Valde amat


Allison conoció a Wil, cuando menos. Han sido familia, han viajado juntos. Se han gritado el uno al otro. Se han admirado. Falta, claro, que Wil la mire a ella con más interés que a una novela de ficción pero Allison sabe que por mucho que lo quiera, Wil no le es más interesante que pilotear, ser una heroína del viento, la legendaria hada sílfide sobre la que su amigo soñaba, solo que con más humor sangriento.

Allison está agradecida, sí. Las cosas no van tan bien en un primer momento, mientras que Fiona y Benedict sí que tienen éxito desde el vamos. El viaje dará frutos. Tal vez no maritales pero será un recuerdo. De las veces en las que intenté que él me viera como más que amiga de la infancia, se dice con cierta amargura, sin saber que el destino tiene otros planes, que la imagen en el tren llevará el rótulo de una de las últimas veces en las que fueron felices, antes de convertirse en pareja. Y no lo sabían. Antes de fingir y arriesgar la vida. Antes de su vientre redondo en aterrorizante soledad. Y del reencuentro junto a Lillia, que no conocía a su padre. Allison conoció a Wil, sus pseudónimos poco importan pero en cierto modo lo enterró y lo que siguió a él fue la costumbre fría de los modales, en el afán de no negarle a su hija.

Allison extraña a Wil, Travas es solo un novio que ha tenido luego. Y espera que tanto uno como otro entiendan por qué debe romper con ambos.


[Diciembre, 2009]