N/A: Hola a tods, aquí estoy con mi primer fic. La verdad, no sé si está bien, mal, de tirar tomates... eso me lo diréis si queréis en un review ;)

Obviamente, no soy J.K Rowling así que, desgraciadamente para mi, el universo Harry Potter no me pertenece, yo solo juego con los personajes :D

Otro día más en la biblioteca, otro día más en el castillo y otro día más aguantando a Potter y compañía. Ser bruja estaba bien, mejor que bien; por fin entendía como, con cinco años, era capaz de cambiar las judías de mi plato en patatas fritas o por qué, con ocho años, teñí el pelo de Petunia de verde. Se lo merecía, ¡se había metido con mi pelo!

Los magos podían hacer cosas increíbles, la primera vez que vi a la profesora Mcgonnagal transformarse en gato para demostrar a mis padres que la magia existía fue uno de los momentos más emocionantes de mi vida (igual que la cara de Petu ese día). Todo lo relacionado con la magia era algo genial para mi inocente "yo" de once años, todo era genial hasta que lo conocí: James "Megafantástico" Potter.

Una cara sonriente, pelo que parecía un almiar, menudito y con gafas. Inofensivo, ¿verdad? Eso mismo pensé yo y los profesores de la escuela. No tardaríamos en descubrir que el pequeño angelito no era más que el hermano pequeño de Lucifer. Si no era en clase haciendo algún comentario fuera de lugar, era en el comedor con su Robin particular, alias Sirius Black. La señora Pomfrey aún no puede mirar a la cara a Mcgonnagal desde que Potter le echó Amortentia en su té para que se declarara a la profesora de Transfiguraciones en la mitad del comedor, en hora punta para más inri.

Esta y muchas más bromas son parte del historial de los Merodeadores. Sí, los muy ególatras le habían puesto un nombre a su pandilla. Cada uno tenía su propio club de fans: Black, el nombrado "chico más sexy" por las féminas del castillo (y ganador del premio tres años seguidos), llevaba loquitas de calle a las más exuberantes y atrevidas, ellas no se cortaban nada en sus deseos de dar una "vuelta" con Sirius por los jardines de Hogwarts y él no decía que no.

"No puedo negar nada a mis chicas" decía con fingido pesar.

Peter, el más calladito y "normalucho" no estaba tan solicitado como los demás pero, aun así, tenía su propio grupito siempre fiel. Para gustos hay colores, supongo.

Remus, al contrario que a los otros, parecía no gustarle demasiado la atención, pero le era imposible no tenerla. Con su inteligencia y unos ojos azules brillantes era el ideal perfecto de hombre que les gusta a las madres para sus niñas. También ayudaba que estaba como un queso, hay que admitirlo.

Y James. No me gusta hablar mal de nadie, de verdad que no… pero haré una excepción. Si bien no tenía el sex-appeal de Sirius o los rasgos armónicos de Remus, tenía un físico que atraía: pelo negro revuelto, ojos almendrados, sonrisa ladeada, labios perfectos… ahí es cuando dejo de pensar con claridad. Chicas de todas las casas habían caído rendidas a sus encantos. Hay algunos que incluso dicen que ya ha dormido con todas las Slytherin y Hufflepuff, y que poco le queda para igualar los números en Ravenclaw y Gryffindor. No si yo podía evitarlo.

Su apariencia de chico malo y su aire de "me importa una lechuza lo que piensen de mí" volvía locas a todas; a todas, menos a mí. No podía aguantar su arrogancia, lo vago que era y lo pesado que podía llegar a ser, pero, sobre todo, lo que no aguantaba era que me hacía pasar el mayor ridículo posible cada día desde el tercer año.

No sé en qué momento James Potter decidió que quería salir conmigo. Tras años de no dirigirnos la palabra se dedicó a perseguirme por todo el castillo, a sentarse conmigo en clases y seguirme a la biblioteca, justo donde me encontraba en ese momento. Era la hora en que solía aparecer para seguir con su horario de "Demostrar a Lily que será la futura madre de mis bebés", o como hubiese llamado a su estúpido plan. La puerta se estaba abriendo y yo ya estaba practicando mi mejor cara de "ojalá te cayeras de la escoba de cabeza" cuando, en vez de Tonto 1, aparecen Tonto 2 y Remus.

"Hola pelirroja, ¿cómo está hoy mi chica favorita?"Sirius tenía que ser, él y su maldito apodo. Como si estuviera en su casa, se sentó en la silla de al lado y me pasó un brazo por los hombros.

"Bien hasta hace un minuto, pero no siempre podemos tener lo que queremos, ¿no?"

"¡Tan lista, Lily, y no quieres salir con mi colega!"refutó Sirius.

"¡Pero si yo saldría encantada con Remus! Es taaan mono, nunca le podría decir que no" dije, haciéndome la tonta y batiendo las pestañas. Sabía que a Potter lo llevaban los demonios cuando me ponía cariñosa con Remus, así que lo había convertido en costumbre. Remus, como era de esperar, se puso rojo como un tomate.

"Vamos, pelirroja, ya sé que tú me quieres a mí pero no puede ser, James es mi mejor amigo y tú su conejita del amor, no podemos hacer travesuras juntos" dijo levantando las cejas con fingido pesar. Creo que intentaba ser sexy, pero parecía más bien que le habían echado un Confundus. Además, ¿conejita del amor?, ¿en serio?

Hice como si no lo hubiese oído y le pregunté por mi acosador personal.

"Ya sabía yo que te estabas ablandando, ya te lo decía yo Lunático, aun vamos a tener sobrinos pelirrojos, ya verás" parecía muy pagado de sí mismo, menudo payaso.

Remus rodó los ojos y volvió los ojos a su pergamino haciendo caso omiso a las tonterías de Black.

"Entonces… ¿dónde está Potter?" prefería tenerlo controlado por si se le ocurría hacer otra demostración pública de amor, como la última vez. Todavía quedaban algunas letras del "Sal conmigo, Evans" que había escrito en el cielo del Gran Comedor.

"Se quedó con Minnie después de clase, ayudándola, ya sabes que caballeroso es nuestro James" dijo Sirius. Remus soltó una carcajada y yo resoplé. Al ver mi cara de escepticismo, Sirius titubeó.

"Bueno, tal vez fuera obligado a quedarse por motivos ajenos a él, claro que la intención es lo que cuenta" Black parecía esperanzado. ¿De verdad creía que me iba a tragar eso? Al final, fue Remus quién confesó.

"Mcgonnagal creía que sería justo que la ayudara a ordenar todo, ya que las plumas que transformó en doxys en medio de una clase con Slytherin destruyeron parte del mobiliario."

Por supuesto que tenía que ser algo así. Ya había pasado mucho tiempo desde su última broma a los Slytherin. El ambiente estaba en tensión y todo el mundo llevaba esperando varios días a que los Merodeadores hicieran algunas de las suyas. Siempre trabajaban en grupo, por lo que me parecía raro que solo hubiese actuado James.

"¿Y cómo es que vosotros no le habéis ayudado en su 'brillante' plan?"

"¡Oh, no, no, no; lo hicimos!" Sirius parecía ofendido de que yo hubiese sugerido que él había dejado a su colega solo en tal hazaña "simplemente nosotros corremos más rápido" sonrió de lado. Se notaba que estaba muy contento por ello.

"Y esquivamos mejor los hechizos de Minnie" añadió Remus.

Eran imposibles, pero se les cogía cariño, salvo a Potter, claro. No puedes coger cariño a alguien que te está diciendo todos los días lo guapa que eres, que quiere casarse contigo y tener pequeños pelirrojos. No, definitivamente, no.

Fruncí el ceño, esto se estaba empezando a parecer a una de esas películas malasque echan en la tele los fines de semana. Empezaba a tener pensamientos extraños en los que Jam… Potter y yo no discutíamos ni él se me declaraba, y me resultaban… aburridos. ¿Qué me pasaba? Seguro que había comido algo en mal estado. "No, imposible, los elfos se hubiesen dado cuenta" reflexioné.

Sin darme cuenta de lo que hacía, me levanté de la mesa y me despedí de los chicos. Tenía que estar enferma, de alguna manera debían explicarse esas estúpidas ideas que rondaban por mi cabeza. En un mundo lógico y normal, un día sin Potter sería un sueño hecho realidad, siempre me estaba quejando de que estaba encima de mí todo el tiempo (no de forma literal, obviamente). Seguí mi camino hacia la sala común, sumida en mis pensamientos. Me senté en la butaca situada al lado del fuego. Repasé lo que sabía: James era un mujeriego, solo quería estar conmigo porque no lo adoro como las tres cuartas partes de la población femenina de Hogwarts (el otro cuarto eran demasiado pequeñas como para interesarle), siempre que le preguntaban algo en clase sabía la respuesta sin siquiera estudiar, detestaba como se revolvía el pelo delante mía para que pareciese que todo le daba igual, no soportaba cómo paseaba a otras chicas en mis narices para hacerme enfurecer y odiaba esa sonrisa que solo utilizaba conmigo para conseguir que saliera con él, pero, lo que más odiaba, era verle perder esa misma sonrisa cuando le decía que no… ay, Morgana…

En ese momento me di cuenta de lo que pasaba, y te aseguro que no me gustó nada. No podía entenderlo; Potter, el mismo cabezota que me llevaba persiguiendo los últimos cuatro años y que era el chico rebelde por excelencia, había conseguido su objetivo; me había convertido en una tonta enamorada. ¿Reír o llorar? Esa era la cuestión. Vi como, poco a poco, se empezaba a llenar la sala común. Sabía que "él" no tardaría en llegar y lo que haría cuando me viese. Una sonrisa arrogante, un comentario sugerente y la pregunta disfrazada de orden que me había repetido todos los días desde hace años: "Sal conmigo, Evans". Yo también tendría que hacer mi parte: lo miraría con desdén, me pondría de pie, le respondería "Ni en tus sueños eres tan creativo, Potter" y me iría, no sin antes ver cómo cambiaba mi sonrisa por otra menos sincera para el público.

Pero ese día no podía, no después de haber descubierto que estaba…enamorada de él y que todo había sido una mentira que había creado para protegerme. Si lo veía, rompería a llorar o peor aún, me echaría en sus brazos. No estaba preparada para ninguna de las dos opciones así que, cuando vi una mata de cabello negro desordenado, mi valentía salió por la ventana mientras que yo escapaba por las escaleras.

Pasé el resto de la tarde en mi habitación, Alice no sabía que hacer conmigo, no había dicho ni una palabra desde mi dramática llegada y yo era la que siempre daba los consejos. Marlene simplemente pensaba que me había tomado algo y lo único que añadió fue un "Ya te vale Lils, podrías haber compartido" para darse la vuelta y seguir haciendo los deberes. Se lo agradecí, ella sabía que no quería hablar. Hestia fue más difícil de apaciguar, me dio tal regañina por mi estado depresivo que, cuando acabó, todavía me pitaban los oídos. Finalmente, a la hora de la cena, fueron bajando una a una hasta que solo quedamos en la habitación Alice y yo. En mi cabeza empezó a sonar música de combate. Comenzaba la guerra.

"Potter" dijo.

Asentí con la cabeza. No tenía ánimos para explicar nada, así que me tendría que sacar las palabras con sacacorchos.

"Hizo algo" afirmó.

Negué. En realidad, él no había hecho nada nuevo, solo que yo no me había dado cuenta de lo que realmente estaba haciendo todas esas veces que me pedía una cita. Alice frunció el ceño mientras caminaba de un lado al otro del cuarto con actitud pensativa. Estaba segura de que no lo adivinaría en un millón de años.

"Estás enamorada de él."

Vale… esto sí que no me lo esperaba, mi cara lo debía reflejar porque Alice rodó los ojos y me dijo:

"Yo lo sé desde hace meses, pero no te dije nada porque sabía que lo negarías hasta la muerte" rodó los ojos y bufó "De verdad que eres exagerada, no veo qué problema hay en que te guste Potter, es un chico majo, y el año que viene irá a la Escuela de Aurores con Frank, así que tonto no es" pareció reflexionar sus siguientes palabras como si tuviera miedo de que explotara "Además, es muy guapo y si te fijas bien ha madurado bastante este último año y creo que es por ti, le gustas Lily" finalizó como si hubiera descubierto algo esencial.

Estaba convencida de que debía parecer un pez abriendo y cerrando la boca con cara de tonta. Alice, en unas pocas palabras, había resumido mi dilema. Era cierto que James había mejorado bastante este año en comparación con su comportamiento anterior, pero aun estaba el tema de ser el don Juan Tenorio de la escuela. Eso sí que no se lo iba a pasar.

"Si le gusto tanto, ¿por qué anda con una chica diferente cada día? ¿Acaso tú lo has visto alguna vez intentar mantener una conversación seria conmigo?" me estaba poniendo de los nervios dándome cuenta de la realidad. Debía parecer una loca dando tumbos por la habitación y chillando "¡Puede que me quiera, es verdad, pero el amor no es suficiente, necesito confiar en él, necesito que deje de estar con cualquier chica en cualquier armario, necesito que deje de bromear por un momento…!"

"Lily..." Alice me miró con ojos tristes.

"¡Necesito que madure, Alice!" dije con la voz rota.

Sabía que estaba con el agua hasta el cuello, me había enamorado de James, pero eso no significaba que pudiese mirar hacia otro lado y estar con él al mismo tiempo. Aunque me desgarrase el corazón, no podíamos estar juntos en las condiciones que me estaba ofreciendo. En ese momento lo decidí. No aceptaría su comportamiento, pero tampoco volvería a la etapa de negación que nos hacía daño a los dos. James y yo estaríamos juntos en mis términos. Iba a hacer que James Potter madurase, quisiera él o no.

Que Merlín me ayudase. Lo iba a necesitar.

Bajé hasta el Gran Comedor con Alice, que me miraba entre asustada y asombrada tras haber escuchado mi plan. Intenté sentarme lo más cerca posible de la zona de los Merodeadores. Solo estaba Peter devorando su comida, así que me senté a su lado e, intentando parecer lo más desinteresada posible, le pregunté dónde estaban sus amigos.

"Eztán pod bahadz" alguien debería enseñar a este chico a no hablar con la boca llena.

Me ocupé echando puré de patata y carne asada en el plato y charlando con Alice, Marlene y Hestia, que se habían unido al grupo. Ya Iba por mi segundo servicio cuando entró Remus seguido de Sirius y James. Estos dos venían cuchicheando. Nada bueno podía salir de ahí. Llegaron a nuestra altura y se sentaron. James parecía bastante complacido de mi presencia, hoy no había podido declararse y este era el momento perfecto para hacerlo. Yo sabía lo que tenía que hacer, él conocía su parte de memoria, y la mesa entera de Gryffindor estaba a la espera de nuestra pantomima diaria. Abrió la boca para empezar cuando el caos se desató en el Gran Comedor.

Todo el comedor comenzó a carcajearse cuando se creó un pandemonio general por la aparición de los chicos de Sytherin en la sala… ¿cómo chicas? Impresionante, lo admito. Alguien debía haber hecho una poción para volver los rasgos masculinos más sutiles, y los resultados eran increíbles. Malfoy había perdido su mandíbula cuadrada y su nariz ahora parecía la de un hada. Finalmente, se había convertido en toda una señorita. Nott tenía unas piernas muy bien formadas, cosa que a sus compañeros de casa no les pasó de inadvertido. Pero, sin duda, el mejor era Snape. No era justo ¡tenía más pecho que yo! No me pude aguantar y empecé a reír con todos los demás.

Cuando el ambiente se calmó, James gritó:

"Eh, Malfoy ¿hasta dónde se extiende el conjuro? Seguro que a Goyle no le importaría pasar una nochecita romántica" movió las cejas sugerentemente. Esto provocó otra ola de carcajadas y la partida de todas las serpientes a las mazmorras.

Tras el espectáculo, todo el mundo se fue a sus respectivas habitaciones. Al llegar a la sala común me senté a esperar a James. Típico de él, llegó cinco minutos después del toque de queda con los demás Merodeadores. Mientras él hablaba en voz baja con Remus, yo me dediqué a observarlo: una cabeza más alto que yo, espalda ancha, buen trasero y piernas largas. Sin duda, el Quidditch lograba maravillas. Se despidió de sus amigos y vino hacia mí. Nos habíamos quedado solos en la sala y solo se oía el crepitar de las llamas. Su mirada me estaba poniendo nerviosa, por lo que decidí romper el silencio.

"No estuvo bien" utilicé mi mejor imitación de Mcgonnagal provocando que él sonriera ampliamente.

"Me encanta cuando te enfadas, estás mucho más sexy, pelirroja."

Típico. Respiré un par de veces para calmarme y no sacar la varita, este era nuestro juego; él probaba hasta dónde podía llegar y yo hasta dónde podía aguantar. Esta noche iba a ser diferente, no iba a explotar, no podía hacerlo; por ahora, tenía que ser yo la madura.

"No ganas nada con esto, James."

"Yo creo que sí, Lils. Por ahora, he ganado una conversación contigo, ¿qué habrá además, de premio?" me contuve de darle lo que él quería, pero por muy poco. Sus ojos brillaban con la luz del fuego, dándole un aspecto peligrosamente atractivo, y sus labios se curvaron en una sonrisa pícara. Parecía como si supiese lo que pensaba. Cuando se acercó un paso, no me moví; cuando se acercó otro, sabía que estaba en problemas; cuando estuvo junto a mí, ya había dejado de pensar por completo. Puso sus manos en mi cintura y me susurró al oído:

"¿Sabes que creo? Creo que si hago travesuras como las de hoy, me harás caso aunque sea para reñirme. Sé lo que quieres mejor que tú, Lily Evans" sus manos comenzaron a trazar un camino peligroso. Sentía como trazaba círculos con el pulgar en la zona desnuda que quedaba entre mi camiseta y falda. Me costaba respirar y aún no había hecho nada. "Quieres alguien que traiga desorden a tu vida, quieres a alguien que te pueda proteger contra todo y al que tú puedas proteger. Quieres un hombre que no tenga miedo de decir lo que piensa y defender sus ideas pero, sobre todo, quieres a un hombre que te quiera. ¿Conoces a alguien así o te tengo que hacer un mapa?" con ese último comentario volví a la realidad. Me di cuenta de como estábamos agarrados, de que ambos estábamos jadeando y de que sus labios se encontraban a un centímetro de los míos. Con toda la fuerza de voluntad que pude reunir, me alejé de él. Tenía razón en todo lo que me había dicho, pero no le podía poner las cosas fáciles.

"No me gustan los chicos malos" puse mi mejor cara de póquer, rezando para que se lo creyera.

"¡Qué bien que esté en proceso de reformación!" sonrió arrogantemente. Siempre me hacía lo mismo. En tres segundos daría el golpe de gracia y se iría de forma dramática " …además de haberte visto con los ojos pegados a mi culo. ¿Te gusta lo que ves?" comenzó a andar. Tocada, pero no hundida. Sin pensarlo dos veces respondí:

"Claro Potter, es difícil no ver algo de tales dimensiones. Es casi tan grande como tu cabeza."

Sin decir más, me fui. Parece que estaba aprendiendo algo del macarra de Potter.

Oí una voz conocida que me llamaba…

"Lils, ¿dónde estás?"

"En la habitación de Harry" contesté mientras seguía mirando a mi hijo "Bueno Harry, esto es nuestro secreto, no se lo cuentes papá, ¿vale? Ya tiene el ego suficientemente grande" mi pequeño se río como si me entendiese.

James entró en la habitación, me dio un beso y cogió a Harry. Se notaba que estaba cansado y harto del encierro, pero haría lo que fuese para protegernos a los dos y la idea de dejarme sola con Harry lo aterraba.

"¿Qué le estabas contando?" frunció el ceño. Ups, pillada. "Lo siento campeón pero se acabó la fiesta para ti" puso a Harry en la cuna y lo tapó con las mantas.

"Solo una historia de miedo, mañana es Halloween, tengo que prepararlo para cuando venga su padrino disfrazado de perro gigante" bromeé. En realidad, la historia algo de miedo sí que daba, aceptar que te has enamorado de James Potter no es fácil, pero intentar resistirte a él es imposible. Uff, cada vez sueno más cursi.

Me acerqué a m hijo y le di un beso en la frente. Él intentaba que lo cogiese otra vez, pero era tarde y mañana esperábamos visita.

"Te prometo que mañana te contaré el resto de la historia, pero ahora, a dormir, pequeñajo."

Salí de la habitación y apagué la luz. Mi marido ya me estaba esperando tumbado en la cama con una sonrisa traviesa.

"Así que historia de miedo, no sabía que imponía tanto, Evans."

"Sí, eres horrible, no sé como me casé contigo" hice como que pensaba "¡ah, sí! porque Remus me dijo que no" le piqué.

Mi celoso marido gruñó y me abrazó.

"Ja ja, muy graciosa, pelirroja. Mejor vámonos a dormir."

Me metí con él entre las sábanas y me dispuse a dormir. Antes de caer rendida, me acordé de lo que dijo:

"Ahora es Potter, no Evans."

Y me dormí.

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Besos,

Noelle