Que pensarías si los mundos que sueñas, los mundos que ves por televisión o los de tu juego favorito fueran reales¿No desearíamos visitarlos, ser parte de ellos? Muchos desearíamos eso y disfrutarlos. Pero algunas veces no es bueno, yo lo se, seguro te estarás riendo y preguntando ¿Acaso esta loco¿Cómo puede saberlo si es imposible ir a un mundo que no existe? Pero es verdad, yo he estado en uno y desde entonces lo maldije, maldije a todos los que conocí para ocultar algo, ahora yo te revelo mi historia.
Capitulo 1
El Héroe de otro mundo
Las estrellas adornaban el cielo nocturno, algunas brillaban más para poder ser vistas en el cielo de la ciudad, en donde las luces del hombre reinaban, los vientos soplaban con fuerza aullando entre los edificios, un joven miraba por su ventana, el reloj marcaba las 3:45 AM, cerro sus ojos por un momento, otra noche de insomnio, que podía hacer, su mente solo pensaba en ese juego, buen momento para bajarlo de la Internet y quedar embobado con el en especial en tiempo de exámenes finales, pero le encantaba los juegos de RPG.
Se quito las cobijas que cubrían su cuerpo dándole calor, apenas al hacer esto el frió lo abrazaba estremeciendo su cuerpo, sus pies tocaron el frío piso, solo llevaba puesto una franela sin mangas y unos shorts cortos negros, salió de su cuarto, el viento golpeaba con fuerza las ventanas de la sala, sonrió por un segundo y varias imágenes cruzaron su mente, se acerco y abrió las ventanas, el viento lo golpeo de una entrando en toda la sala moviendo las hojas de las pequeñas plantas que adornaban el lugar, miro hacía abajo, todo se veía pequeño, claro desde un piso 12 todo se ve pequeño, por un momento cerro sus ojos marrón oscuro, dejo que el viento moviera cu corto cabello, el cual como siempre su madre decía ya estaba muy largo, apenas se montaba sobre sus orejas, su sonrisa poco a poco se apagaba y la tristeza invadió su rostro, abriendo un poco sus ojos el poco brillo que poseían se fue, dándole espacio al vacío –Jamás podré olvidar todo lo que hice, tuvo sus momentos buenos pero los malos era más, y lo hice porque pensaba distinto hace 10 años, ahora maldigo ese momento— susurro a la nada, imaginándose que el viento que acariciaba su rostro era la mano de alguien dándole consuelo, abrió sus ojos de inmediato y se volteo, por un segundo realmente sintió una mano en su rostro.
Por un momento sintió un calor en su cuerpo, cerro sus ojos disfrutándolo, era un calor que jamás había sentido en su corta vida, 15 años para muchos es una corta vida, camino con lentitud hasta la cocina, a cada paso que daba el calor dentro de el aumentaba, no podía explicarlo, era un calor que recorría su cuerpo, dentro de el, sin molestarlo. Apenas llego a la entrada de la cocina de su casa cuando ese extraño calor que lo invadió por pocos segundos desapareció, no entendía nada ¿Qué le pasaba¿Por qué sintió eso? Dio media vuelta pero algo lo detuvo, el roce de unas manos en su cuello, suaves y delicadas, cada roce provocaba un sonrojo mayor en su rostro ¿Quién era esa persona¿Cómo entro en su casa? Su mente no reaccionaba en esos momentos pero algo hizo que volviera la realidad, talvez fue la razón o el pensamiento que cruzo su mente en pocos segundos, dio media vuelta con rapidez para ver quien era, su rostro mostraba sorpresa, delante de el, una mujer sonreía, parte de su rostro era oculto por las sombras al igual que casi todo su cuerpo, detrás de ella otras dos mujeres aparecieron, sonriéndole al igual que la primera mujer, retrocedió con lentitud pero no con miedo sino con cautela, esperando cualquier cosa, por un momento en sus ojos un leve tono rojizo apareció pero tan repentinamente y con la rapidez que apareció se esfumo de allí al escuchar a una de esas "Mujeres".
–No debes tener miedo joven— hablo la primera mujer, sin mover sus labios, podía escucharla en su cabeza –Solo vinimos para pedirte ayuda— habla la segunda mujer –En ti vimos un poder que puede ayudarnos, por favor eres nuestra esperanza— hablo y pidió la tercera –No se de donde salieron, ni mi importa ni se de que hablan solo les pediré que se larguen— dijo con enojo y trato de irse de nuevo a su habitación pero no lo logro –Te necesitamos, se que no te gustara pero no tenemos otra opción— al decir esto las tres desaparecieron, volteo su cabeza a donde ellas estaban y cerro sus ojos por el cansancio, pero ni un paso dio al sentir que era jalado, en medio de su cocina, una agujero blanco crecía con rapidez, succionándolo, lo mas extraño que el era lo único que se movía, ni los vasos ni platos se salían de su lugar por la gran atracción que poseía ese agujero.
Cayo al piso al tratar de no ser arrastrado, colocando sus manos en el frío mármol en un desesperado intento de no ser tragado, en sus ojos por un segundo apareció de nuevo ese brillo rojo pero antes de hacer algo la fuerza del agujero blanco aumento levantándolo del piso y tragándoselo, cuando desapareció igual el agujero sin mover o romper nada, nadie se despertó.
Todo era oscuro, pero no sentía el frió que siempre lo acompañaba, ni sentía el peso de su cuerpo, sus parpados pesaban, no los podía abrir '¿Donde estoy¿Qué lugar es este?' se preguntaba, poco a poco pudo abrir sus ojos, una fuerte luz lo golpeaba, con esfuerzo se levanto, sentía un peso en su espalda pero no le dio importancia, quería saber donde estaba, sabía que no estaba en su casa incluso sospechaba que no debería ser su mundo, jamás había escuchado a tantos pájaros cantar ni el aire tan puro, cuando pudo ponerse de pie y abrir sus ojos vio que estaba en medio de un bosque, empezó a caminar, todo era hermoso, los árboles eran grandes y tapaban la luz del sol con sus hojas aun así la luz se filtraba entre ellas y le daban un toque como… mágico.
En eso escucho el sonido de agua cayendo y corrió hacia donde nacía el ruido, tenía sed, solo tardo unos minutos al ver una pequeña laguna con una mini cascada se agacho y metió sus manos en el agua cristalina y empezó a beber, era muy fría y deliciosa, no podía creerlo y siguió bebiendo de ella, cuando calmo su sed miro su reflejo, abrió con sorpresa sus ojos, sus orejas eran largas y puntiagudas, las toco para ver si eran verdad o finalmente la locura gano su mente pero eran reales, se fijo que llevaba una extraña ropa y una gorra alargada, todo de color verde, algo en esa ropa le recordaba algo pero no sabía que, ahora sabía del extraño peso en su espalda pero que quiso ignorar, por una correa que recorría desde su hombro derecho hasta la parte izquierda de su cintura, había una espada de mango azulada, la saco con lentitud notando el peso, era alargada pero no muy gruesa, el mango tenía forma de alas, no le gusto mucho pero podría serle útil aquí, fuera donde fuera, aun podía sentir otro peso dio media vuelta, en su reflejo se podía ver un escudo del tamaño de su espalda de colores entre verde y azul, colores muy claros y vivos, no le gustaba mucho, en eso escucho unas ramas partiéndose, se volteo con la espada preparada, ni sabia usarla pero era mejor usarla que morir allí pero lo que vio lo dejo asombrado, frente a el una niña, de cómo 10 años, miraba asustada al joven, sus ojos eran de un azul hermoso, su cabello era un verde claro, su ropa era igual pero de un verde mas oscuro, era acompañada por una Hada.
'No, es imposible ella… ella es Saria' Con este pensamiento se desmayo y la oscuridad lo abrazo. Sintió algo húmedo en su frente y también que su cabello era… ¿Acariciado? Poco a poco abrió sus ojos –Que bueno, despertaste— cuando pudo enfocar mejor vio la sonrisa de un niña de cabellos verdes, abrió sus ojos al máximo pero no se levanto, pudo notar que su cabeza estaba en las piernas de ella, se sonrojo pero trato de mostrar un cara neutral pero su sonrojo era muy notorio –¿Cómo te encuentras?— pregunto Saria –Bien— fue lo único que respondió –Me alegro ¿Puedes levantarte?— pregunto de nuevo algo preocupada, no sabía porque sintió ese tono de preocupación pero respondió con rapidez –Creo que si —susurro, se quito el pañuelo húmedo de su frente y se levanto con cuidado, se sentía mareado ¿Efecto del desmayo? No sabía, nunca se había desmayado, cuando estaba totalmente de pie miro a la Kokiri –Gracias por… cuidarme— dijo con un leve tono rojo en sus mejillas –No es nada, sentía que debía ayudarte, seguro estabas débil pero ¿Puedo preguntarte algo?— pidió la pequeña –Claro— dijo –¿Por qué vistes como un Kokiri?— pregunto, en sus ojos un toque de inocencia se vio, por un momento por la mente de el pasaron varias imágenes y una sensación peor que la sed lo invadió, trato de controlarse y concentrarse en la pregunta pero, ni el tenía la respuesta –No lo se, solo desperté y la tenía puesta— fue su respuesta, ella lo miraba fijamente y el rubor de nuevo apareció en el –bueno, no importa aahh no me te he dicho mi nombre, soy Saria— dijo con una sonrisa, lo que pensaba era cierto, en eso se dio cuenta que debería decirle su nombre pero, no quería y dijo el primero que le cruzo la mente –Mi nombre es Clow— aun no entendía porque pero por ahora eso no era importante –Es un gusto Clow, ven de seguro tienes hambre— le dijo sin borrar esa sonrisa de su rostro, lo agarro de su mano, era pequeña y sueva, parecía frágil, un leve sonrojo adorno sus mejillas.
Se dejo llevar, el sonrojo poco a poco desaparecía, al poco tiempo de caminar salieron por un túnel formado por los árboles, frente a el una pequeña aldea, en donde los hogares eran árboles, no que fueran casas en los árboles, sino que los mismo árboles eran las casas, tenía ventanas y puertas, esta asombrado, parecía un sueño irreal, pero el mareo, todo lo que tocaba, la mano de Saria, que aun no soltaba, era real –Ven, mi casa es la de allí pero llegaremos pronto— dijo señalando la ultima casa a la izquierda, Clow asintió y soltó la mano de Saria, ella empezó a bajar por una pequeña pendiente, el la seguía sin alejarse, por ahora era la única persona que conocía, por el momento su mente trataba de encontrarle razón a todo lo que pasaba, pero la sensación de que lo miraban apareció, miro con cuidado todo, los pequeños niños que jamás crecían lo miraban, algunos asombrados, otros con curiosidad, menos uno que lo miraba con odio –¿Quién eres tu— pregunto alzando la voz un Kokiri, tenía una cara de tonto y enojo –Alguien que no debes enojar pequeño— susurro con tranquilidad y frialdad asustando al pequeño –Mido, déjalo en paz —dijo Saria algo seria –¿Para que lo trajiste aquí¡El es un extraño!— exclamo enojado –¡Pero necesitaba ayuda y no iba a dejarlo abandonado en medio del bosque!— Clow miraba todo y se puso delante de Saria, ella lo miro asombrada –te agradezco tu ayuda y tu amabilidad pero creo que causo problemas, fue un placer conocerte Saria— dijo con un tono serio y empezó alejarse pero una mano sostuvo loa suya –Por favor, no causas problemas, ven a comer algo además, esta a punto de oscurecer y no es bueno estar afuera— dijo con una pequeña sonrisa para luego mirar con enojo a Mido que se callo antes de decir algo.
Clow asintió y siguió de nuevo a Saria, en el camino los Kokiris lo seguían mirando, los ignoro y poco minutos se detuvo, Saria se volteo y le dio un sonrisa amable, miraba todo a su alrededor tratando aun de asimilar lo que sus ojos veían, era irreal, imposible pero estaba aquí, no había ningún detalle olvidado, sus ojos brillaban más que nunca, aunque su rostro no mostrara nada, dentro de el nacía la emoción, sentía felicidad y ganas de correr y sonreír pero no podía hacerlo, el sabía lo que pasaría si dejaba mucho tiempo libre sus emociones, en especial en un mundo que no es el suyo, no, no podía permitir eso, por eso creo esa mascara, una mascara que mostraba emociones falsas.
Ni noto cuando entraron a su casa, ni cuando se sentó en el suelo, no porque fuera si el techo era bajo, sino que no podía sentarse bien en una de esas sillas, todo estaba para el tamaño de un niño de 10 años, bueno el no era tan alto a sus 15 años era un poco pequeño para su edad. Pero aun así los muebles se veían pequeños y pensaba que no soportarían su peso –No tengo mucho, solo tengo algunas frutas ¿No te molesta verdad?— pregunto amablemente Saria sin borrar su sonrisa –Para nada— respondió Clow y agarro una de las manzanas que le ofreció la Kokiri, apenas con el primer mordisco, el dulce sabor de la fruta invadió su sentido del gusto, era muy dulce y sabrosa, de un gran mordisco se llevo una buena parte de la manzana a la boca, una por una se comía las manzanas, solo quedo una.
Suspiro y una pequeña sonrisa adorno su rostro –Con esa sonrisa te vez muy lindo— dijo Saria, al escuchar esas palabras se sonrojo pero su sonrisa no desapareció sino que aumento, se sentía tan bien, lleno de vida. Se sentía libre –No sonrió mucho, talvez sea tu belleza lo que me hace sonreír— con esas palabras un gran sonrojo adorno las mejillas de la joven.
No podía dejar de sonreír, algo en ella llenaba al espacio vació de su alma ¿O aun la tenía? No le importaba, talvez no fue tan malo todo esto, llegar aquí a un mundo que no era el suyo, que era irreal, pero eso no le importo.
Esa Noche, no podía dormir, no porque fuera que pensaba en su familia o amigos, la cama que le dio su nueva amiga era incomoda, claro, era madera, nada de colchones o almohadas, suspiro, en su mente se preguntaba el por qué. El por qué estaba aquí, esas mujeres ¿Eran las Diosas Din, Nayru y Farore? No estaba seguro, pero mañana vería al único ser que talvez le podría responder esa pregunta. Se acomodo como pudo, sintió algo cubrir su cuerpo, abriendo un poco su parpado derecho, pudo ver a Saria cubriéndolo con una manta –Buenas noches Clow— le susurro al oído, cuando ella se fue, se cubrió todo, para que si se levantaba su ahora nueva amiga por algo no viera el sonrojo en su cara.
Los rayos del un nuevo amanecer le pegaban en la cara, trato de buscar una posición para evitarlo, pero no pudo y sin otra cosa que hacer se levanto solo que su brazo izquierdo cayo inerte, no podía moverlo, sonrió con verlo, lo uso como una almohada y la sangre no debió fluir como es y ahora estaba "dormido"
Se levanto sin hacer ruido, aun con su brazo así agarro su espada y escudo y salio de ese lugar, el viento húmedo de la mañana lo golpeo de una, sabía a donde ir, conocía el lugar aunque tenía cosas diferentes, claro era un juego lo que el conocía no era toda la realidad de este mundo. Olvidando eso empezó a caminar hacia sus respuestas, pasando por un arco de piedra, la luz de sol del amanecer, el polen y las plantas que obstruían la luz daban a ese lugar algo extraño para el, no podía describirlo, sentía tanta paz y calma que por unos segundos pensó que estaba muerto.
No tardo mucho en encontrarlo, sus ojos se abrieron al verlo, era gigantesco, un gran árbol se alzaba frente a el, la luz al pasar por sus hojas lo hacían verse más grande, por unos momentos se sintió pequeño e insignificante –El Gran Árbol Deku— susurro, un escalofrió recorrió su cuerpo, sabia cual era, el de ser observado. Dio un paso atrás mirando a todas partes buscando a quien lo miraba pero lo sentía por todas partes –Tratas de verlas pero ellas saben como ocultarse— una gruesa voz salio de la nada, miro directamente al árbol, parecía que este le sonreía con alegría, por su hombro derecho algo cruzo velozmente, después otra cerca de su pierna, varias luces de infinitos colores lo rodeaban, pudo ver en ellas cuatro alas traslucidas –Son…Hadas— sus ojos brillaban, parecían inocentes como los de un niño pequeño.
Trato de tocar una pero todas se fueron, volando en diferentes direcciones pero todas a un solo lugar, volar cerca de las hojas del Gran Árbol Deku –Se a lo que viniste mi joven amigo— dejo de mirar a las Hadas para centrar su mirada en la de ese gran ser –Si lo sabes por favor dime porque estoy aquí— pidió Clow –Las Diosas han visto algo que las asusto, algo que ellas no pueden controlar ni el Héroe destinado podrá vencer— Respondió con calma –¿Y sabrás como podré irme?— pregunto con temor a la verdad –Solo las Diosas pueden ayudarte— le respondió, apretó sus manos, sentía su sangre hervir –¡Entonces yo buscare la forma de irme, ella nos debieron hacerme esto, no tienen el derecho ningún Dios puede controlarme!— grito con rabia, las Hadas se escondieron al escucharlo, por unos segundos todo el ambiente se puso tenso, solo la respiración de Clow era el único sonido existente –Lo siento mucho al no poder ayudarte, lo único que puedo hacer es darte mi apoyo en lo que hagas y un lugar donde poder descansar— hablo con calma, sus ojos marrones miraban la cara del gigantesco árbol, los cerro y se calmo poco a poco –Gracias— susurro dando media vuelta caminando sobre sus pasos para alejarse.
Una de las Hadas descendió para verlo mejor pero ya estaba lejos –Si quieres, acompáñalo, ese joven pasara por muchas cosas y necesitara todo el apoyo posible— dijo con tristeza, la Hada volteo a verlo, asintió y con una gran velocidad siguió al joven.
Pronto llego al arco de piedra y con los Kokiris, pudo ver a Saria saliendo de su casa mirando a todos lados hasta que se detuvo al encontrar sus ojos –¡Clow!— grito alegre y corrió a donde el –¿Dónde estabas?— pregunto, por un momento creyó escuchar en su voz preocupación pero se negó mentalmente eso –Vi al Árbol Deku, quería preguntarle algo—le respondió –Me alegro, como no te vi en la mañana –¡Rubí!— exclamo la Hada de Saria al ver una Hada de color carmesí acercarse a gran velocidad –Hola— Saludo la Hada –¿Qué haces aquí?— pregunto –Pues…veras— Clow miraba atentamente a la pequeña Hada roja esperando esa misma pregunta –El Gran Árbol Deku me dio permiso de acompañarlo— respondió asustada, aun tenía algo de miedo cuando vio el arranque de ira de Clow pero quería saber de el, conocerlo –Así que por eso me seguías— dijo Clow, puso su mano debajo de la Hada y la levanto, esta al sentir donde apoyarse dejo de mover sus alas pero se asusto al ver de cerca esos ojos oscuros sin brillo mirándola fijamente –No esperes mucha amabilidad de mi parte ¿entiendes?— pregunto con un tono frío, tembló por unos segundos pero quería conocerlo y ayudarlo –Lo entiendo bien y te acompañare de todos modos— dijo con valentía, sus ojos seguían vacíos mirándola, bajo su mano y la Hada empezó a volar de nuevo pero a su lado, miro de reojo a su amiga y esta le sonreía –¿Por qué sonríes?— pregunto –Porque tienes una Hada y me siento feliz por eso, ahora eres como uno de nosotros— explico sin que su sonrisa desapareciera, cerro sus ojos y un pequeño suspiro escapo de sus labios para dar lugar a una pequeña sonrisa.
En todo el día estuvo con su amiga, ayudándola en cualquier cosa, acompañándola, el parecía su sombra, serio en todo momento, solo mirar pero no podía evitar mostrar una sonrisa, algo en ella hacía que sonriera, aunque las miradas de todos los Kokiris estuvieran sobre el como algo extraño, en especial con la pequeña Hada a su lado, la pequeñita criatura era muy curiosa, le preguntaba muchas cosas, las cuales o no respondía o solo decía un si o un no. Al medio día fue que lo conoció, ya se preguntaba cuando lo vería, un Kokiri se acerco a Saria, llevaba en su mano algo, sabía que era el, su cabello y sus ojos eran la única prueba para saber que era Link, también el hecho que no tenía a una Hada a su lado.
Se alejo de ellos para que pudieran hablar en paz –¿Por qué nos alejamos de ellos?— pregunto Rubí –Soy un extraño, no puedo meterme así en su vida— explico sentándose a la sombra de un viejo árbol, cerro los ojos pero los abrió de inmediato –Hay algo extraño en el aire— dijo mirando el cielo, Rubí miro también al cielo azul aunque la luz del sol la molestaba tratando de ver lo que su compañero miraba.
Los grillos tocaban esa noche su música, un viento frío pero reconfortante caminaba entre las casas de los niños eternos del bosque, Clow miraba sentado desde su cama la Luna llena, Rubí dormía en su gorra, haciendo que su cabello se moviera por el viento que lograba entrar –Clow— volteo su cabeza, allí frente a el se encontraba ella, mirándolo con ¿Preocupación? –¿Estas bien?— pregunto mirándolo directamente a sus ojos –Claro porque lo preguntas— ella se acerco un poco y se sentó a su lado –Bueno vi como te alejaste cuando Link llego bueno para empezar ni sabes de quien hablo—dijo apenada –El Kokiri sin Hada— dijo de una –Si aunque el no le gusta que le digan eso. El punto es que, sentí algo extraño como un vació cuando te alejaste, como de tristeza— la miraba sin mostrar ningún sentimiento aunque hasta que ella la vio de nuevo a los ojos, no pudo evitar sonrojarse, esos ojos azules tenían algo –Por eso te preguntaba si estas bien— dijo.
Levanto su mano y acaricio la mejilla de la Kokiri, esta la miraba asombrada y con un leve tono rojizo en sus mejillas –No te tienes que preocupar por mí, soy solo una sombra en este lugar, algo que no pertenece a este mundo, pronto me iré— dijo con calma, Saria levanto su mano y toca la de Clow –Tu mano esta fría, es así tu alma… yo deseo que no sea esa la verdad— dijo con tristeza –¿Por qué?— pregunto sin cambiar su tono de voz –Porque quiero ver esa calida sonrisa que vi ayer, ver al verdadero Clow y no la mascara que finge ser el— susurro, no pudo evitar abrir sus ojos y más sentir el abrazo de la Kokiri, cerro sus ojos y cuando estuvo a punto de corresponder el abrazo un ruido se escucho cerca, ambos se separaron, agarro su espada y salio con rapidez, cuando sus ojos se acostumbraron mas a la oscuridad pudo ver a Mido y a Link peleando y a dos Hadas, una era la Mido pero la otra era… –Navi— un frío diferente al anterior lo golpeo, mirando al suelo noto que las plantas estaban muertas, volteo al arco de piedra y su mirada se volvió fría –Esta empezando, la oscuridad cae sobre el bosque— susurro, a lo lejos una risa retorcida se esparcía por cada rincón del bosque.
