Hi there.
Como dice en el resumen, esto es sólo una traducción, lo que quiere decir que los personajes no me pertenecen (si estás aquí ya sabes que son de Cassandra Clare), ni tampoco la historia, que pertenece a Lecrit, y le puedes echar un vistazo al original, en inglés, aquí: s/11865508/1/The-Avengers-Initiative-Or-Something-Like-That).
— Estoy aburrida.
Alec levantó la mirada de su libro para darle una ojeada a Isabelle, que estaba sentada con las piernas cruzadas en el sillón de cuero enfrente de él. Estaba jugando ausentemente con una de sus flechas, girándola entre sus manos.
— Lee un libro — replicó de manera casual —. Mira televisión, ve a dar un paseo. Nueva York tiene muchas distracciones que ofrecer.
— No, me refiero a que estoy aburrida. Quiero un trabajo.
— Tuvimos un trabajo la semana pasada — contestó impasible.
— Sí, eso fue hace una semana — suspiró su hermana.
— Nos pagaron. Usa el dinero para entretenerte.
Isabelle dejó salir un profundo suspiro, pero no respondió, dejando la flecha en la mesita de café entre ellos. Se estiró en su asiento como un gato.
Alec miró de vuelta a su libro, esperando silenciosamente que lo dejara terminarlo antes de que empezara a quejarse otra vez. Sólo le quedaban diez páginas. Pero no fue ella la que alteró su paz esta vez. Jace entró en la sala y se dejó caer en el sofá al lado de su hermano, su cabello rubio cayendo en sus ojos dorados. Lucía como problemas. Él siempre lucía así.
— Puede que nos haya encontrado un nuevo trabajo — dijo, con una sonrisa lobuna, inclinándose para picar a Alec en las costillas. Él le dio un manotazo en la mano sin dedicarle una mirada.
Isabelle se incorporó inmediatamente, una gran sonrisa reemplazando su expresión previamente aburrida.
— Es un banco en-
— No — lo interrumpió Alec, frunciendo el ceño —. No vamos a bancos. Demasiado peligroso.
Jace parecía a punto de discutir durante un segundo, pero sus protestas fueron interrumpidas por un sonoro golpeteo. Alec se puso de pie, dirigiendo un dedo acusador a sus hermanos.
— Bancos no — repitió, porque los conocía lo suficientemente bien como para darse cuenta de que tendría que decirlo dos veces (probablemente más).
Fue a abrir la puerta de enfrente y alzó una ceja ante el extraño parado enfrente de él.
Era alto, pero ligeramente más pequeño que Alec, lo que no era una gran sorpresa. Alec era más alto que la mayoría de las personas. Sus ojos oscuros brillaban con inteligencia y su piel oscura parecía destellar bajo las luces del pasillo. Estaba usando una camisa negra y cargaba un portafolio en una de las manos, la otra estaba metida con indiferencia en su bolsillo.
— ¿Puedo ayudarte?
— Creo que puedes — dijo el extraño, con una sonrisa confiada —. Estoy buscando a los Lightwood.
— Soy Alec — dijo, su frente arrugada por la confusión y la aprehensión.
— ¿Puedo pasar?
Alec dio un paso al frente, bloqueando su vista del interior del departamento.
— ¿Por qué? ¿Quién eres tú?
— Mi nombre es Luke Garroway — indicó el hombre —. Tengo una oferta de trabajo para ustedes. Han sido altamente recomendados.
Alec frunció el ceño y le dio un vistazo más largo al hombre, ojeándolo de arriba abajo. Los clientes nunca iban a su apartamento. Nunca sabían dónde vivían, eran muy cuidadosos al respecto. Ellos nunca revelaban información personal acerca suyo a nadie. Este Luke Garroway era sospechoso y lucía perturbadoramente como un policía.
— Señor, no sé de qué está hablando — dijo secamente, sus ojos entrecerrándose.
Empezó a cerrar la puerta, pero Luke lo detuvo, bloqueándola con el pie.
— Sé quiénes son — afirmó precipitadamente —. Sé lo que hacen.
Jace e Isabelle llegaron trastabillando detrás de su hermano, cuestionándolo con ojos cautelosos. Él apretó la mandíbula y sólo les tomó un vistazo para que se enderezaran, sus cuerpos listos para pelear.
Alec se volvió al extraño —. No sé de qué estás hablando — siseó —. Ahora, saca tu pie antes de que te lo rompa.
— Hodge Starkweather — soltó Luke.
El ceño de Alec se profundizó, pero esta vez de sorpresa —. ¿Qué?
— Te dije que me habían sido recomendados. Hodge Starkweather es quien sugirió que viniera con ustedes. Dijo que eran los mejores.
Jace dio un paso adelante, tomó la manija de la puerta y la abrió, a pesar de las protestas de su hermano.
— Lo somos — afirmó con carácter definitivo —. ¿Por qué no dijiste que conocías a Hodge en primer lugar?
— Porque él no estaba seguro de si estarían felices por el hecho de que me dijera acerca de ustedes — contestó Luke después de aclararse la garganta.
Ya no lucía confiado.
— Luces como un policía — intervino Isabelle, porque ella nunca se iba por las ramas.
— No soy un policía — replicó Luke en un parpadeo, mirándolos uno por uno —. ¿Creen que sería amigo de Hodge Starkweather si fuera un policía?
Y en realidad, eso tenía sentido. Alec abandonó su postura defensiva y se hizo a un lado, haciendo gestos a Luke para que entrara.
— ¿Qué quieres? — preguntó Isabelle, cruzando los brazos sobre su pecho.
— Como le dije a Alec, tengo una oferta de trabajo para ustedes.
— ¿Qué tipo de oferta de trabajo? — inquirió Jace.
— El tipo de oferta que no serán capaces de rechazar — dijo Luke, la sonrisa de vuelta en sus labios —. El tipo de oferta de trabajo de muchos millones de dólares.
— Bueno, al menos ya no estoy aburrida — exclamó Isabelle alegremente, entrando a la sala.
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— No.
— Pero Magnus-
— No — repitió Magnus —. Ya no hago esto, Hodge.
— No te estoy pidiendo que vuelvas al juego para siempre. Sólo te estoy pidiendo que lo hagas una vez más — argumentó Hodge.
Magnus estaba de espaldas a él, la vista fija en el horizonte, las manos juntas detrás de la espalda.
— No.
Hodge suspiró y se acercó, tomando a Magnus suavemente por el hombro.
— Es un montón de dinero — repuso con suavidad —. Estamos hablando de millones.
— No necesito millones — replicó Magnus secamente —. Pídeselo a Catarina.
— Ella es buena, sí, pero Magnus, tú eres el mejor — dijo Hodge, apretando amablemente su hombro —. Te necesitamos.
— No.
Hodge suspiró, con los hombros caídos por la derrota. Se alejó de Magnus para sacar un archivo de su portafolio.
— Estás aburrido, Magnus. Ambos lo sabemos. Necesitas algo de emoción en tu vida y sabes que lo extrañas — lo dejó en la mesita de café —. Si cambias de opinión, tienes todo lo que necesitas saber en este archivo.
— Adiós, Hodge — respondió Magnus fríamente, sin molestarse en darse la vuelta para mirarlo de frente.
Un minuto después, se había ido, la puerta de enfrente cerrándose ruidosamente detrás de él.
Magnus odiaba que Hodge lo conociera lo suficientemente bien como para discernir que no sería capaz de evitar echar al menos un vistazo.
Abrió el archivo y sus ojos se ensancharon cuando vio la foto de la primera página. Conocía ese rostro, lo conocía demasiado bien. Valentine Morgenstern.
— Maldita sea, Hodge — susurró Magnus a nadie en particular.
Terminó el resto de su vaso de vino y se sentó en el sillón, zambulléndose en el archivo antes de que pudiera pensarlo dos veces.
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— Así que, ¿quieres que robe algo?
— No, Simon, quiero que me ayudes a hacerlo.
— No soy un criminal, Clary.
— No te estoy pidiendo que lo seas — explicó ella cuidadosamente, sonriéndole a su mejor amigo. La mirada de éste la obligó a corregirse —. Sí, bueno, te estoy pidiendo que te conviertas en un criminal, ¡pero no uno malo!
— ¿Sabes qué le hacen a las personas como yo en prisión? — soltó Simon —. Soy flaco, uso lentes y hablo demasiado. No duraría una semana.
Clary rió entre dientes y rodó los ojos afectuosamente, su cabello rojo volando sobre sus hombros. Se inclinó hacia delante para tomarle las manos, apretándolas tranquilizadoramente.
— Nadie va a ir a prisión — afirmó con seguridad —. Lo prometo. No haremos nada sin un plan que incluya que ninguno de nosotros irá a prisión.
Simon asintió, rascándose la nuca nerviosamente.
— ¿Qué es lo que quieres robar exactamente? — preguntó.
— La verdadera pregunta no es qué — eludió Clary con una sonrisa divertida —, es de quién.
Simon alzó una ceja interrogativamente.
Ella se inclinó todavía más cerca, bajando la voz tanto que estaba susurrando —. Vamos a robarle a mi padre.
Simon tardó en reaccionar y se quedó con la boca abierta, sus ojos ensanchándose. Entonces se aclaró la garganta y sacudió la cabeza con incredulidad.
— Bueno, en ese caso — dijo —. Estoy dentro.
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Alec Lightwood nunca había sido fan de California. Había nacido y crecido en Nueva York y nunca había entendido el gran escándalo acerca de la Costa Oeste. Por supuesto, tenían playas y sol la mayor parte del año, pero para él no había una vista como Nueva York bajo la nieve en la cúspide del otoño. Nunca le había ido bien con el calor tampoco, pero probablemente eso era porque nunca usaba nada que no fuera negro.
Ser un ladrón profesional no había sido el plan de vida de Alec, pero bueno, era bueno en ello y alguien necesitaba proteger a sus temerarios hermanos. Constantemente consideraba que él era la única razón por la que todos ellos aún no estaban en prisión.
Isabelle era un caos, pero de alguna forma se las arreglaba para salir airosa de las situaciones tan jodidas en las que se metía. Era imprudente, pero lo suficientemente inteligente para evitar muchos problemas.
Jace era irresponsable y estaba totalmente fuera de control. Alec había esperado, ilusamente, que crecer le metería un poco de sentido común en su denso cráneo, pero eso había sido sobreestimar a su hermano adoptivo. Era tan temerario como lo había sido cuando eran niños.
Jace había aprendido rápidamente que podía esconderse con facilidad tras una sonrisa encantadora o un guiño juguetón para evitar ser atrapado o, si lo era, castigado. Alec era el único que podía ver directamente a través de él, pero nunca hacía nada al respecto, a menos que Jace se estuviera poniendo en una posición arriesgada. Todos los demás, sin importar que fueran sus padres, Isabelle o perfectos extraños, caían con los ojos de cachorrito y las sonrisas inocentes de Jace, una y otra vez.
Estaban en un taxi, camino a la dirección que Luke Garroway les había dado en el archivo que había dejado cuando los había visitado en Nueva York y, como siempre, Jace estaba preocupado por asuntos muy urgentes.
— ¿Creen que tendremos nuestra propia habitación? No quiero compartir con Alec, se levanta demasiado temprano.
— Al menos no te pateo fuera de la cama — le espetó Alec, entrecerrando los ojos hacia su hermano.
— Oh, vamos, ¡pasó una vez! — protestó Jace.
— Fue una vez de muchas — argumentó Alec —. Me salieron moretones.
— Chicos — interrumpió Isabelle, rodando los ojos ante las tonterías de sus hermanos —. Sean buenos entre ustedes.
— Ya llegamos — intervino el conductor del taxi con una sonrisa, obviamente entretenido con su tonta discusión.
Alec se inclinó para pagarle mientras Jace e Isabelle salían del auto para tomar su equipaje antes de seguirlos. Se detuvieron enfrente de la casa, con las bocas abiertas del shock. Era más como una villa, en realidad, y yacía en lo alto de una colina, mirando por encima al resto de las casas con cierta presunción. Era una de esas enormes villas que normalmente sólo ves en la TV.
— Mierda — soltó Jace, expresando en voz alta lo que todos estaban pensando.
Fue el primero en adelantarse, dando dos pasos a la vez para tocar el timbre. Isabelle y Alec lo siguieron con más cautela, porque ambos tendían a ser más cautos que Jace.
Fue Hodge quien abrió la puerta, para su gran sorpresa. Les sonrió con alegría, sus ojos suavizándose con afecto ante la visión de los hermanos Lightwood.
— ¡Hodge! — exclamó Isabelle, saltando emocionada a abrazarlo.
— Izzy — rió él, sus brazos deslizándose alrededor de su cintura —. Es bueno verte.
Se apartó de ella para abrazar a sus hermanos.
Alec, siempre el afectuoso y obtuso, frunció el ceño, pero lo abrazó de todas formas —. No sabíamos que estarías aquí. Luke dijo que te conocía, pero eso es todo.
— No podía ir yo a Nueva York — eludió Hodge —. Tenía otro recluta que convencer.
— ¿Lo hiciste? — preguntó Jace, dejando caer su bolsa en el suelo, mirando desconcertado a los alrededores.
El vestíbulo era impresionante, si no más, como la casa misma.
— No — suspiró Hodge y se encogió de hombros —. Entren, les mostraré sus habitaciones y los presentaré al resto del equipo.
Alec nunca había sido bueno con equipos que no fueran sus hermanos, y sabía que Jace e Isabelle eran iguales, pero estaba seguro de que podían arreglárselas por unos cuantos millones.
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— Por lo tanto, leímos el archivo, sabemos que quieren que le robemos a Valentine Morgenstern, pero, ¿qué necesitamos robar exactamente? — preguntó Alec.
Habían dejado sus bolsas en sus habitaciones (Jace había estado muy feliz de saber que todos ellos tenían habitaciones individuales, lo que no era una gran sorpresa considerando el tamaño de la villa) y se habían reunido en el jardín. Isabelle había chillado (literalmente chillado) cuando había visto la piscina, pero había tenido que seguir al resto hacia el patio cuando Hodge le había asegurado que podría usarla después.
Hodge los había presentado a Clary, una pelirroja que lucía como si fuera a romperse si la tocabas, por lo delgada que estaba. Sin embargo, había algo en sus ojos que obligó a Alec a hacer un lado sus suposiciones y esperar a ver de lo que ella era capaz. Había aprendido pronto a no subestimar a alguien con esa clase de fuego en los ojos.
Al lado de ella estaba sentado un chico larguirucho de apariencia nerd llamado Simon. Alec no estaba seguro de cuál era su papel en esto. Estaba sentando cerca de Clary y observaba a los hermanos Lightwood como si estuviera asustado de que alguno de ellos intentara romper su cuello. Sus lentes habían caído sobre su nariz cuando Jace había estrechado su mano con un poco de demasiado vigor y Alec había tenido que morderse el labio para aguantar la risa. Si podía ver algo en Clary que lo empujaba a darle el beneficio de la duda, Alec no veía nada en Simon, que sólo lucía incómodo y perdido.
— Un rubí — contestó Luke, interrumpiendo sus pensamientos.
Estaba parado enfrente del sillón en donde Clary y Simon estaban sentados y estaba usando un polo, pantalones de algodón y lentes de sol que lo hacían lucir como si estuviera de vacaciones, no planeando un robo.
— ¿Cómo dices? — soltó Jace, su boca abriéndose en shock —. Creí que habías dicho que era el tipo de cosa de muchos millones de dólares.
— Es un rubí de dieciséis millones de dólares — repitió Luke pacientemente —. Ya tengo un comprador.
— Amo los rubíes — suspiró Isabelle soñadoramente, su mirada perdida en el espacio.
Alec chasqueó la lengua para devolverla a la tierra. Ella sacudió la cabeza y le enseñó la lengua.
— Investigué un poco — dijo, rodando los ojos hacia su hermana —. Es un hombre muy protegido. Su mansión luce impenetrable. ¿Tienen algún tipo de plan o se supone que sólo tenemos que irrumpir por la puerta y conseguir que nos arresten?
— Tenemos los inicios de un plan. Eso también es el por qué estamos todos aquí, Alec — repuso Hodge —, para descifrar cómo hacer esto.
— ¿Oíste de nuestra mente maestra? — preguntó Luke, y había diversión, pero también hastío en su voz.
— Tendremos que hacerlo sin Magnus — replicó Hodge con un suspiro derrotado.
Alec tardó en reaccionar.
— ¿Magnus? — repitió Isabelle, sus ojos ensanchándose, su tono vacilando en algo que oscilaba entre admiración y curiosidad —. ¿Te refieres a Magnus Bane? ¿El Magnus Bane?
Todos en su profesión (si podías llamarlo una profesión) sabían quién era Magnus Bane. Era algo así como una leyenda. Había sido relacionado a cien hurtos de alta clase en los últimos diez años y se las había arreglado para nunca ser atrapado. Las personas que sabían cómo lucía realmente podían ser contadas con una mano. Alec no sabía que Hodge era una de ellas. Algunas personas decían que era mágico, algún tipo de brujo y que ese era el por qué siempre se las arreglaba para estar tres pasos por delante de los policías o de sus compañeros ladrones. Alec, siempre el pragmático de ellos, prefería pensar que el tipo era alguna especie de genio.
— Sí, Magnus Bane — replicó Hodge, desechando su mirada anhelante con un gesto —. No es que importe, porque no va a venir.
— ¿Conoces a Magnus Bane? — inquirió Jace, una de sus cejas inclinadas con asombro.
— ¿Creías que se las había arreglado para irrumpir en el Louvre a robar ese maldito Stradivari por su cuenta? — Hodge resopló indignado —. No es así de bueno.
— Tienes razón — una voz ofendida llegó desde la derecha de Alec. Todos saltaron, volviendo los rostros hacia el dueño de la voz —. Soy mejor.
Alec tuvo que obligarse a no mirar boquiabierto al hombre, porque era simplemente embelesador. Era alto, su cuerpo inclinado manifestando gracia y elegancia. Su piel marrón parecía relucir con el sol californiano y sus ojos brillaban con travesura y satisfacción, como si estuviera extremadamente orgulloso de su entrada. Había purpurina en su cabello oscuro y en sus ojos y, incluso desde lejos, Alec podía ver el verde de su mirada, aunque estaba moteado con amarillo. Estaba usando una camisa amarilla apenas abotonada que resaltaba su piel bronceada y pantalones tan apretados que parecían pintados. El cerebro de Alec dejó de funcionar por un momento y tuvo que instarse a no dejar que su boca seca se abriera.
— ¡Magnus! — exclamó Hodge ruidosamente —. ¿Cómo entraste?
Magnus resopló indignado e hizo a un lado su comentario con un gesto de rechazo. Alec no podía apartar la mirada de sus largos dedos revestidos de anillos.
— No me insultes, cariño — rió entre dientes —. No sería un ladrón muy bueno si no pudiera meterme a tu casa. Sería malo para mi reputación.
— ¿Tu reputación de ser un idiota maleducado? — gruñó Hodge, rodando los ojos con algo que lucía un montón como afecto.
— Hablando de malos modales, ¿por qué no me presentas al resto de tu pequeño equipo de Avengers? — dijo Magnus, haciendo un gesto hacia el resto del grupo, que seguía mirándolos boquiabierto.
Se dio la vuelta para estar de frente a ellos y sus ojos verdes permanecieron por un segundo demasiado largo en Alec, que resistió el impulso de sonrojarse. Él sonrió y bajó la voz teatralmente.
— Especialmente a ese — susurró Magnus, señalando directamente a Alec con un dedo elegante.
— S-soy Alec. Alec Lightwood — se las arregló para balbucear, sus mejillas enrojeciendo a pesar de todo.
— Un placer conocerte, Alec Lightwood — dijo Magnus con un guiño.
— No flirtees con tus compañeros de equipo — espetó Hodge, pero no había vehemencia real detrás de su tono —, especialmente no con Alec. Alec es demasiado bueno para ti.
Magnus se encogió de hombros y se volteó hacia los otros y Alec tuvo que reñirse a sí mismo por extrañar los ojos verdes fijos en él. Estaban aquí por un trabajo y eso era todo lo que iba a hacer porque él era un ladrón profesional, no un personaje cliché de telenovela.
— Isabelle y Jace Lightwood — dijo Hodge, señalándolos respectivamente —. Ésta es Clary y él Simon. Ya conoces a Luke.
— Encantado de conocerlos a todos — expuso Magnus con una sonrisa amable —. Si no lo han descifrado para este momento, probablemente no tienen cerebro, pero yo soy Magnus Bane.
— Creí que serías más viejo — soltó Isabelle, porque no tenía filtro.
— Lo tomaré como un cumplido — sonrió él —. Son los años de engaños ilegales, es bueno para la piel.
Alec bufó, Clary soltó una risita y la sonrisa de Magnus se ensanchó orgullosamente.
— Dicen que empezaste en la profesión hace quince años, pero no luces mayor de treinta — repuso Jace, con las cejas fruncidas en confusión.
— Te mostraría un carné de identidad para probarte que soy quien digo ser, pero sólo tengo identificaciones falsas conmigo — replicó Magnus, un destello de diversión bailando en sus ojos —. Tengo veintiocho — añadió de manera casual —. Empecé joven.
Sus ojos escanearon la pequeña audiencia, retándolos a preguntar más cosas. No lo hicieron.
— Ahora que eso está establecido, ¿podemos abordar asuntos más importantes? — dijo, volteándose para encarar a Luke y a Hodge —. ¿Están los dos dementes?
Luke lo miró boquiabierto. Obviamente no había estado esperando eso —. ¿Qué?
— ¿Valentine Morgenstern? — continuó Magnus con el mismo tono reprobatorio —. Es peligroso. Ustedes lo saben, yo lo sé. No nos vayamos por las ramas. Nos están pidiendo que hagamos algo muy estúpido.
— ¿Estúpido o difícil? — intervino Hodge con una sonrisa confiada.
— Estúpido — replicó Magnus, impasible, fulminándolo con la mirada —. Increíblemente estúpido. Y difícil.
— Podemos hacerlo — lo interrumpió Clary, y el fuego que Alec había vislumbrado antes estaba de vuelta en sus ojos verdes.
— Ustedes son niños — argumentó Magnus —. He oído de los Lightwood antes. Sé que no es su primer trabajo.
Alec tuvo que reprimir una sonrisa orgullosa. Jace e Isabelle ni siquiera intentaron esconder las suyas.
— Pero tú y tu chico juguete — continuó Magnus, dirigiéndose a Clary y a Simon —, no saben nada de nuestro arte. Y en cuanto a ellos — añadió, con un gesto hacia Alec y sus hermanos —, pueden ser buenos en irrumpir en casas de gente rica o en apartamentos, pero la mansión Morgenstern está fuera de su liga totalmente.
Ahora Alec estaba ligeramente ofendido.
— Podemos hacerlo — se hizo eco Jace con franqueza, entrecerrando los ojos de forma amenazadora.
— Estoy seguro de que pueden, dulzura — replicó Magnus, pero su tono decía otra cosa y se volvió hacia Hodge y Luke otra vez —. Pero esa no es ni siquiera mi mayor preocupación. Valentine es peligroso. Ustedes dos deberían saberlo mejor que nadie.
— ¿Desde cuándo huyes de un desafío? — inquirió Hodge con una sonrisa desdeñosa.
— No estoy huyendo de un desafío. Estoy aquí, ¿no es cierto? — espetó Magnus en respuesta —. Y me acabo de revelar ante un puñado de extraños que ahora saben cómo luzco. ¿Crees que habría hecho eso si no fuera a hacerlo? Si puedo enviarle un enorme "Jódete" a Valentine Morgenstern, no voy a dejar que la oportunidad se desperdicie.
— Entonces, ¿cuál es tu punto? — preguntó Alec sin poder evitarlo.
Magnus se volvió para mirarlo y sus ojos verdes lo examinaron de arriba abajo sin sutileza.
— Mi punto es que si voy a ir contra alguien como Valentine, no voy a hacerlo con un equipo de aficionados. Sin ofender.
Jace estaba a punto de protestar, probablemente con palabras groseras y vulgares, pero Hodge levantó una mano, deteniéndolo.
— No son aficionados. Todos están aquí por una razón, ya lo verás — dijo, antes de retorcerse para mirarlos a todos —. No lo sabrán inmediatamente, pero se van a complementar los unos a los otros. Son sus habilidades y capacidades únicas las que harán esto posible.
— ¿Incluso el nerd? — preguntó Jace con una sonrisa burlona.
— El nerd se llama Simon — espetó Clary reprobatoriamente.
— Y se graduó del Instituto Tecnológico de Massachusetts — añadió Simon con confianza recién descubierta.
Alec rodó los ojos, de repente extremadamente aburrido. No se atrevió a dejar su mirada vagar sobre Magnus, no muy seguro de si sería capaz de mirar hacia otro lado después.
— Entonces, ¿vamos a hablar acerca del plan o todos tenemos que decir de dónde somos y de dónde nos graduamos? — dijo impasible —. ¿Es esto alguna especie de club de Criminales Profesionales Anónimos? Porque eso no fue para lo que me apunté.
— No fui a la universidad — intervino Magnus con una sonrisa descarada —. Estaba demasiado ocupado con mi, ya saben, carrera de ladrón de talla mundial.
— No vamos a hablar del plan esta noche — interrumpió Luke y cerró los ojos como si estuviera intentando deshacerse de un dolor de cabeza —. Todos ustedes deben de estar cansados por el viaje. Vayan a descansar y hablaremos por la mañana.
Alec no pudo reprimir un suspiro aliviado y se puso de pie. Necesitaba alejarse de estos extraños por un rato. Esto no iba a ser fácil.
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— ¿Realmente crees que va a funcionar?
Hodge se volvió para encarar a Luke, arqueando una ceja. Su cabello rubio estaba completamente despeinado, un par de mechones cayendo enfrente de sus ojos azules. Ya lucía cansado.
Sé que son buenos —continuó—, pero son muchos los egos que necesitamos que trabajen juntos.
— Funcionará — dijo Luke con seguridad, asintiendo —. Pueden hacerlo.
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Todos los reviews son bienvenidos, y si has llegado hasta aquí y la historia te ha gustado, eres más que bienvenido de dejarlos, sobretodo a Lecrit, que es un encanto y me ha permitido traducir esto de buenas a primeras.
Si hay algún error o incoherencia en la traducción, las críticas también son bienvenidas c: Voy a estar traduciendo los capítulos que ya están en línea lo más pronto que pueda, y luego intentaré traducirlos a más tardar un día después de que hayan sido publicados, así que es probable que los primeros capítulos estén listos más rápido y luego vaya disminuyendo la constancia de publicación. Sólo creí que era importante decirlo uwu
Aquí un adelanto del próximo capítulo que también venía en la versión en inglés:
["— Éste es Valentine Morgenstern — continuó Luke, y sonaba como un profesor de escuela dándoles una lección de Historia —. Es nuestro objetivo.
— Soy bisexual — soltó Magnus —, y mi delineador está en punto el día de hoy.
Luke lo miró boquiabierto, mientras el resto de la habitación volteaba a verlo en shock.
— Lo siento — se eludió con una sonrisa satisfecha —. Creí que estábamos jugando ese juego donde todos señalamos lo obvio."]
