca y unos lentes que le hacían ver más viejo de lo que era. —En esta ocasión y como forma de mantener la seguridad tanto para el público como para los aspirantes tenemos al Jefe del Departamento de Aurores, Gawain Robards. —El mencionado se puso de pie y saludó a la audiencia. —Y un escuadrón de Aurores… Por si acaso. —Varios rieron, pero Draco supo que hablaba en serio, la puerta se abrió y entró Charlie Weasley, quien se sentó junto a Granger. Draco sonrió inconscientemente, el chico se veía muy guapo con su ropa de cazador, se preguntó si fallaba el examen podría transformarse igual en cazador. Draco sacó su morral y lo anotó, más tarde le preguntaría a Hagrid. —Aspirante número uno, Alfred Royden. —Era uno de los magos viejos que le habían ignorado, Draco vio como Robards se acercó a él, y Royden sacó un papel de la bolsa que le acercó el Jefe de Aurores.

—Banshee. —Dijo el Jefe del Departamento de Aurores, Alfred se colocó en medio de la sala donde subieron una jaula. Draco se preguntó por qué tenían una banshee en una jaula, Alfred la atacó y Draco gritó.

— ¡No! —La banshee aprovechó que Draco había desconcentrado al aspirante y lo iba a atacar, pero la magia de Draco la alcanzó, tenía que calmarla. «Te harán daño», fue el mensaje que le envió, Draco se acercó y la banshee chilló, el rubio soltó la varita y no pestañeó, la banshee se sentó en el suelo. Todas las gradas estaban en silencio, nadie lo podía creer Hagrid hinchó el pecho orgulloso. — ¿Qué demonios estabas pensando? —Le gritó Draco al tal Alfred. —Se supone que para ser domador no debes lastimarla… Imbécil… —Draco fue detenido por Dean.

—Cálmate, Malfoy. —Le sujeto de los hombros. —Royden está descalificado, mira. —Apuntó al techo, efectivamente el Consejo del Departamento de Regulación y Control de Criaturas Mágicas, había considerado inapropiado que la atacara.

— ¡Van a dejar que un mortífagos se presente! —Gritó Royden de mal genio. —Esto es un chiste. —Tomó su varita y apuntó al rubio, pero la banshee se le lanzó encima, los Aurores tuvieron que separarlos.

Aún quedaban cinco personas antes que él, y Draco se sintió humillado, no tenía la marca, pero eso a nadie le importaba, se tironeó las mangas, no quería mostrar sus brazos. Tres de los cinco fallaron y los otros dos lograron acercarse, pero luego fueron expulsados por las criaturas: un hipogrifo, una esfinge, un Leprechaun, Yeti y un Poltergeist. Fue entonces que lo escuchó:

—Aspirante Draco Malfoy. —Draco caminó hacia a Jefe de Aurores para tomar un papelito, en un estruendoso cuchucheo, los aspirantes, salvo Royden se habían quedado. —Un Moke. —Draco giró su cabeza hacia la derecha como lo hacía cuando encontraba algo interesante y Hagrid sonrió.

—Ha domado varios. —Le contó Hagrid a Charlie y a Harry. —Es muy bueno.

— ¿Lo entrenaste tú? —Preguntó jovialmente el mayor los Weasley, Hagrid asintió orgulloso. —Lo que hizo con la banshee fue genial, me gustaría ver que hace con un dragón.

—No lo digas ni en broma. —Dijo Hagrid. —Draco es bueno, pero le falta magia para enfrentar a un dragón… Hasta los domadores entrenados tienen problemas con ellos.

—Lo sé. —Dijo Charlie. —Sólo era una broma. —Le sonrió. —Ahí va.


Abrieron la jaula y no salió nada, Draco sonrió, era sabido que los moke podían agrandarse o encogerse a voluntad. El rubio dejó la varita en el suelo y se quitó la túnica, quedó con una camiseta manga larga y los pantalones, también se quitó los zapatos, tomó aire y dejó salir su magia «ven no te hare daño, sólo quiero verte» fue el mensaje que envió. Se acercó lentamente a la caja y lo cargó, un hermoso moke marrón oscuro. Era un bebé según la apreciación del rubio, pasó la lengua por su rostro y el rubio se rió sonoramente. Fue en ese momento que la puerta estalló en pequeñas astillas, Draco colocó al moke en su jaula, pero lo que vio lo paralizó, un Atipodean Opaleye, un dragón de nueva Zelanda, joven, no tendría más de tres años. Los Aurores iban a saltar de sus asientos cuando sintieron la magia del rubio, el dragón estaba colérico. Draco se dio cuenta de la falta que le hacía su varita, «cálmate», le pidió y por primera vez una magia le regresó el mensaje con un «duele», el rubio vio una de sus patas sangrando y su cola, le faltaban escamas.

—Por favor. —Le pidió al grupo de Aurores que venían detrás. —No se acerquen y no lancen hechizos. —Charlie había saltado y estaba casi al lado de Draco, pero el rubio no había roto contacto visual con el dragón. Draco se agachó entre sus patas, parecía suicidio, tomó la que estaba herida «la curaré» dejó salir mucha magia, para que le llegara el mensaje, era un dragón joven se dijo, si lo ataca, sólo perdería un brazo o una pierna. Trató de calmarse y le curó, el dragón sólo le mostró la cola, Draco se hubiera reído, pero tenía miedo, se acercó a la cola y la curó también. Eran heridas leves, hechas por hechizos, una herida de un dragón a otro tardaba años en curar, entonces todo se puso negro.


Abrió un ojo, estaba oscuro, le dolía el cuerpo, esa sensación no era nueva, había usado mucha magia, le recordó al baile con los Mooncalf, aunque ahora era peor. Sentía como si lo hubieran exprimido hasta no dejarle magia, se sentó y todas las luces a su alrededor se encendieron, Draco se alargó y se encandiló, estaba mareado, sintió gente entrando.

—Hagrid. —Llamó. — ¿Hagrid? — ¿Dónde estaba? No le había dejado solo verdad, Hagrid no haría eso, sintió una enorme mano tomar una de las suyas.

—Aquí estoy. —Draco sonrió y se acurrucó en el lugar de donde provenía la voz. — ¿Estás bien? —Preguntó, pero el rubio se había vuelto a dormir.

—Es peligroso. —Dijo Hermione mirando al chico durmiendo en brazos del semigigante. —Lo siento, Hagrid, yo no permitiré que le den licencia.

— ¿Por qué? –Saltó Charlie. —El chico lo hizo genial, calmó a la banshee, al muke y a un dragón joven, ¿sabes cuantas personas pueden hacer eso?

—Por lo mismo, puede entrenarlos para atacar…

—Si quisiera eso no se habría presentado a una audición. —Soltó el Weasley. —Dinos la verdad, Granger, no quiere dársela porque lo odias desde la escuela. —Picó el pelirrojo, Harry giró los ojos. —Hagrid cuando despierte dile que quiero llevármelo a la reserva en Rumania, con o sin licencia lo que hizo es genial, además curó al dragón… Sabe de medimagia, en la reserva nos vendría de pelos tener a alguien así.

— ¿Hermione por qué quieres negarle la licencia? —Preguntó Hagrid mirando a la chica. —Siempre te he defendido y sé que eres una bruja genial, pero Draco se ha esforzado, las criaturas lo quieren, lo hubieras visto bailar con los Mooncalf.

—Yo quiero verlo. —Dijo Charlie. — ¿Puedes darme el recuerdo? —Hagrid se vio incómodo pero lo hizo. — ¿Qué edad tiene?

—Tiene veintitrés. —Dijo Harry. —Era compañero nuestro en la escuela.

—Oh, ya lo recuerdo, Ron lo odia. —Sonrió abiertamente. —Por eso Granger quiere negarle la licencia, eso es muy poco profesional. —Le dijo mirándola acusadoramente. —Puede demandarte, todos en ese auditorio vimos como controlaba a las criaturas, si puedes hacerlo mejor me gustaría verlo.

—Malfoy está registrado como Medimago Auxiliar. —Apretó los dientes. —No necesita cuidar bestias.

—Pero él se enlistó como Medimago Auxiliar para ayudar durante la guerra, no quiere hacer eso, quiere ser domador. —Dijo Hagrid, dejando a Draco en la cama. —Y puede hacerlo, ya lo viste…

—Lo que vi. —Levantó la voz. —Fue a Malfoy perdiendo toda su magia…

—Era un dragón… Necesita entrenamiento. —Dijo Charlie. —Tenemos domadores entrenados que no pueden con los dragones, su magia es violenta y voluble, con el entrenamiento adecuando será de mucha ayuda. Vamos Hermione, sabes que no es justo.

— ¿Te harás cargo de entrenarlo? —Le preguntó desafiante. Charlie alzó una ceja. — ¿Puedes prometer que lo tendrás bajo control y que no tratará de atacar Londres con todas esas cosas? —Gritó colérica, Charlie bajó los hombros.

—Me haré cargo mientras este en la reserva conmigo. —Suspiró y miró a Malfoy en la cama, aferrado a Hagrid no le parecía peligroso, de hecho pensó en una cría de dragón, se veía tierno y era lindo, sonrió. —Dale la licencia y partimos mañana.


Charlie lo tomó del brazo, Draco no quería soltar a Hagrid, Granger iba detrás de ellos, todos les miraban en el Ministerio, la chica cada cierto tiempo le gruñía a alguien, era más que evidente que Granger estaba teniendo un mal día, pensó Draco cuando lo metieron a un ascensor.

—Hagrid. —Gimió bajito. — ¿Qué hice? —Charlie se rió tan fuerte que lloraba de risa y casi se partía en dos, Hermione lo miraba como si quisiera hechizarlo, mientras Draco lo miraba sin comprender qué le pasaba.

—Oh, Draco, eres tan lindo. —Le sonrió. —No hiciste nada, no tú al menos. —Miró a Hermione pero la chica no se dio por aludida. —Te van a dar tu licencia de domador. ¡Felicidades! —Le despeinó el cabello. —Ahora la mala noticia es que tendrás que estar un año bajo entrenamiento en la Reserva de Dragones de Rumania, te pagaran y eso, pero tendrás que estar allá… Y bueno aguantándome a mí. —Le sonrió mostrando todos sus dientes blancos. —Tendremos que comprarte algunas cosas.

—Mis cosas están en Hogwarts.

—Creí que ya habías terminado la escuela. —Le miró sorprendido.

—Estoy entrenando con Hagrid. —Miró a otro lado, no entendía qué pasaba ¿por qué tenía que irse? Él no tenía pensado salir de Inglaterra tan pronto. — ¿Qué pasó con los demás aspirantes?

—Sólo tú y Tobías lo lograron. —Le informó Hagrid. —Tobías también irá a la reserva.

— ¿Qué criatura enfrentó? —Preguntó realmente interesado, bajando la guardia. Desde que Granger y Weasley le habían sacado de la enfermería estaba algo alterado, esos dos no podían significar nada bueno.

—Ayudó a calmar al dragón cuando caíste inconsciente. —Le contó el semigigante. —Estabas ido, pero cuando terminaste de curar su cola, caíste y entonces el dragón te cubrió con su cuerpo, como si fueras una cría, no dejaba que nadie se acercara. Tobías dijo que era mejor no alterar al dragón, así que esperamos alejados, el dragón no te soltó hasta que Tobías le informó, con ese método de conexión mágica que tienen los domadores que te estaba poniendo en peligro, el dragón dejó que te sacáramos y volvió a su jaula, fue genial. —Sonrió Hagrid.

—Puso a la mitad de los presentes en peligro y a la otra mitad con una crisis nerviosa. —Espetó Granger. —Esto es realmente inútil, Malfoy, serias de mucho más ayuda si te hicieras medimago, ¿tienes idea de la falta que hacen? ¿Sabes la cantidad de gente herida o enferma que dejó la guerra? Eres bastante bueno en eso, no debiste meterte con criaturas…

—No eres mi madre… Y ni a ella la escuché. —Granger cerró la boca, parecía que la hubieran golpeado con un garrote, Charlie alzó una ceja. —No sé cómo sea tu relación con tus amigos, pero yo hago lo que quiero… Y quiero ser domador. —El rubio dio por terminada la charla, Hermione lo hubiera abofeteado, sino hubiera sido exactamente lo que Ron y Harry solían reclamarle. Charlie vio claramente la incomodidad de la chica así que decidió aligerar el ambiente.

—Malfoy, está claro que en la reserva a veces también tenemos que curar a nuestros compañeros o a veces a los animales, es una reserva de dragones, pero hay otras criaturas, después de todo son treinta y dos hectáreas de bosque. —Le contó y Draco ya se estaba imaginando tres o cuatro bosques prohibidos. —En realidad aprenderás bastante, pero si sabes de medimagia, eso siempre es muy útil.

—Para mí no es un inconveniente. —Lo miró, y por primera vez lo evaluó, Charlie era una cabeza más alto que él, de una gran espalda y marcados músculos, su cabello era de un rojo más oscuro que el de los otros Weasley, no tenía pecas y sus ojos eran de un azul oscuro, «hermoso», fue todo lo que pensó; llevaba su uniforme de cazador, pantalones de cuero negro muy ceñidos, alcanzaba a ver un abrigo también de cuero que le llegaba hasta debajo de las rodillas, tenía el símbolo de un dragón comiéndose su cola en la espalda y terminaba el atuendo con unas botas altas, hasta medio muslo. Draco se hubiera puesto a babear si el ascensor no hubiera llegado al segundo piso, al Departamento de Aurores.

—Iremos con Robards primero. —La chica les dejó espacio para caminar a la oficina, Draco miró a Potter entrando a ella. Nunca le había gustado estar vinculado a Potter, sólo daba problemas, aunque no pudo dejar de notar lo guapo que estaba. Hagrid se sentó fuera de la oficina, ya que él no podía entrar.

—Señores. —Saludó el Jefe de Aurores. —Tomen asiento. —Draco vio a Tobías sentado al otro lado, quien le sonrió alegre y Draco le dio un saludo silencioso con la cabeza. —Charlie Weasley, no sé por qué no me asombra la petición.

—Señor, en la reserva somos doscientos cazadores y diecisiete domadores, ni siquiera tenemos uno por unidad, sería más seguro tanto para los cazadores como para los dragones que recibiéramos la ayuda de dos más. —Le informó. —Además poseo la plenitud de derechos…

—Sí, lo sé. —Dijo Robards. —Esta mañana me escribió tu jefe, al parecer quiere con toda el alma que te lleves a estos dos. —Miró evaluativamente a los chicos. —Sabes que ambos son un montón de problemas legales. —Draco sabía que su situación era complicada pero no tenía idea que la de Tobías también lo fuera. —Uno es el heredero de los Malfoy… Y el otro es el último de los Nott. —Desde que le vio y notó algo familiar, no pudo evitarlo.

—Eres el hermano menor de Theodore Nott. —Sólo lo dijo, Tobías le dio una gran sonrisa y asintió.

—Quien está cumpliendo condena en Azkaban. —Informó Potter en tono grave, Draco se quedó callado. —Ambos tienen problemas con el Ministerio de Magia…

—Draco cumplió su condena en Azkaban. —Saltó Charlie.

—No es posible… Yo dejé una carta indicando explícitamente que Malfoy había sido obligado… —Potter se quedó callado al notar la mirada de Hermione. —No es posible… Lo dejé escrito…

—Draco estuvo casi ocho meses en prisión. —Dijo Charlie. —Y en lo que respecta a Tobías Nott, era menor de edad y estuvo todo el tiempo a resguardo en castillo durante la guerra… Si lo que se quiere es que pague por los delitos de su familia eso ya lo está haciendo Theodore Nott.

—Oye, Charlie. —Llamó Tobías. —Todo lo que yo sé, me lo enseñó mi hermano… Así que cuando salga sería buena idea que hablaras con él. —Robards le dio una mirada asesina, pero esa sólo podía competir con la que tenía Harry Potter en el rostro.

—No voy a seguir perdiendo el tiempo, en la reserva tenemos muchas cosas que hacer. —Dijo Charlie mirando a Harry. — ¿Podemos irnos verdad?

—Me imagino que tanto la señorita Granger como el Jefe de Aurores me deben una explicación. —Dijo Harry con un tono de voz tan gélido que ambos aludidos abrieron impactados los ojos. — Quiero las licencias de estos dos, estarás a cargo de ambos. —Charlie casi aplaude de felicidad. —Les daré una semana para que se vayan de Londres.

—Señor Potter…

—Gawain. —Todos se quedaron en silencio. —Cuando me obligaron a ser auror se pactaron algunas cosas… Me acabo de enterar que una de ellas no fue cumplida. —El Jefe de Aurores se veía pequeño en su asiento. —Muero de ganas por saber qué más pasaron por alto de nuestro acuerdo.

Charlie sacó a Draco y a Tobías de la oficina, Tobías no parecía feliz de ello, Hagrid les esperaba afuera y el pelirrojo le mostró las licencias, los cuatro salieron con sendas sonrisas.


—Explícame lo de Potter. —Le pidió Draco a Charlie mientras Hagrid y Tobías habían ido a comprar algo para comer. —Él estaba muy enojado… Y la verdad me asombra que no supiera de mi estadía en Azkaban, salió en varios periódicos.

—Harry estuvo poco más de un año en coma después de la batalla final, no sé bien los detalles pero él y Dumbledore pensaban que no sobrevivirían a la guerra. —Le contó el pelirrojo. —La parte de Dumbledore fue cierta, pero bueno, la cosa es que pensaban que iban a morir, por eso dejaron todo en orden antes de la batalla, y Harry explicaba muy gráficamente en una carta y en varios recuerdos como fuiste obligado a ayudar a Voldemort. —Draco no podía creerlo. —No fue sólo contigo, también con Snape y algunos otros; el problema se dio que al finalizar la guerra había muchos heridos, muchos muertos, mucho que reconstruir… Y todos nos centramos en ello, las personas que perdieron seres queridos exigían justicia y el ministerio se mostró implacable.

Draco no podía creer que Potter hubiera hecho algo así, eso le convertía en ese héroe de leyenda, que siempre hace el bien y jamás se aleja de él, tan blanco, Potter era pura luz. Miró sus manos, él había sido tan egoísta, por salvar a sus padres él hubiera sacrificado a todo Hogwarts.

—La cosa fue que Hermione se puso ayudar en el Ministerio. —Sonrió triste. —Y al parecer ha cambiado mucho… No respetaron las decisiones de Harry, y tú fuiste a dar a Azkaban y tu madre perdió mucho dinero, que usaron para reconstruir la escuela, el Ministerio… Y un montón de lugares, pero lo cierto es que Harry dejó estipulado que no podían hacerlo. —Charlie tomó su orden de pollo y arroz de las manos de Hagrid. —Muchas gracias. Después de eso, no tengo del todo clara la historia. —Le dijo dándole una mordida a su pollo. —Sólo sé que Harry se vio obligado a trabajar de auror y que lo odia.

—No tenía idea. —Draco tomó su orden de pavo a la crema con ravioles, Tobías se sentó a su lado. —La verdad durante la escuela con Potter sólo peleábamos.

—Lo que era realmente entretenido sino estabas al medio. —Sonrió Tobías. —Apostaba con mi hermano, aunque cuando llegaban a los puños, Malfoy siempre perdía. —El rubio se ruborizó. —No te ofendas pero eres pésimo peleando a mano limpia.

—Hicimos las paces poco antes de la batalla final. —Les contó. —Yo entendí que siempre le tuve envidia… Pero al parecer… A Potter no le gustaba la forma en que lo trataban o cómo era su vida, y lo entendí en ese momento, así que hablamos, arreglamos las cosas, y ahora estamos en paz.

— ¿Y el amor?

— ¿Qué amor? —Draco miró alarmado a Tobías.

—Siempre pensé que lo de ustedes estaba fuera de foco, que ese era el único problema. —Sonrió comiéndose una papa frita. —En lugar de pelear deberían haber follado, eso hubiera sido caliente material para porno y masturbación. —Draco se sonrojó furiosamente y Tobías se rió.

—Harry y Draco. —Hagrid arrugó el ceño. —Los quiero a los dos, pero los prefiero por separado. —Draco asintió, Charlie se veía pensativo. — ¿Qué harás mañana?

—Mañana. —Saboreó las palabras mientras comía. —La idea es que compremos todo lo necesario para varios meses en la reserva, hay un pueblo, pero está muy lejos y habitualmente bajamos dos o tres veces en el año, así que tienen que llevar todo lo necesario, además ustedes, que estarán en entrenamiento no pueden bajar al pueblo solos.

—Ya. Como Hogwarts. —Dijo Tobías.

—No, es peor, en este caso estarán siendo observados por el Ministerio. —Charlie se puso serio (costaba creerlo). —Lo que aprenderán puede ser utilizado para hacer mucho daño, en su caso más que el de un cazador normal, ser un domador es una espada de doble filo. —Tomó de su cerveza. —Es genial comunicarte con las bestias, pero el Ministerio lo ve con malos ojos… ¿Y si entrenan a los dragones y les da por atacar pueblos montados en ellos…? No se puede, pero estos vejestorios juran que es posible domar a un dragón.

— ¿Para qué atacaríamos ciudades? —Preguntó Draco. —El sólo hecho de volar en dragón debe ser un sueño. —Charlie se quedó mirándole.

—Eres muy simple Malfoy. —Le sonrió feliz.


Eran las seis de la mañana, Tobías se caía de sueño, Draco y Charlie discutían sobre dónde comprar, Tobías les miraba mientras trataba de dormir de pie.

— ¿No pudimos venir más tarde? —Casi lloró, su cabello extremadamente negro estaba amarrado, y todo él estaba enfundado en una enorme túnica negra.

—Más tarde habrá mucha gente, no estoy habituado a la gente. —Le contestó Charlie. —Soy tímido. —Le sonrió, Tobías bufó. —La verdad es que estoy muy habituado a los hábitos de la reserva, ¿tú no tienes sueño? –Preguntó a Malfoy.

—Eh, no, es la mejor hora para recolectar ingredientes para pociones. —Miró el mapa de las tiendas en Callejón Diagón. — ¿En Rumania hace mucho frío verdad?

—En invierno llegamos a -35 grados. —Les sonrió. —Nieva por montones, es hermoso.

—Estás loco, moriré de frío. —Tobías tembló dentro de su abrigo. —Creo que ya me resfrié.

— ¿Dónde puedo conseguir ropa para ese clima? —Preguntó Draco, Charlie le sonrió.

—No te preocupes por la ropa. —Le cerró un ojo, y Draco se sonrojó. —Te las dan en la reserva, son hechas especialmente para nuestro trabajo. —El rubio se sintió tonto. —Sólo tenemos que comprar lo relativo a la tienda, que tengas para comer y vivir. —Charlie se fue camino a ver las tiendas de campaña o las cabañas mágicas plegables, Tobías iba más animado haciéndole preguntas, Draco se quedó un poco atrás. ¿Charlie le había coqueteado o él era un niño tonto que no notaba las bromas? Había pasado mucho tiempo con Hagrid y había perdido todo tipo de sutilezas y bromas picantes al hablar.

Entraron a una enorme tienda, Tobías se perdió revisándolas todas, Draco se quedó un poco atrás, Tobías quería casi un palacio, el rubio había estado viviendo en tiendas de campaña los últimos dos años, buscaba algo práctico, pero no estaba del todo emocionado.

— ¿Estás bien? —Casi saltó al notar a Charlie casi pegado a su espalda.

—S-sí. —Giró en su dirección. — ¿Cuál crees que sería la más adecuada? —El pelirrojo miró la tienda.

—Es un poco pequeña, ¿no?

—Bueno, viviré solo, para mí está bien.

—Y qué harás cuando te vaya a visitar, ahí no tendrás donde arrancar. —Sonrió de lado, Draco estaba más sorprendido que emocionado.

— ¡Quiero esta! —gritó Tobías desde el otro lado de la tienda, la encargada parecía tan muerta de sueño como el chico al principio del día, Draco se giró a buscar una más grande.


Al final Tobías no había podido comprar su palacio portátil, pero ambos habían comprado cabañas medianas, era casi iguales, la de Tobías estaba más equipada, pero Draco se había vuelto muy sencillo después de la guerra.

—Oigan, vamos a casa a buscar mis cosas y nos vamos a Rumania. —Dijo Charlie emocionado. — Para que hacerle más problemas a Harry, lo mejor será que nos vayamos a penas tengamos todo. —Charlie les transportó a la madriguera a eso de las diez, los recibieron Molly y Ginny Weasley, Charlie obligó a Ginny a besarlo repetidas veces.

— ¡Suéltame ya!

— ¡No! Eres mi hermana tienes que quererme —Dijo haciendo un puchero. —Mamá, dile.

—Ginny besa a tu hermano. —Molly sonreía mientras Charlie jugaba con su hermana. —Buenos días. —Tobías se apresuró a tomar su mano, Draco era un poco más arisco.

—Buenos días. —Fue un saludo formal, pero frío.

— ¿Ya se van? —Preguntó Ginny soltándose de su hermano, riendo. —Llévenselo.

—Partimos en unas horas, hermana mal agradecida, uno de estos días me come un dragón y tu nada. —Dijo bromeando. —Ellos son Tobías Nott y Draco Malfoy. —Los presentó. —Me los llevo a Rumania.

—Tienes seis días aún. —Dijo Harry, saliendo de cocina con un café en las manos.

—Que temprano vienes. –Charlie le miró ceñudo y después a Ginny.

—No lo molestes, Charlie, terminamos hace años.

— ¿Ah, sí? No lo sabía, dame un café, Harry. Chicos, siéntense, no van a crecer más… Lo siento por ti, Draco, te quedaras enano. —El rubio arrugó el ceño. —Qué lindo te vez cuando haces caras. —Miró a Harry. — ¿Cuéntanos qué pasó cuando nos fuimos?

— ¿Puedo hablar contigo, Malfoy? —Draco tomó la taza que le pasaba Ginny y se le quedó viendo.

—Ah, Harry, no seas aburrido, cuéntanos qué pasó. —insistió Charlie.

—Deberías contarnos, Hermione ha estado echando humo estos días. —Dijo Ginny secundando a su hermano.

—Necesito hablar con Malfoy. —Casi gruñó, Charlie se puso serio. — ¿Me acompañas? —Harry no espero respuesta y salió, Draco se quedó sentado mirándole.

— ¿No me va a matar cierto? No he hecho nada malo… Es que… Bueno… Una vez lo hice enojar y me lanzó un Sectumsempra… O sea, es complicado. —Draco jugó un rato con la cucharita de su café.

—Estaré detrás de ti. —Charlie le sonrió. —Lo prometo. —El rubio dejó la taza en la mesa de centro y salió al patio, Potter se giró a verle y cerró la puerta.


—No sabía que habías estado en Azkaban… Me disculpo por eso. —Fue el saludo, Draco bajó las mangas de túnica, gesto que había adquirido por la cantidad de gente que se quedaba mirando sus antebrazos. —Yo… —Potter apretó los puños. — ¿Qué te hicieron?

—No mucho, no me dejaban ducharme regularmente, los dementores pasaban una vez al día, la comida estaba caliente, nada raro. —Resumió el rubio. Harry sonrió triste y acomodó el cabello del rubio tras la oreja. —Aprendí a alejar a los dementores sin Patronus.

—No se lo digas a nadie. —Harry le sonrió más tranquilo. — ¿Estás feliz? Por irte a Rumania —Aclaró.

—La verdad… No quería dejar a Hagrid.

—Supe hace muy poco que estabas con él, fui un día a verlo a Hogwarts y estabas en la enfermería por haber bailado con los… Gatos… cat…

—Mooncalf. —Corrigió el rubio. —Eso fue genial.

—Cuídate mucho… Cuando estés en Rumania, tal vez los voy a molestar uno de estos días… Yo… Quiero verte otra vez. —Draco lo miró impresionado, quiso preguntar por qué, pero Ronald Weasley salió de la casa en ese momento.

— ¿Qué hace este aquí? —Gruñó, Harry se puso en medio.

—Vino con Charlie.

—Y ya nos vamos. —El pelirrojo salió de casa arrastrando a Tobías que trataba de llevarse todas las tostadas, Ginny le ayudó a empacar más, cogió a Draco de un brazo. —Despídanse chicos. —Lo último que Draco vio fueron los ojos tristes de Harry Potter.

CONTINUARA...

muy bien, así comienza la historia... este capi es super largo, trataré de no hacerlos tan largos para la proxima XD

besos a todos

Arizu Eiri