Hetalia, Francia (Francis Bonnefoy) y España (Antonio Fernández Carriedo) pertenecen a Hidekaz Himaruya, no a mí.

El baloncesto y la cocina

- ¡Buaaaaa! ¿Por qué, mon cher? ¿Qué te ha hecho tu hermanito Francis para que le trates así?

Esto es lo qimoteaba un Francia abrazado a España por el pecho con los brazos y con las piernas en la cintura. El pobre español no podía evitar lamentarse de su suerte al tener a semejante vecino pegajoso mientras intentaba mantener el equilibrio.

- Francis, para ya, que no es para tanto – dijo mientras intentaba liberarse del abrazo o, más bien, intento de asfixia de su vecino – venga suéltame.

- ¡Qué no es para tanto! – gritó Francia aumentando su agarre ante el objetivo de liberarse del castaño – me has humillado, ¿ahora con qué cara miraré al resto de los países? Y ni hablar de mis ciudadanos, ¿qué van a pensar de mí después de tan descarada derrota? – dijo teatralmente el galo sin dejar de agarrase y gimotear.

- Mira que eres exagerado, que solo ha sido un partido de baloncesto ¡y ni siquiera era oficial! - contradijo España que ya estaba empezando a hartarse– además, en tu casa prefieren el fútbol.

Como media hora después con tirones, achuchones, golpes, gimoteos y lágrimas Antonio consiguió liberarse del asfixiante abrazo de Francis y dejó al pobre francés con un par de chichones en la cabeza, aunque su cuerpo también fue víctima de las uñas de Francia, que no quería separarse de él de ninguna de las maneras.

Francis estaba molesto, cuando Antonio se había librado de su agarre le había dejado caer sin ninguna compasión sobre el suelo, ganándose un, para nada agradable, impresionante dolor de culo, para colmo el castaño no parecía ni un poquito arrepentido y tampoco mostraba ningún signo de compasión. Se levantó con toda la gracia que le caracterizaba y frunció el ceño antes de volver a dirigirse a la otra nación.

- Te parecerá bonito, no solo me humillas en el campo de juego, sino que encima me maltratas, ¡eres malvado, Antonio! Exijo una compensación – dijo con voz enfurruñada.

- No voy a disculparme por haberte ganado en un juego – siguió Antonio en sus trece – pero si quieres puedo cocinar algo para ti… - empezó a decir pero fue cortado por su vecino.

- Solo para mí… – dijo Francia con una voz pervertida que asustó un poco a España, aunque nunca lo reconocería.

- Si así consigo que dejes de quejarte y de intentar asfixiarme, pues merecerá la pena – señaló el español con una sonrisa.

Un par de horas después se encontraba Francia en el sofá de la casa de España esperando a que este saliese de la cocina con alguna delicia española y acompañado, seguramente, de un buen vino, francés querría, pero no creía que Antonio fuese a elegir una bebida que no fuese de su tierra. El problema era que se estaba empezando a aburrir, sabía que la cocina requería tiempo y paciencia, pero la suya estaba llegando a su límite, sobre todo cuando su perversa imaginación empezó a fantasear con el español. En su mente Antonio llegaba vestido únicamente con un delantal y un bote de nata en la mano mirándolo con ojos de gatito, "Francis, ven, ayúdame, necesito que uses tu manguera para apagar mi fuego" decía España. "Sí, yo lo apagaré" le contestaba el francés con babas saliendo de su boca.

- ¿Qué demonios dices? – preguntó Antonio que acababa de llegar con una bandeja donde podían verse dos platos de pescado a la plancha, dos copas de vino y, también, un pequeño postre, leche frita.

- Nada, mon ami, ¿qué es lo que me traes para conseguir mi perdón? – dijo el francés.

- Estoy seguro de que después comer esto me adorarás más de lo que ya haces.

- Tendré que comprobar tus "habilidades", mon cher – dijo Francis con dobles intenciones, que Antonio no entendió.

- Claro, vamos a la mesa – dijo muy animado.

Mientras las dos naciones degustaban los platos preparados el rubio procedió a seguir con su plan de compensación que, obviamente, no se limitaba a una cena entre amigos, al fin y al cabo, era el país del amor y amor era lo que esperaba recibir.

- Dime, Antonio, ¿cómo te van las cosas? – preguntó el francés mientras servía más vino en la copa de su amigo, que nunca llegaba a estar vacía del todo, de eso ya se encargaba el francés.

- Parece que la economía está mejorando, aunque tampoco es que esté en su mejor momento…

Mientras el español hablaba Francia, ignorándole olímpicamente, había procedido a acerca su silla lentamente a la del español quien, ya de por sí despistado, gracias al vino ni se había dado cuenta.

- Entonces, ahora que tu hermanito no lo está pasando muy bien, tú mejoras, eres muy cruel conmigo – siguió quejándose Francia mientras le metía mano disimuladamente.

- ¡Pero si sigo estando peor que tú! – se quejó el español sin darse cuenta de su situación actual, en la que estaba a punto de ser violado por el francés.

- Siempre poniendo excusas, exijo una compensación – repitió el francés que seguía a lo suyo.

- Está bien, pesado, ¿qué quieres? – dijo Antonio.

- Quizás, si me dejaras compartir un poco de mi amour contigo… - comenzó Francis.

- Hoy no, Francis, me duele la cabeza – se quejó España.

- ¿Qué te duele la cabeza? ¿Y lo próximo qué será? ¿Qué estás con la regla? – si había una respuesta que Francia no se esperaba era desde luego esa – creía que eras el país de la pasión, pero pareces mejor más bien la nación amargada– le picó.

España levantó la cabeza que había dejado apoyada en la mesa porque, además de "dolerle la cabeza" le estaba entrando bastante sueño, pero el comentario de Francia le había tocado su "hombría".

- ¿Qué estás insinuando, Francis?

Y Francia se asustó, vale que España era alegre y despistado durante la mayor parte del tiempo, pero de vez en cuando, sacaba al conquistador que había sido y daba mucho miedo porque un aura negra comenzaba a rodearle y su voz se volvía oscura, bueno, no es que empezase a echar humo, pero el tono no presagiaba nada bueno, como había ocurrido ahora.

- Nada, mon cher – dijo el galo intentando separarse disimuladamente, pero la mano de Antonio en su brazo le detuvo.

- Creo que era algo sobre mí y, me pareció escuchar algo de "amargada" – siguió el español con voz inocente, aunque con ese aura rodeándole, Francis siguió asustado, ¡España parecía Rusia! – quizás deba demostrarte algo, "país del amor" – terminó con una sonrisa perversa en su rostro.

Sin darle tiempo a su vecino del norte a reaccionar, Antonio le cogió en brazos y lo echó sobre su hombro, cual saco de patatas, sin hacer caso a las protestas de Francis.

- Además, de acuerdo con nuestro pacto, el que gana va arriba, me lo dejaste muy claro en 2006 – añadió Antonio mientras se dirigía hacia su habitación.

- ¡Pero solo en partidos oficiales! – se escuchó al francés justo antes de que se cerrase la puerta del dormitorio, desde luego la noche no iba a acabar como él quería.

FIN

Y así fue como Antonio se ukeó a Francis, no creo que escriba ningún lemon porque se me da bastante de pena y lo único que haría sería destrozarlo todo snif.

Bueno es el primer fic que publico en esta página y ha sido un verdadero lio, pero ahora me siento realizada. Van a ser varias historias individuales de un solo capítulo (alguna vez igual más de uno) de esta parejita que gracias a Miruru ha adelantado muchos puestos en mi lista personal de parejas hetalianas.

Algunos datos de interés, el fic lo escribí después del partido del otro día Italia-España (amistoso) de fútbol y como perdimos, pues, necesitaba alegrar un poco el orgullo y me acordé de que el día anterior habíamos ganado a Francis en baloncesto (también amistoso), así que mi mente pervertida empezó a babear (Spance) y me dije, pues vamos a cambiar un poco las tornas y que Antonio sea el seme en esta pareja XD.

Cuando Antonio habla de 2006 se refiere al mundial de Alemania en 2006 donde Francia eliminó a España en los octavos.